ANÁLISIS

Sobre un poema de Eugenia Díaz Mares, por Solange Schiaffino

Terminé de apagarme

Aquel día yo terminé indigesta
por tanta pesadumbre que despoja
la poca luz que queda en mi camino,
terminé de perderme entre esas cosas
con espinas y púas en mi maleta,
que le he pedido al mar que me recoja
porque he perdido todo y estoy muda,
me mutilo la piel entre las sombras
para sentirme viva en la negrura.

Es un fraude mi vida y soy la autora
sin un trébol colgando de mis labios
no me sirven de nada letras rotas,
sin poder reciclar ningún recuerdo
hacerlos luz y risas de las sobras.

Ya no tengo mi outfit de entusiasmo
el desánimo y cansancio me ahoga,
por luchar tanta guerra sin sentido
se me cayó la vida gota a gota.

Este trabajo me ha motivado muchísimo por la fuerte emoción que transmite, por ello deseo leerlo en tres niveles: 1) creación, 2) técnica y 3) mensaje

Creo que es un texto que tiene muchas puertas desde las cuales crecer en muchos sentidos. Así que ahí va mi intento.

1) Lectura –> visión creativa

«por tanta pesadumbre que despoja
la poca luz que queda en mi camino,
terminé de perderme entre esas cosas
»

Una imagen visual muy directa y potente de oscuridad y que a la vez, transmite una sensación táctil en ese estar despojada. El entorno de ese yo poético entra con la fuerza que pondrá el marco emocional introduciendo muy bien el poema.

«me mutilo la piel entre las sombras
para sentirme viva en la negrura.»

Esta imagen es poderosa y viene a ser una especie de resolución o consecuencia muy conectada a la imagen que comento antes. Visión y tacto presentes para unirse en una emoción desoladora, porque finalmente el dolor físico de ese mutilar, está queriendo conectar con el dolor emocional como si de ese modo se pudiese tener más control de él. De ahí que me resulte muy potente esta imagen, además de original.

«Es un fraude mi vida y soy la autora
sin un trébol colgando de mis labios
»

Hermosamente escrita esta desesperanza, que pone la responsabilidad en sí misma y esa incapacidad de desearse una buena suerte, un poco de optimismo. Ese trébol en los labios es una construcción muy especial en este punto del poema. Porque en el fondo sí transmite un subconsciente de querer, de anhelar, de saber que se puede ser capaz de ponerse a día con la esperanza.

«no me sirven de nada letras rotas,
sin poder reciclar ningún recuerdo
hacerlos luz y risas de las sobras.
»

Letras rotas, reciclar, hacer luz de las sobras, son todas imágenes muy creativas para hablar de esa cuota de imposibilidad cuando la perspectiva está teñida de tanta desolación. Es muy coherente y forman un sustento creativo que no cae en un simple cliché.

«Ya no tengo mi outfit de entusiasmo»

Pues qué pinta que tiene este verso, claro que es un acierto en esta búsqueda de sentirse bien. Aquí con una imagen que nos refleja ese símil con la apariencia, y es que claro que el desánimo seguirá desvaneciendo a ese yo si solo busca una tenida externa para sentir el entusiasmo de vivir. Es un hallazgo en el poema llegar a esta estrofa e ir descifrando con sus imágenes la desolación y verla escrita en poesía.

2) Lectura técnica

Aquí seré muy humilde, porque en términos de poesía rimada soy una simple aprendiz.

(Aquel día yo terminé indigesta) –> prescindiría de este verso para centrar la mayor fuerza del sentir en el 4º
P(p)or tanta pesadumbre que despoja (O -A)
la poca luz que queda en mi camino, (I – O)
terminé de perderme entre esas cosas (O – A)
con espinas y púas en mi maleta, –>(E – A) 12 sílabas ¿qué tal «con espinas y púas como abrigo»? rimas en (I -O) para mantener el par
que le he pedido al mar que me recoja (O – A)
porque he perdido todo y estoy muda, (U – A)
me mutilo la piel entre las sombras (O – A)
para sentirme viva en la negrura. (U – A)

Es un fraude mi vida y soy la autora: (O – A)
sin un trébol colgando de mis labios (A – O)
no me sirven de nada letras rotas, (O – A)
sin poder reciclar ningún recuerdo (E – O)
hacerlos luz y risas de las sobras. (O – A)

Ya no tengo mi outfit de entusiasmo (A – O)
el desánimo y cansancio me ahoga; (O – A) –> el acento que recae en la 7ª rompe el ritmo ¿qué tal «cansancio y desánimo me ahogan»?
por luchar tanta guerra sin sentido (I – O)
se me cayó la vida gota a gota. (O – A) –> aquí propongo un cambio en ese cayó que explicaré más abajo.

Es un trabajo que conjuga bastante bien, su ritmo y sus métricas con la profundidad del contenido, salvando algunos detalles.

3) Lectura del Mensaje

Un poco la he ido introduciendo al destacar esos versos tan bellos, que no por eso dejan de tener mucha poesía y ser profundamente desoladores.
Veo desde ese título, «Terminé de apagarme», como si una crónica de muerte anunciada hubiese decretado ese inevitable desenlace de verse «deshecha gota a gota». Aquí creo que se debería cambiar ese «cayó», porque es un verbo, que además de quedar algo impreciso, semánticamente con ese «se me cayó», parece como si la vida se cayó encima de la voz poética y por tanto, del todo no se cayó si todavía estás ahí explicándolo. Creo que el mensaje sería un «fue cayendo mi vida gota a gota» o «se evaporó mi vida gota a gota».

El poema completo va entregando los motivos de ese sentimiento de desolación y los intentos y deseos del hablante por hacerle frente, pero sentirse incapaz. Es claro que su mirada está tan afuera de sí mismo en ese contexto tan hostil, porque su mirada está en medio de esa poca luz que le queda.

