IN MEMORIAM

El lado de doler – Morgana de Palacios

Diluvia en Benarés

Diluvia en Benarés. El horizonte
camina por delante de mí misma,
inalcanzable niebla que se abisma
donde lloran los ojos de Caronte.
Donde habita el silencio, tras el monte
de la desolación, Benarés sueño
con monzones de lirios, con el dueño
del lupanar febril de la belleza.

Cerrada por olvido: soy Tristeza
y Dios…es tan pequeño.


Yo huelo a Benarés cuando anochezco
desolada de lluvias y monzones
y me disuelvo en llanto a borbotones
y del alma a la boca desfallezco.

Huelo a flores luctuosas, a abluciones
con el agua sagrada del quebranto
a pan en el tandoori del espanto
y a la cúrcuma roja del dolor.

Yo huelo a Benarés cuando el amor
me cierra la esperanza a cal y canto.



Cuanto más hablo más muda me siento
más recóndita digo, más me escondo
al final de mi misma, más ahondo
en el rito de serme. Pozo cruento
el silencio vigila descontento
el soez griterío de mis venas
y quiero ser silencio por las penas
de esta noche de rostros disecados.
Silencio de cuchillos afilados
que me pudran la voz con sus gangrenas.


Sentirse Benarés de Ganges moribundo,
hervidero de ideas, oscura Varanasi
poblada de despojos y luminarias, Kaasi
donde arden las piras del ego más profundo.
Morirse en Benarés, crematorio del mundo
y reencarnarse en miles de versos anunciados
por cósmicas mujeres sin culpas ni pecados
con la boca de pájaros y el espíritu en vuelo.
Pavesas bajo el cielo
de los desamparados.

Ámbitos de Tin Iggi

Mientras sueño a Tin iggi
recuerdo el frescor en la maraña albada de tu pelo mojado
y abro las claves de esta boca, hoy por hoy inútil,
suspendiendo la voz.
No la escucho.
Se retuerce atrapada en la jaula donde llueve tu nombre.

Esa lluvia pierde la oportunidad de los himnos
a los que ya no regresaremos,
porque el Sahara,
–no como aquella vez–
negará su tormenta de derbakes sobre el cobijo de la vieja jaima.

Te asustaba montar en el camello oscuro.

Y luego, sobre esa nave hecha toda de oleaje,
reías como una niña que al fin descubre que puede cantar
porque la felicidad regresaba la lágrima a tu boca de dátil.

Reías bajo mi tagelmust y ocultabas en índigo tus ojos de marea.

Yo observaba tu mar con un éxtasis roto.

Los dos hacíamos del mal destino un ancla
y jurábamos sobre cada mensaje
buscar en todas las costas las botellas que los contenían
echadas a las idas y vueltas de la patria que éramos
el uno para el otro,
extranjeros del tiempo en el tiempo de reos de la vida.

Te asustaba montar en tu camello oscuro.

Peludo animal indócil, le decías, cuando le sobornabas con dulzuras
esa tristeza lánguida de la mirada que lo ha visto todo.

Yo me negaba a cerrar los ojos porque estaba seguro
de que huirías por el puente de la luna,
con mi única estrella en la luz de tus manos.

Así es que me he quedado en el desierto
de este cuarto de hospital que arde
mientras otro simún despedaza la jaima

una vez más.

Te extraño
como si nunca hubieras existido.

Gavrí Akhenazi

ESOS DEBATES

Sobre una décima de Isabel Reyes Elena y contrapunto

Imagen by Mylène

Origen:

La incoherencia es la norma
de aquel que nunca es capaz
volar alto cual rapaz
y con todo se conforma.
Pues son sus vuelos la forma
de no mostrar la ignorancia,
mas siempre haciendo jactancia
de la oscuridad del verso
obsceno a veces, converso
en salvaje extravagancia.

II

En su lengua de serpiente
ya no cabe más veneno,
su boca no tiene freno
y todo aquello que cuente
es producto de una mente
que nunca está en sus cabales,
sus discursos, anormales:
lo mismo da una sardina
que una vieja con sordina
y es el menor de sus males.


Contrapunto:

Más que ignorante, maligno
parece ser el mentado
que merece tal dechado
de insultos de un mismo signo.
Seguro que soy indigno
de limpiarle los zapatos
a este señor pelagatos,
pues con tanta jerarquía
coronas con tu poesía

al rey de los mentecatos.


Observación sobre poema de origen

Me parece que en estos versos

de aquel que nunca es capaz
volar alto cual rapaz

falta una preposición «de»: «capaz de volar…»


Réplica:

La elipsis de la preposición está admitida en poesía, y además si se añade la «de» se sale de métrica, no sería un octosílabo.

Observación sobre poema de contrapunto:

Advierto en su décima una sinéresis que a mi oído resulta forzada:

pues con tanta jerarquía
coronas con tu poesía
al rey de los mentecatos.


Réplica:

A raíz de tu respuesta he revisado un poco, y no me sorprendió comprobar que Salvador Rueda y Miguel Hernández hacen sinéresis en «poesía»: me quedo tranquilo.


Observación sobre el poema de origen:

Choca mucho la elisión de la preposición en el 3er. verso de la primera décima.

Suena mal, forzada, ya que es una elisión impropia dentro de la construcción que la incluye y no hay nada que funcione como sustituto. Opción: de altos vuelos cual rapaz.

Reflexión fonética 1:

En realidad, ha pasado mucha agua bajo el puente y si bien la norma gramatical señala que las vocales fuertes o abiertas son hiáticas entre sí cuando confluyen dentro de un vocablo, en el momento en que la norma se elaboró ni la fonética ni la fonología tenían el peso que ahora tienen y las reglas de idioma iban en una función más direccional sin respetar las diferencias de localía, ya que cuando se sistematiza, se sistematiza al bulto y las excepciones se engloban dentro de ese bulto.

Así que el justificativo de que Juan, Pedro o Magoya use diéresis o sinéresis en determinadas conjunciones vocálicas no es una «excusa» válida per sé, sino que responde a que tanto la diéresis como la sinéresis son fenómenos fonéticos que pueden encuadrarse perfectamente como hechos del habla en quien las emplea.

