SONETOS

In memoriam

Gerardo Campani – Argentina

El idioma francés

—Quesquecé?—Celagom’e. La pregunta
un poco, y sobre todo la respuesta,
nos sintetizan y compendian esta
metafísica lengua. Aquí se junta

la ciencia con el arte, que barrunta
el lacanismo zen en unas fiestas
de máscaras, de sumas y de restas
de gran madeja y de ninguna punta.

Con el telón monumental de Chartres,
la crema intelectual de nuestros númenes
pergeñará novísimos resúmenes

de los Lyotard, Foucault y Jean-Paul Sartre.
Y mientras los sajones son los malos…
¡escriben y declaman nuestros galos!

(De su libro: Flatus vocis)



Vicente Mayoralas – España

Perdido

Hoy llevo tanta prisa, que adelanto
el paso para ver si me reencuentro
con ese otro yo que fue a mi encuentro
y juntos nos perdimos entretanto.

Cuánto paso mortal, cuánto quebranto
en ese caminar de fuera adentro,
en una regresión al mismo centro
donde yacen las huellas del espanto.

Buscar y rebuscar y no encontrarme.
Seguir y perseguir tan sólo sombras.
Caer y recaer conmigo mismo.

Esta es la cruz de mi tragedia: fiarme
de tu voz, compañero, si me nombras,
sabiendo que procedes de mi abismo.



Alejandro Salvador Sahoud – Argentina

Luz y maleficio

Una mujer de luz decapitada
avanza prodigiosa
hecha de alteridad como una cosa
prudencialmente efímera si alada
es sonoro animal. Crece su rosa
de páginas de sal. Despetalada,
su boca tormentosa
hace nacer un dios por madrugada.

Una mujer de luz cumple el oficio
de la sabiduría.
Ciñe su amor a mí como un cilicio
que la vuelve sangradamente mía.
Yo soy el maleficio.
Suya la hechicería.



Manuel Martínez Barcia – España

La patria insalvable

Siempre quiso tu vida saberte ingobernable
-con vocación de luz sembrada en la utopía-
buscándote de frente, por si hubiese algún día
turbado por dolor entre lo deseable.

Corazón de mujer por arma incontestable
enarbolaste tú la gran melancolía
y lo enjuto del ser por toda compañía,
igual que la bandera de una patria insalvable.

El viento de la noche gira sus remolinos,
desordena los pasos que ahondan los caminos
con las huellas del sur tan sólo por herencia.

Eres símbolo ahora, raíz entre los pinos
que señalan la ruta de antiguos peregrinos
a templos del placer, o acaso coincidencia.

COMENTAR TEXTOS

por Gavrí Akhenazi

Comentar un texto literario no se remite al simple hecho de hacer una lectura superficial del mismo y agregar al pie tres palabras amables y un saludo afectuoso al autor.

Comentar un texto implica un compromiso para con ese otro al que comentamos.

Así como se establece una relación estrecha entre autor-lector, la relación inversa no es menos importante.

El tomar medida del peso de la lectura de un texto es tan necesario para el autor como para el lector es importante que esa lectura lo movilice y le produzca los impactos exactos que motiven su emoción.

Cuando se expone una obra, se la da a juicio. Por supuesto que el ego artístico desea que sea bien recibida y que todos opinen sobre su calidad con beneplácito. Muchas veces, no ocurre eso. La recepción en el público no es la esperada. El análisis de la crítica no es halagador. Queda, entonces, en el autor un regusto a derrota que le impide capitalizar positivamente lo que se le observa para conseguir un mayor abanico de posibilidades receptivas.

Por otro lado, el comentarista debe involucrarse con el autor. Analizar lo expuesto con la seriedad necesaria como para poder, dentro de su subjetividad, ser lo más objetivo posible en la evaluación de la obra que está leyendo.

Comentar un texto supone comprobar los datos que se perciben de ese autor, sus características, su estilo. Y comprender con profundidad un texto literario en sus diversas implicancias : autor, estructura, forma, contenido, es descubrir los valores estéticos que justifiquen lo leído como una creación artística.

Debemos tener en cuenta que una obra, cualquiera sea (poema, novela, relato), no tiene disociadas la forma y el contenido y ambas, en conjunto, representan una unidad artística, por ende, la forma determina el contenido y viceversa.

Sabemos que si bien existen métodos o modelos mediante los que realizar el comentario o crítica de una obra, no todos los lectores poseen ese conocimiento, por lo cual los resultados de un comentario, en general, siempre dependerán en cierta medida de la agudeza, conocimientos y aptitud del comentarista.

De acuerdo a esto, cada comentarista tendrá su estilo para enfocar el comentario y podrá hacerlo de acuerdo a sus conocimientos desde lo gramatical, lo estilístico, lo sociológico, lo psicológico o, sencillamente, desde la expresión del impacto estético que ha recibido.

También, en la elaboración de un comentario es posible seguir un orden y partir de ciertos principios fundamentales para aplicar a cualquier texto literario o a la mayoría y poder arribar a un comentario provechoso.

Al analizar un texto es necesario precisar la disposición del autor ante la realidad y su actitud o punto de vista. Se trata de visualizar el modo en que el autor interviene en su texto, como escritor y como persona.

Los aspectos a analizar e identificar serían la técnica del autor y su implicación psicológica en el texto; establecer el modo en que el autor se sitúa ante la realidad y los procedimientos que adopta, conscientemente, para transmitir su mensaje.

Antes de iniciar el análisis es preciso leer con rigor y profundidad, intentando descubrir sus valores literarios.

En esta etapa se trata de entender el texto. Se debe interpretar su estructura artística y tratar de explicar la reacción que produce su lectura. Hay que leer varias veces el texto, hasta estar seguros de haber desentrañado su sentido literal y connotativo y las dificultades lingüísticas, técnicas, culturales, que nos plantea para resolverlas en nuestro comentario.

Si es necesario, deberá hacerse uso de los libros de consulta necesarios.

Al finalizar debemos tener la convicción de que no nos ha quedado ninguna duda léxica, sintáctica o de cualquier índole sobre el texto que vamos a comentar.

