Ángeles Hernández Cruz – España

Imagen by Syambatul Hamdi

Un poema

Insólitas palabras

Llegó la primavera de puntillas
y al sur llegó el otoño incomprendido
– una página más del calendario –

Y no nos dimos cuenta porque somos rehenes
de un virus sin fronteras que nos robó el confort.
Nuestros ojos mutaron a pantallas
con píxeles de miedo.

Mientras, en otros sitios olvidados
no saben si es invierno , qué más da.
Los padres ya no lloran el hambre y la agonía
que azotan a fantasmas que antes eran sus hijos.
Otros callan su espanto ante la muerte
con el sometimiento a la injusticia
de no encontrar refugio contra la sinrazón.

Y entonces, los del lado de este mundo,
donde el apocalipsis ahorca al bienestar,
entendimos insólitas palabras
que hace tiempo tachamos con vergüenza
en nuestros diccionarios:
Compasión, empatía y gratitud.

Cuando acabe esta lucha y vuelvan los abrazos,
confío en que el olvido no nos ciegue.
No enterremos de nuevo en egoísmo
el noble compromiso , tampoco las palabras.



Sin tus manos

En el confinamiento en el que vivo
o en el que voy muriendo desabrigada
de ese consuelo dulce de tus manos,
soy cavidad oscura,
el vano de la puerta que no cierra,
el surco sin semillas y sin agua,
la grieta de las rocas por las noches,
el pozo que está seco y sin un cubo,
el eco que enmudece cuando grito,
el pecio sin corales y sin vida,
el globo desinflado tras la fiesta.

Pero cuando me llamas y te escucho
soy la cesta repleta de manzanas,
la voz que desafina por las risas,
la bebida caliente en el invierno,
el billete perdido que aparece,
el campo rebosante de amapolas,
la ropa que se seca tras la lluvia,
y el pájaro que canta cuando truena.

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