Digresión final:

Sin duda, ha llegado al final de un camino y no hay luz, hay un muro imposible de atravesar, pero eso no es el problema. El tema es la frustración de no alcanzar a traspasar ese muro o arribar a ese lugar por ese camino, lo que se vuelve una guerra inútil… por cierto que ahí no habrá dicha, pero ¿qué tal si mirase adentro y viera la luz que ondea firme en su subconsciente? En sus certezas de querer sentirse bien, de saber que la risa es lo que le agrada, que las letras son una herramienta, que la necesidad de su bienestar es algo deseado, quizás podría ver el verdadero camino y no estar perdida.

Eso puede significar regresar a la propia luz, la interna y dejar de ser ese fraude, porque donde uno es una misma es ahí con una en su propio yo y ahí se es extraordinariamente única y bella y todo lo que necesita es tomarse a sí misma de la mano y llevarse a un lugar seguro.

Pues aquí me fui del mensaje, y lo meramente poético.

Quería decir que lo más importante para la resiliencia, ya está en el mismo poema porque constituye un tremendo medio para el autoconocimiento, y me atrevo a decir que alberga un maravilloso regalo que da la vida para que se pueda avanzar con el amor más grande que podemos recibir: el amor propio.

Independiente de cuanto dolor o injusticia experimentemos, la oscuridad más dura es aquella que nos impide valorar todo lo que somos.

Pues que en definitiva, me ha gustado. Me he podido ver ahí, me ha transmitido y he admirado la valentía con que se ha mostrado ese punto en el que la desolación nos sobrepasa y es justo es momento vital en que el mayor regalo es morir a ese dolor, renaciendo en ese retorno a nuestro origen.

Es que lo he vivido intensamente.

Independiente si el tema gusta o no gusta. La buena poesía no sabe de temas exclusivos.

ARTE MENOR

Desde el principio del fin
tengo un sueño recidivo
que no se atiene a los tiempos
de júbilo o de castigo
ni al intelecto disforme
sobre el que ejerce dominio
como un virus melancólico
que actúa en el organismo
mutando desde su génesis
de escándalo fronterizo.

Porque se niega a morir
y ser pasto del olvido,
o quizás porque, inconsciente,
tengo una deuda conmigo,
desde el principio del fin
-cuando el orbe está dormido-
surge cruzando el umbral
de la emoción, sin permiso
y se adueña de mi cuerpo
como un amante furtivo.

Más allá del verbo amar
sin plantearse objetivos,
tiene lo mejor de mí,
lo más feraz, lo más vivo,
lo que no le entrego a nadie
sea amigo o enemigo,
aquello que me hace hermosa
ante un hombre sin prejuicios.

Desde el principio del fin
tengo una deuda contigo
que te pago con el alma,
el corazón y el instinto.

Cuando el fin llame a la puerta
y hayan muerto los caminos
entre tu boca y mi boca,
todo un mundo se habrá escrito.

Más allá del verbo amar

Morgana de Palacios



Rosa de pólvora

Isabel Reyes

Aunque fui rosa de pólvora
y me creía una Xana
hoy las luces de mis iris
son dos barcas congeladas.
Cuarenta días lloviendo
tan fuertemente en mi hábitat…

Entre mis manos y el aire
supimos construir un arca
para salvar a un abril
que en invierno se mutaba.

Hoy al fin el sol reluce
y me lava la nostalgia
regalándome raciones
pequeñitas de esperanza.
Es claridad todo el mundo
y la alegría me llama
como un allegro vibrante
que en mi tempo se instalara
transformando la armonía
mis ojos en luminarias.

Vuelvo a ser rosa de pólvora
en la mar de mis entrañas.



Tengo los ojos nublados
y como cántaros llenos,
en este dos de noviembre
cuando en silencio comemos
extrañando tu presencia.
Sé bien que no te veremos
pero anhelamos sentirte
feliz, sana, recibiendo
golosinas y comidas
que en el altar te ponemos.

La soledad me ha agrietado
en estos años tan negros
cargando tanta tristeza,
que suelto al irte escribiendo
con un caudal de morriña
versos, rimas y recuerdos
que no puedo pronunciar
por el dolor en mi pecho.
Al apagarse tu luz
de mí van quedando restos.

Restos que voy levantando
con el suelo en movimiento
y mi lámpara apagada,
para que veas que ha vuelto
tu madre que no se rinde
mi ofrenda es todo mi esfuerzo,
necesito de tu hombro
aunque sea mientras duermo
en esta senda invernal
donde te busco a lo lejos.

Ofrenda de día nublado

Eugenia Díaz Mares

LOS POÉTICOS

Morgana de Palacios

Imagen de Marion Grimm en Pixabay

Del género epistolar

Como el amor, el agua te rodea. Inunda tu boca, tus oídos, penetra por tus poros, se acompasa a tu respiración, baila contigo y te besa hasta dejarte exhausta.

Entonces, flotas libre de todo mal y ajena al mundo.

No hay sustituto para el agua que, además, no hace promesas y suele llenarse de luces para seducirte con su transparencia.

A veces pienso que no hay nadie cuya boca brille tanto.

El amor gotea y se va acumulando en una vasija de porcelana donde me lavo la cara cada día al levantarme.

Por la noche desmaquilla mejor que cualquier fórmula japonesa, cierra los poros y elimina imperfecciones de la piel.

Cuando gotea sangre, como ahora, los pómulos se tiñen de un rubor exquisito y hasta se difuminan las ojeras.

No hay mal que por bien no venga, así que la violencia que canta está afónica de ausencia, pero tiene el rostro resplandeciente.

Eugenia Díaz Mares

Imagen de Free-Photos en Pixabay

Meditando

En las pupilas se quedaron añejos tus anhelos porque no pudiste encontrar atajos para llegar a realizarlos ni lograste inventar una excusa para hacerlo.

Observas en tus manos solo sombras y te tiemblan, deseando sacudirlas hasta cambiar de piel, aunque te duela.

Deambulas por las habitaciones imprimiendo tu silueta para ver si la gente que te ama logra ver que existes también para ti, y que, aunque te hayan enseñado a no pedir, entre tus labios habita una madeja de cosas que has deseado queriendo disfrutarlas con juventud y salud.