El análisis de los elementos formales siempre estará en función de explicar el contenido del asunto y la sensación que produce en el lector, y en relación, además, con la intención del autor.

Solo deben tenerse en cuenta aquellos aspectos estilísticos que nos ayuden a explicar el texto, atendiendo siempre a la justificación de su uso y a la impresión que producen.

A la facilidad en el comentario se arriba mediante la reflexión y la práctica honesta y rigurosa del mismo.

Un comentario negligente, es una falta de respeto hacia el autor y hacia el propio comentarista.

CONTRAPUNTO EN VERSO LIBRE

Silvia Heidel & Gavrí Akhenazi

Mapamundi (fragmentos)

Silvia Heidel

I-¿QUIÉN?

A lo bonzo te inmolaste tras esa zarza
que ardía en tu jardín.
¿Quién daba campanadas en tu sangre
repicando bautismos?
¿Quién recitaba salmos
y encendía antorchas perennes?
Bandadas migrantes devoraron tu horóscopo.

Sin mapa.
Perdida.
En tus fronteras,
ancho precipicio.

II- TENGO QUE CONSEGUIR MUCHA MADERA

Se agitan las aguas
cuando lanzo un conjuro para que regrese.
Se arrima, aérea.
Me pregunto si será el fantasma
de aquella canción pegadiza.

Rítmica, se contonea timoneada por nadie.
Me entusiasman sus velas de copo de algodón,
su carcasa de canela jaspeada
con moteados arrayanes australes.

Me incita, cadenciosa, a expediciones temerarias
sin más compañía que la de un improvisado viernes.
Después de todo, el mare nostrum
está al alcance de unas cuantas remadas.

Pero, el galán de la pantalla me despabila:
una ola de plomo quebró su timón
y mi balsa ha mutado en montaña de aserrín.
Son invencibles las polillas carpinteras de mi biblioteca.

III- SIN LEVANTES NI PONIENTES

Son nocivos los grises.
Uno se estanca en su miel engañosa,
en su campo minado de peros.
Hay que huir de su garúa de paradojas,
esa niebla cerrada
donde los contornos se diluyen
en una cómoda ingravidez
que devora los puntos cardinales.

IV- TE ESPERO

En esta metrópoli sin esquinas,
te espero.
Aquí, sobre las brasas de mi tatami..
Busquemos juntos esa inflexión
por donde la luz se cuela.
Con el alma despellejada,
te espero.
Sin relato ni discurso.
Con las manos abiertas
crucificada en calles caníbales
donde florece la implacable cicuta.



Gavrí Akhenazi

Hay un túnel sin luz en su final
y hay una luz sin túnel
en la espesa astilla de la sombra
conque la calle se devora a sí misma
y a aquellos que le confian su paso miserable.

Todo en la memoria
padece de un ambiguo color sepia
aferrado al orín del hierro que supo ser
a veces
ese profundo mundo contenido en un canto
que acabaron devorando los pájaros del miedo.

Ahora, aquí, en tus calles caníbales
propiedad de una ciudad canibal que ha perdido su puerto
nos observamos sin fragilidad,
atados al destiempo de alguna edad pasada
en la que imaginarnos atrapados de vida.

El mundo
puede resultar frente a nuestros ojos
un tímido carrusel imaginado
por lo que aún no hemos asesinado de la infancia,
porque, quieras que no,
el dolor es capaz de asesinar las alas no nacidas
y fabricar en vez de un pájaro, un lagarto.



Silvia Heidel

UNA LUZ SIN TÚNEL

Esa astilla de sombra
se clava en la aorta de ciudades
abandonadas por los pájaros
donde el dolor ha crecido
lagartos en las alcantarillas.

Allí prospera una sangre de hielo
que no sabe de nacimientos.
Pero hay luces sin túnel
que se expanden a la vera de la noche
empujándola hacia su nada
con dragones de fuego .

Y, nosotros, que nos hemos fabricado
esta metrópoli desprovista de carreteras
sentados en una arista de fragilidad,
en su acantilado de seda,
podemos reconocernos
en el capullo sin laberintos,
que cuelga de las moreras
sobrevivientes de la infancia.

Nosotros, en este instante
bajo la misma estrella.



Gavrí Akhenazi

Aún podemos detener la voluntad
bajo la sombra de los olivos
y permanecer frágiles, solo para nosotros,

efímeramente frágiles

con las frentes alzadas a un viento pendular
parecido al paso de la vida.

En el espejo
el roce de los ojos tiene esa condición de la añoranza
que aprendemos a borrar levantando las manos
y así tapar la imagen que nos devuelve el tiempo.

Acumula, ese espejo invisible que habitamos,
sus magias que nos miran,
nos explican de pie
como si fuéramos inexplicables
allí, en ese retrato tantas y tantas veces malquerido.

A nuestro modo, hemos sobrevivido a las mareas y hasta a ciertos mareos perniciosos
cuando no nos fue dada la quietud
y el rigor se transformó en un hábito
parapetado en los relojes.

«Cada vez que estés triste
siembra un olivo», me explicaron un día.

Hay infinitas formas de sembrar un olivo
en el olvido.

¿Qué hará tu corazón con esa estrella?



Silvia Heidel

¿QUÉ HARÁ TU CORAZÓN CON ESA ESTRELLA?

Él hará lo que se hace con todas las estrellas:
guardar ese reflejo de joya facetada en su vientre,
para derrotar a la inclemencia,
y gobernar a las mareas del hábito.

Es su mirada la que me acompaña,
hoy, bajo la sombra
de este olivo prendido a la tierra
como un sobreviviente etrusco

que se burla del paso de los siglos
ofreciendo sus frutos cual
distracción frente a su malicia

que exhibe su rugosidad como un trofeo
a estos leones que desperezamos
nuestra quietud junto a la sombra de su velo

alejados de toda cacería.

