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DÉCIMAS
Antonio Alcoholado – Reino Unido

Mañana
1
Aspira el monte
a no quedar tan lejos
del horizonte.
2
Sin saber que aprendería
más de lo que se enseñaba
(más de lo que se esperaba),
decidí marcharme un día.
Y así vivo, todavía:
pasajero, deambulante
para siempre en el instante,
propietario de mi olvido,
soñador empedernido,
el camino por delante.
3
Vivo sueños, sueño vidas
cuando toca y a deshoras:
genuinas, impostoras,
ejemplares, divertidas,
hasta el fin comprometidas
y también indiferentes,
cándidas e irreverentes…
Y aunque andar así me gasta
tanto tiempo que no basta,
seguirán insuficientes.
4
Queda todo por delante:
queda empeño, desaliento,
otro sueño, un nuevo intento,
otro paso hacia adelante
en la búsqueda constante,
larga noche, inmenso día
en perpetua correría
tras la suerte, solamente
para verte, siempre al frente
y alejándote, Utopía.
5
Tiene la arena
afán de transparencia,
luz en las venas.
6
Siempre estoy agradecido
de tener salud, cultura,
un poquito de cordura,
alas, viento y más de un nido,
días llenos de sentido,
este corazón que siente
con su pulso diferente,
mi repertorio de sueños
grandes, medianos, pequeños…
tengo más que suficiente.
Morgana de Palacios – España

No miento
(Décima antigua propia de los cancioneros medievales)
Llega, si llega, diciendo
lo que no dice ninguno
con el descaro lobuno
de quien más me está queriendo.
Con la letra malherida
me hace un traje a la medida
para vestir mi desnudo.
El ángel del ala rota
sobrevuela mi derrota
y se olvida de que es mudo.
Mi obseso de oscuridades
de claridad me acomete
para poner en un brete
a mis clandestinidades.
Si habla por mí, mi boca
despliega un alma barroca
y se la ofrece al mordisco,
pues lo nuestro es una guerra
con los pies sobre la tierra
y el corazón levantisco.
Porque no me tiene miedo
mi verso nunca le miente
cuando va del beso al diente
o lo elige como credo.
Mi más íntimo enemigo
no me escatima el castigo
que implica su realidad,
mas como sé que se apuesta
la letra en cada respuesta
le pago con mi verdad.
Gavrí Akhenazi – Israel
Todos los días son De los Difuntos
El Día de los Difuntos
llueve sangre sobre el día
llueve con pura porfía
sangre de muertos adjuntos.
Llueve. Son las muertes untos
que esparzo en la llagadura.
Muerto voy sin sepultura
con tanto muerto inocente
y muerto doy el presente
en un mundo de locura.
¿De qué te quejás princesa
en tu mundo de papel?
¿Se te marchitó un clavel?
¿La salsa te salió espesa?
Vivir es una proeza
que merece su respeto,
porque vivir es un reto
y en tu mundo hay luz brillante.
Hay otro mundo distante
donde Dios murió de quieto.
Vengo de la oscuridad
con la blasfemia en los dientes
mordiendo a los indolentes
malditos de liviandad.
Vengo de la mortandad.
Llegue un día de Difuntos
a morir con muchos, juntos,
y por más que siga vivo
la muerte es un adictivo
que gana todos los puntos.
Morir por morir se empieza
o se empieza por matar;
se estrena prostibular
toda agalla en su entereza.
Los moridos de riqueza
misérrimos por doquier
van sin morir ni entender,
parias de la circunstancia.
Buitre no aprende constancia;
te almuerza… sin fallecer.
Tiros de gracia y gusanos
niños y mujeres muertas
pobre, ricos, lindos, tuertas
en manos de los insanos.
Ya no creo en los humanos
no creo en los elefantes
ni creo en tantos distantes
descreo de Dios y el Diablo
y descreo del vocablo.
La vida no está adelante.
