NOVEDADES EDITORIALES

«A instigación del viento»

poemario de John Madison y Eva Lucía Armas

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Disponibles en Amazon

Quizás la magia existe. No lo sé. Pero muchas veces, el acto de escribir se transforma en un acto de magia que devela ante los ojos atónitos del lector, todo un universo ideal hecho con propuestas sanadoras, con ímpetus heroicos, con penas restañadas y, por sobre todo, como en una ensoñación, un universo en que hay «amor del bueno».

Eva Lucía Armas y John Madison existen y escriben en ese plano que transforma lo real en un caleidoscopio de sensaciones armoniosas.

Han hecho del verso y la palabra, un arma de combate para enfrentar la vida cotidiana y llevarla al plano de los sueños.

Ambos coinciden en el don. Y ambos poseen un don poderoso para hacer de la expresión escrita un ancho mundo sano a través del cual los lectores pueden encontrar la ruta de la sanación siguiendo el rastro de las emociones en su estado más puro.

Dos autores con poder de fuego que viajan por todos los mundos que sus voces fabrican con esmero y latido.

Leerlos vivifica y remodela el día. Como si fuera magia.

Los autores
Eva Lucía Armas – Argentina
John Madison – Cuba

NOVEDADES EDITORIALES

Sobre «Cicatrices» de Ovidio Moré, reseña de Gildardo López Reyes

Tengo al menos siete años en contacto con la obra de Ovidio Moré. Tiempo suficiente para poder apreciarla y disfrutarla por igual, para constatar que Ovidio tiene el talento suficiente para compartir su obra con el mundo. Pero lo último de sus creaciones con lo que tuve contacto fue con su prosa –la que ahora me ha permitido volver a disfrutarlo–, igualmente rica, consistente y fluida como su poesía, de la que tanto había disfrutado hasta ese momento, y que por supuesto he seguido haciendo; tan disfrutable y única como sus dibujos y pinturas, dueños de una estética propia que los hace ahora reconocibles y destacables entre la oferta actual.

Cicatrices, su primer colección de relatos, y espero, el primero de más libros, es un mosaico polifacético que nos muestra la habilidad de narrador de Ovidio, en el que despliega sus dotes narrativos para llevarnos por donde él desea, que nos deja ver que puede manejar distintos tonos en su discurso manteniendo siempre el interés del lector, ya sea en un relato más, digamos costumbrista, o en alguno de los breves juegos que se permite en sus Enanos dobles de jardín.

Me parece que la herencia latinoamericana del realismo mágico se posa sin reparo sobre muchas de las palabras que tejen las historias que nos cuenta Ovidio. Es el aire que respiran muchos de sus personajes, cubanos casi todos, y que los hace andar, con el ritmo cadencioso de la isla por las venas, y que nos permite a los lectores ser parte de las historias, a pesar de que estemos en contacto por vez primera con algunas palabras cubanas que aderezan las historias. Somos cómplices atrapados por un contexto que fluye y que nos vuelve innecesario un intérprete mientras Ovidio nos guía hábil por su mundo.

Cicatrices es un libro para disfrutar, para dejarse llevar y deleitarse con la muy buena prosa de un gran artista.

La verdad es que me alegra mucho ver y haber leído el libro de mi buen amigo. Luego de años de compartir y leer nuestras cosas, de jugar con poesía, de ver crecer una amistad sincera.

Ovidio Moré – Cuba
Gildardo López Reyes – México

EL AUTOR INVITADO

María G. Romero – España

POEMAS



IMPOTENCIA

El mastín del dolor,
con su hambre canina,
me devora incesante
royéndome los huesos.
Orco fiero, imbatible,
acosador de flores y alegría.

En las crines del aire,
detrás de la paciencia,
en el abrazo inmenso
de mi padre me escondo.
Es inútil, no tengo
ni la pastilla mágica
ni el arte de volverme invisible
o madera de boj.

Zaragoza, 2007


ABRIL

Abril lleno de luz, de soles vivos,
atraviesa la estepa de los brazos,
cojea entre los pies, trata la lengua
como un amante fiel, como si aún
fuera un cuenco de luna; el ruiseñor
que todavía canta en sus alcores.

Pleno de algarabía en la ventana,
con suavidad él deja su presencia
en la dehesa triste de los ojos,
en el ocaso azul, los altozanos,
sobre la voz del río y el adagio
que es el cierzo callado cuando duerme.

