Miriam Vílchez

El placer de una pasión

Placer: el tiempo vuela aunque parece detenido. A media luz, las llamas de las velas arden, como arden mis manos al tocarte. Acaricio tus piernas suavemente, de abajo a arriba y de arriba a abajo. Aprieto tu muslo, cosquilleo tu pierna. Recorro todo tu cuerpo, cambiando de ritmo, ahora deprisa, ahora poco a poco. Siento cada centímetro de ti. Observo cada peca de tu espalda. Revoloteo tu pelo enredándolo entre mis manos. Recorro tus brazos, entrelazo mis dedos con los tuyos. Siento el vaivén en mi cuerpo. Adivino lo que te gusta. Descubro tus puntos sensibles. Sensibles al dolor y sensibles al disfrute. Rozo tu cuello y sientes como te recorre un escalofrío. Me fundo contigo como en un medio abrazo.

Un apretón de placer y pasión. Pasión por los masajes que doy, por la felicidad que me dan. Placer por ser algo de mi yo.

Gerardo Campani & Morgana de Palacios

Anti erotismo radical

Amores que de tan sutiles
son como los de la famosa escena
de las miradas a la luz de velas
de la película de Kubrick.

Y otros que son disímiles,
y tanto, que parecen más teoremas
para las manos ágiles y expertas
en resolver cubos de Rubik.

Me adaptaré a cada circunstancia
siempre y cuando el trabajo esté bien hecho.
Si es buena la faena sobre el lecho
el ¿cómo así? carece de importancia.

Digo yo, que prefiero Bach a Elvis,
y sin embargo en el amor persigo
modestamente un resultado. Digo,
ese largo estornudo de la pelvis.

Gerardo Campani


Anti erotismo medular

Va a ser que sí,
que corren malos tiempos para escribir lujurias
y volver a la piel enamorada.

Que ya no queda espacio para enroscar las lenguas
y el roce de los cuerpos sudorosos.

Que dudamos
de si resucitar de tanta muerte absurda
tiene alguna ventaja
y merece la pena encarnizarse
forzando el boca a boca del instinto.

Probablemente ya, va a ser que sí,
que esta extravagante febrícula sexual
no tiene consecuencias y, aunque tiemble
como una gata arisca y aterida,
no va a dejarme huellas en la nuca
ni a preñarme de sol extemporáneo.

Que no quedan orgasmos que llorar
a borbotones cálidos,
porque tu palidez no se pronuncie
sobre la doble luna de mis pechos
con la voz excitada por la ausencia
y el deseo expedito.

Va a ser que sí,
y desaparecer
empieza a ser la opción
que en este ranking va ganando puntos.

Morgana de Palacios