La muerte si. Tanta junta
tanta sin ton y sin son
como un burdo diapasón
que invoca una marabunta.
Igual. Nadie se pregunta
si tiene acaso un hermano
si algún hombre le es cercano
por afuera de su ombligo.
Soy ira y dolor. Maldigo
a todo el género humano.
LOS CANTARES DE ALCOHOLADO
(Décimas tradicionales y experimentales)

Iniciación
Lo real, lo imaginario,
lo que dicta la memoria,
lo que calla (o no) la historia,
lo común, lo extraordinario,
lo mismísimo y contrario
tan igual y tan distinto,
lo sabido por instinto,
las creencias heredadas…
todo minuciosas nadas
al salir del Laberinto.
El propósito del viaje
no es marcarme, yo, la ruta:
Luz y Sombra, en su disputa
por dominar el lenguaje
de este onírico paisaje,
van mostrándome caminos
en los de otros peregrinos,
y mi paso se restringe,
inconsciente, hacia La Esfinge
de los aciertos divinos.
No es mi rumbo y es mi huella,
y, al pisarla, escucho en ella
ecos del saber futuro
(equívoco, ambiguo, impuro)
que a mi alrededor resuella
y me empuja en el declive
hacia aquello que me encuentre,
a tropiezos, en el vientre
de la gruta donde vive
la voz que se desinhibe.
Y ya abajo, vacilante,
me asomo al borde del charco
que a mi imagen da su marco
y conozco, en ese instante,
a La Esfinge, en mí, delante:
mi rostro, en su doble anexo,
se ve, en el agua, inconexo;
mi sonrisa, enajenada;
mis ojos, no mi mirada;
y mi cuerpo, en otro sexo.
Y La Esfinge canta: «Quien
halla respuestas conmigo,
olvida lo que le digo.
Vienes sin recelos, y en-
tre miedos te irás. Si hay cien-
tos de intentos cruentos (reco-
vecos, sueños presos) sé co-
mo un mal sol y un buen planeta:
si la luna ves completa,
has vaciado tú su hueco».
Aturdido, le pregunto
qué conocimiento esconde
su mensaje, y me responde:
«Comprenderlo no es tu asunto.
Solo escucha, olvida, y punto».
Su mirada aún embruja
desde el agua, en fuerte puja
mientras que la superficie
va dejando que se vicie
esa faz que desdibuja.
Y vuelve a verse mi cara
solamente mía, todo
yo, solo yo y, de ese modo
medio yo, partido para
siempre en la mitad más rara.
Y entonces, en la experiencia
de lo vacuo, en mi dolencia,
fuera de la gruta encuentro
que he sacrificado, dentro,
lo mejor de mi inconsciencia.
Ni dormido, ni despierto,
retrocedo en el abismo
de mi viaje, con el mismo
ingenioso desconcierto
que me guía en el desierto
y me deja más perdido,
inseguro y decidido,
desnortado, firme, lento,
vigoroso y soñoliento,
ni despierto, ni dormido.
Es el estado inconcluso
entre las contradicciones,
esta ley de oposiciones,
lo que da sentido incluso
al sendero más confuso:
adelanto en el atraso,
alegría en el fracaso,
indulgencia y voluntad;
pues la ilógica verdad
se discierne paso a paso.
Paradójicos vecinos
y ya perpetuos soportes
en su baile de consortes,
atento a mis desatinos
y a sus efectos perversos,
yo los sigo: dos caminos
paralelos pero adversos
que son uno, en mí enlazados:
Sombra y Luz, a los dos lados
y, delante, el universo.