Yo no quiero morir en primavera
con el almendro en flor y los rosales,
ni en la marcha triunfal de cuanto vive
embriagada de aromas y de trinos.

¡Oh, Dios! Cómo me duele mi corazón de barro,
mis huesos de madera, los nudos de mis dedos.


PERRA VIDA

No tengo amor ni hambre
ni siquiera
habito ya tu instinto o tu deseo.
Temo,
en esas soledades de ida y vuelta,
encontrarme tus versos o mis besos,
que me huyas
como huyen los mirlos cuando llegan
las blancas golondrinas del verano.

Solo mi perro sabe
del aullido silente de una casa vacía.
Mi perro
que a bien tuvo adoptarme
sabiendo-¡soberbio compañero!-
que tal vez no le viva doce años.

Zaragoza, 2006


3

Han volcado los cielos, los alcores,
el horizonte tiene
dos soles y tres lunas sorprendidas,
la sombra del amor tiene su sombra.

Besos de absenta dulce,
adelfas en la boca y en el alma,
entre sensibles campos que me cercan
dibuja Frida Kahlo, la mañana.

La vida es un retorno
sin fin en la memoria;
los ojos de mi padre siguen vivos,
cantan las golondrinas y retrocede el agua.
Quizás salga del sueño y no esté el arcoíris,
o ese banco de ayer de piedra entre la niebla.
El amor es así, revelación,
copa de sol y boca de ceniza.

4

Giralda soy y giro con el viento,
¿ de qué sirve oponerse a su gran fuerza?
Me engañan las esquinas donde de rostro cambian
aquellos que una vez caminaron conmigo
en estas soledades sin retorno.

No existe la tragedia a los ojos del cielo,
no hay misericordia en la luna encendida
ni error que no se pague
si pisas los confines de la niebla,
este nimbus caído en pleno mayo.
Me deslumbran estrellas
que son tan solo rocas
disfrazadas de luz o de cristales;
un falso firmamento de la inocencia absurda
que, a pesar de los años, no me deja crecer.
-Quiero encontrar de nuevo la alegría que fui-
¡Oh, victoria, victoria, la risa de la muerte!


POEMA A VIVA VOZ

Junto al hermoso fantasma de Rimbaud,
oceánico león que en la distancia
clava su arañazo de luz,
amo la pesadilla de mi tiempo.

Las flores de mercurio
que en sus sudores queman
los pétalos del alba
sin dejar de llorar entre los números,
relámpagos abstractos,
que tercamente niegan
mi cita con el heno.
Esos rostros de milenaria escarcha
con sus cabezas tristes dándose contra el cielo.

Persiguen la medida de mi fuerza,
mi amor desesperado
guardián de la locura,
este manto de sal
que tus delirios hiela.

La noche se rebela
como un titán oscuro,
condenándome todo
a la muerte más fácil.
Una revolución de lágrimas y dientes,
estrangula y socorre mi herida eternizada:
Yo soy el corazón de esta agonía.

Zaragoza, 1978



Acerca de la autora

Nació en las primeras estribaciones de la serranía de Cádiz, en Villamartín, primer pueblo de la Ruta de los pueblos blancos.

Desde el año 1966 reside en Zaragoza por motivos de trabajo de su padre.

Miembro de la tertulia del Ateneo de Zaragoza desde el año 1978.

Participación en varios libros colectivos:
“Retos Poéticos”. Madrid, 2017
“La Cárcel”. ASEAPO. Madrid, 2017
“El viaje”, relato. Colección “Picapedreros”. Zaragoza, 2017
Antología a Federico G. Lorca. “Granada”. (Soneto) Córdoba Azalea. 2018.
“A la hora del Café”. Amazon. Noruega. 2013.
53 Escritores a Ramón J. Sénder. Editorial Heraldo de Aragón.1980
Poemas a viva voz. C.S.I.C. Excma. Diputación de Zaragoza. 1999
Alijos Poéticos.Sdad. Coop. Librería General. Zaragoza 1989

EL AUTOR INVITADO

Jorge Alejandro Neira Rosas (Chile)

Poemas

INTERSECCIONES EN UN PLANO NO EUCLIDIANO

Entre la pléyade de amigas y amigos
en estos ocho años se han casado y divorciado
casi todos.
En mi pared, una ventana va contigo en tus pasos
y en tu insomnio.
¿Sabes cuantos eclipses parpadean en mi silencio?
Este calendario rota y rota sobre sí mismo.