Te das cuenta que así lo has elegido al aplazar tus cosas por darle prioridad a las de los demás, que se han acostumbrado a verte como ese mueble cómodo que siempre está presente, en el que ellos descansan sin ver cómo te ahogan.

Y te quisieras ir de ese lugar donde te sientes muerta, descansar, hacerlo realidad.

O derribar murallas que has construido alrededor del corazón, reencontrarte, volver a ser tú y observar lo que has hecho contigo, por el apego y la rutina de solo ver el mundo por esa rendijita de ventana.


Idella Esteve

Imagen de JuiMagicman en Pixabay

Cristales de otoño

Pero siempre tenemos esa ventana de otoño, esos cristales que nos aíslan aunque nos permiten ver las hojas en vuelo, amarillos y ocres en espirales, y las gotas de lluvia… ¡Oh, esas gotas de lluvia!, esa nostalgia acuosa cayendo, resbalando, esa humedad que llega hasta los huesos y que invade nuestro ser pero que inspira tanto. Mi inspiración es de lluvia, no de viento; es la lluvia de afuera y es la lluvia interior que se desborda sacando el sentimiento, es la lágrima en estado puro que se va sorbiendo a tragos cortos en la copa de los recuerdos que siempre permanece inacabada.

Cristales que hoy se van entristeciendo y se van empañando con el vaho silencioso del suspiro.


Gavrí Akhenazi

Fernet con cola

Fernet con cola y la cosa toma ese tinte de espuma cremosa, oscura, dulce. Empieza por ahí la lengua a relamer la pasión por la muerte y se libera, se libera como una independencia bicentenaria, hecha un poco de lluvia y mucho de calor.

Hoy llegamos a casi 50ºC y todos sufrimos las ganas de matar.

Es esa intolerancia dulce de exigir que hay que ser tolerado, aunque uno no tolere. Mata y muere en el mismo acto de prestidigitación. Se impone o se sepulta. Cincuenta grados sobre las cabezas, las ideas, la voluntad, las ganas y la sed.

Cincuenta grados y un solo tacho de agua, en el que todos vamos cincuenta veces a sumergir la cabeza, con todas sus ideas de derrumbe y salimos chorreando ideas líquidas, licuadas, calientes, abusivas, exhaustas, decisorias.

Cincuenta grados te generan las ganas viscerales de no tener paciencia y entonces, luchás contra vos mismo, luchás por disciplina, porque se debe, por voluntad, por ira contra el clima o porque querés ser el mejor en el acto aquel de resistir.

Después llegás al mundo de los buenos, que tienen ventilador, aire acondicionado o viven en las zonas donde el mundo es invierno. Y vos venís así, casi en cenizas, iracundo de haberte chamuscado en nombre del deber, todo el puto día ese caliente que te comió desde el sudor al habla.

Venís y ves que hay gente que está bien, que mira el mundo desde su tranquilizador ombligo anónimo de gente que está bien en un mundo que está patas arriba ¿y qué hacés? ¿Revisás el cargador del arma a ver si los pescás desprevenidos y le quitás un peso inerte al hambre?

No.

El calor te dejó tan sin ideas, que te ponés a discutir de Roma.

Ergo, terminás igual que terminó Bizancio. Sin nada que decir y plagado de muertos imposibles.

Así que yo les dije: Fernet con cola para «todo el mundo por el que se supone que vamos a morir».

Un pedo viene bien si no hay futuro.


ARTE MAYOR

John Madison

Juan de los Muertos

(rima alterna)

Puedo olvidar mi cita con el médico
las gafas, el teléfono o el paso
castigador del sol de mi hemisferio
pero nunca su voz, ahí no hay trato.
Su voz me trae de vuelta del infierno.

Hace algunos otoños, tiempos malos
para la de la voz, pedí en secreto
a mi Dios sanador en desacato:
“Permítele vivir, yo te lo ordeno.
Y busca en el jardín de tus finados
las memorias de Juan, el marinero”.

Dios cumplio aquel mandato y un catálogo
de versos tramontanos y te quieros
nos marcaba la ruta por océanos
tan solo navegables en los cuentos.

Viví días felices al amparo
de su voz medallistica de ensueño
olvidando con ello que el naufragio
estaba por llegar. Los sortilegios
practicados por Dios conllevan altos
impuestos que abonar. Ya no recuerdo
la letra ni el arpegio de aquel canto
que levantaba oleajes en su pelo.
Dios se llevó mis barcos, mató a Madison.

Hoy solo reina un Juan: el de los muertos.


Eugenia Díaz Mares

Sin consuelo

(romance heroico)

Yo quise unir mi llanto con el tuyo
en busca de consuelo a nuestra pena,
abrazarnos callando nuestro espanto
de verla que quedaba bajo tierra,
perdida para siempre entre las flores
al quedar sin aliento y sin estrella.

Rechazaste mi mano y te encerraste
en el infierno solo con tristeza;
Me has dejado vivir sola mi lucha.
Cegada me abrí paso entre la niebla
para encontrarte hundido en tu silencio,
con candado en la voz y en esa celda
donde pagas las culpas que no debes,
sin encontrar reposo con tu entrega.

Quisiera descansar y que descanses
llorando junto al mar aunque nos duela.


Morgana de Palacios

Baja las armas

(quintetos)

El diablo me observa desde la sombra
con gesto displicente, me inhibe el roce
con tu boca pausada, la que me nombra
en la carrera diaria y hasta se asombra
de este empecinamiento que desconoce.

El diablo no sabe de mis anhelos
ni de la guerra santa que me desvela.
No sabe que atravieso todos los cielos
como un águila oscura de altivos vuelos
hacia la luz amante de tu candela.

El diablo del tiempo me desespera
con sus cambios de horario sobre mis risas,
pirocúmulo extraño para la espera
del incendio que llega y que persevera
cuando para mis ojos te descamisas.


Gavrí Akhenazi

Mar de viento

(romance heroico)

En la ecuación final, cálida y ágil,
quiero tu nombre aquí, si es mi derecho
ser el que te ha besado la palabra
en la infidelidad de los deseos
forzandote a vivir de cara al sol
las incomodidades del secreto.