UNIDAD EN LA DIVERSIDAD
Particularidades de pronunciación en el verso hispano

Por Antonio Alcoholado
Se distinguen tres tipos de variantes del habla, a grandes rasgos: diatópica (geográfica, esos “acentos” de lugares que podemos diferenciar), diafásica (relacionada con el contexto social en el que se habla) y diacrónica (diferencias por época). Todos notamos rápidamente las diferencias de pronunciación y entonación de otros hablantes, con respecto a las nuestras, por su acento de una región concreta; también notamos diferencias entre hablantes de un mismo acento pero con distinto aprendizaje de la lengua, o distinto uso según las convenciones sociales de los ambientes en que se desenvuelve como hablante. El lingüista Juan Manuel Lope Blanch estudió que hay mayor distancia entre hablantes de distintas variantes diafásicas, dentro de una misma ciudad, que entre hablantes de distintos países pero con un grado alto de instrucción lingüística.
Es natural que, al leer versos, cada uno los oiga con su pronunciación propia, según la variante diatópica, y la diafásica que se le suponga a la voz poética.
Esto lleva a inevitables “choques” de pronunciación cuando, especialmente en las rimas, reconocemos rasgos de pronunciación de otras variedades, como comúnmente sucede a los apenas cuarenta millones de hispanohablantes que en nuestra habla cotidiana distinguimos dos sonidos diferenciados para las letras ese /s/, por un lado, y ce y zeta /θ/ por otro, que no encontramos rima consonante entre palabras como fresa y cereza, que sí riman en consonancia para la inmensa mayoría de los hispanohablantes.
La riqueza de variantes (no solo geográficas, sino también sociales e históricas) de la lengua que compartimos se refleja en la enorme producción poética a la que tenemos acceso.
Sin embargo, existe en nuestros días una batalla en torno a las particularidades de pronunciación, por parte de dos perspectivas diferentes: el panhispanismo, y frente a este, la idea de un español internacional o neutro que todos los hispanohablantes deberíamos adoptar para comunicarnos entre usuarios de variantes distintas.
La postura panhispánica, adoptada por la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE, compuesta por Real Academia Española y las veintidós establecidas en los distintos estados hispanohablantes), en este siglo XXI, es integradora: en la variedad está la fuerza. No es una postura nueva en el caso de España, pese a la visión purista y anquilosada que popularmente se atribuye a la Academia: a lo largo de su historia se esforzó por tener académicos americanos, y de hecho trató, en el siglo XIX, de adoptar la reforma ortográfica de Bello que funcionó durante algún tiempo en Chile; no pudieron porque desde las instituciones del Estado se interpretó como una traición (las independencias americanas estaban recientes y dolían), y cabe imaginar que el pueblo se les hubiera lanzado a la yugular (recuerdo las innumerables peroratas de conocidos y allegados que no dan una en el clavo en lo que a tildes respecta, en redes sociales allá en 2010 y 2011, renegando con incontables faltas de la decisión de quitar la tilde del adverbio solo, de guion, y de los pronombres demostrativos, cuando solamente se trataba de una simplificación ortográfica en su propio beneficio).
Por otro lado, y aprovechando la simpatía de los muchos hablantes que conciben a las Academias como instituciones retrógradas, hay manipulaciones ideológicas como la del español internacional que habría de imponerse sobre las variantes, a cuyo defensor académico, Raúl Ávila, he tenido la oportunidad de escuchar en dos congresos y debatir con él directamente en el segundo de ellos.
Según este profesor e investigador adscrito al Colegio de México, hay una variante que denomina «español alfa» y es esa entonación y pronunciación que se utiliza en los doblajes mexicanos de películas extranjeras y en los medios de comunicación mexicanos.
Los locutores y actores de doblaje no hablan así en realidad; se trata de unas normas de estilo que deben aplicar al discurso público.
Reconoce una variante “alfa 2”, correspondiente con el habla de los medios de comunicación colombianos; sin embargo, alega que, dado que México con al menos 120 millones de hablantes de español es el estado mayoritario en número de hispanohablantes nativos, el “español alfa” de los medios de comunicación mexicanos es el más representativo de los dos.
