Algunas consideraciones sobre narrativa, por Gavrí Akhenazi

Consideraciones generales

Como cualquier otro trabajo técnico y que requiere habilidad, la escritura de una novela necesita cierto entrenamiento. Claro que una idea original es el punto de partida, pero el desarrollo, la técnica, la corrección e incluso la relación con editores y agentes son gajes del oficio que deben aprenderse.

Empezar a trabajar cuando ya los personajes están perfectamente definidos, ayuda mucho. La falta de preparación suele ser evidente para los lectores.

Hay que conocer a los personajes, su pasado. Crear una ficha de personaje, con toda la información relevante. Cada vez que se escriba el nombre de un personaje, es aconsejable crear su ficha correspondiente, al menos con el nombre y las características más esenciales. Si luego deviene en alguien más importante, se completará. No es agradable volver atrás a comprobar el nombre del personaje que salía 100 páginas antes cada vez que se mencione o accione.

Tan importantes como los personajes son los escenarios donde transcurre la acción. Si el autor no los conoce, el lector tampoco lo hará. Consultar mapas, atlas y cualquier otro elemento necesario. Los mapas son útiles para consultar distancias y hacer que el tiempo para mover los personajes de un escenario a otro sea verosímil. Los atlas suelen contener información interesante sobre los lugares de los que se habla, y pueden llegar a ser puntos importantes en que apoyar la historia.

Emilio Salgari escribió todas sus novelas sin salir de su buhardilla.

Hacer esquemas de los sitios importantes, como la casa donde vive el personaje principal o el negocio de su amiga donde pasa todas las tardes. Si un personaje siempre va a la derecha para ir al baño y más adelante, en el capítulo 20, gira a la izquierda, un lector atento se va a dar cuenta.

Los esquemas son importantes para mantener los sub argumentos subordinados a la trama principal. Evitar irse por la tangente está relacionado con en qué puntos de la historia hay que desarrollar el sub argumento (y cuándo y cómo volverá a aparecer para incidir en el argumento principal). Crear el esquema antes de empezar a escribir, no solo evitará pérdidas de tiempo innecesarias sino que además ayudará a mantener la historia bien construida.

Un esquema es escoger un principio y un final para un capítulo. Después las peguntas que el autor se plantea son ¿cómo voy de uno a otro? ¿Cuál es el propósito de este capítulo? También es necesario observar el capítulo dentro del esquema general de la historia ¿Dónde se encuadra? ¿Es el momento adecuado para que suceda lo que el capítulo narra? Sin un punto final decidido, el capítulo tenderá a desdibujarse.

Historia y técnica

Las novelas de género (fantasía, ciencia ficción, thrillers y misterios) son las que más se adecuan a este tipo de esquema.

Encontramos cinco elementos importantes en la estructura narrativa de cualquier novela: un incidente inicial, una serie de complicaciones progresivas, una crisis, un clímax y la resolución. Estos son los cinco pasos a seguir para desarrollar cualquier historia.

El incidente inicial es el anzuelo. Es un acontecimiento dinámico y debe ser visto como tal por el lector. Debe, a la vez, cambiar el equilibrio de fuerzas y el resto de la novela debe ser el intento por parte del protagonista de devolver las cosas a su cauce.

La serie de complicaciones progresivas escalan en el conflicto y se conocen también como suspense. Aunque tenga que ver con la salvación del mundo por parte de un héroe o con la autosuperación de un personaje marginal, el suspense forma parte de casi cualquier historia. El suspense, en una novela de misterio, puede provenir del tic-tac de un reloj. En una novela de misterio en el clásico: ¿Quién lo hizo? A veces tiene que ver en la forma en que el bueno consigue detener al malo. No importa el tipo de suspense, pero tiene que atrapar al lector.

Algunos escritores creen que el suspense es ofrecer una sorpresa casi al final de la novela. El problema que encuentro a este método es que el lector no sabe que la sorpresa se acerca, así que en realidad no hay suspense.

Incluso tener una sorpresa en la manga para el final, no impide escalar en el conflicto para mantener el nivel de suspense cada vez más alto hasta que el lector llegue a la sorpresa.

En el momento de crisis, el protagonista deberá decidir si quiere recuperar el equilibrio roto en el incidente inicial, durante la primera parte de la novela. En este momento no deberían ser obvios para el lector los pasos que tomará el protagonista para que continúe preguntándose qué sucederá. La crisis suele ser el momento más oscuro del protagonista.