Esa es la realidad.

El que es hiático o dierético, leerá una sinéresis reprochable si el que la utiliza es sinerético o antihiático y eso es independiente de que la haya usado o dejado de usar algún prócer de las letras.

Es muchísimo más sencillo justificar el asunto en base a la verdad: la sinéresis es un hecho del habla que ocurre no solo en Latinoamérica sino también en varias regiones de España y la diéresis, otro tanto. Eso es lo real.

En casos como este, es más necesaria una explicación científica de la lengua, basada en estudios fonéticos y fonológicos, que ampararse en lo que tal o cuál hayan hecho en un determinado momento y en un determinado poema, ya que el que es sinerético hará sinéresis «siempre» (aunque ningún sinerético hace en la práctica oral todas las sinéresis que parecieran serlo y ahí sí entra tangencialmente la norma acentual de la curva sonora) y no como una elección para cuadrar metro, igual que hará diéresis el dierético.

A uno y al otro les sonará horripilante lo que no entra en su vocalización natural pero la realidad es que la vocalización existe, que existe la fonética natural de cada región y que, como vengo proponiendo hace ya demasiado tiempo, hay que leer no solo al poeta sino a su región y a partir de allí, entender por qué lo que disuena a unos es natural en otros.

La lengua es ciencia pero el sentido común no le viene mal a nadie.


Réplica:

No hay, que yo sepa, estudios de fonética y fonología que hayan avanzado decisivamente en este tema: entre tanto, seguimos escribiendo y opinando.


Reflexión fonética 2:

Por difícil que parezca asumirlo, la fonética y la fonología han tenido siempre un peso definitivo, aunque bajo los nombres de prosodia y ortología.

Esa norma gramatical que supone límites silábicos entre vocales «fuertes» viene de interpretaciones erróneas de la Escuela de York (Beda el Venerable y su panda), que carecían de referentes orales porque ya no quedaban hablantes de «latín» en Britania cuando ellos determinaron que la diferencia entre latín escrito y el romance que se seguía hablando en otras geografías se correspondía con que el escrito era modelo del hablado (y no viceversa), y consecuentemente decidieron que si una vocal era descrita como larga y otra como breve, era porque una duraba dos tiempos y otra uno, y, a partir de ahí, ¿cómo iba a ser posible que dos vocales ocupasen un solo tiempo, menos aún si una de ellas era larga?

Dispersados los centros de estudios latinos de Italia e Hispania por las invasiones, York quedó como meca del saber. Alcuino (de York) fue contratado por Carlomagno para instruir a la aristocracia franca en el «latín» que supusieron «de los romanos auténticos» (para fundamentar su mando, los francos inventaron genealogías que los entroncaban con los patricios fundadores de Roma), que aprendieron como lengua extranjera a partir de suposiciones basadas en la escritura; al romance o latín nativo que hablaban los galorromanos lo denominaron «vernáculo» (habla de esclavos).

[Imaginad a un francés suponiendo que tiene que hablar según la ortografía de su lengua, articulando cada letra; o a un inglés. Pues ese mismo despropósito siguieron los carolingios con respecto al habla latina, y además tuvieron el descaro de decirle a los nativos que su propia lengua, en realidad, se hablaba así, pero que ellos como nativos eran ignorantes].

El mester de clerecía sigue el precepto yorkiano (foráneo) de escandir separando vocales en sílabas distintas («sílabas contadas»), contrariamente a la lírica popular que seguía el precepto latino (autóctono) que tiende a la sinalefa y la sinéresis naturales en latín y en las lenguas romances.

Por influjo de la Escuela de York, a través de las Reformas Carolingias, se mantuvo durante el medievo una idea del latín como modelo de dicción (y escansión) hiante. Nebrija, en su segunda parte de la Gramática, todavía entiende que cada vocal tiene una duración temporal y que por tanto lo «correcto» debería ser mantener cada vocal en una sílaba distinta, aunque observa que en la realidad no sucede así.

A partir de los preceptos yorkianos, la gramática ha solido considerar las vocales como entidades con independencia silábica, aunque los tratados de prosodia y ortología (y la práctica versificadora) registraban lo contrario.

Las Academias de la lengua están próximas a desdecir el juicio normativo que han mantenido (con altibajos) hasta ahora acerca de las combinaciones de vocales.

Intervienen: Isabel Reyes (España)- Jorge Busch (Argentina) – Eva Lucía Armas (Argentina) – Gavrí Akhenazi (Israel) – Antonio Alcoholado (Indonesia)

DÉCIMAS

Antonio Alcoholado – Reino Unido

Mañana

1

Aspira el monte
a no quedar tan lejos
del horizonte.


2

Sin saber que aprendería
más de lo que se enseñaba
(más de lo que se esperaba),
decidí marcharme un día.
Y así vivo, todavía:
pasajero, deambulante
para siempre en el instante,
propietario de mi olvido,
soñador empedernido,
el camino por delante.

3

Vivo sueños, sueño vidas
cuando toca y a deshoras:
genuinas, impostoras,
ejemplares, divertidas,
hasta el fin comprometidas
y también indiferentes,
cándidas e irreverentes…
Y aunque andar así me gasta
tanto tiempo que no basta,
seguirán insuficientes.

4

Queda todo por delante:
queda empeño, desaliento,
otro sueño, un nuevo intento,
otro paso hacia adelante
en la búsqueda constante,
larga noche, inmenso día
en perpetua correría
tras la suerte, solamente
para verte, siempre al frente
y alejándote, Utopía.

5

Tiene la arena
afán de transparencia,
luz en las venas.


6

Siempre estoy agradecido
de tener salud, cultura,
un poquito de cordura,
alas, viento y más de un nido,
días llenos de sentido,
este corazón que siente
con su pulso diferente,
mi repertorio de sueños
grandes, medianos, pequeños…
tengo más que suficiente.