PLATÓN, APOLOGÍA DE SÓCRATES

por Silvio Rodríguez Carrillo

Este libro de Platón es una versión recreada del discurso que ofreció Sócrates como defensa frente al tribunal ateniense cuando fue acusado de corromper a la juventud y de impiedad. La acusación la hacen Meleto, que es poeta, Ánito, que es político, y Licón, que es orador, quedando entonces representados los tres grandes grupos contra los que Sócrates había venido arremetiendo en su vida pública. Por otra parte, Sócrates también se expresa respecto de los acusadores anónimos, es decir, respecto de todos los hombres que durante muchos años han rumoreado en su contra, independientemente de los que lo llevaron a juicio.

El protagonista recuerda que Querofonte al consultar al Oráculo de Delfos recibió como respuesta que no había nadie más sabio que Sócrates, y que desde entonces se empeñó en demostrar que el Oráculo estaba equivocado. Fue así, que comenzó a interrogar a poetas, políticos y oradores, descubriendo que estos, creyendo saber, en realidad no sabían, en tanto que él mismo, al reconocer que no sabía, era más sabio que ellos, que finalmente la sabiduría era territorio de los dioses y que frente a ella el conocimiento humano apenas valía algo. Esta actitud hizo que ciudadanos prestigiosos se volvieran adversarios y acusadores.

El tribunal lo encuentra culpable, y Sócrates, antes que protestar, propone un castigo un tanto inusual: participar en las comidas del Pritaneo. Esto era un privilegio del que gozaban los atletas y algunos contados ciudadanos destacados, es decir, Sócrates estaba convencido de ser un benefactor y no un criminal. Obviamente el tribunal rechaza su propuesta, entonces Sócrates propone pagar una multa de una mina, que era lo que podía pagar, monto que se rechaza, a la sazón, sus amigos aumentan esa cifra a 30 minas, pero la asamblea encuentra que es muy poco y condena a Sócrates a muerte vía envenenamiento.

Ante la condena a muerte, Sócrates tampoco pierde la calma, y se dirige a la asamblea expresando que el veredicto en su contra no se debió a la falta de argumentos en su defensa, o a algún error en la presentación de su razonamiento, sino, justamente, en que en ningún momento cedió a asumir una postura que no era la suya propia, sincera y verdadera. Esto es, el gran filósofo sabía que podría parecer soberbio ante los ojos de los demás, pecaría de ingenuo si no lo supiese, pero no tenía alternativa, actuar de otra manera sólo implicaría ser un hipócrita.

Es un libro que nos hace reflexionar acerca del egocentrismo y la vanidad característica de la mayoría de la gente de poder, como también de la gente corriente. Pensemos en cuán duro es que nos señalen que ignoramos muchas cosas de la materia en la que nos sentimos maestros, a menos que vivamos con la actitud de ser eternos aprendices. El libro cierra con estas palabras del maestro: «Pero ha llegado la hora de que nos separemos; yo, a morir; vosotros a vivir. Quién de nosotros se encamina hacia un destino mejor, es un enigma para todos, excepto para los dioses».

FICCIÓN O REALIDAD, LAS PREGUNTAS DE LA IMAGINACIÓN

por Gavrí Akhenazi

Le he dado muchas vueltas al pensamiento de que para escribir sobre algo es preciso estar en franco contacto con aquello sobre lo que se escribirá, lo específico, lo que resulta real y tangible.

Todo aquello que se ve y también  lo que se percibe es la base de la escritura, los cimientos que le dan forma a las preguntas que las realidades hacen brotar desde nuestra percepción más allá de nuestra objetividad de observador.

El proceso creador se fundamenta, muchas veces, en las interrogaciones inconscientes, esas que se disparan desde nuestro poder de observación y que construirán un caleidoscopio con aquello observado, dando de este modo paso real a la imaginación subsecuente para recrear lo ya conocido transformándolo en algo por conocer.

La realidad exterior puede ser limitante para muchos observadores, pero no  con los creativos, sino que, muy por el contrario, producirá todas esas preguntas necesarias para deconstruir lo tangible y reconstruirlo  ya que la escritura será el medio lógico para obtener ese resultado de reconversión.

La escritura y todos sus interrogantes, por caso, se transforman en una herramienta de autoconocimiento, donde se entretejen las diversas realidades que involucran al escritor ya sea desde la vivencia o desde la observación.

Es cuando todas esas realidades asimiladas e interrogadas se fusionan que dentro del individuo se ha abierto camino el hecho literario.

Una vez que hayamos conseguido dominar todas las ideas de nuestra imaginación reconversora de la realidad, la efectividad del proceso comenzará a signarse por las estructuras de las oraciones mediante las cuales plasmar la fusión. Básicamente, esto se logra con el ordenamiento de los elementos narrativos para que no se vea afectado el significado final de lo que estamos buscando transmitir.

Todo creador posee dos tipos de conocimiento: el de la realidad que lo rodea y el que tiene acerca de sí mismo.

La indagación profunda lleva consigo un constante experimentar con la creatividad de modo que la producción obtenida se transforma en un ejercicio de búsqueda que consiga relacionar lo conocido con lo percibido sin que en este último parámetro haya una verdadera certeza sino, más bien, un tamiz propio que dotará a la obra de la necesaria impronta que diferencia a unos de otros.

Es la imaginación recurrente sobre el reflejo que el exterior produce dentro de quien lo percibe, aquello que terminará por ser proyectado en la escritura.

Cómo un escritor indaga sobre lo que percibe es lo que definirá la fuerza o la intrascendencia de su narrativa, porque es lo que le otorgará, sin duda alguna, la voz que lo distinga.

DÉCIMAS

Antonio Alcoholado – Reino Unido

Mañana

1

Aspira el monte
a no quedar tan lejos
del horizonte.


2

Sin saber que aprendería
más de lo que se enseñaba
(más de lo que se esperaba),
decidí marcharme un día.
Y así vivo, todavía:
pasajero, deambulante
para siempre en el instante,
propietario de mi olvido,
soñador empedernido,
el camino por delante.

3

Vivo sueños, sueño vidas
cuando toca y a deshoras:
genuinas, impostoras,
ejemplares, divertidas,
hasta el fin comprometidas
y también indiferentes,
cándidas e irreverentes…
Y aunque andar así me gasta
tanto tiempo que no basta,
seguirán insuficientes.