Después viene el clímax. En el clímax el protagonista ya ha elegido y se ha restablecido el equilibrio o bien se ha conseguido un equilibrio nuevo. El protagonista forma parte del clímax. La escena del clímax debe involucrar al protagonista y al antagonista llegando a una conclusión sobre el dilema iniciado al principio.

Finalmente, debe resolverse los argumentos y subargumentos para llegar a la resolución final. No debe dejarse ningún hilo suelto. El lector se preocupará por todos los personajes y todos los acontecimientos. La resolución ofrece al lector una sensación de redondez subrayando lo que el lector ha ganado al final del libro.

Argumento

Algo tiene que suceder en una novela. La mayoría de los escritores no pueden permitirse el lujo de escribir una historia de personajes que simplemente se limiten a estar, sin hacer nada. La acción, tome la dirección que tome, es lo que mueve la historia y arrastra a los personajes consigo. A veces los personajes actúan y a veces reaccionan y esto es lo que crea el argumento.

Es importante tener una idea clara sobre cuál será el clímax de la historia antes de escribir la primera frase. Teóricamente, toda acción debe ir encaminada hacia él. El hecho de conocer el clímax de antemano ayudará a dar la dirección adecuada a la historia y a mantener en la mente el argumento principal. También impide que el autor se vaya por la tangente y que desarrolle un subargumento en el clímax. Sin una idea clara del clímax se estará escribiendo el Cuento de la Buena Pipa.

La vida real está llena de coincidencias pero hay cierto debate sobre cuántas coincidencias se pueden añadir a una novela para que resulte verosímil. Hay quien afirma que no se puede usar ningún tipo de coincidencia en una novela, que todo debe tener un por qué. Soy de la misma opinión. Lo que subyace es la idea de evitar que el autor manipule demasiado la trama. Pero, al fin y al cabo, el autor es el creador del mundo y en realidad, toda novela es una manipulación de la realidad que no se debe notar.

Trabajar en una novela, necesita en el autor la idea de lógica interna. El argumento tiene que tener sentido por sí mismo.

Dónde empezar

En realidad hay dos principios en una novela. Las primeras palabras que un escritor pone sobre el papel y las primeras palabras que el lector ve en cuando abre el libro.

Estos dos conjuntos de palabras, no tienen por qué ser los mismos. Algunos escritores se estancan intentando escribir ese principio perfecto pero como la gran mayoría tendemos o deberíamos tender a corregir y re-corregir, la mayoría de este tiempo se pierde.

Cuando se determina el inicio del libro, hay que mantener el propósito de la obra. El primer capítulo debe llevar al lector hasta la puerta. La historia debe enganchar a los lectores y a la vez presentar el problema, el tema o introducir los personajes principales. Ese primer capítulo puede hacer ambas cosas, pero no sobrecargar al lector con demasiada información al principio.

Otra herramienta interesante a tener en cuenta es un archivo con el pasado de la historia. ¿Qué sucedió antes del instante en que empieza la novela? Si bien no se usará directamente en la obra es posible que se usen pequeños fragmentos para rellenar agujeros que los lectores deban saber para entender qué está sucediendo.

El núcleo principal

Los personajes son la clave principal puesto que son los que crean la historia. Hay que conocer las motivaciones del personaje principal, por qué actúa de esa manera y qué es lo que desea. Otros elementos importantes pueden ser: vestuario, actitudes, gestos, educación, cultura, clase social, necesidades, sueños, miedos, creencias y valores.

El escenario es tan importante como los personajes. En muchas novelas, es el escenario principal lo que distingue una novela de otra. Si no es el escenario, son los personajes. El escenario puede ayudar a responder la pregunta ¿Qué es lo que distingue tu novela de otras ya publicadas?

El escenario implica conocer perfectamente el dónde y el cuándo de la historia. Y hay mucha más miga en el dónde de lo que la gente cree a simple vista. Los sitios donde se ha vivido ¿La gente no era diferente? ¿El clima? ¿La arquitectura? No hay que limitarse a describir el lugar. Se necesita mucho más para hacerlo salir vivo de la página.

El punto de vista es otro elemento crítico.

En realidad es el problema principal al que se enfrentan numerosos escritores.

Hay que tener en cuenta que aunque el autor es el dios principal, el creador de un mundo y conoce todos sus recovecos, el lector sólo verá lo que el escritor decida que la cámara enfoque. Por este motivo, el enfoque debe ser consistente a lo largo de la obra. No se puede andar cambiando de punto de vista sin ningún tipo de justificación. No hay un punto de vista erróneo. Todos ellos son válidos. Simplemente hay que intentar no confundir al lector.

