Saboreando el antes
Repaso mi silencio envuelto por sus ojos
de selva que no acaba, de colores cambiantes
como el oro impreciso de todos los instantes
que su pelo derrama venciendo mis cerrojos.
Furtivo, con sus manos inquietas y anhelantes
presionando mi espalda -mi histórico de arrojos-
accedo a su humedad, orquídea que sin rojos
se nutre de mi lengua saboreando el antes.
Sus latidos de diosa acompasan el río
que arde en mis adentros, desbancándole el frío
tan solo con mi carne de novicio irredento.
Como un golpe de nubes se derrite en mi aliento
destrozando el pretérito de mis hombros arcanos,
sonriendo satisfecha su saber de veranos.