Después admite tres españoles denominados «beta 1, 2 y 3», uno de las cuales agruparía a Venezuela y el Caribe (pese a las diferencias notables), otro al Río de la Plata y el resto de Argentina hacia el sur (pese a lo mismo), y el último a Chile. Por último, habría un español «gamma» que es el europeo (como si no tuviéramos dialectos, y tan diferenciados, en España) y que desdeña por su escaso número de hablantes, en comparación con los de los españoles alfa y beta. Por criterio numérico, el “alfa” de los medios de comunicación mexicanos habría de ser reglamentario para todos los hispanohablantes en nuestra comunicación internacional.
Esto ha dado lugar al doblaje de series de televisión chilenas al supuesto español neutro o “alfa” para su emisión en otros países: doblar de un español real, hablado cotidianamente en una región concreta por sus hablantes, a un formato de estilo oral televisivo de otro país, en el que los televidentes hablan el mismo idioma, solo que con un acento diferente al original de la serie (y diferente también, en la realidad diaria, de ese formato de estilo que emplean en sus canales de televisión).
Creo sinceramente que se trata de un aparatoso acto de exclusión que empobrece nuestro entendimiento de la lengua y el respeto a su diversidad.
Dejando aparte el disparate de asumir que como se habla en los medios de comunicación anula la realidad de las incontables variantes regionales y sociales, la verdad es que Raúl Ávila está acertado en lo referente a porcentajes. No porque 120 millones de mexicanos hablen igual, que es imposible según de qué parte de México procedan y qué instrucción hayan recibido y cómo hayan decidido o no asimilarla, pero sí porque el número de hispanohablantes que diferenciamos /s/ y /θ/ es ridículo. Pero no desdeñable, dado que forma parte de nuestra habla, y por tanto de nuestro espíritu vivo.
El rehilamiento yeísta asociado a las letras ye y al dígrafo ‘ll’, pronunciando el sonido [ʃ], se da en un área extensa, y tampoco de manera uniforme (se da una variante [ʒ]), por un número de hablantes determinado. No es desdeñable en absoluto, por las mismas razones.
La diferencia entre ye /ʝ/ y el dígrafo ‘ll’ como /ʎ/ está restringida a un número ínfimo de hablantes con respecto del total, pero no es para nada desdeñable, por las mismas exactas razones.
Centrándome ahora de nuevo en la lectura de versos, y desde una posición panhispánica, si leo a poetas rimar «paso» con «trazo», tengo que hacer el esfuerzo consciente de que para la grandísima mayoría de hispanohablantes se trata de una rima consonante. Yo ahí soy la minoría, y tengo que aceptarlo, del mismo modo que tengo que aceptar que Garcilaso pronunciaba una consonante en sustitución de ‘f’ inicial latina que lleva a escandir como octosílabos «… que hablar a todos diste, / que un milagro que heciste…», aunque otros poetas en su tiempo ya no lo hicieran.
Lo que no puedo hacer es como algunos colegas en la enseñanza de español, que alegando que en su región de procedencia no se usa el pretérito perfecto, se niegan a enseñarlo. O difundir prejuicios sobre qué español es bueno o no, cuando el estudio de la lengua presenta tanta riqueza y variedad dentro de cada país. En materia de lengua, creo que nuestra diversidad nos hace fuertes.
MINIMALISMOS
Antonio Alcoholado – Reino Unido
Milagros y prodigios
Te he visto obrar milagros y prodigios
y sin superstición te rindo culto:
la eternidad es un momento juntos;
la inmensidad, andar tras nuestros hijos.
El universo es suyo en tu homenaje.
Si hay dioses, se asemejan a tu imagen.

William Vanders – Venezuela

Agrietado
Se nace agrietado,
luego el rayo se hinca en la fisura
y uno queda anochecido y ciego.
Isabel Reyes – España
Haikus
Agazapada
la mar borra la noche
y olvida al cielo.
En la rotonda
se oscurecen los árboles.
Pasa una nube.

