«Sobre alas y armas», poemas de Juan Carlos González Caballero

Imagen by Syaibatul Hamdi

Por Akhen, Maestro armero

Por el amor del dios de los dolores,
por la conformidad del hombre acomodado,
por el gorgojo gordo de tanta sangre dulce,
por la queja infantil del roce de un zapato,
por el traje burgués de medias pintas,
por el oro perdido en unas pulcras manos,
por la savia indolente de un bosque de hormigón,
por la omisión que engrosa filas de falsos santos.

Por eso es menester que el mundo vea el horror
con la tinta del luto, piel, desnuda palabra,
que manche con sudor oscuro mentes planas.
Y por eso se os siente, lejos, en las antípodas
de cualquier egoísmo
o cosa parecida.


En el ring

Viniendo de esos ojos no supo conocer
la trampa sensorial unida al pestañeo
que fortalece la mirada helada
–aquilatada al paso de los años
en el club de la lucha–

En la boca del loco enamorado,
directos asestados por un par de alas negras
como abanicos que descubren poco
de la fiereza oculta del deseo;
una cadencia justa
para hacer de los sueños las caídas,
y de su día, el mejor amigo
que le espera en la esquina de la lona
y le trae a la vida sacándolo del KO.

Se hace más fuerte
una víctima que no quiere serlo,
que aprende pronto
y se torna en verdugo alguna vez.

Se profesionaliza hasta que le derriban
con un ascendente al mentón, cruzado,
su vocación de sparring
al que se le enseñan los diez números
que anuncian el final
de los jabs destinados a mantener distancias
entre los aspirantes
al título de rompecorazones.

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