No he conseguido pronunciar tu boca
con el rubor de un niño descubierto
lanzando papirolas de amargura
al alféizar sin tiempo de tu tiempo
porque me he dedicado a ser el hombre
que se ha gastado el negro entre tus pechos
la cruda noche en que tu navegante
ha debido enfrentar mi mar de viento.

Hemos viajado por la vida entera
irrespetuosos y en espacio abierto,
porque escribir de cara a tu mirada
representa un desnudo a fuego intenso,
que derrite su cáscara de espanto
mientras nace de él este hombre nuevo.

Te dije siempre, traducción mediante,
que el judío te nombra «su consuelo»,
en esta amante edad que llega tarde
a provocarnos el renacimiento.

Nejama, mi nejama, mi guerrera,
que empapeló mi tumba con sus versos.


Idella Esteve

Ocaso y ciprés

(serventesios)

Deprisa o demorando recorro mi camino
y voy desaprendiendo aquello que dolía
por no querer llevarlo al fin de mi destino
para que no se torne en mi última agonía.

Se me apaga la luz y se me enciende el llanto;
las lágrimas no sirven ni siquiera en la sombra;
se abotargan los ojos, permanece el quebranto,
nada se nos olvida y todo se renombra.

Y con supremo esfuerzo en momentos extremos
hago acopio de vida para verme feliz,
-lejanos son las losas, cipreses, crisantemos-
sonriendo al horizonte como una buena actriz.


Ana Estepa

Desde que me despierto

(romance heroico)

Desde que me despierto hasta que duermo
llevo mi delantal como estandarte,
con mi niño montado en la cadera
y mi pecho dispuesto a amamantarle.

Desde que me despierto hasta que duermo
cocino, plancho, limpio y tejo el aire
que se enreda en las curvas de mis venas
y me llenan de vida para darte.

Desde que me despierto hasta que duermo
espero a que regreses con la tarde
mientras pasan las horas y en la espera
me dibujo los labios de besarte.

Desde que me despierto hasta que duermo
el brillo de mis ojos se reparte
entre el vaivén del viento por la hierba
y en contar los segundos para amarte.


Isabel Reyes

Nueve lunas

(cuartetos)

¿Ves aquélla mujer mecer la cuna?
Parece tan posible y tan cercano
tocar el horizonte con la mano,
uncirle un cielo nuevo a la fortuna…

Nueve lunas comió una por una
ese vientre crecido del rellano;
las tibias levaduras del arcano
leudaron en sus pechos una duna.

¿Adviertes la patada inoportuna
la náusea repentina y el desgano?
¿La larva del antojo a contramano
de ese cuerpo por dos, su raya bruna?

La punta del pezón como aceituna
que espera el amasar de su artesano
ya sueña con la vida mano a mano
¿Has visto a esa mujer mecer la cuna?


María José Quesada

Floración del almendro

La noche se ha inclinado en el almendro
rozando su clavícula en las ramas
y al ir a recogerse los cabellos
caídos hacia un lado de la cara
se ha roto su collar de cuatro espejos
y todo en el almendro ahora es luz blanca.

Eugenia Díaz Mares, poemas

Imagen byChristoph Schütz

Una extraña

Con tu gesto tan lleno de impaciencia
el cristal de los ojos se me rompe,
agregándole arruga, sobre arruga
a este corazón que late ya forzado.

Tú le gritas al viento que me quieres
pero tu indiferencia me lastima.
Sintiéndome un estorbo y enfadosa
decido irme alejando de tu vida.

Te dejo en libre vuelo y me pregunto
porqué me he convertido en una extraña;
en qué me he equivocado, en qué fallé
ya no soy prioridad en tu camino.


Soñé llegar a vieja entre tus brazos
sintiendo la ternura que te di,
sin mendigar el fruto que he sembrado
desde que he concebido tu latido.


Sin consuelo

Yo quise unir mi llanto con el tuyo
en busca de consuelo a nuestra pena,
abrazarnos callando nuestro espanto
de verla que quedaba bajo tierra,
perdida para siempre entre las flores
al quedar sin aliento y sin estrella.

Rechazaste mi mano y te encerraste
en el infierno solo con tristeza,
me has dejado vivir sola mi lucha,
cegada me abrí paso entre la niebla
para encontrarte hundido en tu silencio,
con candado en la voz y en esa celda
donde pagas las culpas que no debes,
sin encontrar reposo con tu entrega.

Quisiera descansar y que descanses
llorando junto al mar aunque nos duela.


Ella, la que viven en el espejo

Esta ahí, vive dentro del espejo
y ve còmo sofoco sentimientos,
aullando entre silencios mis lamentos
en noches de un presente que ya es viejo.

Ríe de mi paraguas gris añejo
que no cubre dolor ni pensamientos,
olor a medicina y tratamientos,
se burla de la lluvia en mi pellejo.

Me señala el atajo, la salida,
mas decido quedarme en el lugar
donde soy paliativo y buen soporte.

Deseo ser su lámpara encendida,
esperanza, alegría y bienestar,
aunque en este proceso me recorte.

Selección de poemas de Eugenia Díaz Mares

Imagen by Tower Art

Un cigarro, oídos sordos

Qué ganas con ser pasiva,
si las tormentas te pegan
y las alas te las pliegan
de manera primitiva.
Buscas una alternativa
que apacigüe el vendaval
tener un día normal,
un cigarro, oídos sordos,
o el gorjeo de los tordos
para la salud mental.

O bien cedes en tu mente
y a tus miedos te regresas,
o marcando tus promesas
a tu pavor le haces frente
sin dejar que se alimente,
ni que esparza su amargura,
tan violenta y tan oscura,
que con sus demonios trate
y con ellos el desate
toda su furia futura.


Cerrojos sin combinación

Se me perdió el amor, y solo me ha quedado
el remanso de haberlo conocido.
Se me quedó impregnado ese aroma a maderas,
sabor a menta fresca que probé en su sonrisa,
la sensación del mundo entre mis manos
y su mirada fija agitando mis entrañas.

