La lluvia / Los gestos / Casilla en blanco / Por el margen del río » Por Rosario Alonso

La lluvia

Olor a tierra seca levantaba la lluvia.

No existía otro aroma
que tirara a mis pies, un cuerpo a tierra,
los signos de tensión acumulados.
Ni siquiera tus ojos.

Mi mente era un imán
que atrapaba trocitos de descanso
y llenaba mi piel con otra piel distinta,
con el agua tapando la impotencia.

Porque yo era una herida en un grito callado
y solamente tú percibías los sismos
de todas las ventanas de  mis miedos,

hoy sabes que la lluvia me persigue
para cobrar su deuda.

Los gestos

Cuando murió
me quedé con las manos tan llenas de mis gestos
que le contaba al aire el tacto de su cara,
porque hubo un lenguaje que fui perfeccionando
tan sólo para el rastro de su olvido.

Y toda esa inventiva se quedó entre mi lengua
sin nadie a quién pasarle aquellos códigos.

Cualquiera no era apto.

Tal vez por eso
hoy me cansan los gestos, los estándares
que esconden cortesías a granel
y no van más allá de la mera palabra.

Pero aquí sí consigo
sepultar cada norma.

Casilla en blanco

Te vi a lo lejos
sin sospechar la causa que me abría el instinto
y mi piel se estiró como una duda
haciéndose, sin más, casilla en blanco.

Presentía tu dulce persistencia,
tan firme y tan cercana
que iba resolviendo las incógnitas
clavadas, a la vez, sobre mi cuerpo.

Todo se convirtió en sutura
casando tu verdad como en un puzle
a esa forma tan tuya de vivirme.

Y me quedé mirándote a lo lejos
convertida en sudoku.

Por el margen del río

Salgo de noche al raso y con la brisa
que va peinando el río.
Me cubro con el tacto de tu cuerpo
porque tengo presente el calor de hace un rato.

La senda es un misterio que me acoge
y yo acojo su vida
porque hay pulso de árboles y pájaros
hablando junto a mí
y así descubren
que soy herida dentro de otra herida
cuando echo de menos las manos de mi madre.

Aparece la calma entre los márgenes
que parten la ciudad con su vena de agua
y mojo los pies y empapo los recuerdos
con las sombras cubriendo cada paso.

Sólo espero la luz
que empieza en las farolas cuando pierden su auge.

Sólo quiero que crezca junto a mí la mañana
y me integre en su pecho

como tú haces conmigo.

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