Jordana Amorós – España

Imagen by Hans Braxmeier

Un poema

Extraña primavera

¿Cómo explicarle al pájaro por qué ya no me embebo
escuchando el despliegue de lírica armonía
con el que me despierta ,cuando ante mí compruebo
que vivo en una especie de horrible distopía?

¿ Cómo contarle al aire que apenas si me atrevo
a respirarlo a fondo, pues lo siento ardentía
helándome la sangre, trayendo un temor nuevo
sobre un mal que nos cerca con ruin alevosía?

Extraña primavera esta que ahora empieza…
nevarán los cerezos pétalos y tristeza
sin que nadie se pare a gozar tal presente.

Pero la vida sigue… sé que habrá más veranos
rebosantes de guindas, que los seres humanos
construiremos cantando un mundo diferente.

Cris Montes – España

Hands by Gerd Altmann

Un poema

Firmeza

Correr, ver como el mundo nos espera
cuajado de viables inseguros,
mojarnos, ser, vivir, aunque nos duela,
cargar con el pasado en un segundo.

Borrar, recomponer, cortar la pena,
forjar con la mirada un nuevo punto,
ansiar, imaginar, soltar la cuerda,
flotar, desenredar infectos nudos.

Reír, reír sin más desde la «ausencia»,
llorar con alegría de lo que hubo,
mirar, gritar, callar, dejar la tierra
raíz, antes de bien, ahora verdugo.

Instinto y piel de exánimes gacelas
heridos mas seguros en el rumbo.

Morgana de Palacios – España

Poemas escogidos

Una palabra hostil

una palabra, a veces, puede quebrar el día
hacerlo añicos tristes de grisura
o levantar las faldas de la aurora
y elevarlo a la gloria de sus muslos blanquísimos

puede negar tu nombre
inducirte al suicidio
en el anonimato de alguna alcoba turbia
o despertar tu cuerpo
con la respiración de la alegría
sobre las comisuras de los labios

una palabra puede
destrenzarte el amor
para que por tu espalda se abandone
o crecer como el odio
en el jardín de todas las desgracias

impone su exigencia
remite a viejos códigos caducos
o reinventa el aire que respiras
por la boca de un hombre de dulce dentellada
y es siempre un ritual tumultuoso
que arrastra los cadáveres que alguna vez amamos

una palabra hostil me está creciendo
balbuceante
entre la poesía y la desgana



Como un grito sin frenos

Si tus sueños me rompen en dos y surge el duelo
cuando me acerco a ti, a tu herida inocente,
da lo mismo ir cubierta hasta el cuello de negro
que vas a descubrirme desnuda y transparente
como el cliché gastado de una fotografía
que hayas mirado mucho, de cerca, atentamente.

Tengo pocos secretos y menos ideales,
ya pasó sobre mí aquel tiempo inclemente,
en que la lucha era feroz conmigo misma,
porque la rebeldía imperaba en mi mente.

Soy una piedra rara, astuta, casi cínica,
de las que no te sirven para muro ni puente,
y desapercibida quiero pasar los años
ajena a los halagos y a los pies de la gente.

Me he vuelto insobornable, Andrea, como un muerto
que ya no necesita de nadie y, solamente,
lagrimeo en aquellas contadas ocasiones
en que un verso me signe de gracia, bruscamente.

No te duelas por mí que no vale la pena
dolerse por un canto rodado del torrente.



Lo mío

Lo mío es el silencio a bocajarro
y es el sí pero no de los dementes,
si juego al mordisqueo con los dientes
en la vorágine del despilfarro.

Por algo soy la reina de un cotarro
que es un milagro de maledicentes
misántropos de lenguas impacientes
que teorizan sobre mi desgarro.

Lo mío son las pieles con blindaje
que huyen de la quema, el sabotaje
del odio que de traumas se enguirnalda.

Los soldados del alma rompen filas
en la fatalidad de mis pupilas
y ¡sálvese quien mate por la espalda!


Jordana Amorós – España

Tres sonetos

Imagen by Hermann & Ritcher

Silencio

Sé que existe un silencio tan sedoso
que te devuelve al útero materno,
el cálido nidal maravilloso,
donde te envuelve el halo de lo eterno.

Otros son el aliento de un invierno
que te roe los huesos sin reposo,
como aquel que adivino en el infierno,
viva mudez de un dios poco piadoso.