Morgana de Palacios – España

No miento

(Décima antigua propia de los cancioneros medievales)


Llega, si llega, diciendo
lo que no dice ninguno
con el descaro lobuno
de quien más me está queriendo.
Con la letra malherida
me hace un traje a la medida
para vestir mi desnudo.
El ángel del ala rota
sobrevuela mi derrota
y se olvida de que es mudo.

Mi obseso de oscuridades
de claridad me acomete
para poner en un brete
a mis clandestinidades.
Si habla por mí, mi boca
despliega un alma barroca
y se la ofrece al mordisco,
pues lo nuestro es una guerra
con los pies sobre la tierra
y el corazón levantisco.

Porque no me tiene miedo
mi verso nunca le miente
cuando va del beso al diente
o lo elige como credo.
Mi más íntimo enemigo
no me escatima el castigo
que implica su realidad,
mas como sé que se apuesta
la letra en cada respuesta
le pago con mi verdad.



Gavrí Akhenazi – Israel

Todos los días son De los Difuntos

El Día de los Difuntos
llueve sangre sobre el día
llueve con pura porfía
sangre de muertos adjuntos.
Llueve. Son las muertes untos
que esparzo en la llagadura.
Muerto voy sin sepultura
con tanto muerto inocente
y muerto doy el presente
en un mundo de locura.

¿De qué te quejás princesa
en tu mundo de papel?
¿Se te marchitó un clavel?
¿La salsa te salió espesa?
Vivir es una proeza
que merece su respeto,
porque vivir es un reto
y en tu mundo hay luz brillante.
Hay otro mundo distante
donde Dios murió de quieto.

Vengo de la oscuridad
con la blasfemia en los dientes
mordiendo a los indolentes
malditos de liviandad.
Vengo de la mortandad.
Llegue un día de Difuntos
a morir con muchos, juntos,
y por más que siga vivo
la muerte es un adictivo
que gana todos los puntos.

Morir por morir se empieza
o se empieza por matar;
se estrena prostibular
toda agalla en su entereza.
Los moridos de riqueza
misérrimos por doquier
van sin morir ni entender,
parias de la circunstancia.
Buitre no aprende constancia;
te almuerza… sin fallecer.

Tiros de gracia y gusanos
niños y mujeres muertas
pobre, ricos, lindos, tuertas
en manos de los insanos.
Ya no creo en los humanos
no creo en los elefantes
ni creo en tantos distantes
descreo de Dios y el Diablo
y descreo del vocablo.
La vida no está adelante.

La muerte si. Tanta junta
tanta sin ton y sin son
como un burdo diapasón
que invoca una marabunta.
Igual. Nadie se pregunta
si tiene acaso un hermano
si algún hombre le es cercano
por afuera de su ombligo.
Soy ira y dolor. Maldigo
a todo el género humano.

ARREBATO (TANTO EN BROMA COMO EN SERIO)

Delirios

Morgana de Palacios – Gavrí Akhenazi

(décimas)

Tú te anticipas, yo actúo
cuando no tiene remedio
y están los ojos del tedio
fijos en mí, como un búho.
Hasta que me desvirtúo
con mi vestido de insecto
y llego al fín del trayecto
gris, desvalida y opaca,
no salgo de la cloaca
ni me alzo en vuelo perfecto.

Duermo poco, tengo afán
de permanente vigilia
y el sueño de mí se exilia
con despechado ademán.
Sólo despierta el desván
de los sueños se me ofrece
y es entonces cuando crece
– con qué infinita paciencia-
la flor de la efervescencia
que entre mis versos, se mece.

Y deliro, como tú,
arrebatada la frente
más fría si más ardiente,
dúctil caña de bambú.
Plumita de marabú
vilano de cualquier viento,
cosquilla del sentimiento
que se ríe de sí mismo.
Deliro mi agnosticismo
con la fe del irredento.

Morgana de Palacios


Si te digo piel de musa
me rebanás el garguero
y prefiero otro entrevero
que morir bajo esa excusa.
Para la ruleta rusa,
me toca siempre la bala
así, en tus manos, resbala
mi cerebrito licuado.
Y tu verbo, ensangrentado,
en su pasión se acristala.

Pero es verdad que mi rumbo
va siguiéndote el donaire,
silbando bajo, al desgaire,
como mosquita, te zumbo.
Y si me amenaza el chumbo
de tu mirada esmeralda,
tu corazón rojo y gualda
contra mi blanco y azul,
sé que no ves un gandul
olisqueándote la falda.

Porque aunque todos te digan
que yo no soy para vos,
que sos buena y yo feroz,
nuestras semillas, espigan.
Las pasiones desobligan
a lamentar tanto muerto
y a descabezar al tuerto
que escupe malas miradas.
Con las almas anudadas
cruzamos cualquier desierto
.

Gavrí Akhenazi


Si me dices piel de musa
te condeno al ostracismo,
que es un término en sí mismo
del que hasta el más tonto abusa.
Por debajo de la blusa
se me «alergiza» la piel
cuando veo en el papel
el nombrecito de marras.
Me gustas más si desbarras
saliéndote del riel.

Anda, no delires tanto
ni te busques más problemas
que mi nombre en tus emblemas
aumentará tu quebranto.
Precisamente el encanto
que tiene la situación,
es que somos en función
de cómo se mueva Eolo,
ajenos al protocolo
que requiere cada unión.

Que eres tú mucho poeta
y no te hace falta alguna,
cualquier musa inoportuna
que quiera darte la teta
y luego te comprometa
a serle fiel de por vida,
cerrándote la salida
para el verso libertario.
Quita, quita. Solitario
te lames mejor la herida.

Para cruzar el desierto
mejor sin musa ni muso,
que ambos somos multiuso
en cualquier terreno incierto.
Con el pecho al descubierto
y el corazón al galope,
tendría que ser miope
para no sentirte cerca.
Soy altiva mas no terca
si el tipo es cinemascope.

Morgana de Palacios


Si me aguanta, le respondo;
pero más si viene fresca
me gusta su picaresca
y su garbo sabihondo.
No se me da el cante jondo,
pero a la pasión me entrego
y en el amor soy tan lego
como un dinosaurio fósil.
Aunque su verso es tan dócil
que me envuelve su dondiego.

