Homenaje a Manuel Martínez Barcia

Querido Manuel:

hoy no puedo llegar hasta la cumbre
si es allí donde aguardas y contemplas al fin
la bahía del lado de los sueños
donde el mar te esperaba

y para mí se oculta en la vertiente
que tan solo iluminan los crepúsculos

mi camino se cierra en la espesura
ya cerca del lugar
que ahora te contiene

prometo que mañana intentaré
romper esa distancia con mis versos

retomaré el camino hasta el dolmen sagrado
que guarda entre sus losas las ausencias

desde allí la mirada
no entiende de confines

Mercedes Carrión

Emigras con tus alas más allá de los límites
y llegas a la altura del silencio.

Desde allí seguirás con nuestra historia
porque la vida no se ha dado cuenta
que siempre prescindimos de su mundo,
que nunca hicieron falta los sentidos.

Somos dos transgresores delirantes
que no aceptan las reglas de otro juego.

Tú sigue susurrándome palabras en las noches,
sigue con tu diluvio limpiando mi guarida
y habita en mi.

Juntos nos burlaremos otra vez
del destino.

Silvana Pressaco

El río de la vida

Flota su embrujo, fuego sobre el río;
llora el Guadalquivir, está llorando,
y me duelen sus lágrimas tan puras
que tan lejos de mí hielan mis manos.
Otro poeta duerme sobre el agua,
cruza la Estiguia solo, mientras tanto,
los lirios crecen altos en la noche
y un sol yace en sus libros sin amparo.
También mi lira tañe en la ribera
versos entre los sauces solitarios.
Sonetos a la ausencia de tu verbo,
poemas que se agarran a sus brazos.

Golondrinas oscuras de Triana,
comed mi corazón sobre la tierra,
mi rostro sin color, mis ojos blancos.
Mi esqueleto se niega a estar de pie
muriendo día a día sin descanso.
Cuándo se quebrará mi ser maltrecho,
porque el río me ahoga desbordado.

Mar García Romero

Un algo

Todo ocurre de ojos para adentro.

Un algo en el azul se nos opaca,
sin saber bien por qué , con ciertas pérdidas
y un poso de tristeza indefinible
gravita sobre el aire.

Hay modos de vivir,
al menos tantos
como vivientes , y cada cual estampa
—hosca o amable— su deleble huella
según su decisión sobre el camino.

Algunos, los benditos por la suerte,
nacieron para ser los paladines
de la palabra y defender su enseña
armados de belleza y poesía.

La muerte solo es una y nos iguala:
un mismo polvo para un mismo olvido.

Hay formas de morir y de quedarse
morando un poco más entre nosotros.

Cuando muere un poeta no se apaga
ningún astro ni tiemblan conmovidos
los pilares del cosmos .

Pero suspira un ángel
y se impregnan
de paz las cuatro esquinas del silencio.

Y algunos, los lunáticos de siempre,
nos quedamos un rato pensativos.

Jordana Amorós

El cuerpo tembloroso conmutó mis sonrisas
en lágrimas furiosas que no aceptan destinos
y se rebelan ante crueldades insumisas
que no saben de amores y que siegan caminos.

No habrá ningún adiós que pueda pronunciar
pues en mi corazón ya te alojé eterno
y los versos llorando solicitan volar
fugaces a tus manos con cariño fraterno.

Declino despedidas que te nombren ausente
y el alma se emociona de este dolor consciente
que desnuda callado mis profundas flaquezas.

Un poeta sin rostro dueño de lo versátil
enraizó sin querer de manera vibrátil
mis labios a los suyos que hoy respiran tristezas.

Carmen Jimenez

Escribir un poema
más allá de las sombras
y deshacer los nudos de silencios
que invaden y nos hieren las gargantas.

Deletrear tu voz muy poco a poco
como la deletrean tantas voces
e intentar ser semilla y ser cobijo
de esa mano que escribe
y acoge todo un cosmos con sus dedos abiertos

¿Acaso el infinito es suficiente
para este firmamento de poemas?

Salir y despertar a todas las ciudades
que siguen proyectando
la rabia y la tristeza en sus paredes
y recorrer las calles nuevamente
persiguiendo algún sueño.

Joan Cassafont Gaspar

Impro uan

Qué poco te entendieron, compañero.
Qué fácil y jodido era entenderte.