4

Queda todo por delante:
queda empeño, desaliento,
otro sueño, un nuevo intento,
otro paso hacia adelante
en la búsqueda constante,
larga noche, inmenso día
en perpetua correría
tras la suerte, solamente
para verte, siempre al frente
y alejándote, Utopía.

5

Tiene la arena
afán de transparencia,
luz en las venas.


6

Siempre estoy agradecido
de tener salud, cultura,
un poquito de cordura,
alas, viento y más de un nido,
días llenos de sentido,
este corazón que siente
con su pulso diferente,
mi repertorio de sueños
grandes, medianos, pequeños…
tengo más que suficiente.



Morgana de Palacios – España

No miento

(Décima antigua propia de los cancioneros medievales)


Llega, si llega, diciendo
lo que no dice ninguno
con el descaro lobuno
de quien más me está queriendo.
Con la letra malherida
me hace un traje a la medida
para vestir mi desnudo.
El ángel del ala rota
sobrevuela mi derrota
y se olvida de que es mudo.

Mi obseso de oscuridades
de claridad me acomete
para poner en un brete
a mis clandestinidades.
Si habla por mí, mi boca
despliega un alma barroca
y se la ofrece al mordisco,
pues lo nuestro es una guerra
con los pies sobre la tierra
y el corazón levantisco.

Porque no me tiene miedo
mi verso nunca le miente
cuando va del beso al diente
o lo elige como credo.
Mi más íntimo enemigo
no me escatima el castigo
que implica su realidad,
mas como sé que se apuesta
la letra en cada respuesta
le pago con mi verdad.



Gavrí Akhenazi – Israel

Todos los días son De los Difuntos

El Día de los Difuntos
llueve sangre sobre el día
llueve con pura porfía
sangre de muertos adjuntos.
Llueve. Son las muertes untos
que esparzo en la llagadura.
Muerto voy sin sepultura
con tanto muerto inocente
y muerto doy el presente
en un mundo de locura.

¿De qué te quejás princesa
en tu mundo de papel?
¿Se te marchitó un clavel?
¿La salsa te salió espesa?
Vivir es una proeza
que merece su respeto,
porque vivir es un reto
y en tu mundo hay luz brillante.
Hay otro mundo distante
donde Dios murió de quieto.

Vengo de la oscuridad
con la blasfemia en los dientes
mordiendo a los indolentes
malditos de liviandad.
Vengo de la mortandad.
Llegue un día de Difuntos
a morir con muchos, juntos,
y por más que siga vivo
la muerte es un adictivo
que gana todos los puntos.

Morir por morir se empieza
o se empieza por matar;
se estrena prostibular
toda agalla en su entereza.
Los moridos de riqueza
misérrimos por doquier
van sin morir ni entender,
parias de la circunstancia.
Buitre no aprende constancia;
te almuerza… sin fallecer.

Tiros de gracia y gusanos
niños y mujeres muertas
pobre, ricos, lindos, tuertas
en manos de los insanos.
Ya no creo en los humanos
no creo en los elefantes
ni creo en tantos distantes
descreo de Dios y el Diablo
y descreo del vocablo.
La vida no está adelante.

La muerte si. Tanta junta
tanta sin ton y sin son
como un burdo diapasón
que invoca una marabunta.
Igual. Nadie se pregunta
si tiene acaso un hermano
si algún hombre le es cercano
por afuera de su ombligo.
Soy ira y dolor. Maldigo
a todo el género humano.

POESÍA PARA NIÑOS

María José Quesada – España

El viaje de María

Cuatro sillas, dos delante,
dos en la parte de atrás
y en la manita una llave
con la que piensa arrancar.
En el brazo lleva un bolso
de la misma Pepa Pig
y unas gafas en el rostro
le caen por la nariz.
¿A dónde vas tan dispuesta?
-le pregunta su papá-
me voy por la carretera,
quita o te voy a pisar.
María arranca las sillas
-con la boca hace ¡run! ¡run!-
y viaja de la cocina
hasta el lejano Estambul.



Yo quiero ser

Yo quiero ser abogado
y quiero ser panadero
para poder defenderte,
que con los puños no es bueno,
y fabricar pan de leche
tan tierno como tus dedos.

Apaga la luz mamita
que voy a estudiar el sueño.



Guirigay

¿Cómo andan los patos?
Plif plaf
¿Qué dicen a ratos?
Cua Cua
¿Cómo hablan los asnos?
I ú
Escucha los pájaros
Piu piu

Pues todo en la tierra
emite un sonido,
desde el pez pequeño
hasta el más temido.
La cigarrra chilla
las abejas zumban
los leones rugen
el gato maúlla;
las flores se mueven
y se comunican
aunque su lenguaje
nadie lo descifra.

Pero tú eres niño
y emites palabras
y si estás contento
tu risa es muy larga,
si te pones triste
o si estás malito
toda tu familia
quiere estar contigo.

Y así, sin pensar,
hemos dado un salto
del mundo animal
al de los humanos
y los dos tenemos
un gran parecido:
a todos nos gusta
que nos den cariño.



Había una vez

Había una vez un perro pequeño
con unas patitas más cortas que un dedo.
Había una vez un gato travieso
que daba zarpazos panza arriba al vuelo,
y había una escoba que les daba miedo,
un ovillo azul que les daba juego
y unas manos grandes que les daban sueño…
Y es que era una vez un hombre muy serio
que llevaba dentro
la misma ternura que los cachorritos
de este alegre cuento.

MISCELANEAS

Silvana Pressacco – Argentina

Disparos en mis pausas

No hay remiendos, no hay parches
ni curvas hacia atrás
en la línea del tiempo.

*

De qué sirve conocer la mejor receta si nunca la experimentas con tus manos.

*

Escapar nunca fue una de mis soluciones posibles.

No es salida real aquella puerta que no deja pasar a todos los míos.

Pueden observarme cansada en el campo de batalla, incluso creer que no tengo armas suficientes pero nunca dejaré de ser una guerrera.

La tristeza regresa para recordarme que hay motivos que no me convencen como para resignar la lucha.

