EN VERSO LIBRE

Solange Schiaffino – William Vanders

Negaciones

Hoy se me ocurren negaciones
de esas que se saben limitadas,
pero dramatizan el calendario
y me ponen de rival
frente al espejo.

Se me ocurre decir que no soy Solange
que no, no me conoces,
no me presientes,
ni siquiera tu voz, me toca,
que no volviste a enamorarme
que no,
no me has cambiado la mirada
y la tuya tampoco revolea como ternura de colibrí
sobre mi piel.

No, que no es posible que te la pases
desordenándome
y se haga tan apetecible mordedura
de manzana tu boca sobre mi boca.

¿Para qué admitir que culpo
a tu Play List Eterna por los besos
y que muchas veces ansío que se trabe
en mi canción favorita junto a tu lengua?

No, qué absurdo corazón en vértigo
¿Enamorarme yo?
De la nada, de la nada.
Por eso tampoco hay celos
de seres astrales ni de la tierra.

Ay, ¿que fue una tarde de septiembre?
Ya hace un mes o dieciséis años,
no sé, seguro miento
si se me escapa la palabra amor.
Diré que no es mía,
discutiremos
y no esperaré a que me creas.

Solange Schiaffino



Fugarse es negar.
Negar precisa del sol.
La luz asume el teatro
y deambula como sombra.

Negar es paroxismo,
inacción,
es sustantivo errante,
determinista
y a veces sacrílego.

Como cuando me invento
océanos
separando nuestras bocas.

William Vanders



A veces nos parece que un poema es una carta
dejada para ser leída después del desayuno,
otras, parece la copa de vino previo a la cena
y otras tantas, seguro parece un mal trago.

Pero hoy niego todas las anteriores
no es siquiera juego
ni carta o confesión inversa

No diré que sea siquiera poesía
ni límite en la acción
o un océano separando dos bocas.

Negaré sin huir,
no porque la inmovilidad no aprisione la voz
o la respiración y un ataque
paroxístico me reseñe como momento.

Niego porque este poema solo existe
por el poder de negar lo que de otro modo
aquí y ahora, no sería.

Solange Schiaffino



Henrry Di Spirito – William Vanders

L’orizzonte è una luce, mamma

A mi dios
humano lo perdono,
vive su humanidad humanamente.

Mi dios no es más colérico que el vuestro
y yo lo acepto como
cada uno el propio dios acepta.

Pero

hubo un tiempo de yoes reunidos
al que regreso dignamente
con los ojos callados y la espalda cansada

un tiempo en que mi Madre
hacía la mañana con su café con leche
y daba de comer en pleno vuelo
a pájaros y hombres con sus manos.

Me enseñó el milagro del bautismo
con un trozo de pan sumergido en el café
cada mañana construida
con manos de canela y albahaca.

Supo multiplicar los peces
cuando el océano magnánimo
de mi Padre
no pudo regalar sus dones cotidianos.

Convirtió el vinagre
en agua cuando tuve sed
y encendió todas las luciérnagas del mundo
para mis noches.

Se hizo molde para mi silueta
en cada uno
de mis regresos
de la escuela
de la universidad
de llanto roto
de espanto grave
y de voz exiliada.

Ella, tan sólo ella,
entiende plenamente
los versos que yo escribo
en los reveses de las lluvias.

Así,
a ella la declaro único

Él

del evangelio
de pomarosa y níspero
de la iglesia en el patio grande
de la casa de todos los inicios.

Henrry Di Spirito


Cuando Salvador conoció a Dios
no supo quién era ese andrógino
parlando sin mover la boca.

Era una tarde de golondrinas rasantes
y la fuente pintaba nubarrones negros.
A lo lejos ,las montañas bramaban
desde su entraña de barro y roca.

Con voz de niño adulto, Salvador, preguntó:

-Hey, porqué me hablas con labio invisible,
y porqué pareces un Modigliani asexuado.
Acaso eres un mago del río
aparecido como un rayo,
vestido con escamas de plata y oro
para mostrarme el don de la palabra sin ruido.

