«Dos», «Mujer», William Vanders

Imagen by Tomasz Marciniak

Dos

La luz creadora no precisa de soles,
ni las sombras de obstáculos para prolongarse.
A veces, las manos pintan silencios
y la voz edifica ruinas sordas.

Probable es volver a tus huellas,
como imposible deshacer
la vocación del río para surcar al destino.

A veces, las estrellas son largas
porque están lejos,
o el amor acorta espacios
como ensayando
la serigrafía
de la proximidad
para volverse huraño en el ego,
y despertar sobre el asombro
de ser dos sin almas rotas.


Mujer

La luz es un arma innecesaria
cuando traes en el pecho
el coraje de la mujer primigenia.

Te basta el ademán:
ese universo de mutismos
ajustando la tuerca del injusto.

Y no es que se te antoje el matriarcado
por sobre el abominable patriarca,
no es que acuses al hombre por el hombre
en su inequidad idiotizante,
no, no es eso,
es que naciste con un entrecejo de mil astros,
viniste al mundo alfabeta de emociones
y aunque tu odio derribe titanes,
tu amor es imán
sobre la vena de los defectos ferrosos.

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