Hay tiempos de tregua para recuperar aire y elevar la espalda de nuevo.

La paciencia es mi arma más poderosa.

Cuando renazco mis ojos hablan mil idiomas y mi lengua es un arsenal.

Hay luchas que ya no enfrento porque desgastan y aprendí que el tiempo, como el soldado más leal, anota a mi favor .

Cuando lave los pensamientos oscuros que con frecuencia me visitan podré vislumbrar el propósito de mi vida.

Debo lograr un equilibrio interno para superar todos los frentes que atacan mi felicidad.

Es difícil lograr la felicidad plena si antes no aprendo a vivir en armonía con todo lo que vive, con el otro y con el mí mismo.

Si no tienes concordancia entre tu hacer, tus intenciones y metas tampoco tendrás suficiente equilibrio para avanzar por el filo de la vida.



Leonardo Zambrano – USA

Valores

¡Estamos llenos de ciegos y muchos sin valor!

El silencio no es artificial…

Hay que tener valor y piel de luna
si su luz es animal entre tus ojos rayando…

…Hay que valorar ser libre en el Mar Negro.

Hay que caminar sin sandalias
y saber evadir las otras piedras…

Hay que pintar los adioses que el labio oculta,
aún cuando el silencio ocupe las muertes escondidas…

¿Cómo poder documentar la voz?
Si el silencio asalta el verbo sentido…

Somos un espacio en la línea de otros…

Quisiera regresar a mi inocencia
y no depender de la ignorancia…



William Vanders – Venezuela

Pérdidas

Perdí mi nombre, no puedo recuperarlo. Mi alma es fémur solitario en playa escondida.

Perdí mi alma, sigue extraviada. Mi bahía es cardonal de emociones sin agua.

Perdí mis instintos… ya no hay arena sobre la que pueda dibujar la carne de mi espíritu, la boca del silencio, el abrazo de las manos, la soledad del consuelo, la tragedia de la pausa, la calma de la prisa, la palabra que mata.

Perdí todo, ahora soy tronco muerto hecho de origen.

VERSO BLANCO

Jordana Amorós – España

Cordón umbilical

Ha sido todo siempre
un irse acomodando.

Apurar los minúsculos
resquicios de la vida
por los que se colaban a tus espacios íntimos
esos rayos de Sol
capaces de animarla
y aprovechar las largas tardes de lluvia y tedio
para tejer saudades.

Ahora lo que toca
es adaptarse a la necesidad
de gestionar lo escaso,
a aceptarte viviendo con los ojos escépticos
y la piel agostada
mientras dentro de ti,
a tu pesar,
cultivas la narcótica semilla
del desapego.

Es fácil,
se trata solamente
de entrecerrar los párpados
y borrar los paisajes,
ideas, sensaciones y recuerdos
que anidan en su envés
como quien funde en negro el fotograma
final de una película…

Solo queda esa hilacha,
tenaz,
que constituye
una especie de insólita atadura,
como un cordón umbilical inverso.

Con qué fuerza me une
a la luz…

Cómo cuesta
cortar esta invisible, sedosa y acerada
hebra fundamental de los afectos.



Sombras chinescas

Grotescos
esperpentos de pájaros.
Pluma en pena que escapa rumbo a un sueño de luz.

En la penumbra
agoniza la tórtola cautiva.
Entre las manos
su cuerpo es un dolor torpe y reseco
que en las atormentadas puntas de los dedos
todavía aletea.

Es finito el espacio
de la pared.

Y en el silencio se oye
el crepitar del alma al consumirse.



Isabel Reyes – España

He de marcharme

Rodeada de cosas olvidadas
con tanto agobio encima de mis hombros
recojo libros, fotos, cuadros sin paisaje,
mucho papel en blanco y mis pupilas
sin saber dónde ir, ni cómo el alma
se acostumbró a la luz de atardecer.

Toda mi casa es hoy incertidumbre,
no encuentro lo esencial,
en las carpetas
se perdieron retratos, versos míos
y aquellas primaveras. Quién me aguarda,
me llama desde lejos, nada sirve
de mis maletas, folios, a esta hora
penúltima en que veo
como si ya estuviera sin disfraces
y fuese otra persona la que ocupa
mi corazón, mis huesos, sólo míos
los ojos esta tarde, rodeada
de espejos del crepúsculo y cajas de cerillas
e inútiles postales sin remite
de caminos que nunca hube andado.
Ha llegado la hora de partir.

Ruedan los cláxones
en mi tranquilidad, en este miedo
a ir cerrando ventanas.
Me voy, he de marcharme
de nuevo a ningún sitio, el mar no espera
se mete en los dinteles, abre puertas
empuja, inunda el alma
y lanza mi existencia hacia las rocas.

¿Salvaréis mi equipaje de sus olas?



Indignación

Mientras el sol dispara sus espadas
avanzo como un preso
que huyera en los pantanos del presente:
los perros del cansancio
acechan por el bosque de la gran decepción.
He de seguir, mi sitio está más lejos.
Romperé mis cadenas con un tallo de hierba
y volveré al origen, desnuda y en silencio
alegre y desnortada, sin deudas, sin deberes
oscura y encendida con mi verbo.

Si queréis encontrarme, no me escondo.
Aunque me fugue
estoy aquí, sentada y sola y triste
como una gota dentro de la lluvia
soportando la fiebre primitiva
que me mantiene inmóvil
y digna
y vigilante.
Encerrada en mí misma
y tanta indignación por compañía.



Sergio Oncina – España

Ausencia de vida

No sé por qué ni dónde quiero irme.
Este lugar me aleja de los sueños
y me envuelve en tibieza; arropa y duerme,
apaga los instintos, entierra voluntades
y agota la impaciencia
que incita a pelear contra el fracaso.

Vivo en barro que arrastra,
arenas movedizas
con la velocidad de la quietud
y la satisfacción de mi apatía aceptadora.

Y truena y no me importa la tormenta
aunque ilumine los charcos
y embadurne mi rostro con resina mojada
del árbol deshojado donde quise ampararme.