Entonces, el Dios disminuyó su efectismo,
achicó su estatura,
se transformó en mendigo y habló con ronquera:

– Vengo de tu mente cuando cumpliste nueve años,
de cuando perseguías libélulas
para atraparlas y ver en sus ojos
el pasado del futuro.
Vengo a devolverte la lámpara que me diste
cuando tuve hambre.

Tómala, Salvador.
Ve a multiplicar vida
donde la tierra tiemble.



También le conocí. Me bautizó Poeta
y ese día lloré como quien llora
una tragedia bárbara caída
desde y hacía la poza de las almas.


Me dijo: eres niño cometa en mano y luces
de luciérnagas marcan tu camino.


Ese día me supe un ente único
libre de mi atadura sucedánea
y empecé a vagar por los silencios
hediondo de mastrantos y puerco de moriches
a la caza de verbos y metáforas
creyente fiero de mi nueva
dimensión.


También le conocí. Me dió su mano
futura para días obligados.
Supo que inevitablemente el llanto
sería marca atávica y espina
clavada a mi costado.


También le conocí. Me bautizó Poeta
y me dió el ungüento con que curo
las llagas de mis pies y toda soledad.

También le conocí. Alejandro su nombre
y también yo le extraño.

Henrry Di Spirito



Gavrí Akhenazi – Morgana de Palacios

Transformismos

Dulce animal de miedo que me hostiga
el corazón –espinas y tormentas–
con un lazo arterial,
un rudimento de puente entre latidos,
un refresco de sangre que devuelve su sentido a la herida.

Desde esta piel lejana y sus cansancios,
abrevo en su laguna atemporal
y pongo a consideración de su elemento
la terrenalidad de mis batallas.

Apilo las derrotas y los cuerpos
de sueños que han pasado a mejor vida.

Sopla un viento de agua
que levanta de lágrimas un aire en que no llueve
como si fuera
una región perdida de aquella África mía
en las otras historias.

A veces me pregunto en cuál violencia
de todas mis violencias,
el animal de miedo se transformó en domador de furias
y me arropó en su humedad de sedas lloviznosas.

Empapo mi animal con su animal de agua.

Y el mío, soberbio y monolítico, se vuelve un raro pez,
un pez que vuela,
un pez que canta con un canto sordo,
un pez que a veces se transforma en nube
y ha aprendido a llover.

Un pez con su sangre de pez que, mar abajo,
se envuelve con lagunas los deseos.

Gavrí Akhenazi


Mnémico

Hay que ser muy valiente para encender la luz
y sentarse a escribir oscuridades
sin nadie alrededor.
Sacar los trapos sucios del arcón del enigma
y orearlos al sol,
comprobando el alcance de la propia palabra,
mientras las tripas hacen borborigmos
con venenosa bilis de autocrítica.

Hay que ser muy valiente, casi profesional,
para crear perfiles a las sombras
cuando están entonando el mea culpa
por su torpe ficción
en el húmedo abismo al que le invocan.

Cada vez que alza vuelo memorioso,
destroza la ceguera
de la costumbre.

Morgana de Palacios


Curación por la lluvia

Hembra animal de agua ha puesto lluvia encima de la mesa.

Hoy mi animal no caza. Permanece,
tenazmente sujeto a la vasija de escanciar el mundo,
y habla con los dientes de habitar desastres
hastiados a experiencias.

El animal de agua reflota las lagunas de todos los océanos
y con una mirada
las recoge y las junta en la vasija con que da de beber
a mi animal de sed.

No me pregunta lo que otros me preguntan.

Nunca pregunta lo que otros le preguntan a mi animal sin ruidos,
a la profunda bestia agazapada
al fondo de su incógnita.

El animal de agua ha lavado a ese animal de sed
casi todos los restos de derrumbe
y en la noche es un ave solícita que canta
mientras guía la sangre por un espacio entre candiles áridos.

