Cuatro poemas de Eugenia Díaz Mares

Poppy by Didier Aires

Se me ha quedado dentro

Se me han quedado dentro sin eco los suspiros
colgando de los techos de hospitales,
ese aroma tan rancio a carne enferma y cloro.

Se me ha quedado dentro recelo y sobresalto
que tenían tus ojos,
y el corazón parchado con tantas decepciones
y mis manos de sal que no ayudaban,
para sacar de tu mochila al fin
la muerte que bordabas y seguías.

Se me ha quedado dentro
borrando cicatrices que había en tu semblante,
y con mi sangre nueva intentar darte
a gotas otra vida,
mostrándote horizontes de esperanza,
caminando contigo entre mis brazos
sobre brasas ardiendo, queriendo retener
tu tiempo en mis latidos.

Pero solo retuve momentos con espinas
en cuartos de hospitales,
y el olor de tu aliento escapando a suspiros
hacia un cielo tan gris como quedó mi mundo.

Y en vez de la cordura, lágrimas en mi cara
corriendo sin control, sin compuertas que frenen
su caída, sin curita que cubra mi dolor.

Se me ha quedado dentro lo helado de la muerte.

Agosto y sus fisuras

Se acerca el mes de agosto y me pregunto,
qué fue de los amigos después de aquellos días
tan llenos de cenizas doblegando mi espalda.

Se acerca el mes de agosto colmado de fisuras
y yo tras la vidriera me protejo
del mundo y su rutina.

Se acerca el mes de agosto
y yo tan silenciosa
en mi jaula de lluvia
veo caer las gotas en las hojas
como ángeles mojados.

Yo, de pocas palabras,
en este mes de agosto solo llevo en mis ojos
el canto con mi arrullo para inducir el sueño,
un atado de amor bajo mi brazo
y mucha soledad
en mis bolsillos rotos.

Se acerca el mes de agosto
y ustedes no imaginan
que esta ausencia ya crece como un bosque
o como ese silbato tan largo de los trenes
que en la noche me deja con insomnio.

Se acerca el mes de agosto.
El tiempo es implacable y la distancia inmensa.

Amor a destiempo

Te pude haber amado en otro tiempo,
en otro espacio, donde revolotearan
trémulas avecillas por toda nuestra piel.

Te pude dar mis noches de vigilia
y beberme contigo tantos amaneceres
rebosantes de amor;
pude haberme robado de tu boca
el café matutino sacándole lo dulce.

Pudiste haber vivido mis locuras, mis celos
y toda la ternura que crece entre mis manos.

La flecha de Cupido equivocó su rumbo
alejando tu vida muy lejos de la mía,
donde solo me piensas y me sientes
dentro de tu memoria.

Hemos llegado tarde
y tuve que inventar que no exististe,
caminar y alejarme con una caja llena
de pajarillos muertos, sacudir mi cabeza
para sacar tu voz que continuaba
colmándome la mente, sacándome alaridos
repletos de silencio.

Me tuve que quedar colgando en el camino
como tú me encontraste tan hueca y tan helada.

El verdugo

El reloj fue el verdugo. Asesinó las horas
que pudieron ser nuestras.

Solo dejó las huellas y el sabor
de gotas de café y jugo de naranja,
prendido en nuestros labios.

Fue la magia del alma,
la que hizo coincidir tus ojos con los míos,
momentos perpetuados quizás solo en mi mente:
tu espalda al alejarte y el eco de tus pasos
se unieron al bullicio,
mientras que yo abordaba el bus de la rutina.

Nos fuimos sacudiendo la locura
del choque provocado por mundos diferentes,
quedando solo el puro sentimiento
con tu nombre y tu número
grabados en mi móvil.

A veces yo te sueño como una lluvia fresca
de recuerdos vintage,
y en mis sueños camino hacia el espejo
para así ver tu sombra que siempre me acompaña
desde que coincidimos.

Y, como en un déjà vu,
siento que si trasnochas debe ser que me buscas
en el aire que llega de tu norte
o en tu terrón de azúcar diluìdo en mi boca.

Quizás en el calor que aún conservo
del hueco de tus manos.

2 opiniones en “Cuatro poemas de Eugenia Díaz Mares”

  1. Excelente obra poética de Eugenia, mis felicitaciones a la sensibilidad de sus letras que nos muestran los temores actuales del alma humana

  2. ¡Gracias,por todo y por tanto!
    Es un honor formar parte de la familia Ultraversal, en donde se aprende y se mejoran nuestros trabajos literarios.

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