Isabel Reyes Elena & Idella Esteve, contrapunto

Canto a tu voz

Canto a tu voz mujer porque me trae
el viento de la mar y me azulea
el íntimo paisaje de mi isla.
Somos dos soledades en la brecha
del camino hacia el sol desde lo oscuro
que envuelve nuestra voz, y donde empieza
el periplo interior, nidos de umbría
que el corazón a veces nos destrenza.

Solitarias las dos con muchas viñas,
dos ríos estrellándose en las venas,
dos ocasos volviendo con la lluvia
volcando nuestra sed en los poemas
que se van con el viento de la tarde,
con palabras sembradas que aletean
en el quieto paisaje de mis ojos
y en mis manos de lianas y de selva,
contigo estoy obviando a donde iba
al aguacero intenso que no cesa
y vuelvo con la lluvia a la nostalgia
de antiguas y doradas primaveras.

Ambas en el silencio de la tarde
introversas las dos con mucha esencia,
Idella, amiga mía, mi tocaya
estás aquí, con siglos de certezas
abriéndole las puertas al silencio
de esta mujer que pone en pie su idea
de lavar en la lluvia a la nostalgia
porque tiras de mi con mucha fuerza
.

Isabel Reyes Elena


Sin palabras me quedo porque el agua
de mis ojos ahoga mi voz seca
que de tanto clamar se ha enronquecido
y es tan solo el susurro de una vieja
que ya se sabe estéril, solitaria,
y no da con la fuerza del poema

Solamente en recuerdos se ha forjado
que puede arrebatarse con vehemencia
cuando llega otra voz que la acompaña
y le dice en sus versos «compañera»,
cuando llega el calor de tantos años
que van iluminando sus ojeras
y se quedans las dos introvertidas
pues siempre han sido almas introversas.

Isamaris las dos, como dos rosas
que van juntas en una enredadera
unidas por el son de las palabras
que aunque cerradas siempre están abiertas,
que a veces el silencio se nos abre
y nos deja expeditas las cancelas
para poder sacar todas las cargas
que dejaron pasadas primaveras
y se han vuelto livianas en otoño
porque la edad nos hace estar alerta.

Con las lluvias de abril me va viniendo
la nostalgia de versos en cadena
que otras veces sutiles engarzamos
como joyeros en una diadema
que guardamos avaras en un arca
para sacarla en tiempos de tristeza
y desgranar sus cuentas, poco a poco,
y alegrarnos al fin con su cadencia.

Idella Esteve


Andas buscando y buscándote
en esa playa del alma
como un haz de sol trenzado
insaciable de palabras
que den la luz al paisaje
de oscuridad en que ambas
nos removemos nerviosas
desaguando nuestras ánforas
que nos pesan como un fardo
siempre sobre nuestra espalda.

Hay que saltar las orillas
no echando atrás la mirada
de recuerdos dolorosos
de ausencias y de nostalgia
como mujeres valientes
pues no puede la añoranza
entrañarse en dos poetas
que a la vida le dan cara.

Esos versos en cadena
para alegrar las mañanas
me han servido en ocasiones
para dejar la nostalgia
escondida en los cajones
donde guardo la amalgama
de los recuerdos vividos
que vívidos se derraman.
Mis puertas están abiertas
a todas horas hermana.

En los días que vivimos
de esta manera tan trágica
es cuando más precisamos
que las dos demos la talla.
Puedes entrar cuando quieras
pues te regalo la entrada 
y en alejandrino el próximo
pues cambiaré el pentagrama.

Isabel Reyes Elena


Alejandrinos si quieres,
o endecas con filigrana
de esas que labran en Córdoba
con hilos de fina plata,
cuando ambas romanceamos
se viene a la letra el alma
y no nos importa el metro
si es el ritmo el que nos canta
para que se salga al aire
esa escondida esperanza
que trina como los pájaros
al filo de la alborada
dejándose entre las sombras
la penas y las nostalgias,
amaneciendo con soles
que no han de quemar las alas.

Volemos alto, querida
al horizonte encaradas
sobre el tomillo y romero
que tapizan la montaña,
sobre la dorada arena
de los bordes de la playa
sobre el azul de la tarde
como dos gaviotas blancas

Porque me busco te encuentro
en los versos que engalanas
con ese decir tan tuyo
tan diáfano como el agua
esa que sale de dentro
fluyendo de tu alfaguara,
esa que limpia los ojos
y hace ver las cosas claras
esa con la que me calmo
en mis horas más aciagas,
esa que das en poemas,
esa, mi querida hermana.

Ofréceme alejandrinos
que suenen como romanzas
nuestras voces son capaces
de despertar la mañana.

Idella Esteve


Quiero apagar la antorcha de mi melancolía
y alumbrar tus poemas de música inundada,
quiero dejarte un mundo impune de tristeza
con jirones de aurora y días de bonanza
y que encienda la luz en tus días oscuros
atravesando el halo de una luna incendiada.

Deseo mucho más, querida compañera
de mis justas poéticas que tan bien engalanas
y me animan y empujan a soñar horizontes
sin hilos agridulces, con retales de albada.

Me enseñaste lo oculto del halo del poema
y entre sombras y luces me diste la esperanza,
levantaste mi ánimo cuando estaba sufriente
y sé que en mi destino estabas reservada
con las manos alígeras del aire de la vida
y en muchas ocasiones me diste la palabra,
encontrando los nudos que estaban señalados
a que dos almas puras su introversión volcaran.

Tu voz, susurro cálido, destello de ternura,
navegó por mi sangre con la única jarcia
de los altos vocablos que traslucen tus versos.

He de extender tus versos en mi íntima playa.

Isabel Reyes Elena


En un tiempo, querida, fuiste luz de mis noches
cuando con el silencio a leerte llegaba.
Y yo hablaba contigo antes de irte a la cuna
y tú, con la dulzura en ti identificada,
escuchabas mis dudas, mis palabras, mis cuitas
que por un largo tiempo estaban silenciadas.

Te sentí compañera desde el mismo principio
y enseguida aprecié lo insondable del alma
cuando con voz profunda escribías de adentro
recuerdos escondidos que libres escapaban.

Temor reverencial surgía al contestarte
por no saber decir. Mas tenía esperanzas
puestas en tu consciencia de que yo era aprendiza
y que estaba dispuesta a que tú me ayudaras.

Hubo una connivencia en lo que nos contábamos
y aprendí a imaginarme las cosas que callabas
por todas esas otras que tuve en confidencias
unas veces dichosas y otras veces amargas.

Y siempre he demostrado lo mucho que te admiro,
Eres el exponente de quien sufre y quien ama
eres la gran poeta de precisos vocablos
esos que te son fáciles y en poemas derramas.

Tus versos son suspiros que vuelan en el aire,
que salen de la noche convirtiéndose en alba.

Idella Esteve

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