El mundo, el demonio y la carne, por José Carlos Hernández

a mi diablo
yo sé que le subyuga
poder mercadear con mi alma insana
siempre que se la ofrezco en venal acto
a un precio que no puede rechazar

a ese cabrón con pintas
que me ha tocado en suerte
al repartir demonios personales
regatear lo vuelve loco

le pone a cien hurgar en mis miserias
y tasarlas después muy a la baja

el salaz indecente que es mi diablo
se traviste de súcubo carnal
y viene a turbarme los rincones
del alma algunas noches agitadas

dice que no le apaña el estar solo
que no le gusta
que para eso se agencia él las ánimas

para tener amigos

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