«El futuro del sin», «¿Maldito?», dos poemas de Sergio Oncina

El futuro del sin

A veces se me apagan las luces de la mente
y las sombras me invaden y campan a sus anchas
bajo el gobierno tibio de una mirada oscura
que no ve más allá de las viejas tristezas.
Y soy hombre de ojos apagados y muertos,
un engendro del odio por faltarle un amor
en el que abandonarse cuando sufre derrotas,
las ausencias que el tiempo va sembrando en su vida.
Esta falsa sonrisa, este maldito rictus
asesina mi rostro, la esperanza y la fe.

No se tuercen los gestos por batallas perdidas
mas sí por no aceptarlas como parte de uno.
Tampoco es la cuestión olvidar sufrimientos
con la monotonía que nos regala el sol.
Esta suma de albas y alegrías falaces
no recosen heridas ni borran cicatrices,
son un parche pirata para un tuerto sin luz
que, agotado, no quiere ni siquiera mirar,
pero aún en tinieblas, ve lo que tiene enfrente
y se queda a sufrir peleando el ocaso.

El futuro del sin es el futuro único.
No regresará el aire puro que respiré
en tiempos de embelesos, inocencias e ímpetu
cuando el sol despertaba y no me daba cuenta,
cuando, como un milagro, mi voz anochecía
y dormía profundo recostada a mi lado,
soñando con mentiras sin la verdad nostálgica
que cada noche añoro y cada día pierdo.
Y habrá más, más ausencias. Y serán las peores
y las lloraré solo por no doler a nadie.



¿Maldito?

Una tarde tras otra agonizan los días,
impertérrito al sol dilapido las horas
y los sueños se escapan sin llegar a la noche
por las grietas de un cuerpo que simula dureza,
mas se quiebra al sentir tu maldito recuerdo.

Y me río. ¿Maldito? Ni yo mismo lo sé,
ojalá no importase la razón y pudiese
como un necio seguir contemplando el vacío,
esconderme en mentiras que recubran los huecos
que horadaste en mi alma. Solo quiero vivir.

Necesito volver a un estado de calma
sin pensar en preguntas que no tienen respuestas;
en por qué nunca más se detuvo el ocaso.

Necesito creer que también existía
cuando tú todavía no habitabas en mí.

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