Me tiene en muy alta estima
su pensamiento poeta
pese a que soy pura jeta
en asuntos de la rima.
No me hallo en la tarima,
señora de mis quebrantos
y asusto con mis encantos
la modernista vanguardia.
Sabe bien, pura metralla,
mato diablos, bajo santos.

Divertido por bocón,
rapidito en el negocio
de achurarle el tiempo al ocio
y alegrar su corazón.
Cuando me mande al rincón,
por zarpado y lenguaraz
va a extrañar mi mente agraz
en esta vida difusa.
Usted, mi pasión, mi musa,
yo apenitas, verbo audaz.

Gavrí Akhenazi


Tiene usted muchas pasiones
cordobés de pacotilla,
y yo estoy en la otra orilla
estrangulando emociones.
Siendo un As de corazones
lleva repleto el petate
de mujeres en combate
por su músculo cardiaco.
No me meta en ese saco
no sea que me arrebate.

A jetón nadie le gana.
¿De dónde saca, querido,
esa humildad sin sentido
que me deja en la ventana?
Con precisión cirujana
se cachondea de mí
clavándome el bisturí
-volviendo a llamarme musa-
en la dermis que, contusa,
tiembla como un alhelí.

Ays qué malo, malo, bicho,
de siete suelas, ladrón,
mosasauridae cabrón
que me pone en entredicho.
Retráctese de lo dicho,
que me jode el estandarte,
y se está jugando el arte
de la diversión conmigo,

pues me iré como castigo
con la música a otra parte.

Morgana de Palacios


Tan linda venía la joda,
compañera de quilombo,
que le iba a comprar el combo
a su enjundia de rapsoda.
Pero ya vio, está de moda
y en auge la boludez
del derecho y del revés
sin que se entiendan razones.
De punta, con mis tapones
ando partiendo clichés.

Se me encolmilla la risa
de animal de dentellada
cuando hiende la pavada
la verdad, sin cortapisa.
Yo, que vivo en la cornisa
del desastre y la tragedia
parezco la Wikipedia:
no hay guerra que no haya visto.
A veces no sé si existo
porque el mal, no se remedia.

Entonces, soy un iluso,
todavía un serafín
que va de uno a otro confín,
ya desalado, contuso.
Pero ¿sabe? me rehúso
a resignar la bandera
y aunque así mi vida entera
sea un profundo fracaso
no me arrodilla el ocaso.
Sueña la paz, mi quimera.

Gavrí Akhenazi


Uno intenta ser amable
como vendedor de tienda,
por ver si el errado enmienda
del verbo lo reprochable.
Asertivo y agradable
hasta que la mala baba
de la prepotencia acaba
con la paciencia más pura.
Nunca fue Literatura
lo que tu escritor soñaba.

Y se te afila el colmillo
y las uñas se me afilan
y los ojos que vigilan
las estancias del castillo
se vuelven torvos cuchillos
para proclamar verdades.
No sé si son las edades,
las experiencias, el mundo
y lo que tiene de inmundo
lo que mata libertades.

Al final, la realidad
llega con su cara acerba
y consigue que nos hierva
la sangre a su voluntad.
Ni siquiera en la ciudad
de la Utopía perece
la hipocresía que crece
entre mansedumbre escrita.
¿Quieres verdad? Dinamita
el ego cuando aparece.

Morgana de Palacios

LOS CANTARES DE ALCOHOLADO

(Décimas tradicionales y experimentales)

Imagen de Roman Kogomachenko en Pixabay

Iniciación

Lo real, lo imaginario,
lo que dicta la memoria,
lo que calla (o no) la historia,
lo común, lo extraordinario,
lo mismísimo y contrario
tan igual y tan distinto,
lo sabido por instinto,
las creencias heredadas…
todo minuciosas nadas
al salir del Laberinto.

El propósito del viaje
no es marcarme, yo, la ruta:
Luz y Sombra, en su disputa
por dominar el lenguaje
de este onírico paisaje,
van mostrándome caminos
en los de otros peregrinos,
y mi paso se restringe,
inconsciente, hacia La Esfinge
de los aciertos divinos.

No es mi rumbo y es mi huella,
y, al pisarla, escucho en ella
ecos del saber futuro
(equívoco, ambiguo, impuro)
que a mi alrededor resuella
y me empuja en el declive
hacia aquello que me encuentre,
a tropiezos, en el vientre
de la gruta donde vive
la voz que se desinhibe.

Y ya abajo, vacilante,
me asomo al borde del charco
que a mi imagen da su marco
y conozco, en ese instante,
a La Esfinge, en mí, delante:
mi rostro, en su doble anexo,
se ve, en el agua, inconexo;
mi sonrisa, enajenada;
mis ojos, no mi mirada;
y mi cuerpo, en otro sexo.

Y La Esfinge canta: «Quien
halla respuestas conmigo,
olvida lo que le digo.
Vienes sin recelos, y en-
tre miedos te irás. Si hay cien-
tos de intentos cruentos (reco-
vecos, sueños presos) sé co-
mo un mal sol y un buen planeta:
si la luna ves completa,
has vaciado tú su hueco».

Aturdido, le pregunto
qué conocimiento esconde
su mensaje, y me responde:
«Comprenderlo no es tu asunto.
Solo escucha, olvida, y punto».
Su mirada aún embruja
desde el agua, en fuerte puja
mientras que la superficie
va dejando que se vicie
esa faz que desdibuja.

Y vuelve a verse mi cara
solamente mía, todo
yo, solo yo y, de ese modo
medio yo, partido para
siempre en la mitad más rara.
Y entonces, en la experiencia
de lo vacuo, en mi dolencia,
fuera de la gruta encuentro
que he sacrificado, dentro,
lo mejor de mi inconsciencia.

Ni dormido, ni despierto,
retrocedo en el abismo
de mi viaje, con el mismo
ingenioso desconcierto
que me guía en el desierto
y me deja más perdido,
inseguro y decidido,
desnortado, firme, lento,
vigoroso y soñoliento,
ni despierto, ni dormido.

