MANEJO DE METRO, MANEJO DE RITMO

El verso blanco

Isabel Reyes – España

30 de enero

Envés de la cordura, cuánto llanto
se vierte por mi cara.
Cómo escuece el dolor entre los ojos
cardo ahogado en la luna del silencio,
la vida hecha ceniza destruyéndome.

Se derraman los años como un río
y no tengo en mis dedos la compuerta
contra ningún naufragio imprevisible
y las voces
no taponan la herida del futuro.

Mañana el sol no sale, y yo atónita
mi breve arquitectura ante el asombro
contemplo, dolorida, la oquedad
que debiera rozar con estas manos.

Envés del corazón, el otro número
del signo del zodiaco, el otro rostro
que tiene el día 30 de este invierno
escueto enero helado de la muerte
que me empieza a sufrir frente a la piedra,
sobre el mar nunca visto todavía,
ardiendo la distancia de mis ojos
al tempero salobre, siempre sola
la océana nostalgia con verjas y con nieve.

Y mi cuerpo se queja
de aguantar tanta ausencia en sus espaldas.



Morgana de Palacios – España

El cazador de cazadores

Te sangra el corazón
y los ojos te sangran
espantados.

Te sangra la conciencia
como si fuera tuyo el pecado del mundo.

Toda la imperfección del hombre estalla
con una impunidad paralizante,
mientras se abusan niños,
se torturan
se gasean
como si el que murieran entre espasmos
fuera algo inevitable y hasta convencional
en esta guerra sorda del hombre contra el hombre.

Eres un cazador de cazadores
en un negro safari cazanegros,
cazaesclavos sexuales
cazaórganos,
porque si hay demanda pervertida
lloverán, fraudulentas, las ofertas,
y las arañas tejerán las redes más insólitas.

No seré yo, ya sé, pero alguien tiene
que mantener erguida la piedad
y los ojos abiertos
en la fosa común de la ignominia humana.

No, no seré yo,
pero serán tus ojos repletos de cadáveres sin tumba,
y tu rabia será y tu impotencia,
y tu sordo dolor gritando testimonio
para sacarte el asco de las tripas.

Yo no hago nada, vida, sólo impongo
alguna mano fría sobre la frente ardiente
de tu desolación,
mientras me sobrecojo en tu palabra
que no se calla nunca
suavemente.

Como tiene que ser cuando elegiste
por qué ojos de hombre ver el mundo.


Gavrí Akhenazi – Israel

Negociación del fuego

Hemos dejado la violencia para ratos sin armas.
Negociamos el fuego
y hay narcisos de nuevas floraciones
comiéndose despacio el roquedal.

Abruptos y volcánicos
nuestros huertos parecen construcciones de piedra
con sus plantas metálicas que ascienden
encima de las frutas cristalinas
afanándose en su protección.

Aprendimos la invisibilidad de tanto ser visibles
para feroces mangas del langostón de tierra,
cuando llega famélico y masticador a devorarnos hasta el esqueleto.

El cristal, de verdad que no es lo unánime.
A la sumo, un vidrio esmerilado
que lo traduce todo al idioma de la opacidad.



Mar García Romero – España

Tarifa

Cierro los ojos,
Cohen susurra versos a la música.
Es invierno, camino por la playa,
Tarifa con el agua verde y honda
hiela mis pies, me muestra
su terrible verdad en estos vientos.

Entre las aguas veo
una luna de algas y corales,
menguante, dolorida,
un mundo no visible, donde flotan
almas sin nombres, seres sin esquelas,
que gritan sin cesar en las corrientes.
-Las olas con su furia
redoblan esos gritos en mi sangre.

Me vuelvo angustia y sal y carne negra
como otro muerto más junto a los muertos
en esta fosa anónima y azul
de catorce kilómetros sin fin.
A merced del vaivén, que no se acaba,
mi patera se hunde una vez más
frente a las dos orillas, frente a mí.

Soy un cadáver frío, con memoria,
y un gemido por siempre del Estrecho.

¿ Do I have to dance all night?
Se preguntaba Cohen.



Ángeles Hernández Cruz – España

Mis pies desnudos

Por mucho que me pidan que suba a unos zapatos
de incómoda puntera y tacón de estilete,
no quiero ser izada porque no soy bandera
de nada ni de nadie,
ni siquiera de mí.

Me resisto a llevar unos botines
de piel de cocodrilo o costra de serpiente,
con brillos suntuosos que proclamen
la obscenidad del lujo
en sus charcos de mugre.

Tampoco me pondré unas zapatillas
hechas para el deporte de aplastar
los ojos con que muchos
se ven en las estrellas.

Si tengo que elegir,
prefiero andar descalza.

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