Ciudades / Recuerdos del hombre partido / Individuo 12, por Joan Casafont Gaspar

Ciudades

La ciudad mira al cielo,
clama el cielo y se queja
y en su queja se nubla
y nublada se duerme.

La ventana está fría
desde el frío me llama
y repuebla con labios mis silencios más crudos.
Y me hablan con signos
los neones, las sombras, las montañas distantes
y esa aguja de luz que imagino curiosa
que presiento a lo lejos
cómo entra en mi casa e ilumina mi ausencia.

La ciudad
infeliz, taciturna, extranjera en el mundo
oscurece en el llanto de los hijos del plomo
y se acuesta conmigo,
viajero incansable por las horas más torpes.
Enredada en mis piernas esta ciudad oscura
me conquista la piel y me asalta el espíritu.

Hambrienta y desvestida
la ciudad amanece,
se despierta cercada, trinchera y cicatriz,
con la lengua extenuada
codiciando un mendrugo de otro sol y otro cielo

y tú llegas con nombres
y colocas las calles
y embadurnas con soles el reguero de sombras
que rodea mi casa
y esperas.

Recuerdos del hombre partido

Tras una vida oculta y malherida,
tras ser sólo la sombra, la sombra de un demente,
clamé a los alquimistas de rostro indiferente
y a esas luces rojas y a la luna suicida

y a esa libertad mal entendida
que fue de mi ignorancia la esposa complaciente
y a la lluvia adictiva, continua, impertinente
embargo de un pasado que hipotecó mi vida,

a esos reclamé la fuerza de mis manos
y ese tiempo perdido
de un norte pervertido que enmarañó mis planos.

Hoy ya no pido nada y escapo decidido
de esos días insanos,
recuerdos aún cercanos de aquel hombre partido.

Individuo 12

No sé si yo maté al individuo
o a ese pensamiento que invadía
mi mente con ideas delirantes
y mis ojos con otros sin retina.

Sólo sé que conservo manchas rojas
en la piel y en las letras intranquilas
y en la voz que compone telarañas
y se pierde en sus trampas y mentiras.

Después de este trastorno interminable
soy esclavo de vivir en la rutina,
de sentir que el porqué de mi existencia
se apaga entre las nieblas y las brisas
y cuanto más intento conocerme
me siento más lejano de mi vida.

No sé si el individuo es un estado
de esta mente confusa y victimista
o es tan solo una imagen proyectada
de aquellas emociones que suplican
librarse para siempre de los nudos
que las lían, censuran y limitan.

Por no saber ni sé si esta locura
es real y tangible o es ficticia
y en mi ignorancia sigo caminando,
dudando si soy yo el que camina.

Acerca de Joan Casafont Gaspar

Conversa con nosotros