Es, por fin, lo distinto que acaba por hundirme
en la basura de la que salir,
estímulo asesino que concede
una oportunidad para resucitar
y sentir la alegría
de un nuevo nacimiento en un edén.

No creo en paraísos
ni en volver de la muerte.

Pero tampoco creo
en la ausencia de vida.



En la noche de los vivos

Se dilata la noche de los vivos.
Me entretengo mirando
los árboles sin hojas,
las farolas que lucen mortecinas
y las aceras libres de nosotros.

Ahí, en la esquina próxima
estuvimos los dos,
entre la misma niebla,
bajo el mismo silencio,
en esta misma hora

y, como hoy, nada interrumpía
a la ciudad que duerme
sin saber que te amo,
como si no importase
y mañana la vida continuase impertérrita.

A nadie preocupa
que no vuelvas conmigo;
el furgón de reparto trae pan y pasteles,
los barrenderos sueñan con dormir.

La radio sonará, a las seis y un minuto.
Acabará mi insomnio.
Compraré medialunas para desayunar
con un tazón de leche,
mantequilla, galletas
y olvido.



Ángeles Hernández Cruz – España

Y pude

Enredada entre los hilos del miedo,
me pesaba el recuerdo de aquel día
en que el aire se hizo piedra
para aplastarme el pecho;
me pesaban los “no puedo” y los “quizás”,
losas en el paisaje de mi terco discurso.

Pero usé tu sonrisa de bastón
cuando te ofreciste a llevar mi carga
para un trayecto de ida y vuelta
entre la imprudencia y la victoria.

Con una palmera como único testigo,
conseguimos surcar
la mar escarpada de los barrancos,
y los jadeos de mi corazón
iban desamarrando, uno a uno,
los pesados nudos del acobardamiento.

LA «PARTICIÓN» DEL VERSO EN VERSO LIBRE

por Morgana de Palacios

¿Se puede responder a la pregunta de cuál es la forma correcta de separar un verso en una composición en verso libre?

No creo que si se utiliza una sintaxis normal, un autor no sepa cuando una frase se corta de manera inadecuada forzando un encabalgamiento poco atractivo y, desde luego, únicamente el poeta sabe cuando debe iniciar un nuevo verso en función de su propia expresión y del ritmo que le esté imprimiendo.

Cualquier tipo de verso tiene unas normas determinadas, así que hablar en poética de libertad absoluta, es imposible.

Lo que llaman verso libre es una variante compleja de conceptos que ya existen en el verso tradicional, como el ritmo y la cadencia, y de ningún modo se puede llamar verso libre a tantos casos lamentables como se ven, si carecen de ese ritmo.

Aunque el verso libre rechaza la normativa poética tradicional, sin organización rítmica, el poema no puede existir.

Yo aconsejaría, precisamente para afinar el oído y que no existan dudas a la hora de dar por finalizado un verso, que se estudie la técnica rítmica.

Ser poeta no es algo cómodo ni fácil. Ningún arte lo es, así que nadie que desconozca la base de la poética o desprecie el arte que ser poeta requiere, puede llamarse a sí mismo poeta. Picasso no empezó directamente como maestro cubista ¿verdad?; conocía la tradición y la técnica y a partir de ahí, pudo actuar. Los grandes músicos de jazz conocen a la perfección la música clásica y es en ese conocimiento como componen sus obras más brillantes.

Creo que era Robert Fros el que daba un ejemplo magnífico sobre la utilidad básica de la métrica para alcanzar la libertad a través de sus límites, porque ninguno de los dos conceptos existe sin el otro (libertad-límites).

Decía, que nadie podría jugar al tenis sin disponer de un campo de determinadas características y medidas, de una red con una altura precisa y de otra serie de límites, que bueno, estaríamos jugando a cualquier otra cosa pero no al tenis. Lo mismo ocurre con el verso llamado libre.Dos jugadores que tengan una raqueta y una pelota rglamentaria, que no quieran delimitar su campo de juegos, pueden acabar haciendo carreras inacabables o a puñetazos si son intransigentes.

Elliot decía: «Ningún verso libre es libre, para aquel que aspira a un buen trabajo».

Sobre una gráfica imaginaria, el trabajo del poeta puede provenir de dos líneas. Una de ellas es su conciencia y trabajo contínuo, la otra línea es simplemente su curso normal de desarrollo, su acumulación y asimilación de experiencia (no buscada sino solo aceptada en función de lo que se quiere hacer).

Por experiencia entendemos las consecuencias de la lectura y reflexión sobre intereses de todo tipo, contactos, conocimientos, así como pasión y aventura. En cualquier momento, ambas lineas pueden converger en el punto más alto, de modo que obtenemos una obra maestra.

Es decir, de la acumulación de experiencias que se cristalizó para obtener el material artístico y de años de trabajo en la técnica que preparó el medio adecuado, se deriva algo donde medio y material, forma y contenido, son indistinguibles.

Ahí está la perfección del verso…incluso la del verso libre.

Para considerar libre a un verso con respecto a las convenciones métricas y rítmicas que rigen en cada lengua, hay que dejarlo reposar sobre la «violación» de la tradición y para violar algo es necesario conocerlo. El verso libre, necesita contener un germen estructural que se repita, ser el reflejo de otros versos.

Por tanto, la base para la separación de los versos es el ritmo. La base para conocer el ritmo es la técnica métrica y acentual. Cuando un autor conozca mínimamente las normas básicas de la poética, podrá optar con brillantez por saltárselas sin perder lo fundamental y sin que se conviertan en simple prosa recortada, o directamente en caos literario.

Lectura y estudio, ni más ni menos.

ARREBATO (TANTO EN BROMA COMO EN SERIO)

Delirios

Morgana de Palacios – Gavrí Akhenazi

(décimas)

Tú te anticipas, yo actúo
cuando no tiene remedio
y están los ojos del tedio
fijos en mí, como un búho.
Hasta que me desvirtúo
con mi vestido de insecto
y llego al fín del trayecto
gris, desvalida y opaca,
no salgo de la cloaca
ni me alzo en vuelo perfecto.