LOS CANTARES DE ALCOHOLADO
Antonio Alcoholado – Reino Unido

«Espejos», narración en versos
Bahía de Qorna, ciudad predilecta
de ilustres familias, un año impreciso.
Un hombre encumbrado que todo lo quiso
y le parecía rutina perfecta:
pujante, el negocio; la casa, lujosa;
la hija, muy guapa (también presumida);
modélica esposa
de buen apellido (también negligida);
sus viajes constantes marchándose lejos,
dejándolas solas,
trayendo consigo de allende las olas
el mismo regalo siempre: más espejos.
Sinfín de diseños, orígenes, modas,
su gran colección de espejos, de todas
hechuras, tamaños y formas pensables,
tapaba paredes, cubría hasta el techo
y abría, de hecho,
la vista hacia espacios inconmensurables…
La gente llamaba “Mansión de Cristal”
a aquel palacete por cuyos salones
y alcobas sin fondo flotaban visiones
y, oculto entre ellas, un extraño mal.
La casa se llena de espejos,
la casa se llena de sombra,
la casa se llena de viejos
demonios, y nadie los nombra.
La niña tenía, por toda afición
empeño de verse, y en su laberinto
de joven belleza, con todo su instinto
devoto y absorto por esa obsesión,
vivía sus días,
soñaba sus noches, por las galerías
detrás de sí misma, su mero reflejo,
su copia en la luz, los ojos curiosos
en busca de todos sus rasgos hermosos
ya tan aprendidos, un juego complejo
de incógnitas reglas y efectos extraños:
de tanto mirarse, su inmensa guapura
hacía aumentar en número, en años,
cual si una pintura cobrase textura
del lienzo incompleto, la imagen sumisa,
la pose segura de amada figura
salida de un sueño, con esa sonrisa
que augura desastre… signos de locura.
El día relata una historia,
la noche susurra un secreto.
La luz recupera memoria
y la oscuridad su alfabeto.
La madre quedaba detrás, sin lugar
ni asunto ni voz ni apenas palabras.
Y sola, en penumbra, se daba a alumbrar
ideas macabras.
Veía en la niña su propia belleza
copiada, usurpada por una criatura
que trajo a su vida tan solo amargura,
dolor y tristeza, rencor y aspereza.
Y, al verse en los mismos, distintos espejos,
veía a la niña con rasgos ya viejos.
Y no distinguía ya más que una altiva
presencia encarnada en dos, y que oscura,
corrupta en su esencia, furtiva, abusiva,
venía a imponerle violencia lasciva:
romperla en el vientre, quebrar su cintura,
cubrirla de arrugas, ahogarla en saliva,
llevársela viva,
rapto ponzoñoso y a la sepultura.
La obscena presencia que allí se ocultaba,
por arte de sombra, se hizo alimento:
un tósigo gris, insípido ungüento
que, en cada comida, la madre mezclaba.
La hija sufría dolores y llanto
durante la noche; de día, el impulso
de verse, en penoso gemido convulso,
delante de aquellos retratos de espanto.
La contemplación de tal deterioro
creaba en la madre placeres impúdicos,
temblores de gozo perversos y lúdicos
que, igual que un tesoro
de nueva, tardía, vital experiencia,
propósito pleno le daba al suplicio,
gloriosa dolencia,
justo sacrificio.
Me muero, y me muero de miedo,
el miedo de ser un delirio
por siempre, en silencio, y no puedo
salir de este horrendo martirio.
El médico obraba con sus soluciones
de friegas, purgantes, jarabes, punciones…
Tras cinco semanas de intensa agonía
(un largo suspiro), la niña acabó.
