RELATO

por Héctor Michivalka

Entre las delicias culinarias del pueblo, emergió un restaurante griego que se concentraba sólo en vender pollo asado a la parrilla. Desde su apertura los lugareños y forasteros acudían al local a saborear la exquisitez del platillo extranjero. Intrigados por el evento gastronómico y guiados por los sobresaltos del hambre y el poder de convocatoria del aroma que invadía los alrededores de la fonda, mi amiguito Juan y yo permanecíamos a la entrada del negocio, observando atentos a través de sus cristales, esperando impacientes el momento en que algún cliente terminara su merienda para correr a rematar las sobras de ese inverosímil plato.

Y así, como buitres nocturnos, repetíamos la escena.

Una previsión infalible eran las parejas juveniles que se iniciaban en el arte de la seducción. Ellos compensaban nuestros estómagos con residuos generosos y plausibles debido a la evidente timidez que impera en las citas primerizas del cortejo. Mediante esa forma de rapiña no quedábamos al margen de la fiesta y confirmábamos que los griegos no estaban equivocados.

El asalto a las migajas formó parte primordial de nuestra agenda. Sin embargo, la magia del pollo asado no pudo sobrevivir al tiempo. Lo comprobé al regresar años después cuando sentí con desilusión que el sabor no era el mismo, sino sólo una sombra de su antiguo esplendor.

Concluí que la decadencia de mi paladar y la añoranza del hambre de huérfano, quedaron atrapadas en la memoria de mi infancia.

HISTORIAS

Héctor Michivalka – Honduras

Imagen by Markus Spiske

Algo sobre mi padre

Mi padre, por muchos años fue comodín en el edificio del único Sindicato de Trabajadores de las Bananeras integrado por más de diez mil personas, ya sea como mensajero, carpintero, o taxista cuando lo requería cualquier delegado para que lo llevara de tour por las cantinas del pueblo.

En la entrada principal de aquel edificio había un enorme almacén que ofrecía al cliente electrodomésticos, bicicletas, sillas, adornos y muebles para el hogar. Detrás de la tienda se localizaban las oficinas del gremio. En el patio funcionaba el taller de carpintería, una galera abierta al aire libre, con techo de láminas, en cuyo local mi viejo y un grupo de ebanistas fabricaban mercancía para el negocio. Eso le otorgaba el derecho tácito de cargar en la parrilla de su bicicleta las tablitas sobrantes que cruzaban su paso al finalizar la jornada diaria.

Con el pasar de los meses, papá se vio obligado a erigir un galpón, por partes, en el patio trasero de nuestra vivienda, y que continuaba según exigencia de la madera huérfana que se iba acumulando.

Su codicia tuvo la brillante idea de construir mesas y sillas justo en la acera de la casa, a la vista de los transeúntes como estrategia para promover sus habilidades de ebanista, cebar su ego y exponer los artículos en venta. Era de poco sonreír, salvo cuando un cliente potencial le preguntaba por el precio de un producto, y más si era una mujer la que le aceitaba los resortes de su galantería.

Por sus conocimientos polifacéticos y la fama que aumentaba según adquiría prestigio por su buen hacer, el barrio procuraba sus servicios de plomería, electricidad, carpintería -de albañil, no, porque él olvidaba con rapidez el trabajo forzado-, y hasta de usurero. Con frecuencia, por las mañanas lo visitaba una clientela temeraria compuesta por conductores de autobuses, todavía temblequeando por los sopores de la borrachera de la noche anterior, empeñando la licencia de conducir para mitigar la resaca. Nunca faltaba un raterito vendiendo la poca mercancía que había obtenido en los riesgos de la madrugada a precio de ofrenda.

Mi padre siempre repetía la misma respuesta justificativa ante los reproches de mi madre, al ver una silla de ruedas o un par de muletas en calidad de compra o de empeño: «Si no lo hago yo, alguien más lo va a hacer».

