
Anoche te pensaba
Anoche te pensaba:
Un cachorrillo dulce y vivaracho,
tan tenaz en el juego, tan amigo,
tan inventor de historias, tan extremo.
Tan de cerca de mí, como yo tuya.
Anoche te lloré porque te fuiste
y a menudo tus ojos me interrogan
y no sé contestar esa pregunta.
Porque ya no te encuentro ni te encuentras.
Anoche te lloramos, igual que cada noche,
tu padre y yo, en silencio.
Mi rayo que no cesa
No me conformo, no: me desespero
como si fuera un huracán de lava
en el presidio de una almendra esclava
o en el penal colgante de un jilguero.
(El rayo que no cesa. Miguel Hernández)
Mándame un simple selfie
sin mirarte al espejo,
sin impostar sonrisas que tus ojos desmienten.
Déjame que te bese, en la distancia al menos,
ese rictus amargo que tienes en los labios
cuando nadie te mira y cuando miras lejos.
Porque quiero beberme la dulzura que esconde,
porque no me conformo, porque me desespero.