Entre tu jaula y la mía
aun cae el rocío.


CINEMASCOPE

Si.
Es verdad que no duermo,
pero da igual.
Mirando las imperfecciones del cielo raso
repaso las arrugas que asoman en tus mejillas.
Si.
Es verdad,
el techo este es un cine de fantasías
desde el que me sonríes
y me pregunto
por qué
aun
sueño contigo.


MUJER QUE MIRA COLORES EN UNA PARED

Si llegas hecha verso y metáfora
desenredando tu ADN de maga,
balanceando tu existencia de penumbras
o mirando de revés la tómbola de tus años,
quedarán tus huellas
en mi pared.
Si llegases -octosílaba, silente-
danzando y alumbrando el último adjetivo,
masticando una calle de favelas,
tiñendo de sangre tu luna menstrual,
dejarías tu alma
descansando
en esta ventana.


DOBLEZ

Camíname después de las orillas,
en otras ramas,
dibujando en la periferia
estos ángulos que matan.

Cada esquina un vórtice que nos mira.

Un vals de ballenas en el ajedrez planetario.

Esta fuente gorgotea sangre de unicornios,
tan mal está nuestra sociedad.
Las muchachas se pintarrajean
como si con eso acunaran horizontes.
Las manos líquidas de labiales trasvestidos
inoculan falsos pentagramas,
no hay año bisiesto en una uña que maquilla,
en un labio que se pudre en una tumba.
Esta fuente se deshace y arroja pelucas al viento.
¿Quién caminó sobre sus pecados a medio confesar?
Desvistieron cada muñeca y ocultaron sus lágrimas entre tanto reloj sin cuerda.
¿Dónde estuvo la señora muerte en sus zapatos blancos?
¿Dónde quedó el verde que te quiero verde si solo hay humo en la memoria?
La densidad misma,
tarjetas de crédito y plástico en todos los océanos.

Esta fuente, esta fuente…
Esta fuente gorgotea sangre de unicornios,
tan mal está nuestra soledad.


Prosa

UNA MANO MUERTA SALUDA MI NAUFRAGIO

Todos los puertos están clausurados. Canta mi canción, leva tus anclas, estruja mi sombra. La tarde cae y caen tus lágrimas, así, de soledad inmune.



EN TRÁNSITO
SIN MÁS ADICCIONES NI FALSAS EXPECTATIVAS.

Dejar que la noche se devore a sí misma en algún oscuro rincón del alma, deshabitar aquellos hilos que alguna vez fueron puentes luminosos apretando ese destino hacia una calle sin salida, intentando resolver, a golpes cotidianos, una ecuación desde el inicio mal planteada, una esperanza inocente que se diluye ya en pasos perdidos tras la luna.

Abandonar caminos de fantasía y espejos, triturarse los ojos, las manos, las rodillas; arrancarse los sueños dejándolos ir hacia cualquier cementerio, solo rosas negras serán pasaporte hacia el olvido, una larga cadena de amaneceres y lluvia que ya no me revivirán, negras rosas de silencio, rosas de vacío implacable, horizonte preso en nunca más voltear la vista.
Huérfano, ahora, de vino y tabaco, madrugando sin norte, voz perdida en la arboleda. Tanto ir solo a estrellarme, a repensarme solitario escudriñando viejas huellas en arena, un triste canto de gaviotas sobre un mar embravecido, una gran circunferencia que abandonó su centro, inútil reloj durmiendo sin horas, estrella muriendo lejos de cualquier constelación.

Unos resabios amargos de voces me aguijonean a la distancia. Se ha ido la luz, el multiverso no amanecerá en mi desayuno; ninguna plaza volverá a triangular esa distancia, la pandemia será apenas una anécdota, un paréntesis de temor y mascarillas, la hora final en un juego de abalorios diluidos, un punto aparte en sonrisas que no veré, una lámpara sin combustible mirando por última vez al infinito.

Es la hora de tatuarse un sol muerto, de clavarse las uñas en la garganta, arrancarse uno a uno todos los versos que, atragantados, esperaban la vida. Esta es la hora, la de caer al pozo ciego, inmisericorde, en la contraportada de un libro que no se volverá a transitar, palabras sin sentido, gramática esquizoide en un silabario de hojas marchitas.