Los clavos viejos que rescataba de las reparaciones, los coleccionaba en una olla tamalera. Si había un pedido pendiente de ebanistería, mi padre sacaba un martillo y un trozo histórico de riel de tren del cuartito de herramientas -el cual siempre protegía bajo llave como si escondiera un alienígena- y ordenaba a mi hermano René, de once años, y a mí, tres años menor, que enderezáramos los clavos de la temible y fastidiosa olla para reutilizarlos en el proyecto.

Nos turnábamos con el acuerdo de relevarnos cada vez que recibiéramos el inexorable pinchazo en los dedos. Muchos clavos eran de imposible rehabilitación por su estoicismo y las contorsiones sufridas durante el desarme.

LOS MINIMALISTAS



El recién nacido
vive por instinto y con ayuda

el joven
se cree inmortal

el viejo le teme a la muerte
cuando cada mañana
resucita

dando la espalda a la tumba

*


El pasado sobrevuela
la página en blanco
dejando sombras
de murciélagos en miniatura

Por mi ceguera
siempre creí que eran palomas

*

Voy como un perdedor
ante la luz pública

Viajo con seudónimo

Brinca y chapalea
mi niño interior
sabiéndose feliz

desnudo
bajo la lluvia
escribiendo y capitaneando

al fin
su barquito de papel





La luz pública brilla en su cúpula oscura:
eres el hacedor de rayos
y la mano farolando soles.

*
Por una tristeza que apaga tu estrella
pinta diez en el cielo de tu abismo.

*

Si supieran la verdad del abismo
bajarían con lentes de sol:
hay más luz en la caverna
que en el corazón de un lucero.

*

El ayer es una sombra rota
guardada en tu puño:
vuelve a tu magia.


*

Estrella un upper cut en el pecho del cuervo:
libera sus origamis alados
y ve en pos de la sonrisa.

*

Hay un niño llorando en el vértice de tu ojo izquierdo.
Seca sus lágrimas, abrázale
y dibuja con él un helado de pistacho.



CONSTRUCCIÓN EN HAIKU

Otoño: Variaciones sobre el mismo tema

Santiago Vázquez


Robert Haro


Solange Schiaffino


TERCETOS NO HAIKUS

Faro

En singladuras
de temporal violento
y noches duras,

de frente al viento,
perpetua vigilancia
sin un lamento,

en la distancia
ofrece rumbo el faro
con su constancia.

Antonio Alcoholado


Héctor Michivalka

MINIMALISMOS

Héctor Michivalka – Honduras

Mi vida fue buscar
siempre buscar

Busqué la luz en vano
como un ciego

Cayendo como río
que se condiciona
por la fuerza de la inercia

así voy

Ahora que me encontré
doy fe

de que estoy perdido


A pesar de todo
la vida ha sido un hotel

barato pero acogedor

Me agradó aprender viajar
soñar equivocarme…

Vine a vivir
y morí varias veces

La muerte ha sido mi lazarillo


Letrero de neón
tartamudeas en clave Morse

pasajes
del callejón sin salida

donde la nostalgia
cerró sus puertas

Heme aquí con el tintineo
de un manojo de llaves


Aunque
me tocó bailar con la más fea
hasta el amanecer

no perdí el estilo

Si la suerte
persiste en ser la misma

me encapricharé
en maquillarla


Se ríe el destino de mí
porque
según él
impera su última palabra

Mientras
yo lo moldeo en el barro
como hizo el demiurgo

que dudaba de mí


Me gusta ser yo
porque no tengo otra alternativa

Si me retracto de ser el mismo
perdería mi esencia

La bestia del dolor
se divierte con sus rémoras de colores

MINIMALISMOS

Haikus

Héctor Michivalka – Isabel Reyes

1

Abro mis ojos
chorros de humo en el cielo
se acabó todo

2

De barro el hombre
desliza su codicia
cual lava ardiendo

3

Tantos hambrientos
El precio de un misil
evita muertos

4

Los pueblos pobres
son palillos de dientes
para los ricos

Héctor Michivalka

Traduciendo a mi gato


Isabel Reyes

Nocturnos

1

Se incendia el cielo
y a pesar de la guerra
nace la vida.