Es el estado inconcluso
entre las contradicciones,
esta ley de oposiciones,
lo que da sentido incluso
al sendero más confuso:
adelanto en el atraso,
alegría en el fracaso,
indulgencia y voluntad;
pues la ilógica verdad
se discierne paso a paso.

Paradójicos vecinos
y ya perpetuos soportes
en su baile de consortes,
atento a mis desatinos
y a sus efectos perversos,
yo los sigo: dos caminos
paralelos pero adversos
que son uno, en mí enlazados:
Sombra y Luz, a los dos lados
y, delante, el universo.

Selección de poemas de Silvio Rodríguez Carrillo

Viene a mí

El amor, sustantivo que esquiva mi boca,
atropella los blancos que visten el libro
de combates a muerte que cargo en los ojos
heredados de selvas y ríos granates.

Tan sencillo vocablo, jazmín que no muere,
se me instala en el medio mortal del silencio
que, sin música, danza en mi pecho sus números
sabedores de versos, de jueces y biblias

Con temor me confieso enfrentado a la sombra
de un pasado que busca la triste pobreza
y un futuro terrible de fuerza que tiende
a lo bello del puño venciendo de un golpe.

En camino a mis labios, al gesto sencillo
de mi mano tomando su historia, mi chica
se sonríe sabiéndome cerca, latiendo
en el antes del tiempo el después del presente.


Roma nunca cede ni fracasa

Yo trabajé tranquilo la alegría
que muchas veces traje a nuestra mesa,
y en silencio aprendí que no interesa
al tullido ninguna cacería.
Al que sólo le importa su valía
el brillo ajeno duele; le incomoda
que el triunfo pueda estar casi de moda.
Exulta entonces, firme, sus dolores
sus embustes nocivos e interiores
en los que cree, puros y sin soda.

En ese tiempo andado mi mirada
se fijó en la manera tan amable
en que te convertían en culpable
los que no laburaban la jornada.
La culpa, los prejuicios, ¡qué jugada!
y yo buscando premios, medallitas
que me negaban mentes no eruditas
porque «podría hacerlo mejor», claro
«si para eso estudiaste, qué descaro,».
En fin, mejor dos tetas infinitas.

Confieso que tardé más de la cuenta
en anotar la trama y confesarme
que yo lo permití, que ya vengarme
sería cosa inútil, mala venta.
Dejarlo diluir como una menta
que se pierde y se olvida, que se pasa
porque algo más me dice y sobrepasa
lo que fue y que pasó, porque seguimos
siendo menos los pocos que sentimos
que Roma nunca cede ni fracasa.


Pesas y medidas

Cuéntame las aristas de tu meta
para que sin errores determine
qué posibilidad de que germine
tiene -y sin palabritas de poeta-
.

Y mejor si me dices de los bienes
de la plata y del oro que con ganas
donarás en las noches y mañanas
por plasmar lo que portas en las sienes.

Mas si acaso no gustas de gozar de tus dotes
y disfrutas del arte de ignorar a quijotes,
ni por Cristo te acerques al que intenta, sin llave

abrir con disciplina las puertas de una nave
que lleva a la alegría del acto consumado,
del coito en la mirada del guacho sin pasado.

Selección de poemas de Eugenia Díaz Mares

Imagen by Tower Art

Un cigarro, oídos sordos

Qué ganas con ser pasiva,
si las tormentas te pegan
y las alas te las pliegan
de manera primitiva.
Buscas una alternativa
que apacigüe el vendaval
tener un día normal,
un cigarro, oídos sordos,
o el gorjeo de los tordos
para la salud mental.

O bien cedes en tu mente
y a tus miedos te regresas,
o marcando tus promesas
a tu pavor le haces frente
sin dejar que se alimente,
ni que esparza su amargura,
tan violenta y tan oscura,
que con sus demonios trate
y con ellos el desate
toda su furia futura.


Cerrojos sin combinación

Se me perdió el amor, y solo me ha quedado
el remanso de haberlo conocido.
Se me quedó impregnado ese aroma a maderas,
sabor a menta fresca que probé en su sonrisa,
la sensación del mundo entre mis manos
y su mirada fija agitando mis entrañas.

Con mi cuerpo de agua he mojado las calles
siguiéndole las huellas.
Él no me quiso gris, me quería fresca y verde,
me dejó con mis sombras en la oscura parada
del tranvía que partió.

¿Qué voy a hacer conmigo?
sí ha dejado cerrojos sin la combinación,
a mi piel con escarcha, mis voces silenciadas
con labios moribundos cómo las golondrinas
perdidas que no migran.


Ofrenda en el día de muertos

La gente dice que has muerto.
Nena mía, ellos no saben
que resplandeces y vives
como el sol todas las tardes,
que sigues siendo murmullo
de amanecer en los mares,
eres música y el ruido
alejando oscuridades.

Que ansiosa espero noviembre
invadida de saudades,
en un altar con ofrendas
flores, velas esenciales,
tu platillo preferido,
con mis lágrimas fugaces.
Celebrando el día de muertos
llorar es inevitable.

Ven a casa, mi pequeña,
te dejare las señales
que te indiquen el camino,
abriré los ventanales
para sacar el silencio,
la tristeza y soledades
hay mucha muerte en el mundo.
Perdona las novedades.

Yo sigo en recogimiento
esperando tu mensaje,
con maleta preparada,
y en mi corazón, finales.
En mi mirada el anhelo
de atravesar los zaguanes
feliz contigo del brazo,
muy lejos de los mortales.

«El culmen vanguardista», Eva Lucía Armas

Imagen by Anh Henry Nguyen

Qué asfixiante resulta su estulticia,
pipirigallo de inflexible gola,
que nada escucha más que su vitrola
ajustada a su ritmo y su impericia.
Hasta el mejor plantado se desquicia
oyendo sus rebuznos opulentos
fundados en nubajes flatulentos
decorados con falsas etiquetas.
Un vendedor de humo, un anti esteta,
con la lengua falaz de los violentos.