Y luego está este tuyo, tan candente
y tan frío a la vez que me condena
a atisbar febrilmente en el vacío.

Por si surge el rumor, por si clemente
tu corazón se duele de mi pena
y su latir escucho junto al mío.



La cadencia perfecta

Lo siento, hoy no me inspira la musicología
preciosista, aspirante a lo imperecedero,
de esa que se obtiene tallando con esmero
la palabra vacía.

¿De qué me serviría
gastar treinta segundos buscando en el tintero
los melismas que aúpen mi nombre al candelero
cuando ya no me queda ni media avemaría?

Ahora lo que urge
es disfrutar absorta la cadencia que surge
desde la sangre adentro y te endulza el latido.

La que te va evocando
los rostros familiares de los que has ido amando,
cuyas sonrisas dieron a tu vida un sentido.



Argucia

No podemos cambiar lo ya vivido.
Grabada va quedando en la memoria,
con lujo de detalles , nuestra historia
como un álbum de fotos colorido.

Que duela recordar lo ya sufrido
tanto como evocar la antigua gloria
desvanecida, vuelve obligatoria
la argucia compasiva del olvido.

Gota a gota , hace el tiempo lo que debe,
va horadando a conciencia y con constancia,
hasta que nos devuelve a nuestra esencia

Seres saboreando la inocencia
ignorante y gozosa de la infancia
antes de que la muerte se nos lleve.

Silvio Rodríguez Carrillo – Paraguay

Poemas escogidos

Cita inesperada by Mc. Millan

Subo hasta tus ojos

Sin que lo espere llegas, invadiendo
el solitario espacio de mi nube,
llenándome de sed con el perfume
parido por tu piel, que huele a cielo.

Sonríes suave, fuera de tu tiempo
venciendo mi tensión, mis hondas cumbres,
con la seguridad de quien sus cruces
supo sobrellevar perdiendo miedos.

Yo me dejo, entregado tomo fuerzas
y subo hasta tus ojos a mirarme,
a extraviar las ausencias anteriores.

Tú dejas que te asalte a tu manera
exigiendo destroce tus pesares
con mis modos de diablo vuelto hombre.

Mañana, nuevamente, nuestros nombres
sabrán que, diferentes, son iguales.



Como un alivio que se escapa

con las distancias insertas
en el debajo de mis párpados solos
erigiendo como un mástil y su bandera
la aridez de los caminos que transité
necesitando de todos y sin pedirle nada a nadie 
encallo sin furia y sin timidez
el borde de mi mirada al límite de sus ojos
que me observan y me juzgan
más allá de las leyes que los normales se permiten

irreverente y de algún modo temeroso
reverencio la estatura de su voz que calla
sentencias
palabras que cualquiera diría
memorias repetidas de manual
los gestos verbales con que impúdicamente
la gente sin rostro me insulta
si acaso naciendo antes que yo
carece de heridas o curas qué ofrecerme

a diferencia de mí
por su costado ella sangra
dos hijos criminales
parientes sin semilla
lo abyecto de varias religiones
y una sonrisa sana como última bandera

me besa boca abajo
su manera de beber mi whisky
de entregarse y pedirme seamos uno
de hacerme pontífice más allá de los sonidos
que no tienen más público que yo
que sí
que escribo para mí
carajo

sonrío
como un alivio que se escapa del agobio que lo define
y de un golpe la desnudo sobre mi historia
en una desesperación tranquila de acantilado
que sabe una sola vez golpeará la roca
una sola vez eterna
una eterna sola vez

cumplido el oleaje
los fractales en un rincón
sus ojos dormidos
me miro las notas que no pulsé
la vez que no apoyé la frente contra el muro



Sobre el límite

En el último segundo, el que separa
la primera de las noches futuras
de todos los anteriores recuerdos,
indefectiblemente uno se mira en las manos
la huella que en los dedos dejaron las cuerdas
cuando la mayoría de edad era una ilusión
y los años vividos ya eran demasiados.

Por un instante hay que ser el adulto
que necesitamos en esa infancia
edificada a cintarazos justicieros
logradores de la excelencia en la puta libreta
¡y qué honor lo del puto pabellón patrio
ahí en el desfile! Entre desconocidos
cuyos rostros todavía persigue mi saliva.

