SY

Silvio Rodríguez Carrillo – Paraguay

Sólo yo
sosteniendo con el dorso de mis manos
la inverosímil danza de la noche, sedienta
de milagros nuevos que como girasoles
circulen atónitos el contorno de un Cronos
que mordiendo con rabia mis rodillas
llora su finita potencia, su pobre estampa
de eternamente pretérito.

Yo, solo
con la paz que me proveen seis cuerdas
y veintidós trastes que no necesito mirar
para encajar mi silencio entre el sol que no me mira
y mi la
que me teme como teme un perro a su amo,
con esa paz inquieta que uno se gana
tras haber aprendido a enseñarle modales
incluso a los mejores libros.

Yo
como un presentimiento atormentado
de Jung torturado por romper con Freud,
un Froid perseguido por su gente, señora
mientras que Wagner y Nietzsche, aquí, en los huevos
sin super hombres, sin cristianos, sin judíos,
si podés mirarme a la nuca cuando te hablo a los ojos,
en ese entonces en donde el discurso era tan lleno
tan roca con aristas que por el fondo trepabas
y le tocabas el culo a los dioses y a sus madres, todas vírgenes,
no como ahora, que ni para tener sexo sirven
ni para saber de qué sexo son sus hijos,
los muy subnormales.

Solo
como un yunque que por generaciones y degeneraciones
ejerce su condición, como base para métodos y técnicas,
y que, sin embargo, en un punto de la trama
sonríe
no como Chuang Tzu y su mariposa hermafrodita
sino con la fiereza del martillo
que ahora sabe debe necesita y quiere ir por los clavos.

Y vos
con el festival de desgracias de tu mundo
haciendo de las desgracias del mundo un festival
al que los muchos asisten pero del que nadie participa

Vos
y
los tuyos
hablando del suicidio.

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