Aquella hora en ese huerto donde el todo nos abandona, cuando el silencio nos golpea a gritos en los huesos y la noche nos besa los ojos.

La última cruz, sin salvoconducto, directa a la muerte segunda, un remolino ciego blandiendo su estocada final, sin despedidas, ningún obituario; un corte perfecto y limpio llevándose los dedos del espíritu. La última cruz, trazada en el aire con lágrimas de sangre que no se recordarán.

Llueve ahora.
De medias hojas, de medias lunas, llueve.
Rojos hilillos me atraviesan.

Es la hora de tatuarme todos los soles muertos.



TODO CRÉDITO TIENE VENCIMIENTO

En este callejón sin salida, la muerte me arrincona, me ofrece un año más de vida a cambio de mis manos. Sin emoción alguna advierte que mi tiempo se ha terminado, que nada puedo hacer sin saltarme esta larga cadena de aspiraciones y remordimientos, solo me apunta y exige: mis manos por más vida.

Le respondo: tu cabeza por un año de lluvia en un calendario bisiesto.

No se lo esperaba, baja su capucha y saca de entre los jirones de su capa, una baraja que me ofrece. Naipes cotidianos, todas las postales aún no dibujadas, una colección de sermones y batucadas, inútiles timones en barcos olvidados, llaveros inservibles en noches de eclipse, ruidos apenas audibles para una carabela que flota en una nube de luciérnagas; me entusiasma con viajes a diestra y siniestra. Siniestros, más bien.

Yo también insisto: tu guadaña y un volcán boca abajo.

La muerte no renuncia, nunca lo ha hecho, por lo que sé.

Extiende frente a mí un tablero de cementerios fugaces y rotos, una cierta amalgama de ofrendas amarillas y oscuras, una total muestra tipo feria transuniversal, una tempestad de algoritmos en un cuaderno de agua, pasos lentos en tres dimensiones; intenta ganar su partida, es decir, mi partida…, pero yo tampoco renunciaré, no ahora.

Negociando con la muerte pasaron estos años. Sí. Y tuve hijos, huertos, amantes, amores que no fueron pero que igual fueron y dejaron otros caminos en medio de agujeros negros y enanas blancas.

No toqué sus cartas a pesar de su asombro, me negué a sostener su violín o a caminar sobre sus ojos. Truqué y retruqué cada astilla de su tiempo, enarbolé toda raíz que brotó en mis sienes, no dejé piedra lunar sobre venus y trepé, trapecista sin vértigo, hasta el último cuadrante.

No sé si fue una tregua. Alzó su diestra y me mostró la torre Eiffel.
Orgullo, dijo, solo una vez.

Es lo último que recuerdo en este quirófano en el que me arrancan el corazón.


Acerca del autor

Jorge Alejandro Neira Rozas nació en Chile; es antropólogo de profesión, poeta y cuentista. Escribe desde su juventud apareciendo su primera publicación en 1975, como integrante de un poemario junto a otros dos destacados poetas nacionales: José María Memet y Gustavo Becerra.

Fue luchador social contra la dictadura de Augusto Pinochet y debió exiliarse. Retomando la escritura en 2013, en 2018 ve la luz su primer libro «De nostalgias y caminos».

Al día de hoy, Neira Rozas cuenta ya con seis libros terminados, de los cuales «Mujeres de luz y sombras» está en proceso editorial y «Peldanne» siendo prologado.

El autor es miembro de número de la SECH (Sociedad de Escritores de Chile)

Su página en Facebook: SURPOESÍA.


William Vanders – Venezuela



William Vanders. Nacido en alguna parte. Vive en una isla. Se dedica a buscar tesoros. Le gusta ir a la montaña y caminar por la orilla del mar.Nadador. Bucanero sobrio y ladrón de ladrones. De tiempo libre para los oficios libres. Colecciona playas redimidas en caracoles viajeros. Duerme sin almohada y con espada al cinto. Se asombra fácilmente y sueña el mar. Despierta sin sol y alimenta a sus polillas. A veces pinta y dibuja. Como Tirso Vélez, quiere con su pincel, pintar no la flor sino el aroma. Hace intentos por escribir para que la palabra sea útil.  Cree que El poeta de la poesía, es un martillo donde hay tachuelas sobrantes para las penas.  Que es un mar inmortal en piedras dormidas. Que el poeta es el no poeta. El que mira el cielo en los ojos del río. El que invisible, quema su nombre en los surcos de las manos. El que con palabras dice la lluvia y con susurros escribe el fuego.  Además, bebe vino y es vegetariano.