Final

Los personajes, los escenarios y el punto de vista deben construir el mundo y llevar al lector hacia el final deseado, la resolución del problema, o argumento que se ha introducido en el primer o segundo capítulo. Se debe asimismo concluir todos los sub-argumentos al final, lo que a veces puede resultar algo complicado.

Cuando llega el final de la historia, llega. Eso se siente por más entusiasmado que el escritor esté con lo que escribe.

Precisamente porque ya se escribieron todas esas páginas anteriores, ya se ha perdido algún tipo de control sobre el final. El final debería ser la conclusión natural a la historia. Y se siente. Otra cosa es que el escritor (normalmente por su compulsión) lo admita.

Tal como se ha comentado anteriormente, ayuda bastante tener en mente cual el clímax del libro antes de empezar a escribir puesto que es hacia donde se dirige la historia, aunque algunos autores se niegan a hacerlo.

La corrección

La corrección se basa en equilibrar los dos lados del cerebro. El lado derecho del cerebro se considera más creativo mientras que el izquierdo se considera más lógico. Mucha gente considera que la corrección es cuestión del lado izquierdo pero si no confiamos en nuestro lado derecho nos estamos haciendo un mal favor. Algunos escritores permiten que su lado derecho domine demasiado y acaban destrozando su escritura.

Hay que leer con simpatía lo que se ha escrito. Pulirlo. Quitar lo que sobra, pero no tirarlo porque nunca se sabe cuándo se puede necesitar (en otro lugar del manuscrito corregido o bien en otra historia diferente). Empezar el día releyendo lo que se ha escrito predispone para continuar escribiendo.

Cuando se corrige hay que considerar la idea de pedir a algún corrector profesional que revise la obra, pero hay que tener muy en cuenta que los escritores no pueden permitirse ser sentimentales con su obra. Hay que aceptar las críticas y examinarlas fríamente. Si no se aceptan bien las críticas, hay un serio problema como escritor.

No corregir nada en los primeros estadios de la novela. Si se corrige demasiado pronto simplemente se perderá el tiempo puesto que más adelante se volverá a añadir elementos que harán volver atrás.

Algunos escritores pierden demasiado tiempo corrigiendo sus primeras palabras y nunca acaban nada de lo que empiezan.

Corregir los dos primeros capítulos una vez tras otra puede evitar que algún día se pueda escribir el último. También muchas veces se encuentra el escritor con que ha quitado detalles que luego más adelante serán cruciales en la novela y necesita volver a añadirlos. El subconsciente, afortunadamente, trabaja con el escritor y va plantando semillas que más adelante darán su fruto. Si se elimina demasiado pronto algún material, se corre el riesgo de no poder usarlo más adelante.

Una técnica útil para la corrección eficaz es dejar descansar la novela por un tiempo antes de emprender su lectura para aclarar las ideas y mirarla con ojos nuevos. En el argot editorial “dormir la obra”. A veces se ven con más claridad las construcciones extrañas una vez que el autor se ha distanciado de la misma.

Reescritura

Aunque la idea principal se mantenga, siempre hay pequeños fragmentos importantes a cambiar.

La reescritura no es sólo lo que ocurre después del primer borrador. También es un proceso que cambia cada vez que el argumento cambia o que hay un giro inesperado en el argumento.

No se acaba cuando se cree que se ha acabado.

El aspecto más importante en la reescritura es ser honesto. Mirar la obra objetivamente y encontrar sus defectos. Confiar en el instinto a la hora de corregir.

No subestimar al lector. Si puede leer, tiene una cierta educación. La mayoría de los escritores tienden a ser redundantes aunque algunos pocos yerran en el otro sentido, siendo tan sutiles que el lector medio no puede captarlos. Es muy posible que aunque no entiendan el significado de todo lo que está escrito en su momento, en el momento final, cuando llegue el clímax sí den su lugar a cada frase o hecho relacionado que ha ocurrido con anterioridad.

No hay que dar cátedra ni pontificar. A veces se escribe algo con lo que el autor se identifica plenamente pero que añade muy poco a la historia. Cortar parte de estos fragmentos puede ser doloroso pero también puede ser necesario. Hay que concentrarse en la historia en general, no en un capítulo.

Un autor, como decía Huidobro, es un dios.

Depende de él hacer posibles los paraísos para el hombre. Esto lo digo yo.

Acerca de Gravrí Akhenazi

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