Y aquel mismo día,
la madre esta historia de nuevo empezó:
oculto el ultraje
detrás del lamento de las plañideras,
la hija en la tumba y el padre de viaje,
ajeno a su luto y ajena, de veras,
la causa fatal de aquel maleficio
al propio servicio,
la madre tenía la casa al completo
dispuesta a guardarle por siempre el secreto…
… y a solas, de noche,
se ve en cada espejo
un vago reflejo,
y un tenue murmullo de queja y reproche
la acecha detrás de la espalda,
le tira, sutil, de la falda,
le palpa y eriza la piel…
y en tal arrebato,
se lanza a la mesa, tantea el mantel,
vomita en el plato
la blanca simiente
de un horror demente.
Perduro en el aire que pasa
y el aire repite, con creces,
en cada rincón de esta casa,
repite mi imagen mil veces.
Privada de sueño, que no de dolor
ni miedo en el lecho,
mayor pesadilla perturba su pecho
y llena sus horas de horror:
exhausta y enferma,
hambrienta, vampírica, yerma,
consume sus fuerzas… ¡y cada mañana
la muestra el espejo más bella y lozana!
Bahía de Qorna, ciudad predilecta
de augustas familias; por fin ese día
que vuelve del viaje, rutina perfecta,
el hombre encumbrado que todo quería:
pujante, el negocio; la casa, endiablada;
la hija, difunta (que no lo sabía);
y, cada jornada
mucho más hermosa,
esa noble esposa…
LOS CANTARES DE ALCOHOLADO
Antonio Alcoholado – Reino Unido

El agujero, un relato en sonetos
Miraban todos por el agujero
y la curiosidad me sugería
unirme a ellos, aunque todavía
tenía que afrontar un grave pero:
mi condición de raro y forastero,
exhausto de medirme cada día
contra el desdén hacia mi extranjería,
teniendo siempre que empezar de cero.
Al verlos, sin embargo, de ese modo,
ante el boquete absortos y apiñados,
parecía que ya el entorno todo,
el horizonte inmenso a ambos lados,
eran nada; y sentía, como un grito,
la llamada de aquel agujerito.
Es un apacible entorno:
prados verdes, bosque denso,
cielo de color intenso,
montes de dulce contorno.
Sin superfluidad de adorno,
en las casas, un consenso
por pertenecer al censo,
y pan salido del horno.
Algún vestigio romano,
una iglesia y un castillo,
y un antiguo ciudadano
con sus aires de caudillo
recordado en una piedra
que ahora cubre la yedra.
Y a solo unos pasos de aquel monumento,
el gran artilugio que a todos absorta:
apenas un mueble de altura muy corta
con ese boquete, magnífico invento
que ansiaba explorar, llegado el momento,
si así me dejaban, pues no les importa
la gana que el otro, distinto, soporta;
según sus razones, no tengo argumento.
De mí recelaban por ser un extraño,
y entiendo el temor a mi diferencia,
a no respetarles sus leyes de antaño…
Por eso, aquel día que al fin mi paciencia
obtuvo su fruto, miré agradecido
por ese agujero… y aun más, sorprendido.
Dentro del hueco existía un prodigio:
toda la villa, en detalle y aspecto,
un ideal apolíneo y selecto,
cuna de eterno prestigio;
toda su gente, sin mal ni litigio,
solo elegancia y ejemplo perfecto,
formas amables y trato correcto,
música en modo mi frigio.
Todos con ropa de marca famosa;
ellos, peinado impoluto y ellas, audaz maquillaje;
autos de manufactura ostentosa.
Sí, miniatura sublime y un reducido paisaje.
Pero contentos de, cada segundo,
verse cual centro y ombligo del mundo.
Cuando al plano real retorné la mirada,
sentí por un momento la sórdida tristeza
por ellos compartida, la constante certeza
de no ser quien pareces en vida figurada.
Y cuando preguntaron, con mi mayor sonrisa
de reconocimiento, les alabé el buen gusto.
Apenas esto dije, y en el momento justo
volvieron a apiñarse junto al hoyo, deprisa.