Duermo poco, tengo afán
de permanente vigilia
y el sueño de mí se exilia
con despechado ademán.
Sólo despierta el desván
de los sueños se me ofrece
y es entonces cuando crece
– con qué infinita paciencia-
la flor de la efervescencia
que entre mis versos, se mece.

Y deliro, como tú,
arrebatada la frente
más fría si más ardiente,
dúctil caña de bambú.
Plumita de marabú
vilano de cualquier viento,
cosquilla del sentimiento
que se ríe de sí mismo.
Deliro mi agnosticismo
con la fe del irredento.

Morgana de Palacios


Si te digo piel de musa
me rebanás el garguero
y prefiero otro entrevero
que morir bajo esa excusa.
Para la ruleta rusa,
me toca siempre la bala
así, en tus manos, resbala
mi cerebrito licuado.
Y tu verbo, ensangrentado,
en su pasión se acristala.

Pero es verdad que mi rumbo
va siguiéndote el donaire,
silbando bajo, al desgaire,
como mosquita, te zumbo.
Y si me amenaza el chumbo
de tu mirada esmeralda,
tu corazón rojo y gualda
contra mi blanco y azul,
sé que no ves un gandul
olisqueándote la falda.

Porque aunque todos te digan
que yo no soy para vos,
que sos buena y yo feroz,
nuestras semillas, espigan.
Las pasiones desobligan
a lamentar tanto muerto
y a descabezar al tuerto
que escupe malas miradas.
Con las almas anudadas
cruzamos cualquier desierto
.

Gavrí Akhenazi


Si me dices piel de musa
te condeno al ostracismo,
que es un término en sí mismo
del que hasta el más tonto abusa.
Por debajo de la blusa
se me «alergiza» la piel
cuando veo en el papel
el nombrecito de marras.
Me gustas más si desbarras
saliéndote del riel.

Anda, no delires tanto
ni te busques más problemas
que mi nombre en tus emblemas
aumentará tu quebranto.
Precisamente el encanto
que tiene la situación,
es que somos en función
de cómo se mueva Eolo,
ajenos al protocolo
que requiere cada unión.

Que eres tú mucho poeta
y no te hace falta alguna,
cualquier musa inoportuna
que quiera darte la teta
y luego te comprometa
a serle fiel de por vida,
cerrándote la salida
para el verso libertario.
Quita, quita. Solitario
te lames mejor la herida.

Para cruzar el desierto
mejor sin musa ni muso,
que ambos somos multiuso
en cualquier terreno incierto.
Con el pecho al descubierto
y el corazón al galope,
tendría que ser miope
para no sentirte cerca.
Soy altiva mas no terca
si el tipo es cinemascope.

Morgana de Palacios


Si me aguanta, le respondo;
pero más si viene fresca
me gusta su picaresca
y su garbo sabihondo.
No se me da el cante jondo,
pero a la pasión me entrego
y en el amor soy tan lego
como un dinosaurio fósil.
Aunque su verso es tan dócil
que me envuelve su dondiego.

Me tiene en muy alta estima
su pensamiento poeta
pese a que soy pura jeta
en asuntos de la rima.
No me hallo en la tarima,
señora de mis quebrantos
y asusto con mis encantos
la modernista vanguardia.
Sabe bien, pura metralla,
mato diablos, bajo santos.

Divertido por bocón,
rapidito en el negocio
de achurarle el tiempo al ocio
y alegrar su corazón.
Cuando me mande al rincón,
por zarpado y lenguaraz
va a extrañar mi mente agraz
en esta vida difusa.
Usted, mi pasión, mi musa,
yo apenitas, verbo audaz.

Gavrí Akhenazi


Tiene usted muchas pasiones
cordobés de pacotilla,
y yo estoy en la otra orilla
estrangulando emociones.
Siendo un As de corazones
lleva repleto el petate
de mujeres en combate
por su músculo cardiaco.
No me meta en ese saco
no sea que me arrebate.

A jetón nadie le gana.
¿De dónde saca, querido,
esa humildad sin sentido
que me deja en la ventana?
Con precisión cirujana
se cachondea de mí
clavándome el bisturí
-volviendo a llamarme musa-
en la dermis que, contusa,
tiembla como un alhelí.

Ays qué malo, malo, bicho,
de siete suelas, ladrón,
mosasauridae cabrón
que me pone en entredicho.
Retráctese de lo dicho,
que me jode el estandarte,
y se está jugando el arte
de la diversión conmigo,

pues me iré como castigo
con la música a otra parte.

Morgana de Palacios


Tan linda venía la joda,
compañera de quilombo,
que le iba a comprar el combo
a su enjundia de rapsoda.
Pero ya vio, está de moda
y en auge la boludez
del derecho y del revés
sin que se entiendan razones.
De punta, con mis tapones
ando partiendo clichés.

Se me encolmilla la risa
de animal de dentellada
cuando hiende la pavada
la verdad, sin cortapisa.
Yo, que vivo en la cornisa
del desastre y la tragedia
parezco la Wikipedia:
no hay guerra que no haya visto.
A veces no sé si existo
porque el mal, no se remedia.

Entonces, soy un iluso,
todavía un serafín
que va de uno a otro confín,
ya desalado, contuso.
Pero ¿sabe? me rehúso
a resignar la bandera
y aunque así mi vida entera
sea un profundo fracaso
no me arrodilla el ocaso.
Sueña la paz, mi quimera.

Gavrí Akhenazi


Uno intenta ser amable
como vendedor de tienda,
por ver si el errado enmienda
del verbo lo reprochable.
Asertivo y agradable
hasta que la mala baba
de la prepotencia acaba
con la paciencia más pura.
Nunca fue Literatura
lo que tu escritor soñaba.

Y se te afila el colmillo
y las uñas se me afilan
y los ojos que vigilan
las estancias del castillo
se vuelven torvos cuchillos
para proclamar verdades.
No sé si son las edades,
las experiencias, el mundo
y lo que tiene de inmundo
lo que mata libertades.

Al final, la realidad
llega con su cara acerba
y consigue que nos hierva
la sangre a su voluntad.
Ni siquiera en la ciudad
de la Utopía perece
la hipocresía que crece
entre mansedumbre escrita.
¿Quieres verdad? Dinamita
el ego cuando aparece.