Ronald Harris – Chile

«Nací por allá en abril, antes del “golpe”, cuando la abuela todavía no era ciega y salía a recolectar “Nan” para su nieto en el Pinar. Heredé de mi padre un ojo oscuro y el ánimo de festejo que hoy por hoy, se le hace ajeno, lejano, como una costumbre olvidada a fuerza de omisión. De mi madre recibí los besos con pellizcos, las caricias con retos, el amor con disciplina; de alguna manera, su voluntad de hormiga veraniega me surcó los párpados para algún día lejano, ser “ingeniero”.

La poesía me encontró en el colegio, me fue regalada como un instrumento de conquista para amores esquivos. En aquel tiempo el verso era barricada, neumáticos ardiendo, cadenas al tendido eléctrico, y una voz como un arco iris que no fue. Ya cuando los números fueron mi decisión, cada verso para mi fue una ventana, una llave, un hueco por donde salir sin ser visto. Las palabras fueron convirtiéndose en mis aliadas, en las hermanas que nunca tuve. Y sí, soy ingeniero, luego de años de dedicarle tiempo a lo que no debía, a lo que no quería realmente; las cifras son mi profesión, el sustento, la obligación. Está claro, creo, que mi pasión es otra».

Ángeles Hernández Cruz – España


Esta poeta canaria vive en Tenerife. Es licenciada en Filología Inglesa y lleva algo más de tres décadas enseñando inglés en la Escuela Oficial de Idiomas de la capital de su isla.

Su preparación universitaria le permitió conocer la poesía hispana y la anglosajona.
Dice de sí misma que disfruta mucho en su trabajo como docente, pero más aún en su faceta de aprendiz. Se define como muy curiosa y autodidacta en el mundo de la cultura y ha hecho alguna incursión, siempre amateur,
en la música coral, en el teatro, en la pintura y ahora en la poesía.

No se considera poeta sino aspirante a escritora de versos ya que empezó a escribir hace muy poco como una necesidad vital de contar sus propias vivencias y expresar sus ideas de una forma diferente. No sabría definir su estilo porque cree todavía no haberlo encontrado, aunque el poeta canario José Manuel F. Febles la ha calificado de realista. Lo que sí puede
afirmar es que ahora siente a la poesía como una parte esencial de su vida, en la que vuelca
sus recuerdos, tristezas y alegrías y su particular percepción de los sentimientos.

Marta Roussel Perla – Irlanda

Marta Roussel Perla nació en 1985 y desde entonces ha tenido la elegancia de seguir viva.

Profesora de clases particulares de español en Irlanda, entre otras cosas, y natural de España, suele hacer acopio de todo el tiempo libre que puede.

Desde que se enteró de que se encuentra dentro del espectro autista, decidió escribir historias que incluyeran esa condición, mayormente porque no tenía nada mejor que hacer y porque en su momento parecía una buena decisión.

Silvana Pressacco – Argentina

Silvana Pressacco, argentina, cordobesa, docente de profesión, es una mujer a la que le gustan los extremos y tal vez por eso a la vez que imparte clases de matemáticas explora el mundo de las letras. En un principio escribía solamente relatos, pero como mujer curiosa que es, se adentró en el mundo de la poesía escrutando, poco a poco y con paciencia a la técnica poética. Asegura que todo comenzó por experimentar una intensa necesidad de escribir, que sentada enfrente del teclado, aún con otro trabajo pendiente en un rincón, surgían los versos sin siquiera pensarlo. Al final terminaba contando una historia que ni sabía que tenía en mente y en muy pocos renglones. El ser breve, sin perder la claridad ni el objetivo, se lo atribuye a su costado matemático. Sólo resta -dice- «seguir en el cultivo del costado literario para llegar con lo breve a emocionar al lector desde la imagen justa que lo diga por mi».