2

Agazapada
la mar borra la noche
y olvida al cielo.

3

En los adentros
del ser más despojado
se hospeda el cosmos.

4

Sobre mis ojos
las sombras depositan
miedo y palabras.

EL LIBRO

por Héctor Michivalka

El buen libro es como un cofre mágico de verdades que resplandecen cuando lo abres.
Es la figura mitológica del genio de la lámpara que se mudó al mundo del lenguaje escrito.
Es el debate milenario entre las diferentes corrientes del pensamiento para mantener el equilibrio.
Es el viajero del tiempo que cae en una choza hecha de palma y barro o es el noble habitante curioso de un palacio.
Es un amigo que nació, miles de años antes que tú, y predispuso el calor de la hoguera para armonizar la tertulia con tu soledad.
Es inmiscuirse en la vida del lector, sin que el autor sea tildado de chismoso.
Es un video de la mente del escritor:
Comunicación cuántica a través de los siglos.

Es el abono primigenio y corregido que apura el crecimiento de las nuevas semillas.

Hay que honrarlos, prenderles velas, rezarles…Practicar toda la liturgia que merecen.

P.D: Un libro te brinda la libertad de matar a tu suegra y, resucitarla, simplemente por sentir el placer de asesinarla de nuevo, en un simulacro en 3D.

EL MINIMALISMO

Jorge Ángel Aussel

Héctor Michivalka

Aforismos (fragmentos)

Los sueños que nos hacen realidad

23

Solo los malos escritores siempre consiguen escribir
el libro de sus sueños.


24

Hay quienes solamente sueñan
con hacer de la vida de los otros
una verdadera pesadilla.


25

Soñar con la muerte,
en cualquier caso,
es un sueño premonitorio.


26

Cuando despiertas de un sueño
es porque el sueño terminó.


27

¿Qué importa que tu sueño se realice,
si tu sueño te realiza?


28

Si tienes un sueño debes saber
que el mundo entero te apoyará
para que lo dejes.


29

Atención:
Mientras espera el tren de los sueños
manténgase alejado del borde del andén.


30

Intentan que desistas de tus sueños
porque los dejarás en evidencia.


32

Un sueño es eso que nos atrae
como un espejismo
y nos muestra
como un espejo.


33

En el hotel de los sueños
solo se hacen reservas por adelantados.

34

Existen dos tipos de personas:
las que persiguen sus sueños
y las que persiguen a quienes sueñan.


35

Visualiza tus sueños,
le dice el necio al ciego.


36

Cuando un sueño se me rompe
puedo ver lo que llevaba dentro.


37

Que la realidad se haga sueño
sería un sueño hecho realidad.


38

Un día sueñas con cambiar el mundo entero
y al otro apenas con seguir
entero y soñando.


39

Hemos logrado interpretar todos los sueños
pero casi a ninguno de todos los soñadores.


40

Hay quienes compartiendo la cama durante años
jamás han compartido un solo sueño.


41

Vives la vida a pleno
cuando tu sueño es tan grande
que te da insomnio.


42

Los sueños con estrella
nacen con un plan bajo el brazo.


43

La calle de los sueños
no está pavimentada.


44

El político suele ser un experto
en hacer los sueños irrealidad.

El autor
Jorge Ángel Aussel


Numerables

#47

1

El tuerto para todo tiene buen ojo.

2

Nunca sueñes en almohada ajena.


3

Si no enfrentas los temores que heredaste de tus padres
lo heredarán tus hijos.


4

Una obra original es aquella que sabe despistar
las obras que la influyeron.


5

Cuando hay un piano viejo en casa
nunca falta alguien de la visita que se acerca
a tocar las teclas de sonido tenebroso.


6

Una copa de vino es buena para el corazón
Con más de cinco recuerdas que te lo rompieron.


7

Si ya no te sorprende un nuevo amanecer
intenta con el crepúsculo.


8

Quien le teme al fracaso
se esmera mucho en triunfar.


9

Si tienes miedo a ser alguien
es porque no te importa ser nadie


10

El payaso del circo se acostumbra
a la traición de su mujer con Hércules.