Un otario que abusa de su suerte
-porque de razonar, nada de nada-
y solo se dedica a la estocada
de un discurso que todo lo subvierte.
Es un jetita más ya que no advierte
lo cansina y obtusa que resulta
hasta su mala leche cuando insulta.
Insustancial, retórico, aburrido,
se cree innovador por retorcido
jugando a ser la rata sabia-inculta.

Mas repetido que puré de ajo,
no cambia sintonía ni a garrote
porque de estrecho peca su marote:
le cabe media idea a este burrajo.
De su raro disfraz ¿qué habrá debajo?
¿Un resentido, un infeliz, un mono
que lucha por ser hombre, tener trono
escupiendo en la boca de la gente?
No podremos decir que no es ingente
su vocación por mantener su encono.

Un inútil pazguato con dos copas,
que se las da de eximio transgresor
sin conocer de nada ni el olor,
mientras insulta nuestro guardarropas.
Payaso rellenado, solo estopas,
un triste comic de la misiadura
que juega a ser la voz anticultura
del fundamentalista, sin ideas.

Cuánta pena me das mientras te creas
el culmen vanguardista en tu chatura.

«De copas con Escocia», Gavrí Akhenazi

Imagen by Steve Buissinne

Que no falte la víctima, señores,
que somos puro gesto victimario
contra el que esgrimen como escapulario
las voces impolutas sus rencores.
Vienen de vieja data sinsabores
mal resueltos al pie de la palabra.
Vano intentar que el corazón se abra
y que pueda leerse en su interior.
Sinceramente, ya me da pavor
tocarle el caramillo a tanta cabra.

Siempre la queja a punta de plumero
como un hábito más que se prodiga
sin que haya gesto alguno que desdiga
esa repetición del cancionero.
Nunca un poco de humor, siempre aguacero,
siempre la moralina y la frontera
al pensamiento abierto y la montera
a lo que, transgresor, despliega el ala.
Es gota de veneno que hace gala
de conducta ejemplar por lo severa.

Así que aquí me encierro y hablo solo
con mis ganas de hablar conmigo mismo,
mientras me circunscribo a mi ostracismo
por mantener intacto el protocolo.
Que aunque sea león, conozco el dolo
que provoca mi zarpa si la extiendo
y por eso también me recomiendo
este retraimiento y esta purga.
Los huevos tengo al plato con la murga
y estoy cansado de ofrecer remiendo.

Al final, acá estamos, perdidosos
ya por hache o por be de la quejumbre
que obedece a su propia y sola lumbre
poblada de argumentos quejumbrosos.
Todos somos tan malos, tan mañosos,
tan pero tan, tan, tan hijos de puta
que nos place mirar que no disfruta
quien quiere disfrutar de su centrismo.
Qué generosa prueba de egoísmo
damos, cuando al centrismo se refuta.

Y nada viene bien, nada es bastante,
así que comprendiendo aquí la idea
dejaré de bailar con la más fea
y me iré con Escocia, en adelante.
Que bien ya me explicó con buen talante:
«hacerse a un lado trae beneficio
y deja de atraparte el maleficio
de contemporizar con lo inconforme,
que escribas como escribas el informe
para quejarse, hallará resquicio».

«Probando con décimas», Silvana Pressacco – Gerardo Campani

Imagen by Gordon Jhonson

Contrapunto a dos voces

Si no les gusta mi gente
que desfile en este ritmo
para probar su algoritmo
echen mano al repelente.
Me siento una delincuente
invadiendo estos terrenos
pero sé que son tan buenos
que aplaudirán mi coraje
aunque seguro es que raje
para salvar sus duodenos.

Silvana Pressacco



Te aplaudo por corajuda,
Silvana de mis afectos,
tus versos son tan perfectos
(que no quepa ni una duda)
que ni siquiera Neruda
pudo haber hecho mejores,
ni con rimas, ni con flores.
Pero eso del duodeno
resuena pelín obsceno:
sugiero que lo elabores.

Gerardo Campani


Cuando amanece en mis ojos
la mañana ya es adulta
pero enero siempre indulta,
duermo mucho y sin enojos.
¿De comer? pan con hinojos
pues no morirá mi gente
por comida insuficiente
ni por gula desmedida,
eso sí soy precavida
a las doce estoy ausente.

Silvana Pressacco



A la gula, sobriedad.
Así suele aconsejarse.
Y para despabilarse
y entrar a la realidad,
la receta es Voluntad.
En la virtud está el goce
del que la vida conoce.
Y la recomendación
(esto sí vale un millón)
es acostarse a las doce
.

Gerardo Campani

A este juego me han llamado
y aunque sea una novata
soy una vieja que acata,
creo que ya me han junado.
Un compañero callado
debe dejarnos sus versos
porque no soy de reversos
ni tampoco de rencores
menos con los escritores
que no huelen a perversos.

Silvana Pressacco

«De fanfarrones», «Corazones», Gildardo López Reyes

Imagen by Vinzenz Lorenz

De fanfarrones

Nunca faltan fanfarrones
que se vistan de poetas,
se sientan grandes estetas
plagiando versos simplones.
Claro, tienen sus razones:
calzarse de intelectuales,
cumpliendo simples rituales
de reescribir malos versos:
folios huecos sin reversos,
simples palabras triviales.

Genes creen tener ellos
de Baudelaire y Sabines,
pero fácil los defines
en patéticos Coelhos,
grandes poetas de aquellos,
que no tienen parangón,
puro poeta chingón;
sólo escribiente maldito.
Como Bukowski son hito:
no tienen comparación.

Les diré con gran zozobra
que estos farsantes del verso
tienen público diverso,
gente devota de sobra;
que no distingue una «obra»
de cualquier perogrullada,
gente que vive engañada
por merolicos virtuales,
payasos de carnavales,
y se conforman con nada.

¡Ay! nuestra pobre poesía,
le han mancillado la casa,
cualquiera entra y se propasa
con su vil bisutería.
Y entre tanta porquería
lo bueno queda escondido;
el talento ahí perdido
entre el lodo no se nota;
menos lo nota un idiota
por las redes confundido.