Daniel Adrián Leone – Argentina,

Sitio web: https://psicopolitica-daniel-adrian-leone.blogspot.com

Sobre Mi fantástica Vida

1. De cómo me inicié en «el famoso mundillo de las artes»

Seguramente le causará cierto estupor el hecho de que me presente de ésta manera en un lugar donde todo el mundo me conoce como a la palma de sus manos, es decir, como plataforma carnosa de curioso entramado de costuras rematadas en prolongaciones tubulares articuladas. Pero en fin, es algo que tengo que hacer, pues algo es seguro, como me dijo una vez mi propio espejo: «siento que te conozco por razones equivocadas y que te desconozco por verdades inconfesables».

En cierto sentido podría decir que mi vida comenzó a los diez años (mamá fue despedida en medio del trabajo de parto) cuando me decidí a seguir el noble consejo de un no menos noble maestro quien me señaló con ostensible preocupación «que no era edad para tener problemas con la bebida», y comencé a beber tranquilamente.

Me llamo Daniel Adrián Leone y soy hijo natural de Dolly Parton, Donald Trump y el Papa Francisco, aunque tempranamente (a eso de las 4am) me tomaron en adopción unos linyeras venidos a menos que vagaban por Linares, en ocasión de un torneo de ajedrez que se celebraba en dicha ciudad, torneo en el que mis padres disputaron partidas simultáneas dejándome solo.

Tengo 45 años, según me contaron mis padres adoptivos, que por suerte eran tres, pues ninguno sabía contar más de 15.

Duré en Linares poco menos que en linaje, pues, terminado el torneo, mis padres adoptivos, me comprometieron como fianza en una partida a oscuras contra el Gran Maestro Fischer. Bobby, como era de esperar, me ganó en 10 jugadas, y con él terminé viajando a Norteamérica, semana más tarde.

Entre tanta vida saltimbanqui, nunca había desarrollado mi lengua materna por lo que era incapaz de parir una frase completa o bien capaz de acomodarse a la circunstancias.

Los primeros años con Bobby, fueron lindos. No era un tipo de hablar demasiado ni de grandes gestos de afectos, pero, aunque yo lo veía día y noche concentrado en el tablero, en mi corazón quería creer que sus ojos fijos en los cuadraditos negros y blancos eran una forma de verme. Pero como toda historia llega en algún momento a su fin, un día a Bobby se le ocurrió mirar debajo del tablero y esa fue la última vez que nos vimos. Todavía recuerdo sus palabras «What the fuck?»

–Alfil 8 a dama del Rey, le respondí tratando de mostrarle lo mucho que me importaba el ajedrez.

Y se quedó serio. Muy serio.

En vano fueron mis argumentos, sosteniendo que podríamos ser Tal para Cual.

Así que a la edad de 12 años había quedado solo, en la calle y sin un centavo, en el medio del gran país del norte. Caminé durante días, casi en un ataque de locura, terminé corriendo calles y calles, que solidarias, siempre se dejaban alcanzar, hasta que un buen día, di con la puerta de un supermercado coreano convenientemente ubicada a la entrada del mismo.

Cuando le expliqué mi situación al dueño, el coreano se mostró no muy cordial pero sí muy comprensivo:

–Estoy aquí –le dije.

–Colete, que no pasan los cliente’s –me dijo propinándome una generosa patada en el culo.

Y así fui a dar al medio de un rejunte de unos tachos de basura vacíos rodeados de bolsas negras y basura blanca.

Como estaba cansado y hambriento me arrellené en la barriga de uno de los tachos dispuesto a dormir un poco para engañar el estómago. Pero a los pocos minutos comprendí que el estómago era mucho más difícil de engañar que los ojos: no solo se dio cuenta enseguida que sus ácidos no tenían nada para disolver sino que casi al instante me di cuenta que el tacho flácido y amorfo en realidad era Charlie Parker que dormía una de sus habituales borracheras a la salida de un tugurio llamado be boob’s. Recuerdo bien el nombre a pesar del tiempo transcurrido, pues el letrero luminoso, cuyas letras O se proyectaban como apetitosas protuberancias me hizo recordar a mamá Dolly de la que tenía en gran parte vagos recuerdos, salvo dos, muy muy trabajadores.

Charlie Parker, tras comprobar que lo había confundido con un tacho de basura desvencijado, me explicó que en otra ocasión no habría dudado en darme un cachetazo. Así pues, me sorprendió cuando me asestó soberano golpe minutos más tarde. Ahí pude comprobar que –pese a lo que se ha opinado posteriormente de él– no era un tipo de dudar demasiado.

