«Si amaneces sin mí», «Digamos que…», «Del beso al diente», poemas de Morgana de Palacios

Imagen by Nika Akin

Si amaneces sin mí.



si decides mañana amanecer sin mí
déjame aquí el grial de tu santa palabra
y haré que nuestra historia
sacrílega se eleve
por encima de todos los benditos
contra los que hemos ido por sensuales

si amaneces sin mí y aun sombrío
te pones a buscar algún espectro
que luminoso apague mi memoria
no olvides que mis uñas
te han rasgado la espalda
y todos reconocerán mi nombre
cuando eyacules preso tu abundancia
sobre cualquier viciosa sin palabras

yo te obligué a existir frente a ti mismo
tú a indagarme viva entre muertos sin rostro
y fue a través de ti, de tu desgarro
que me volví cruel para los ojos
dañina
como la música de Bartok

no malvendas mis huellas digitales
y te recordaré
por todos los que te olviden

mantendré abierto tu vacío
de par en par
con palabras que cubrirán tu nombre
si al final de la página
épico me seduces
como si no tuvieras la victoria
al borde de unos labios
hartos de copular con mi añoranza

si miras por mí el mundo
con tus ojos antiguos
olvidándote de lo mirado
yo pagaré por ti lo que me pidan
y es posible que hasta pueda

perdonar a dios
por tenerte tan cerca
sin tocarte




Digamos que…



Digamos que hace falta mucha insatisfacción
y un conato de ira taladrando las sienes
para escribir un verso que merezca la pena
y yo me estoy volviendo oscura decepción,
displicente y ecléctica transeúnte de andenes
cementerio de trenes con flores de gangrena.

No hay dinero que compre mi dolor de mujer
pero ya no lo muestro con dos copas de más
ni enseño cicatrices de antiguos abordajes.
Asumo consecuente que cada anochecer
tiene su oculto éxtasis y disfruto quizás
de la autenticidad de un tiempo sin blindajes.

No persigo la luna y come de mi mano,
no manipulo mentes de amantes doloridos
ni levito en crepúsculos de furibundas místicas.
Digamos que me observo lejana, en otro plano,
espectadora escéptica de versos descreídos
que dislocan rutinas, sin ansias crematísticas.



Del beso al diente



No sé salir de ti, pero me fugo
por las hendijas de mi claustrofobia.

Beberte a palo seco me perfora la lengua
como un piercing de hielo
y esnifarte necrosa mi frágil estructura.

Debe existir un modo de pasar
del beso al diente
sin un asesinato de por medio,
de aclimatar la duda a la certeza,
la abstinencia a las ganas.

Quizás exista un él sin condiciones
con las mayúsculas que escribo el ansia
que no le ponga trabas a la muerte
si decide cortarse las venas en mis pechos.

Debe de haber un modo de observar
-voyeuresse ajena a protocolos-
cómo grita la corte milagrosa,
sin ser el cul de sac de todas las miserias
y llegar siempre tarde
al chill out de la hombría desgastada,
para la última copa.

No sé salir de ti
pero estoy aprendiendo
a morder los barrotes del poema,
porque ya no me basta que la jaula
se disfrace de pájaro.