“Jamás con el más chico”, decía el salvaje
y yo le buscaba los ojos a su rabia
cuando alguna tarde me azotaba nervioso,
como derrotado de sí mismo.
Le paseé roturas, después, obediente,
mi puño siempre fue de abajo arriba.
Sediento, insaciable, coseché el llanto ajeno
ganándome el oro de la distancia.

En la precisión de lo efímero, en lo fugaz
no existe la visión periférica,
uno cree ver por el rabillo del ojo, sí,
pero lo que sucede es un oleaje en el corazón;
es uno que intuye lo inmutable
que ha ido construyendo por eones
y que siente, a fuerza de dolor y placer
inicia su brutal y suave trabajo de parto.

Ah…, sí
lo que dije de ella, también
lo que dije de nosotros, igual;
en un concurso justo ganaría algún trofeo, lo sé.
Mas, lo que callé
su nombre
las fechas
constituyen las dagas en las gargantas precisas
lo que soy, que existe, y nadie alcanza.

Sergio Oncina – España

Poemas escogidos

Imagen by Robert Richardson

Despedida a las 12

Como muñeco endeble, rojo hielo,
como lago vertido en una mano
que no logra atraparlo, partisano
incapaz de romper su turbio velo.

Como límite azul de mar y cielo:
indefinido, lánguido y lejano.
Como perfil de luz glauca, liviano
acompaño la senda de tu vuelo.

Revoloteo tras de ti, estornino
sin bandada que insiste en tu camino
pues no hay otro mejor para sus pasos.

Y no reclamo, pero sí me asusto
cuando despierto solo en el injusto
lecho de las derrotas y fracasos.



Frialdad

Hoy no quiero arrastrarme por el suelo
llorando como un cínico payaso,
he obviado alimentar un porsiacaso
que frene con excusas el canguelo.

Hoy toca desgranar, a golpes, hielo
y beber con su frío cada vaso
que sirven anunciándome un fracaso
creyendo que mi piel es terciopelo.

Mi invierno es un favor al mundo ocre
que aunque muda sus hojas cada octubre
no consigue un matiz menos mediocre.

Hoy resisto perenne a cielo abierto,
aguanto la tormenta que nos cubre
y pese a congelarme no estoy muerto.



Tocar la magia

Hay momentos que escapan de la realidad
y se guardan en planos impropios de la física:

Los riesgos de acercarse
a un contacto ficticio.
Los dedos revolviendo mechones de su pelo,
la sonrisa intangible del adiós,
la luz que no ilumina la penumbra
y, sin embargo, es.

La posibilidad latente de fugarse
a otro mundo ajeno,
la incertidumbre exótica de saberse distinto.

Y una lógica sobrevuela el alma
y exige impertinente
resolver los enigmas
del lugar corporal donde contengo
la magia de un quizá.

Jorge Ángel Aussel- Argentina

Sonetos escogidos

A un paso de los treinta

Van veintinueve otoños arrancados
en este abril de labios entreabiertos
que sopla en mí feroces desconciertos
como Jumanji al arrojar los dados.

Pienso tanto en futuros sin pasados
como en pasados todavía inciertos
mientras apilo días como muertos
apilan en las guerras los soldados.

¿Cuándo fue que el reloj tejió las horas
que nunca volverán, si siempre vuelven
y vuelven otra vez y nos envuelven

con su lengua de agujas predadoras
que lograrán matar de todos modos
con tiempo al tiempo y con el tiempo a todos?



Año nuevo, escoba nueva

Se acerca el fin de un año y otro llega
con la ilusión de que serán mejores
los días que vendrán —embajadores
de nuestra devoción a la fe ciega—.

El pensamiento mágico se entrega
a sus propósitos masturbadores
mientras si ajustas los retrovisores
año a año ves más tragedia griega.

En el crepúsculo del mes postrero
apostamos el júbilo a un enero
donde quizá nos tocará la muerte.

La novedad va siempre bien vestida,
mas toda escoba nueva se convierte
y no barre tan bien, es ley vivida.



Medianizados

En este tiempo en que canta cualquiera
lo que primero pasó por su mente,
donde la rima es el ripio inherente
a tanta copla con letra somera,

donde al talento el carisma supera,
donde el estulto es un tipo influyente
en el YouTube del inculto presente
solo por ser un modelo en vidriera,

está mal visto opinar que se iguala
más hacia abajo que arriba en la escala
de unos valores que venden baratos.

Para que nunca lo pongan en duda,
en la igualdad el mediocre se escuda
y pinta pardos a todos los gatos.