Con mi cuerpo de agua he mojado las calles
siguiéndole las huellas.
Él no me quiso gris, me quería fresca y verde,
me dejó con mis sombras en la oscura parada
del tranvía que partió.

¿Qué voy a hacer conmigo?
sí ha dejado cerrojos sin la combinación,
a mi piel con escarcha, mis voces silenciadas
con labios moribundos cómo las golondrinas
perdidas que no migran.


Ofrenda en el día de muertos

La gente dice que has muerto.
Nena mía, ellos no saben
que resplandeces y vives
como el sol todas las tardes,
que sigues siendo murmullo
de amanecer en los mares,
eres música y el ruido
alejando oscuridades.

Que ansiosa espero noviembre
invadida de saudades,
en un altar con ofrendas
flores, velas esenciales,
tu platillo preferido,
con mis lágrimas fugaces.
Celebrando el día de muertos
llorar es inevitable.

Ven a casa, mi pequeña,
te dejare las señales
que te indiquen el camino,
abriré los ventanales
para sacar el silencio,
la tristeza y soledades
hay mucha muerte en el mundo.
Perdona las novedades.

Yo sigo en recogimiento
esperando tu mensaje,
con maleta preparada,
y en mi corazón, finales.
En mi mirada el anhelo
de atravesar los zaguanes
feliz contigo del brazo,
muy lejos de los mortales.

«Mudanza», Eugenia Díaz Mares

La casa se hace polvo. Presiento un cataclismo.
Deambulo por los cuartos observando las cosas:
zapatos empolvados, las cajas ordenadas
que siguen en espera del destino final.

Y yo sigo de pie con la corteza dura
resistiendo el embate constante de los días.

Comenzaré a embalar el sentimiento frágil,
la palabra no dicha irá en pequeños frascos,
en la caja de roble mi sonrisa más triste.

Y reservado especial un cofre de cristal
para aquellos que quise y a mí me despreciaron,
que observen fijamente lo fuerte que me hicieron
llenándome de ausencias.

Se acerca ya el momento de hacer sentir mi falta
y despegar el vuelo.




Como todas las noches degustando un café
de tu mirada caen una y mil decepciones,
viendo hacia el infinito recorres esos campos
que labraron tus manos para plantar simientes
anhelando sus frutos.

Te observas apagado los callos de tus manos,
te dueles de la espalda y de tus piernas,
que dejaron sus fuerzas de tanto laburar
y proteger semillas infecundas,
-es lo que siempre dices-.

Te veo como un árbol que agoniza dejando
revestir por los líquenes, viendo pasar la vida
encadenado siempre a la pregunta
del porqué este castigo.

¿Cómo puedo ayudarte?
Toma mi mano y vamos, sigamos caminando
hacia la luz del faro.
Ya tañen las campanas a lo lejos
dejemos el cansancio, la pena y decepciones.

«El tiempo que nos quede», «Ente oscuro», Eugenia Díaz Mares

Imagen by Ogutier

El tiempo que nos quede

Amanece con viento de aire puro.
Tu mirada ya libre de amargura,
me provoca estrecharte con ternura
y decirte no temas al futuro.

Pensar en nuestra muerte es prematuro,
no te deja vivir y te tortura;
es mejor continuar nuestra aventura,
sobrevivir saliendo de lo oscuro.

Nuestros logros podemos disfrutar.
Sin culpas y sin pena ya nos toca
liberarnos de cargas y volar.

Todavía hay puentes que cruzar,
tan solo de pensarlo me provoca
irnos a una cabaña junto al mar.


Ente oscuro

Tus cementerios llenos, inundados
de aguaceros salados por la pena
y las terribles muertes en cadena
que dejan los hogares silenciados.

Vagas por los rincones más cerrados
llevándote las almas, sin condena,
en soledad, sin aire y por docena,
¡Detente, por favor! son demasiados.

Te recuerdo, te tengo muy presente.
Arrancaste a mi hija de mis brazos
llevándome a lo oscuro en su mirada.

Hoy arrasa tu oleaje con la gente
dejándoles la vida hecha pedazos,
débil, sin esperanza y aterrada.

«Migración en otoño», «Ya no importa el atasco», «Libera mi garganta», poemas de Eugenia Díaz Mares

Imagen by Tep Ro

Migración en otoño


La estación del amor en la parada próxima
es solo para amantes de flores que agonizan
de mantos de hojas secas cubriendo pretéritos
disipando sentires.

Los que buscan un rayo de luz marcando el suelo
con nostalgia otoñal en medio de la bruma,
que desde la ventana observan fascinados
su sepulcral avance sobre las rosas secas.

Lo ideal es septiembre para el viaje
llevando en la maleta esas paginas tristes
tan llenas de saudades por ausencias muy largas
la luz de una luciérnaga, alguna crisálida,
el eco cristalino con risas de tu gente.

Aquí nadie te espera, la parada está sola
el viento sopla helado y la calle esta oscura.
Otoño es tu destino porque el cielo esta gris
y las aves emigran.



Ya no importa el atasco


Hace cuarenta y cuatro años te dije
que te amaba. Tomados de la mano
me ayudaste a quitar las aves muertas,
a ver el sol en día brumoso,
me diste tus sonrisas y llenaste
las grietas de mi mente.

Esta mañana fresca me despertó tu abrazo,
me acurruqué sintiendo
la cálida presión de tu refugio;
sin que te despertaras te susurré
un te amo.

Fue entonces que me dije
que no importa el atasco si aquí estás.
Insistente cerrándole las alas a mi tiempo,
total, llevo ya muchos huecos en mis bolsillos
como abismos profundos.

El tiempo se nos va, seré paciente,
ya estoy acostumbrada a tu bipolaridad
a tus ronquidos fuertes, tus manías.
Caminaré contigo por el parque,
me sentaré en silencio viendo pasar el mundo
escuchando tus quejas de la vida.

No quiero que te mueras o morirme
Y llevarme la culpa de rechazar las horas
que pudimos vivir.