Corazones

Dicen que los corazones
se hicieron para romperse.
Es difícil de creerse
para cariños simplones
de amor sin preocupaciones.
Bueno, estoy exagerando,
y de amor no estoy hablando;
hablo de un cierto cariño,
del sentir de cualquier niño
que no ve a qué está jugando.

Amorcitos desechables
de tequieros inmediatos,
tornan cariños ingratos
al sentirse indispensables.
Amores banalizables
de corazones miedosos,
sentimientos pudorosos
que se dan sin entregarse,
no vaya uno a estrellarse
bajo cielos tormentosos.

Y mueran las fantasías
quebrando los corazones,
proveyendo mil razones
de prevenir agonías;
y enterrar las alegrías
antes que se hagan pedazos.
Y queden sólo retazos
de un corazón indefenso
con un temor tan intenso
que no puede abrir los brazos.

«Seis destellos profanos», Jorge Ángel Aussel

Seis destellos profanos

I
La chica se arrodilló
frente al altar de aquel hombre,
para rezar en su nombre,
cuando la noche cayó.
Su boca urgida se abrió
para pintarse los labios,
que pronto se hicieron sabios
en eso de confesarse
y de la culpa librarse
sin importar los resabios.

II
Su lengua de fuego eterno
enroscaba hasta al demonio
cuando daba testimonio
de ser reina del infierno.
Con ella frente al gobierno
ningún mortal se oponía,
y el mismo Dios la quería
rezándole una plegaria,
pues era una perdularia
que de oraciones sabía.

III
Quería ser bendecida
en la pila bautismal
del apetito carnal
que le da vida a la vida.
Quería ser sometida
a los deseos y antojos
del hombre que con sus ojos
la instaba a que prosiguiera
y fuera en él y viniera
con sus vastos labios rojos.

IV
Le gustaba provocar
en su papel de inocente,
como niña adolescente
que le falta madurar.
Le gustaba suplicar,
con un puchero en la cara,
que el profesor le enseñara
cómo tenía que hacer
para entregarle placer,
por más que lo recordara.

V
Las puertas de sus capillas
se abrieron a los pecados
y los lugares sagrados
murieron entre comillas.
Ella gastó sus rodillas
de tanto hincarse en el suelo
en pos de llevar al cielo
al prójimo venturoso
que en su cáliz espumoso
ansiaba remontar vuelo.

VI
Su rostro se transformaba
en el del ángel perverso
que ocultaba en su universo
de señorita aniñada.
Andaba así, disfrazada
de la madre superiora
y no veía la hora
de desgarrarse el vestido
para exhibir su tejido
de hembra profanadora.


Mordacidad lectora

Cómo me aburro, Ricardo,
leyéndote cada día,
en esta monotonía
de poemario bastardo.
Dónde se ha visto que un bardo
escriba sin un sentido,
por el hecho de hacer ruido
y nada más que por eso.
Pido un poquito de seso,
porque si no… me suicido.

Esto se está haciendo largo,
más largo que la pandemia,
sin una sola paremia
que rompa con el letargo.
Si no te cae un embargo
de nuestra administración,
es porque aquí la expresión
nunca ha tenido censura.
Pido un poquito de altura,
una puta reflexión.

«Décimo autorretrato bicéfalo», «Érase una vez en una isla», Ovidio Moré

Imagen by Enrique López Garre

Décimo autorretrato bicéfalo

No soy ese animal que se levanta
y lame sus heridas de postguerra,
y luego va arrastrando por la tierra
el típico disfraz que le suplanta.
Ni menos el iluso que se encanta
con visos de pueriles profecías;
los rezos, otras «trovas» y utopías
dejaron de vibrarme bajo el pecho.
Yo sólo soy un hombre algo deshecho
que escribe en un papel sus ucronías.


II


No soy el animal que se levanta
lamiéndose su herida de postguerra,
ni soy la docta lluvia que en la tierra
de verde pinta el tallo de la planta.
Yo sólo soy el tiempo que agiganta
su paso en la clepsidra inapetente;
y soy otro pasado, otro presente
abierto a los canales del futuro.
Agnóstico, socrático, inmaduro,
queriendo navegar contracorriente.


Érase una vez en una isla

A Rumpelstiltskin

Tú me dices que vista de utopía,
tú, que ayer disfrazabas anatemas;
no me quieras tejer estratagemas
que hace tiempo que sé de tu herejía.
No me vendas ahora la anarquía,
ni ilusiones, ni cambios de contrato,
que sabemos los dos que en el substrato
se camuflan las mismas intenciones.
Estoy harto de tantas decepciones,
yo ni muerto contigo firmo un trato.


Monólogo de Peter Pan


Me parezco a mi sombra, me parezco
a esa negra silueta recortada
pues soy un Peter Pan hecho de nada
y no sé lo que siento ni padezco.
Así vivo, pensando que adolezco
de mi carne, mi cuerpo y mi cabeza,
y que aislado resisto en la maleza
esperando por Wendy ser salvado.
Siempre fui como un niño abandonado
en medio de un desierto de incerteza.



Historia de un cerdito

Cuando tuve la casa hecha de paja
vino el Lobo Feroz y en un soplido
derribó la pared, y su rugido
hizo trizas la mesa y la tinaja.
Entonces con maderas de una caja
levanté mi casita estoicamente,
pero el Lobo Feroz e impertinente
otra vez en soplar puso su empeño.
Está claro que aquí mi único sueño
no tendrá ni futuro ni presente.


Caperucita Roja


Al vestir Caperuza roja capa
se creyó que era joven comunista,
y por ello la enviaron de conquista
por la isla con la estrella en la solapa.
Pero ella constató en cada etapa
del periplo (en el campo y la ciudad)
que el rojo era el color de la Deidad
y la gente vestía de incoloro.
Al volver, Caperuza, con decoro,
se vistió del color de la verdad.

«Llueve», «Tiempo de bruma», «Soneto de invierno», tres poemas de Ana Bella López Biedma

Llueve

Me crecen las ortigas en la boca
donde antes sólo había un mar de espliego.
En tus manos de azogue y voz de fuego
lo que fue pedernal se ha vuelto roca.
Mi piel no se equivoca.
Soy el hambre que existe entre dos despedidas
o el olor de estas lágrimas suicidas
que siempre se deslizan por mi cara.
Mi vocación de beso y almazara
no llega a tantas vidas.

