Estaré esperando, por Ángeles Hernández Cruz

Forest by S.Hermann & Richter

He oído que en una minúscula isla, perdida en un océano de nombre tranquilo, vive una tribu extraña .

El sosiego de las aguas salpicadas de corales se ha apoderado de ese pequeño grupo que forma un mismo clan.

En su lengua no existe la palabra ausencia, igual que muchas tribus del desierto desconocen el término hielo. Porque nunca han experimentado lo que esos vocablos significan no los necesitan.

Los miembros de esta tribu no conocen el hueco profundo y doloroso que deja en el pecho la partida o la separación porque ninguno ha precisado abandonar la isla ni a su gente.

¿Para qué iban a tener una palabra para privación o escasez si todo lo que tienen lo comparten?

Tampoco saben lo que significa abundancia. Simplemente se reparten lo que el mar, a veces generoso y otras mezquino, les regala.

Ni siquiera tienen una voz para soledad o tristeza. Son una única familia que se protege de las tormentas debajo de las hojas de palmeras de su casa común, construida con paredes fuertes, levantadas con un amasijo de ayuda y comunicación.

¿Qué pasa con la ausencia eterna de la muerte? Tampoco la conocen. Creen que cuando alguien muere, se convierte en estrella.

Cada noche sin luna, cuando el cielo se les cuaja de millones de puntos de luz, cantan, bailan, ríen y les cuentan sus historias a los que algún día brillaron, que es su forma de decir perecer.

Si mañana no me encuentras, búscame en una vieja balandra rumbo a esa isla o levanta tu mirada en las noches de luceros. Allí estaré esperando a que me cantes.

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