Solange Schaffino – Chile

Un poema

Imagen by Tom Gralish
Cifra

No sé tu nombre
ni si alguna vez tu rostro
fue abrigado en un regazo.
No sé tu dirección
pero sí conocí la casa
donde te aisló este mundo.

Hoy sé de tu horizonte breve
y de tu hambruna tan cerca del trigo.
Que tenías cuarenta y cuatro
quién sabe si familia
y alguna pertenencia tapada en una bolsa.

Me pregunto a qué virus le temías,
si más a esta pandemia
o a la ciega distancia
a la que confinamos tus zapatos.

Pero te hiciste visible en una cifra
e intento tu lugar como si en algo remediara
trazarte aquí en mis ojos
hoy que eres el octavo de la lista que más duele
y nadie en tus retinas, ¡ah paradoja!
cuando ahora que estás muerto,
finalmente te sumaron.


* A un hombre en situación de calle, fallecido ayer en la 7 región. El 8vo.

Solange Schiaffino – Chile

Poemas escogidos

Imagen by Enrique López Garre

El muriente

Un vilano atraviesa las ventanas
y se graba un vitral en tu cabeza,
rapada, con su cruz venosa adentro
estalla en haz de fulgores villancicos
como arterias que brotan navidades
en el desierto de tu carne.

Memorias y pensamientos se elevan,
huyes del mundo al vapor de una lágrima,
del sol mecánico que te respira
y oscurece en tus párpados
el pianito de tu hijo:

– no tengo miedo –
hablaste como tres gotas de suero cayendo
hasta abrazar nuestra vigilia de diciembre,
porque la muerte no se posterga
ni aparta al dolor de su precipicio.

Las luces digitales nos confunden,
¡cuánta fe innecesaria es todo esto!
No estaba el celeste en la pared
ni importaban los belenes,
mientras aquella maquinaria
…….. inútil
apagaba las últimas letras
que escribió tu corazón.



Quiero

Quiero una manta de lana suave como tu boca
para entibiar esta pena, que a pesar del invierno,
no combina con el frío
ni con el quiero un chocolate,
abriéndose lentamente al sabor del tacto
que tanto añoro.

Quiero abrir los ojos sin que el sol me duela
y extender mis brazos hasta reconocer idiomas
de las no palabras, no ternuras y no risas,
de cómo, a pesar de todo, arropa aquella frente
sobre la almohada,
de cómo quiero mirar más lejos
o traspasar la neblina en las promesas
que se agrietan como una duda
derramándose a punto de hacernos aguacero.

Que sea posible unos ojos mirándome
mientras desato mi cabello y que se sacuda en la caricia
libremente como el oído
cuando cobija la lágrima o este abrazo
que nos late y me fecunda
porque quiero.



Como quien juega

«Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura
ché la diritta via era smarrita.»
(Dante Alighieri, Divina Commedia, Inferno, Canto I)



Se hace tarde.
Los treinta y cinco se tropiezan
con tantas puertas abriendo laberintos.
«Reniñez»* la llamaste, Gonzalo.
Hoy lo saben estos ojos.

Desde las pupilas – dicen –
parten las formas de una huida,
un viaje o un sueño.

A veces, como si descendiera con las calles,
con ésas que tienen su fin
allá adelante frente al mar o las nubes
escucho «que me parezco a todos los caídos»,
mientras regreso de soñar,
latigada de sol, justo abajo,
para dar la espalda a las alturas.

Y no sé decir
cómo hubo paraíso sobre este derrumbe,
sobre la tierra que las horas dejan.

Entonces, mujer o reniña,
«era tu momento» – eco tuyo –
profundo, de barro,
más abajo, más cielo
soy no más,
como quien juega libremente a ser lo que quiera.


* Reniñez: Palabro de Gonzalo Rojas, con la que describía su periodo de vuelta a la infancia en plena vejentud. Un genio poético a quien dedico este poema con el que en el 2001 respondí por primera vez a su eco.

Solange Schiaffino – Chile

Dice de esta poeta chilena el autor argentino José Emilio Tallarico

“Antes de la palabra estuvo el gesto, y en ese gesto había una pregunta. Perplejidad y asombro fueron imágenes atravesadas por la vida. Por eso la Poesía, al trabajar con los primeros impulsos, es decir, con la ignición del lenguaje, coloca en un segundo plano las formulaciones clásicas que suelen requerir las certezas. ¿Cómo entender los estados de atención desarrollados por la autora, o la confrontación que entre el ser y el estar promueve buena parte de su poesía, si no se ingresa a ese ámbito donde la lejanía y el temblor prevalecen?

“…y no sorprenderse,

alfarera,

de girar en el centro del torno

como modelándose aquí

de tanto allá”

Rotación/ traslación: he aquí un ejemplo del movimiento paradojal con que nos toparemos en buena parte de sus poemas.

Porque la poesía de Solange Schiaffino, delicada, pero además fuertemente comprometida con su entorno y con los otros, acusa las marcas de una tensión metafísica que no se ve con frecuencia en los poetas de su generación. En este sentido es necesaria. Pero en particular lo es por su calidad de intensa y entrañable.

Hay color en su voz; un color que nos dice y reconoce. Como si en otro lado sucediera y se dijera cerca, muy cerca”.