La espera se hace líquida y fecunda
en todos los espacios de mis noches.
Mientras en las aceras, los parques y los coches
llueve ausencia de ti, llueve e inunda
cada rincón. Como una flor rotunda
crece el dolor, un agujero espeso
que rompe cada luna, cada hueso
entre sus dientes de alimaña impía.
Llueve y no hubo nunca mas sequía
en este corazón torpe ex profeso.

Tiempo de bruma

Hay días largos y fríos,
como una tundra infinita
que se extiende ante los ojos
y nunca se va. Proscrita
del paisaje de la piel
huye la vieja alegría,
mientras las ausencias clavan
su silencio en las costillas.

Me rebelo en soledad
a la muerte sin orillas
que se lleva los pedazos
de la que fue nuestra vida
en un hermano, una madre,
viejos, jóvenes, chiquillas…

Nadie se escapa al abrazo
del adiós. Y aunque no olvida
nuestra realidad presente
el puntal de tanta herida,
hay que honrar al que no está
con cada sol que nos brilla.
Nada nos cabe en el hueco
de un corazón a medida
que nos completaba ayer
y hoy es sombra en cada esquina.

Pero el tiempo, hecho de bruma,
se está yendo de puntillas.

Hay que soltar la tristeza
del pasado retenida
cuando una mano aparece
como un pájaro suicida
para ventilar la casa,
sacudir las esterillas
y llenarnos el jardín
de guirnaldas y bombillas.

Dejar que nos vuele adentro,
y que pose su caricia
en el alero del mundo
donde todo va deprisa.
Que nos sosiegue las nubes
y nos respire de brisa.

Que recuerde quiénes somos,
esa espontánea alegría
que se anida en nuestra boca
cuando se encuentran las risas
y chocan en la distancia
como dos locos tranvías.
Ese tiempo compartido
donde no caben mentiras,
y las promesas se cumplen
y los tiempos se apaciguan.

Soneto de invierno

He bailado en el agua frente a frente
con tu ausencia de páramo. Desnuda
he rozado tu prisa que se muda
dejándome su rastro de aguardiente

en la garganta de soñar. La gente
ha pasado por mí sin ver que, aguda,
se clava la palabra de tu duda
bajo la piel de mi coraza. Miente,

porque no quiero desvivir contigo
si me dejas las manos sin abrigo.
Por ti el milagro, tú sembraste eterno

la flor exuberante en mis despojos
y brotó tierra y agua. Ahora el invierno
ha vuelto a la ciudad que hay en mis ojos.

Jorge Ángel Aussel

Seis destellos profanos

I
La chica se arrodilló
frente al altar de aquel hombre,
para rezar en su nombre,
cuando la noche cayó.
Su boca urgida se abrió
para pintarse los labios,
que pronto se hicieron sabios
en eso de confesarse
y de la culpa librarse
sin importar los resabios.

II
Su lengua de fuego eterno
enroscaba hasta al demonio
cuando daba testimonio
de ser reina del infierno.
Con ella frente al gobierno
ningún mortal se oponía,
y el mismo Dios la quería
rezándole una plegaria,
pues era una perdularia
que de oraciones sabía.

III
Quería ser bendecida
en la pila bautismal
del apetito carnal
que le da vida a la vida.
Quería ser sometida
a los deseos y antojos
del hombre que con sus ojos
la instaba a que prosiguiera
y fuera en él y viniera
con sus vastos labios rojos.

IV
Le gustaba provocar
en su papel de inocente,
como niña adolescente
que le falta madurar.
Le gustaba suplicar,
con un puchero en la cara,
que el profesor le enseñara
cómo tenía que hacer
para entregarle placer,
por más que lo recordara.

V
Las puertas de sus capillas
se abrieron a los pecados
y los lugares sagrados
murieron entre comillas.
Ella gastó sus rodillas
de tanto hincarse en el suelo
en pos de llevar al cielo
al prójimo venturoso
que en su cáliz espumoso
ansiaba remontar vuelo.

VI
Su rostro se transformaba
en el del ángel perverso
que ocultaba en su universo
de señorita aniñada.
Andaba así, disfrazada
de la madre superiora
y no veía la hora
de desgarrarse el vestido
para exhibir su tejido
de hembra profanadora.


Tríptico

I

Tu boca es la cerilla que se enciende
al roce de esa lengua lijadora
que todo lo que toca lo devora,
lo esculpe, lo barniza y lo trasciende.

Tu boca es una artista que sorprende
en cuadros que la pintan pecadora,
sonríe de rodillas mientras llora,
escala hasta mi cumbre y la desciende.

Tu boca es como un libro contra el tedio
que avanza desde el nudo al desenlace
con la profundidad de la garganta.

Tu boca es una víbora al asedio
que enrosca mi vigor cuando le place
y muda en mí su piel de virgen santa.

II

Tu boca es como un huerto donde planto
mis labios que a su luz recogen besos,
tierra fértil de todos los excesos
que brotan en la noche de su encanto.

Tu boca es como un templo sin un santo
y yo, profanador de los confesos,
el limbo donde vamos los posesos
que en el cielo perdimos el espanto.

Tu boca es una boca de tormenta
captando el albo flujo de la lluvia
que lluevo en las orillas de su ría.

Tu boca es una fruta que me tienta
a morderla y tallarla con la gubia
de mi lengua cavando hasta su umbría.

III

Tu boca es lo que dice cuando calla,
se abre sin mediar palabra alguna,
me observa como un cíclope en la hambruna
y libra por mi carne una batalla.

Tu boca es como un traje hecho a mi talla
y mi cuerpo, al crecer, no la importuna,
pues su elasticidad nos mancomuna
y es la presa en la prenda la que estalla.

Tu boca es un soldado que ametralla
los ecos que acrecientan mi fortuna,
y su arrojo merece una medalla.

Tu boca es un oasis que en mi duna
se expande, se desborda y se amuralla.
Tu boca es como todas y ninguna.