Agosto se agostó. Se hizo chiquito
como todo lo que se agosta, finalmente,
y me falta ese tul de tus poemas
y esa costumbre que instauraste en mí
de devanar mis sesos intentando hacerme a tus metáforas.

Nos enojamos mucho, compañero,
y nos gritamos mucho
o yo te grité mucho y vos pusiste esa cara de mártir
tan austera
que me jodía vivo y me hacía callar y repensar
«soy verdugo de un mártir».

Pero yo sé que nada nos debemos
`porque a pesar de todo, nos quisimos.

Te quise mucho. Para qué negarlo.
Te odié y te quise y te odié y te quise
y me hiciste enojar más de mil veces que siempre perdoné.

Te quise mucho y agosto se agostó como es agosto.
Costumbre de llevarse tantas cosas
que te llevó como un ladrón difícil
que encima, por robarte, te golpea.

Te golpea. Y te golpea mal. Y te golpea.
Sin piedad te golpea. Nos golpea.

Te quise mucho e igual te quise poco
y renegué de vos y renegamos, uno del otro, una y varias veces
en que nos insultamos
y terminamos en abrazos profundos y complejos.

Ahora me faltás, hijo de puta…
Que mal tan necesario te volviste.

Gavrí Akhenazi

Todo pasa y todo queda,
porque lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

Te fuiste sin aviso, escribiendo quizás
el último poema, con la muerte en los dedos.
Y se quedaron huérfanas de golpe las mañanas,
los versos, las metáforas y todo tu paisaje
que ya era compartido, que ya era de nosotros.
Agosto se vistió de escarcha y de carámbanos,
nos vino a helar el alma, quebrando su verano.

Todo queda, mi amigo, más allá del misterio
de la muerte implacable, del destino inseguro,
tú estás entre tus versos que contienen la vida:
poeta del presente, acaso estudiarán
en tus versos alados, esa voz encantada
de secretos matices y humano corazón.

Y a mí, ¿quién me traerá los ecos susurrados,
cerquita del oído, de mi Antonio Machado?

Juliana Mediavilla

Tu voz ya estaba en mí, sobre este barro
no engendrada mi sed bajo tu soplo.
Yo era en ti una quimera,
un espejismo azul sobre tu tiempo.

Yo aún no era nada, entre raíces
de cepas soterradas, entre el légamo
donde estaban los granos de mi trigo
tú estabas preparándome el sendero.

Tu voz ya removía por mi surco
y apuntaba maneras hacia mí.
Hacía mi esperanza tu esperanza.

Ahora, de repente, falta el limo
y el poema me sabe a siempreviva.
Alguna vez, quizás, nos besaremos
en la limpia lujuria de la nada.
Dame la libertad
de quedarme sentada en el guijarro
y agrietarme a los soles de tu lluvia.

Yo soy libre, lo sé, tú solo esperas.
Tú que fuiste mi boca para el beso
me has dejado
en la nocturnidad más absoluta.

Isabel Reyes

A tu manera vuelvo, compañero
para ver si leyéndote me creces.
Dónde han ido a parar tantas preñeces
de amores de papel y de tintero.

Paso y te quiero, vuelvo y te desquiero
porque duele quererte tantas veces,
y me callo y te oculto y apareces
y te buscó y te anhelo y te requiero.

Tristísimo de ti por mí te invoco
buscando algo que incite tu presencia
sin dejar ni un segundo de llorarte.

Porque sabes de sobra que estoy loco,
loco de loco y loco de tu ausencia
y es que jamás aprenderé a olvidarte.

Vicente Vives

yo detuve mis versos con la tonta ilusión
de ver aparecer tus contrapuntos
tus versos cotidianos en el foro
Manuel acompañando
con ese interminable caudal de poesías
fluyendo por sus venas

no sé porque de pronto sin aviso
el reloj personal se nos detiene
con rebeldía y tristeza yo tengo que aceptar
que el tuyo se ha cansado se detuvo en silencio
este silencio pesa con versos sofocados

asómate en tu cielo déjame que te cuente
cómo la vida sigue con altas y con bajas
y aunque ya estemos hartos
nuestro reloj nos lleva
con su tic tac constante como si fueran pasos
que la vida esta dando con tacones

nos pone en el camino las pesadas lecciones
con sumas y con restas
nos remueve las costras de nuestras cicatrices
nos hace que sigamos el ritmo que nos marca
hasta que se detenga

tu voz se extraña como sol en día nublado

Eugenia Díaz

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