Libera mi garganta


¡Ay amiga! que sola te ves en esa cava,
aunque se encuentre el vino tinto pegado a ti
eres igual que yo,
en esta acompañada soledad
tan mortecina.

Ven amiga ayúdame.
Ya vierte tu tequila en esta copa,
libera mis temores
como un rumor de vidrio que se quiebra.

Quédate en mi garganta con tu sabor intenso,
que el silencio se rompa y se deslicen
las sílabas que cuelgan en cadena.
Retira la mordaza que sigue mutilando
los sonidos.

Que dejen de parir soles oscuros,
que se suelte mi pelo
y que mi boca baile sin reposo
sobre el abecedario.

Devuelve a mi memoria con imágenes
lo que en un tiempo fui.

«Sin preámbulos», «Insensibilidad», «Mausoleo de emociones», poemas de Eugenia Díaz Mares

Imagen by Victoria Borodinova

Sin preámbulos


Se ha dormido en mi piel ese estremecimiento
que me daban tus manos tan solo con tocarme
y dentro de mi mano hay un vacío
sin tu latido ardiente que antes me quemaba.

Son helados tus besos
ya no existe sabor en esos labios
destilando amargura;
se va muriendo todo y solo queda
grabado en nuestro lecho aquel vaivén salvaje
que tanto disfrutamos.

Hoy es todo rutina
marcada en una agenda cuando llegas al día,
sin hacer un preámbulo tú llegas y te instalas.
Quizás tú sí disfrutas la visita,
pero a tu paso dejas anhelos inconclusos.

Quisiera recordarte lo que tú le enseñaste
al mapa de mi cuerpo,
y cómo despertabas tanta sensualidad
tan solo con mirarte.

Pero mejor decido sofocar
a la mujer ardiente que aún sigue vibrando,
aquella que perdiste en el camino.



Insensibilidad



Continúas enviando tus sueños remendados
al cometa en el aire,
y mientras yo te observo y admiro tu entereza,
me busco en los bolsillos,
aquella que perdí bajo una sepultura.

Decrépitos del alma con apariencia joven,
invadidos de hojas
que sueltan en verano nuestros brazos,
como si fuese otoño.

Hay un sol tan radiante que no logramos ver
por la humedad constante en los cristales
y tantos desengaños.
Aún así,
tú sigues hilvanando visiones inconclusas
con una terquedad que me enloquece.

Estoy desalentada,
por eso me he soltado en las aguas del río
que va vertiginoso
y sin poder sentir dentro de mí emociones
por tanta oscuridad en el futuro.



Mausoleo de emociones.



Al mirarse en sus ojos
le devolvió la savia a sus entrañas
provocó ebullición a inertes sentimientos
y un intenso deseo de morderle su voz,
que quería convencer con mimos y susurros
a su limpia conciencia.

Dentro del pentagrama de su pecho
le fue creciendo un bosque,
con ramificaciones buscando una salida
de esa vasija ajada.

Afiló sus cuchillos de cordura
para cortar de tajo todas las tentaciones.
Con intensa ansiedad fue removiendo miedos
para que despertaran
y sacando el espejo como escudo,
al verse con su sombra,
se fundió en una sola para enterrar la llave
de aquellas emociones lejanas y dormidas.

Ama su mausoleo
y se siente muy bien caminando descalza
cubierta de cenizas.

EDITORIAL: «Las alas y las armas» por Eugenia Díaz Mares

Imagen by Maximiliano Estevez

De lo que nos provee Ultraversal

Vagando entre los blogs del ciberespacio intentaba sacar con mis torpes palabras lo que me estaba aniquilando y veía el abecedario en el cual apoyarme sin poder alzar vuelo.


Morgana de Palacios me encontró en mi derrotero. ¡Bendito sea ese día en el que me enseño que había una luz en el camino de las letras para mí, de esas letras que carecían de alas y de voz.


Cuando llegue a Ultraversal me sentí una inmigrante al ir leyendo la excelencia en los trabajos de los ultraversales, me llene de temor volviéndome a sentir tan insignificante como cuando era niña. Eso no me detuvo. Aunque yo sea nerviosa e insegura también soy tenaz para aprender y conocer mas sobre lo que me gusta.


Comencé a compartir lo que solía escribir sabiendo bien que estaba en un taller de crítica literaria. Al principio me sentí avergonzada y muy desanimada al ver tantos errores en mis trabajos principalmente de ortografía. Sobre métrica y estructuras estaba en cero. Más me avergonzaba pensar en cómo me había atrevido a publicar en un blog lo que yo llamaba poesías.


En varias ocasiones quise tirar la toalla y retirarme rendida con la cabeza baja y si no lo hice fue por la generosidad que tenían los administradores y compañeros ultraversales conmigo, por esa ayuda desinteresada que me estaban dando. Siendo yo una persona poco instruída, ellos me estaban dando su tiempo y sus conocimientos para que las palabras en mis trabajos pudieran tener alas y luz.


Me hicieron sentir que yo podía hacerlo, aunque tuviera que corregir una y mil veces mis trabajos para poder captar lo que ellos querían que yo entendiera.

Poco a poco me fueron ayudando a cerrar las cicatrices en mis alas. Sintiéndome segura y apoyada me atreví a confesarles que yo le había hecho la promesa de un libro en memoria de su vida a mi hija Erika Adriana, algo para mí muy difícil de lograr porque no tenia las armas necesarias que se necesitaban.


Fue aquí en Utraversal en donde me brindaron las armas, en donde experimente que existen las diosidencias desde el momento que Morgana de Palacios me encontró y me trajo a esta gran familia de ultraversales, en donde todos han sido una parte importante en el libro «Su corto vuelo» que logre escribir en memoria de mi hija.

No tengo manera de retribuirles.

Queda en el libro para siempre su generoso apoyo y la ayuda que me brindaron y que siguen brindándome.


Escribir el libro para mi hija, tomada de la mano del Taller de perfeccionamiento literario Ultraversal, ha sido una hermosa experiencia en mi vida. Al ver a todos involucrados en el proceso como una gran familia me sentí acompañada y eternamente agradecida.


