Miguel Ángel Palacios – España

Haikus

Soy un lucero
y al llegar la mañana
voy… y me muero.

v

Tú, mi tormento,
acaparas de lleno
mi pensamiento.

v

Tú y yo imbricados,
desmadejando versos.
Concatenados.

v

¡Qué golosina!,
tomada de tus labios,
crema divina.

v

Evoluciones
forjaron en mi mente
las prohibiciones.

v

Claustro severo,
ostracismo agobiante.
Asaz austero.

v

Desde la cuna,
regalando alegrías
una por una.

v

Umbrío, bruno,
tiznado de amargura.
Calor ninguno.

v

Cara sirena,
expectante del cambio
te vuelves plena.

v

Como batracio
emergiendo del agua.
Quiero tu espacio.

v

Corta se hará;
si la vives conmigo
perdurará.

v

Etéreo ser
oxidas lo que tocas,
es menester.

v

Mujer de hielo,
al calor de la noche
te vuelves fuego.

v

Mujer fatal,
destila su veneno.
Trampa mortal.

v

Mujer de hielo
se licúa tu ser
bajo mi anzuelo.
(te fundes, de repente,
si yo te anhelo).

v

En plenilunio
tu risa, y mi dolor
del infortunio.

v

Amor eterno,
duraste lo que dura
todo un invierno.

v

Yo no te hago
en sitio tan profundo
y tan aciago.

v

Si existes tú
no necesitas karma.
Karma eres tú.

v

Mantén tu calma,
para un logro mayor
preserva el alma.

v

Flor tan hermosa
se merece mil dones
más que una diosa,

v

Mas si tu quieres
compartirás el sino
de las mujeres.

v

Mujer o diosa,
en derredor de ti
vega frondosa.

v

¡Llegué a buen puerto!
No tendré que dar voces
en el desierto.

v

En la astronave
jugamos a ser dioses.
Perdí la llave.

v

Y el firmamento,
tan lleno de agujeros,
ríe contento.

v

Con tu presencia
se avivan las ideas.
Despiertas ciencia.

v

En abstracciones,
quisiera zambullirme
sin emociones.

v

Tienes razones
que a veces yo confundo
con ilusiones.

v

Gran osadía,
cuando es «subliminar»
el alma mía.

v

Ya están dorados
el trigo y el centeno.
Días contados.

v

Con armonía,
da paso el horizonte
al nuevo día.

v

Tras de tus huellas
te anduviste buscando
por las estrellas.

v

Alma mojada ,
discurre por tu ser
la madrugada.

v

Tienes belleza
y en la boquita el dulce
de la cereza.

v

Y tu candor
me sirve de refugio
acogedor.

v

Va tu mirada
con la mía ya siempre
concatenada.

v

Atemporales
persisten en su sitio
todos los males.

v

Dentro del marco
que encierra nuestras vidas
fleté mi barco.

v

Tu casa es una,
su influjo te rodea,
te da fortuna.

Acerca de Miguel Palacios

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