Otra vez en la calle y solo, y con el estómago mucho más paranoico y advertido que antes, entendí que debía encontrar cómo sostenerme si es que quería seguir con vida.

Caminé hasta donde me dieron las fuerzas y me dejé caer tres baldosas más allá. Supongo que debo haber dormido mucho pues, para cuando desperté ya no quedaban prácticamente jazzistas y todo era ¡rock and roll, babe!

A mi lado, algunos metros más allá, había un hombrecito histriónico, nervioso, que se agitaba con virulencia, diciendo todo tipo de cosas inentendible. La gente pasaba y le dejaba monedas en un sombrero que estaba al lado de un cartel que decía “Roberto Gomez Bolaños, adivino, actor, zapatero. U$S 50 la media suela, imitación de Woddy Allen, de regalo”

Desfallecía de hambre, pero a pesar de mi corta edad y de mi precaria condición me parecía un gesto horrible robarle algunas monedas a ese buen hombre, así pues, opté por robárselas todas junto al sombrero,  al cartel y a un fibrón con el que garabateaba aquellas propuestas artístico-laborales.

Casi sin darme cuenta, ese día, me había iniciado en “el famoso mundillo de las artes”. (Nombre horrible para un Cabaret pero con chicas cariñosas de precios accesibles)

Era muy chico todavía, tenía unos trece tomando mi vida globalmente y unos tres de nacido pero también tenía unos diecinueve que las chicas supieron apreciar con generoso entusiasmo.

Solange Schiaffino – Chile

Dice de esta poeta chilena el autor argentino José Emilio Tallarico

“Antes de la palabra estuvo el gesto, y en ese gesto había una pregunta. Perplejidad y asombro fueron imágenes atravesadas por la vida. Por eso la Poesía, al trabajar con los primeros impulsos, es decir, con la ignición del lenguaje, coloca en un segundo plano las formulaciones clásicas que suelen requerir las certezas. ¿Cómo entender los estados de atención desarrollados por la autora, o la confrontación que entre el ser y el estar promueve buena parte de su poesía, si no se ingresa a ese ámbito donde la lejanía y el temblor prevalecen?

“…y no sorprenderse,

alfarera,

de girar en el centro del torno

como modelándose aquí

de tanto allá”

Rotación/ traslación: he aquí un ejemplo del movimiento paradojal con que nos toparemos en buena parte de sus poemas.

Porque la poesía de Solange Schiaffino, delicada, pero además fuertemente comprometida con su entorno y con los otros, acusa las marcas de una tensión metafísica que no se ve con frecuencia en los poetas de su generación. En este sentido es necesaria. Pero en particular lo es por su calidad de intensa y entrañable.

Hay color en su voz; un color que nos dice y reconoce. Como si en otro lado sucediera y se dijera cerca, muy cerca”.    

Eugenia Díaz Mares – México

Su sitio web:http://azulgenia.blogspot.com

Hablar de Eugenia Diaz es hacerlo de la tenacidad, porque esta mexicana, que cultiva tanto la prosa como la poesía, se ha marcado como objetivo perfeccionar la técnica para escribir una novela cuya temática será la muerte de su hija Erika, causada por una negligencia médica.


Este desgraciado suceso marca su trayectoria literaria, y así nos encontramos con que buena parte de su obra está asentada en el dolor, sin embargo, Eugenia, mujer vitalista, también introduce en sus creaciones un soplo de aire fresco y una ventana abierta a la vida, con lo cual la misma Eugenia nos muestra a una mujer que no se rinde ante la adversidad.  La literatura en general y la poesía en particular son un apoyo vital. En este sentido, refiriéndose a la poesía ha llegado a decir  “yo simplemente me dedico a escribir porque me gusta y porque a lo largo de mi vida ha sido un bastón que me sostiene”


Tiene publicado el libro “Huellas gastadas” de la editorial “Groppe Libros” en una edición familiar que fue un regalo de su otra hija Lily y que contiene una hermosa recopilación de poemas que nacieron al amparo de Ultraversal.
Eugenia, aparte de gentil, buena gente y una compañera maravillosa, posee talento y gracias a él ha logrado focalizar en sus poemas su manera de ser, dejándonos textos muy emotivos.


Con su antes y después literario, con su esfuerzo, con su dulzura, y con su fuerza, no se me ocurre nadie mejor que Eugenia Díaz para enarbolar el espíritu Ultraversal. De hecho muchos la consideramos un ejemplo a seguir. Casi nada.