Nota del Director: Este editorial que firma la poeta mexicana Eugenia Díaz Mares no tiene ánimo de propaganda ni está destinado a seducir lectores para que el producto se compre. Más bien, lo contrario, aunque algún suspicaz, seguramente, intentará llevar la cosa por ese lado.

Ultraversal es un proyecto gratuito, un mecenazgo. No tiene ningún fin de lucro sino que su único fin es solidario.

La solidaridad, sobre todo en el mundo de los egos artísticos (y por qué no, en cualquiera de los demás mundos), es mal vista y peor mirada, porque contraría las normas del «me lo guardo para mí», «si alguien va a destacar, seré yo» y todas esas cosas que vuelven a las artes, en vez de un hecho expresivo que comunique a los hombres entre sí, un hecho mezquino que solamente busque el lustre propio y el preponderar de unos por encima de otros.

Elegí para el Editorial de agosto las palabras de Eugenia, porque para nosotros es un ejemplo de tesón, afán de superación personal y lucha desde la resilencia más extrema, por el logro de un objetivo fundamental en su vida.

Somos nosotros, los ultraversales, los que estamos agradecidos a Eugenia ya que su entrega al aprendizaje, su humildad inveterada, su empuje solidario y sus progresos incalculables, nos han enseñado que a pesar de la mezquindad humana, no todo está perdido.

Las personas necesitan de la solidaridad en todos los aspectos de la vida. Y ser solidario, aún en el arte, donde lo único que prevalece es el ego del artista sobre cualquier otro bien mayor, es una forma de hacer humanidad, una mejor humanidad, y que el arte perdure más allá del hombre.

Cuatro poemas de Eugenia Díaz Mares

Poppy by Didier Aires

Se me ha quedado dentro

Se me han quedado dentro sin eco los suspiros
colgando de los techos de hospitales,
ese aroma tan rancio a carne enferma y cloro.

Se me ha quedado dentro recelo y sobresalto
que tenían tus ojos,
y el corazón parchado con tantas decepciones
y mis manos de sal que no ayudaban,
para sacar de tu mochila al fin
la muerte que bordabas y seguías.

Se me ha quedado dentro
borrando cicatrices que había en tu semblante,
y con mi sangre nueva intentar darte
a gotas otra vida,
mostrándote horizontes de esperanza,
caminando contigo entre mis brazos
sobre brasas ardiendo, queriendo retener
tu tiempo en mis latidos.

Pero solo retuve momentos con espinas
en cuartos de hospitales,
y el olor de tu aliento escapando a suspiros
hacia un cielo tan gris como quedó mi mundo.

Y en vez de la cordura, lágrimas en mi cara
corriendo sin control, sin compuertas que frenen
su caída, sin curita que cubra mi dolor.

Se me ha quedado dentro lo helado de la muerte.

Agosto y sus fisuras

Se acerca el mes de agosto y me pregunto,
qué fue de los amigos después de aquellos días
tan llenos de cenizas doblegando mi espalda.

Se acerca el mes de agosto colmado de fisuras
y yo tras la vidriera me protejo
del mundo y su rutina.

Se acerca el mes de agosto
y yo tan silenciosa
en mi jaula de lluvia
veo caer las gotas en las hojas
como ángeles mojados.

Yo, de pocas palabras,
en este mes de agosto solo llevo en mis ojos
el canto con mi arrullo para inducir el sueño,
un atado de amor bajo mi brazo
y mucha soledad
en mis bolsillos rotos.

Se acerca el mes de agosto
y ustedes no imaginan
que esta ausencia ya crece como un bosque
o como ese silbato tan largo de los trenes
que en la noche me deja con insomnio.

Se acerca el mes de agosto.
El tiempo es implacable y la distancia inmensa.

Amor a destiempo

Te pude haber amado en otro tiempo,
en otro espacio, donde revolotearan
trémulas avecillas por toda nuestra piel.

Te pude dar mis noches de vigilia
y beberme contigo tantos amaneceres
rebosantes de amor;
pude haberme robado de tu boca
el café matutino sacándole lo dulce.

Pudiste haber vivido mis locuras, mis celos
y toda la ternura que crece entre mis manos.

La flecha de Cupido equivocó su rumbo
alejando tu vida muy lejos de la mía,
donde solo me piensas y me sientes
dentro de tu memoria.

Hemos llegado tarde
y tuve que inventar que no exististe,
caminar y alejarme con una caja llena
de pajarillos muertos, sacudir mi cabeza
para sacar tu voz que continuaba
colmándome la mente, sacándome alaridos
repletos de silencio.

Me tuve que quedar colgando en el camino
como tú me encontraste tan hueca y tan helada.

El verdugo

El reloj fue el verdugo. Asesinó las horas
que pudieron ser nuestras.

Solo dejó las huellas y el sabor
de gotas de café y jugo de naranja,
prendido en nuestros labios.

Fue la magia del alma,
la que hizo coincidir tus ojos con los míos,
momentos perpetuados quizás solo en mi mente:
tu espalda al alejarte y el eco de tus pasos
se unieron al bullicio,
mientras que yo abordaba el bus de la rutina.

Nos fuimos sacudiendo la locura
del choque provocado por mundos diferentes,
quedando solo el puro sentimiento
con tu nombre y tu número
grabados en mi móvil.

A veces yo te sueño como una lluvia fresca
de recuerdos vintage,
y en mis sueños camino hacia el espejo
para así ver tu sombra que siempre me acompaña
desde que coincidimos.

Y, como en un déjà vu,
siento que si trasnochas debe ser que me buscas
en el aire que llega de tu norte
o en tu terrón de azúcar diluìdo en mi boca.

Quizás en el calor que aún conservo
del hueco de tus manos.

Eugenia Díaz Mares

Ese beso

Se encontraba oxidada la chapa de mis labios
por besos carcomidos de nostalgia,
cuando un día cualquiera me besaste
como ya no lo hacías en cada despedida.

Hurgaste con tu lengua la humedad de mi boca.

Bebiéndome tu anhelo
yo me asomé  al espejo de tus ojos
y me vi jovencita junto a ti,
descubriendo misterios en el pequeño mapa
de mi cuerpo.