Allí se acomodaban a insultos, a empujones,
como no quieren verse, como son de verdad,
ciegos a la existencia más allá de sus ojos,
sumidos y enredados en fatuas ilusiones,
a conciencia atrapados en aquella oquedad,
como si solo fueran un montón de despojos.
Porque soy extranjero
y siento diferente,
no encuentro inconveniente
andar el mundo entero.
Lo de aquel agujero
me es insuficiente,
pues paso a paso, enfrente
hay más, y verdadero.
Recogí mi equipaje,
retomé mi camino:
el cambiante paisaje
es mi mejor destino,
y la naturaleza
me explica mi rareza.
SINÉRESIS, FONÉTICA Y NORMA GRAMATICAL

por Antonio Alcoholado Feltstrom
Escala de sonoridad y estructura de la sílaba:
Los sonidos emitidos por humanos, según sus características articulatorias, se distribuyen en una escala de perceptibilidad/sonoridad. La posición más alta de dicha escala la ocupa la vocal /a/, y la última las consonantes oclusivas (/t/, /p/, /k/…) El grado de abertura en la articulación del sonido es lo que determina su sonoridad.
En una sílaba compleja (en la que se agrupa más de un sonido), el orden en que se presentan los distintos sonidos no es arbitrario. El impulso silábico obedece a un movimiento de abertura y posterior cierre. La posición culminante en este proceso, denominada núcleo silábico, la ocupa el más sonoro de los sonidos implicados. Contiguos al núcleo se sitúan los más sonoros entre los restantes, y gradualmente se separan del núcleo según su sonoridad decreciente.
Por ejemplo, en una sílaba como ‘trans’, /a/ es el culmen sonoro (el sonido que se articula con mayor abertura), mientras que la líquida /r/ y la nasal /n/ son consonantes más sonoras que la fricativa /s/ y la oclusiva /t/, de ahí que se distribuyan en ese orden de menos sonora en ascenso sonoro hasta el culmen y a partir de ahí en descenso de sonoridad (/trans/). No serían posibles las sílabas *rtasn, o *antsr, por simple impedimento articulatorio.
Escala de sonoridad entre las vocales:
Lógicamente, la de articulación más abierta /a/ es la más sonora, seguida de las medias /e/, /o/, y las menos sonoras son las cerradas /i/, /u/.
A efectos de estructura silábica, si se dan dos o más vocales en un mismo impulso silábico, la más abierta ocupa el culmen sonoro (núcleo) y la(s) menos abierta(s) son movimiento de apertura hacia el núcleo o cierre tras él.
Función estructural de las vocales:
Toda vocal puede constituir núcleo silábico en español, si es el sonido más abierto entre los que se agrupen en el impulso silábico.
La norma gramatical acepta que las vocales cerradas /i/, /u/, en diptongos, cumplen función marginal, es decir, de transición ascendente o descendente hacia el núcleo silábico, que ocupa otra vocal más sonora.
La norma gramatical se resiste (de momento) a aceptar que las vocales medias /e/, /o/, entre sí o con abierta, cumplen función marginal ascendente o descendente hacia un núcleo silábico constituido por otra vocal más sonora. A pesar de que la realidad del habla, y el precepto literario, indican lo contrario.
Así, la voz línea se considera trisílaba, y esdrújula a efectos ortográficos, aunque se articule bisílaba y llana (uso este ejemplo concreto porque lo emplea Gómez Torrego [2007: 35], lingüista normativo de tendencia más conservadora aún que las Academias de la Lengua, que ya es decir).
Sin embargo, tanto desde el punto de vista estructural como desde la escala de sonoridad, nada parece impedir que las vocales medias funcionen como marginales.