Jordana Amorós – España

Sitio web: http://islapoetaria.blogspot.com/

A propósito de Nadie
Amo las  palabras.
Vaya esta declaración por delante…
Me gusta jugar con ellas, explorarlas, mimarlas, acariciarlas….e incluso, de vez en cuando , hasta retorcerles la nariz…
Y a pesar de ello no encuentro las necesarias cuando se trata de hablar de mí.,no me resulta fácil . 


Acaso es  porque literariamente hablando yo no soy nadie. Es decir , soy esa especie  de Juana ( Jordana) Nadie , de persona anónima que , existiendo como ente real, en el universo  de las letras no tiene relevancia alguna .


Porque yo no poseo ningún diploma de ningún certamen literario. No he publicado ningún libro. Ni siquiera escribo en ningún blog propio.
Es más, durante años me he negado a mí misma que era poeta.
Y eso que  escribir poesía , versear  lo suelo  yo llamar, es algo que vengo  haciendo desde siempre.
 O precisamente  por eso.


 Creo que el primer poema lo escribí sobre los 8 años. Recuerdo que se lo leí a mis familiares y lo recibieron con gran regocijo, pero a pesar de ser tan niña ya percibí una  especie de murmullo subterráneo… algo así como “ Vaya, esta también nos ha salido rarita…”


 Y  es que había precedentes , un familiar que hacía poemas,  que hablaba casi en verso y que sí debía ser un tanto estrafalario, porque según  tengo oído ponía en su tarjeta de vista.
” Fulano de  Tal  y Tal .Pintor, escultor y barbero . Poeta, tejero, borracho y “desgraciao” “.


O sea , que muy normal no era….Todos lo trataban con afecto, con condescendencia, pero dejando entrever que estaba un poco chalado. Total, que  decidí que no  quería parecerme a él .  Así es que  yo, de poeta, nada de nada.
Durante muchos años me he esforzado únicamente en ser el ser humano que soy: hija, esposa , madre, amiga, compañera, maestra… nombres todos ellos que me llenan de orgullo.


De esta dedicación mía a apurar todos las experiencias  en que mi humanidad me sumergía , han ido surgiendo mis diferentes registros poéticos.
Porque , aun haciendo de ello mi secreto mejor guardado , y como la cabra tira al monte,yo sentía la necesidad de plasmar por escrito todo  lo que la vida me iba haciendo sentir: la belleza, el amor, el desamor, la sorpresa, la duda ,el estupor….


Sobre todo ,  y  desde la lucidez, el estupor ante el sinsentido   de la existencia , de  sabernos vivos ,de conocernos extinguibles y de tener un deseo tan fuerte de supervivencia, quizás solo puro miedo.
Si a esto unimos que  nací con un sentido musical, del ritmo, bastante acusado, pues lo que sería de mí estaba cantado ( nunca mejor dicho)
Aquello de:
 “ Y que suene, por que es inevitable… Porque al aire la música le sobra” 
de uno de mis poemas, creo que me define como poeta  sin necesidad de más palabras.


Y es que ahora , por fin, ya he aceptado que lo  mismo que hay quien nace con los ojos azules o con el cabello rizado,  yo nací así,  soy así .
Escribo porque no puedo hacer otra cosa.


Y así espero morirme.

Ana Bella López Biedma – España

Ana Bella López Biedma es de Madrid, ingeniera técnica industrial, aunque nunca ha ejercido como tal. Empezó a escribir hace unos ocho años por pura necesidad. Ha colaborado en la revista Alaire, en el Sexto Continente, colabora habitualmente en la revista La Hoja Azul en Blanco de la Asociación Literaria Verbo Azul y en las publicaciones de La Espiral Literaria, asociaciones a las que pertenece.

Canta desde que tiene uso de razón, aprendió lo mínimo de guitarra a los catorce y desde entonces ha seguido haciéndolo aunque a nivel público lo abandonara durante mucho tiempo. Ha vuelto a retomar las actuaciones musicales hace unos tres años.

Compagina la faceta de poeta con la de cantautora y cantante de versiones en acústico. Este año ha publicado el libro de poemas «En clave de mí» acompañado por el CD de poemas musicados «En clave de Do-s», con música de José Luis Hinojosa.