Y me encontré mi imagen
en un rompecabezas cuando mudé de piel
sacudiendo tus huellas.

Continuaste insistiendo con caricias
hasta sacar el mar incontenible de mi ser
humedeciendo surcos.
Sin quejas ni reclamos
yo me vi tan mujer:
Serena, muy madura,
desnuda, sin barreras, derretida
con tu fuego corriendo por mis muslos.

Entonces me di cuenta
que podía borrar las cicatrices;
porque soy fuerte,
soy agua que destruye
diques en el camino,
y  me dejé amar hasta el cansancio.

Eugenia Díaz Mares – México

Clouds by Monika Schröder

Una reflexión

Lección de vida y muerte

Diciembre del 2019 un nuevo virus afecta a China, Coronavirus los noticieros comunican todos los días las actualizaciones de cómo va afectando a toda la población acompañadas de impactantes imágenes.
Pero esto sucedía en China un lugar muy alejado de nosotros.

Me daba pánico y tristeza ver lo que estaban sufriendo y al mismo tiempo alivio porque no pasaba por mi mente que este virus también nos pudiera afectar.

Pero sucedió.

Una mañana de febrero de este 2020 dieron la noticia del primer caso de contagio del coronavirus en México.

Llegó con suavidad, como cuando el mar está en calma y humedece las playas con delicadeza.

Era solo el inicio, un preámbulo del terrible tsunami que pronto nos golpearía.

De pronto nos vemos obligados a permanecer en casa, sobre todo las personas de más riesgo.

En mi caso que tengo diabetes y estuve enferma de neumonía, así que tengo que extremar más los cuidados.

En casa solo estamos mi esposo y yo con nuestros tres perritos chihuahueños sintiendo el peso de la soledad acompañada de temor. Ya no podemos ir al parque a ejercitarnos; nuestros perritos no entienden el porque ya no los sacamos a pasear; el Coronavirus nos ha cambiado la vida.

Mi hija trabaja en un hospital de la Secretaría de Salubridad; está en una zona de riesgo y por mis problemas de salud no viene a casa; solo nos comunicamos por video llamada.

Me preocupa mucho que vaya a contagiarse. Veo cómo a muchas personas las han enviado a trabajar desde casa, pero mi hija tiene que acudir a su área de trabajo y eso nos llena de temor y angustia. Ya tenemos quince días que no la podemos abrazar ni darle un beso.

Me llena de impotencia ver como va afectando en la economía a todos en la familia, sobre todo a los que trabajan por su cuenta como mi cuñada que trabaja en una financiera y no puede andar en las instituciones promoviendo los préstamos; a mi hermano que tiene un negocio de tacos frente a un panteón que cerraron por la contingencia y él también tuvo que cerrar por falta de clientes; a mi cuñado que es taxista y tuvo que entregar el coche porque no hay pasaje y no saca para pagar la renta; a mi esposo que es pensionado y tuvo que hacer compras de abarrotes con el dinero que tenía para el resto del mes porque está escaseando el alimento y lo están aumentando de precio.

Las autoridades de salud hoy en el informe avisaron que ya no podían estar ocultando a la población la situación. Nos dieron el recuento de contagiados en la ciudad donde vivo según la estadística que tiene la Secretaria de Salud y son 60, pero a partir de hoy agregaron 37 más que se hicieron el examen en hospitales privados y lo habían estado ocultando. En total son 97 enfermos. Tenemos más que la ciudad de México que tienen 44. Así están las cosas con nuestro gobierno y sus mentiras.

La economía es otro virus que viene hermanado con el Coronavirus y nos afecta a todos.

En la familia ya hay dos personas contagiadas por el virus. Que Dios nos proteja, perdone y tenga misericordia de todos en el mundo.

Cada noche doy gracias por el día que pude disfrutar, con lo bueno y lo malo, y ruego a Dios que me permita ver un nuevo día en compañía de mi familia con salud; pido por todos mis hermanos en el mundo que terminen las guerras y haya un plato de comida para todos.

Yo he vivido la experiencia de una guerra con la muerte que se llevó a mi hija, pero esto del Coronavirus me sobrepasa. Es como una película de terror. Se me hace un nudo en la garganta al saber que están muriendo solas las personas contagiadas, muriendo sin poder despedirse de sus familias. Esto es algo doloroso muy difícil de superar.

Estamos viviendo una dolorosa lección de vida.

Ojalá podamos aprender de ella y ser mejores seres humanos.

Eugenia Díaz Mares – México

Poemas escogidos

Rose by Peggy Choucair

Gracias, a tantas cicatrices

Aprendí a dar las gracias a lo que me ha quebrado,
a tantas cicatrices que me hicieron crecer
de adentro para afuera,
a las cosas calladas que hicieron explosión.

Recogí los pedazos doliéndome los brazos
y me abrace tan fuerte hasta escuchar la risa
de la pequeña niña hoy ya mujer madura
y le dije ¡te admiro!
no más explicaciones,
no permitas que apaguen el pequeño fulgor
que te guía a las sombras de todas tus etapas.

Ahora que regresas y has crecido,
no te apenen los restos que yacen a tus pies
son del frágil capullo que siempre te sostuvo
en tus penas y crisis hasta emprender el vuelo.

Quédate cree en ti y en la potencia de tu voz.



El breve roce de tus labios

Permanece prendido en mi memoria
el roce de tus labios,
y dentro de ella surge tu voz invitándome
a perder la cordura volando con el alma.

Vas saciando la sed que hay en mi piel estéril,
como un beso de luna pegadito en mi pecho,
bajas con su reflejo entre mis piernas
y en silencio, con hondas espesuras derribas la frialdad

Me regresas lo azul con un suave preludio
que hace mecer mi cuerpo entre aroma a jazmines,
humedeciendo todo con el diluvio intenso
que en mi mente provocas cuando te haces presente.

De vuelta a la rutina,
vuelvo a hacer un ovillo los recuerdos,tu sombra
y el embrujo, teniendo amaneceres
con la melancolía adherida a mi espalda.