#48

1

No tengo más mérito que haber empujado al espermatozoide
que iba a entrar antes que yo.


2

La nostalgia es el efecto secundario de los buenos momentos.


3

Una sonrisa hipócrita lleva la complicidad de la mirada.


4

Solo quien entiende el lenguaje de señas
sabe las metidas de pata del sordomudo.


5

Por mucho que el enano se compare con las hormigas,
seguirá siendo enano.


6

El milagro va sucediendo sin intervención divina.


7

Quien revienta la piñata se lleva todo el mérito.


8

Ya encendí las velas de mi funeral.
Si sueno pedante, no es mi intención.

Autor: Héctor Michivalka

Héctor Michivalka – Honduras

Rasguños

1

Álbum de penas
el pobre toma selfie
con penas nuevas

2

Bajo el puente agua
y bajo mi fervor
tus duras nalgas

3

Caen las hojas
en jardín de cemento
Fin de la flora

4

Rey que no nace
corona a la que aspiran
los deleznables.

5

Mueve sus fichas
tu rival el destino
recién inicias

6

Diamante en bruto
muchos niños en África
árbol sin fruto

7

Qué tontos somos
en llamas el planeta
por el petróleo

8

El emigrante
huye solo buscando
un nuevo catre

9

Qué lindo verte
mojándote al galope
sobre mi vientre

10

Seca la teta
ya no mama el pequeño
sus historietas

11

Se apaga el sol
y niños sin llegar
dicen adiós

12

-Se fuerte, hijo-
dice mi papá, cuando
me da castigo.


Héctor Michivalka – Honduras

Bosque de bonsais

1

Nos dejan los sueños
como un niño abandonado en un supermercado.

Niño que, a su vez, ve con asombro
que ese local está lleno

de otros niños abandonados como él.

2

Con el pasar del tiempo,
la verdad va mostrando sus harapos de indigente:

las bombillas de luz se opacan

y, nos achicamos
tanto,

que ya nos queda grande hasta el concepto
que teníamos de nosotros mismos.

3

Alta y con un corto vestido,
color rojo,
semejaba la opulencia
de un tulipán rebelde

a los destrozos del tiempo.

4

El silbato del tren
sonaba a destierro

y se hundía hiriente en su lejanía.

5

Los tenis que dejaste colgando
en los alambres eléctricos,
fueron una travesura de niño.

Los sueños que cuelgan en pares
en los alambres de tus anhelos fallidos,
son travesuras de la vida.

La vida es una anáfora de renuncias.

El mundo, el demonio y la carne, por Héctor Michivalka

He sido una ilusión inoportuna
siempre que quise nunca estuve listo
cuando lo estuve nunca pude hacerlo
cara o cruz dando vueltas en el aire

Subyugan los aprietos en la vida
y te aflojan la cuerda los fracasos
a intervalos los sueños se despiertan
y a veces por insomnio ya no duermen

siempre vivo sumido en la lujuria
y pago los favores al pecado

Soy el payaso alegre en el entierro
el cura desnortado en una morgue
la nostalgia moral de una ramera
los recuerdos salaces de una monja

me aguarda la esperanza en un andén
comiéndose las uñas de los pies

Tinta China, un libro de Héctor Reyes

por Roberto Quesada

Consíguelo en: www.lulu.com

Ficha del libro

Título: Tinta China
Autor: Héctor Reyes
Publicado: 6 de enero de 2014
Género: Poesía
Edición: Primera
Editor: Héctor Reyes
Editorial: Lulu
Páginas: 77
Encuadernado: Libro en rústica con encuadernación americana
Tinta interior: Blanco y negro
Peso: 0.36 lb
Dimensiones en pulgadas: 6 de ancho x 9 de alto
ISBN: 9781304867414

Poemas breves, de vida, filosofía, esperanza, etc.
Sarcásticos, irónicos, profundos y humorísticos;
aforismos, frases cortas, reflexiones que se leen
de un suspiro y causan suspiros en cadena.
Un bosque de bonsáis.