Fotos, fotos (dicen que una imagen vale más que mil palabras, aunque yo sostengo que esa apreciación es relativa):
Espectrograma de las vocales [é.a] en impulsos silábicos distintos:
https://drive.google.com/file/d/1tbT32M … sp=sharing
Se ven dos líneas de sombra: formante 1 (inferior, que se corresponde con la abertura de la boca) y formante 2 (superior, que se corresponde con la posición de la lengua). Se ve una estabilidad en forma de líneas paralelas en la primera vocal y en la segunda, separadas por una transición abrupta en forma de escalón en el segundo formante (el superior).
Sucede lo mismo en el hiato [í.a] (en «tenía»):
https://drive.google.com/file/d/1OKC4s_ … sp=sharing
Sin embargo, en las combinaciones de vocales en un mismo impulso silábico, la vocal marginal presenta inestabilidad y transición suave en el segundo formante (el superior, el que se corresponde con el movimiento de la lengua), en la forma de un deslizamiento hacia la vocal nuclear, que sí se presenta estable (líneas paralelas). Ejemplo de [ia], diptongo, en «tenia»:
https://drive.google.com/file/d/1kGhYVQ … sp=sharing
Ahora, ejemplo de [ea], sinéresis, en «línea»:
https://drive.google.com/file/d/1otYVVn … sp=sharing
El comportamiento de /e/ como margen silábico en casos de sinéresis es el mismo que el de /i/ en casos de diptongo. Comprensible, dado que el núcleo silábico lo constituye una vocal de mayor sonoridad.
La norma, de momento (atestiguo una batalla que ya sé que está perdida), rechaza el comportamiento marginal de /e/ sin más razón que un argumento gramatical según el que /e/ es un sonido «fuerte».
El habla, el análisis fonético, la versificación y el testimonio de los prosodistas, desde antiguo, testifican en contra.
Acerca del autor
Antonio Alcoholado Feltstrom es Doctor en Filología por la Universidad de Jaume, integrando actualmente el Seminario Permanente de Innovación en la Enseñanza de Español como Lengua Extranjera.
Entre sus publicaciones encontramos:
– Fenómenos métricos y antihiatismo en hablantes cultos de español. Enfoques histórico, preceptivo y empírico. Vindicación gramatical y normativa. Tesis doctoral dirigida por Mercedes Sanz Gil. Universitat Jaume I, 2017. DOI: http://dx.doi.org/10.6035/14011.2017.450627
– M. Anglada y A. Alcoholado: Panorama histórico-cultural de España. Shanghai Foreign Language Education Press, 2012. ISBN: 978-7-5446-2799-3. Libro de texto oficial del currículo universitario chino para estudios superiores de español.
– Vocales en contacto en la expresión oral del español. Planteamientos teóricos y perspectivas de trabajo con estudiantes universitarios chinos de español como lengua extranjera. SinoELE Suplementos, nº 8, 5/2013.
Artículos:
«Problemas métricos en «Lo fatal» de Rubén Darío: escansión y estructura estrófica». Anales de Literatura Hispanoamericana [en imprenta].
«Antihiatismo en español: un problema fonológico entre la preceptiva literaria y la normativa gramatical». Lexis, 44(1), 2020.
«En torno al antihiatismo hispanohablante: norma gramatical frente a precepto literario, norma culta y estándar». Revista de Investigación Lingüística, 22, 2020.
«Canon y transgresión métricos como tema en dos composiciones de Prosas profanas». Cultura, Lenguaje y Representación, 21, 2019.
«Reflejo en un estudio de corpus de la evolución y frecuencia de la dialefa en la versificación española». Lectura y Signo, 13, 2018.
«La oralidad del latín en las letras hispánicas: proporción y jerarquía de los fenómenos métricos en la poesía española e hispanoamericana». Actas IX Congreso Intnal. de la Asociación Asiática de Hispanistas. SinoELE Monográficos 17, 2018.
«Conciencia fonológica y expresión oral en ELE: el caso de las combinaciones vocálicas». Actas del XIV Simposio sobre Didáctica, Cultura y Traducción del español. Taipéi: Universidad de Tamkang. ISBN: 978-957-8736-05-4. 2018.
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