Morgana de Palacios

ARREBATO Y PASIÓN

¡Hala, Madrid!

Miguel Urbano – Sergio Oncina – Jordana Amorós

(sonetos)
Miguel Urbano

Aunque al Madrid derriben en la lona,
que el rival no se fíe, no se achanta,
pues con orgullo siempre se levanta
y en la lucha jamás su fe abandona.

Un equipo que no se desmorona
ni de retos difíciles se espanta,
al contrario, en la lucha se agiganta,
y rey en los estadios se corona.

¡Hala Madrid! con ánimo me entrego
a tu magia, a tu espíritu, a tu juego
que adorna tus vitrinas con blasones.

¡Hala Madrid! gritaba la afición
teniendo en la garganta el corazón:
en Saint-Denis seremos campeones.


Sergio Oncina

No me des más milagros. Has vencido
y me rindo a la magia . Yo te veo
cada día, real en tu apogeo,
y siempre que prometes has cumplido.

Te tengo fe, Madrid, porque perdido
tú siempre resucitas. Yo te creo
capaz de derrotar al más ateo
remontando en un último partido.

Porque no hay imposibles para ti
y, si dudo, evidencias que es así.
Porque das emociones y alegría

sin pedir nada a cambio, solo estar.
Porque si hay otro modo de ganar
elijo el tuyo, honor y valentía.


Jordana Amorós

Sin poderlo creer, ebrio de euforia,
el buen aficionado madridista
festeja con pasión esta victoria
tan incontrovertible e imprevista.

Siente que saborea ya las mieles
de la decimocuarta copa ansiada
¡Que vayan preparando la Cibeles,
que tal celebración será sonada!

Lógico es que, aupados con millones,
remonten y confirmen sus blasones
en la gesta que siempre se recuerda.

Sin quitarles su mérito, yo apuesto
por el triunfo moral de lo modesto
y digo: !Viva El “Alba”, manque pierda!

VERSO LIBRE Y VERSO BLANCO

Ya sé que la alegría es transitoria
como esa ciudad que siempre circunvalas
en el viaje a nunca
y en la que nunca te quedas a dormir.

Aromática como el dulce petricor que exhala la tierra
cuando abre sus fauces al canto de las aguas.

Obscena como la sangre en el pan
y el colmillo en la carne.

Inocente y estúpida como yo
ante cualquier ventana abierta a temporales
que he dejado de prever y me sorprenden
sonriente y encueros.

Llega
te besa
nada contigo un rato
se va
y permanece escondida en la distancia
con aquellas palabras que no quiero escribir.

A veces creo que no la necesito
y me he coagulado de silencio.

Alegría

Morgana de Palacios

(verso blanco)


Con los libros bajo el brazo

Isabel Reyes

(verso blanco)

Llovía en el Retiro.
Recuerdo escalinatas y un poema embrujado.
Daba temor mirarme. También tengo yo ahora
una sed infinita de que surja tu imagen.

Acaricias el frágil relente de mi pelo,
sabe a limón de mármol la añoranza.
No acierto a caminar, me asusto.
Tus muros son muy altos. Quién me abrirá las puertas.

Casi apenas mujer
te soy una exiliada que llega a la ciudad
en esta noche espesa, esta cerrada lluvia.
Me llamas desde hondos corredores sin aire.

Quién soy yo con los libros sujetos bajo el brazo,
estudiante en la “Complu”.
Me tomas de la mano y aquel parque disipa
su maleficio verde. Se han secado mis lágrimas
Nos vamos a encontrar.

Has llegado de lejos.
El sol hace trasbordo por tu boca
y empiezo a renacer.
Reescribo a dos velas mi tesis doctoral,
bebemos la tristeza solemne
de esta ciudad a oscuras que mis ojos permiten.

Quién eres, quién soy yo. Dónde vamos tan tarde
a prender ideales si no queda ni un taxi
por el puerto nevado de los amaneceres.
Hoy
tengo enfrente ese parque de mi inútil tristeza.

Demasiados peldaños ascendiendo a mi frente.


Sangran los horizontes por los cuatro perfiles
mientras en las esquinas de las bocas,
y a plena luz de las pantallas,
se trafica con paz impunemente.

Te ofrecen papelinas con dibujos
de palomas y olivos que tan solo contienen
un cóctel de moral adulterada.

Qué inútil es dormirse en el deseo
de antiguas psicodelias si no existe
terapia que libere
el tóxico del odio que regalan
en las mismas esquinas,
bajo la misma luz,

y tras las mismas bocas.

Caramelo de regalo

Ángeles Hernández Cruz

(verso blanco)


Me convenzo

William Vanders

(verso libre)

Esta noche me convence el insomnio.
Es un instinto primitivo,
un alma con mil ojos
en mi retina tapada.

Soy un Cro-magnon
hibernando despierto,
en alerta y sigiloso,
cauto para no ser cautivo,
con herencias tatuadas en el muslo,
de verbo herido y rumiante,
enfurecido en el temor,
acostumbrado a la amnesia,
de mandíbula pensante,
sobreviviente,
libre,
despabilado dentro del párpado caído:

un homínido

intrascendente,

con auroras a cuestas

para oscurecer el pecho

durante el combate.


Miro el río y, en él,
miro la sombra del crepúsculo
que se hunde en su musculatura acuosa.

Una sombra que no hace pie en espesuras,
y derrumba minaretes de sentido por correntadas
que arrastran olvido y desmemoria,
como si fuese posible
amalgamar sus gotas de mercurio.

Acaso sea eso lo que desteje el pampero
mientras peina las trenzas de los sauces,
lo que repite con su canto el zorzal
zarandeando las voces dormidas,
lo que insinúan los juncos
con sus guitarras de mil cuerdas.

Miro el río y sus luces de atardeceres fugados:
me recuerdan que esa moneda inadvertida
que la tarde dejó caer en su bolsillo
no es la misma que aquella segada
por el filo de cierta memoria implacable.

Re-lecturas

Silvia Heidel

(verso libre)