A fuerza de Tinta China

No me gustan las sorpresas, pero existen. Y una de ellas es el descubrimiento de un nuevo escritor, poeta sin duda, Héctor Reyes, quien me tatuó con su Tinta China, y eso que tampoco me gustan los tatuajes.

Su libro Tinta China, divisado desde mi perspectiva, lo sepa él o no, sin duda que se desprende de los breves y fulminantes Haikú, esa «bonsaica» (si se me permite inventar palabras) poesía japonesa.
El lector se prende ante la Tinta China de Hector Reyes, y después no importa si es tinta verde, azul, blanca o roja, sino lo certero de sus dardos, ya sea cuando aborda la desilusión, por ejemplo:

No creo 
En la mala suerte
Ella insiste
En creer en mí

O en el amor, a veces confundiéndose con sutil humor:

Amor…
En tu piel aprendí el Braille.

Y lo que es una constante, la reflexión, la búsqueda en sí mismo que a la vez somos todos, toda esa especie humana, la que utiliza el cerebro aunque no lo vea, en el constante desafío no de preguntarse sino el difícil reto de encontrar a veces respuestas y asumirlas sin flagelarse por andar buscando lo que no debía. Tampoco escapa esa clase ya estigmatizada, sobre todo en nuestros países tercermundistas, la política, que no hacen política sino que ˜polisaquean» a nuestros pueblos y así los presenta Reyes:

No le hables con señas a un político
Porque creerá que ya lo descubrieron.

Y aunque no creo, ni me gustan las monarquías, no me queda sino quitarme el sombrero ante este libro Tinta China de este que no salió singular sino plural, Reyes, Héctor Reyes.

Roberto Quesada
Ozone Park, Nueva York,
26 de febrero de 2014

Héctor Michivalka – Honduras

Tinta China

“Y desde la llegada, el hombre es un ser en despedida.”
Alejandro Salvador Sahoud

Como letra en cursiva
y en sentido chino
va mi vida
decantada

deprisa

Cuesta

a
b
a
j
o

Escribo

a la orilla del mar

sobre la arena

la densa marea
acecha

un caracol
partió primero
dejando
su concha abandonada

es invierno

los peces
están hambrientos

el tiempo

un cardumen de pirañas
que me devora

quien dice
que es único

niega

a su otro
yo

a veces

el camino más áspero

es hacia adentro

el tiempo
no existe

solo la muerte
y sus partidarios

volveré a ser bacteria
mi vida es tan enana
que cabe en una célula

y mi ego tan gigante
que no cabe en el mundo

capricho de molécula

…noches sin más luna
que la del miedo

noches que decides
si sigues o no viviendo

ser el buitre
o ser el muerto

he tenido
el orgullo de ser primero

el arrepentimiento
del soberbio

el golpe mortal
del ateísmo

viaje
del ego
a la verdad

de la verdad
al polvo

siempre al polvo

el enano cree
que al caminar
una milla

camina
tres

Tinta verde

me voy
dijiste
no te creí

ahora el dolor
alcanza

orgasmo
tras orgasmo

las dos velas

que incendian tus ojos
me señalan
el regreso a casa

esta noche
la luna

no es más que un adorno
en el ático
de mis nostalgias

la luna llena

fue
voyeur

de mis aullidos

cuando entré
al corazón de esa mujer

aún olía
a pintura fresca

y cuando ella entró al mío

se abría paso
quitando telarañas

en un cuarto de hotel

te acuerdas amor mío

casi te hago mía

una cordillera
de botones nerviosos
me impidieron el paso

en ese cuarto
amor mío
este poema
conoció el fracaso

ingresas en mi vida
con pasos de asaltante

qué le puedes robar
a un corazón en quiebra

amor

así desnuda
no necesito un mapa

para socavar tu deseo
que tiembla por intimidarme

amor
en tu piel aprendí el Braille

gritos
de sirenas
en celo

someten a mi pluma
a practicar

el onanismo

al infame
camisa de fuerza
en la lengua

al político
cadenas
en las manos

a mí
con el preservativo
es suficiente