Me pregunto,
–como un desarrapado cazador de ausencias–
qué será de mis pasos si el animal hembra de agua
un día me abandona de nuevo en este viento
desértico, oscuro e infinito.

Gavrí Akhenazi


Mnémico II

Realmente no sé, si amortajamos juntos
lo frágil de este carro de combate
o esperamos aún estrenar la palabra
que nos defina únicos
mientras rompe el silencio.

No se trata de amor
ni de dolor
ni de resignación a sus designios.
Se trata de anhelar lo perdido hasta dañarnos,
codiciar lo imposible,
soñar con lo impalpable.

De verdad que no sé
cómo es posible que mi huella de agua
resbale por tu sangre
y salga a borbotones de tu boca.

Qué inclemente ternura
acompaña a los gestos de tus manos
que acarician la piel de mi memoria,
si se apaga la luz del corazón
cuando me duermo,
y no dejo un segundo de buscarte.

Morgana de Palacios

LOS MINIMALISTAS



El recién nacido
vive por instinto y con ayuda

el joven
se cree inmortal

el viejo le teme a la muerte
cuando cada mañana
resucita

dando la espalda a la tumba

*


El pasado sobrevuela
la página en blanco
dejando sombras
de murciélagos en miniatura

Por mi ceguera
siempre creí que eran palomas

*

Voy como un perdedor
ante la luz pública

Viajo con seudónimo

Brinca y chapalea
mi niño interior
sabiéndose feliz

desnudo
bajo la lluvia
escribiendo y capitaneando

al fin
su barquito de papel





La luz pública brilla en su cúpula oscura:
eres el hacedor de rayos
y la mano farolando soles.

*
Por una tristeza que apaga tu estrella
pinta diez en el cielo de tu abismo.

*

Si supieran la verdad del abismo
bajarían con lentes de sol:
hay más luz en la caverna
que en el corazón de un lucero.

*

El ayer es una sombra rota
guardada en tu puño:
vuelve a tu magia.


*

Estrella un upper cut en el pecho del cuervo:
libera sus origamis alados
y ve en pos de la sonrisa.

*

Hay un niño llorando en el vértice de tu ojo izquierdo.
Seca sus lágrimas, abrázale
y dibuja con él un helado de pistacho.



CONSTRUCCIÓN EN HAIKU

Otoño: Variaciones sobre el mismo tema

Santiago Vázquez


Robert Haro


Solange Schiaffino


TERCETOS NO HAIKUS

Faro

En singladuras
de temporal violento
y noches duras,

de frente al viento,
perpetua vigilancia
sin un lamento,

en la distancia
ofrece rumbo el faro
con su constancia.

Antonio Alcoholado


Héctor Michivalka

VaRiOPiNTO s

Lluna Vilanova – William Vanders – Henrry di Spirito – Santiago Vázquez

Disfruta de la vida

Disfrute de la vida

Estamos en la vida, a veces
de
        golpe.
Nos devastamos,
palabras que oscurecen el futuro
y que colocan plomo
en nuestros
        pies del presente
y al pasado anestesian.

Disfruta de la vida, cómete la vida,
dale a los versos la libertad,
recolecta cada átomo
de
        felicidad.

Lluna Vilanova


Voy

La palabra es un sustantivo femenino
y
define
al hombre

ensuentraña.

Palabra es una ser

piente

porque piensa,

tiene siete cerebros

P ara escuchar,
A brir la mente,
L abrar símbolos,
A montonar incógnitas,
B eber traba-lenguas,
R omper cánones,
A brazar la paz

arabrir abrar montonar eber-omper brazar

antes

de

que

la

guerra

suceda.

William Vanders


¿Vienes?

¿Vienes? No tengo mucho, como sabes.
No tengo si no versos para dar.
Quizá una canción crepuscular
amarga de nostalgia.
         Días graves
que importan sólo a dos.
         Tal vez mis naves
de versos imprecisos. Navegar
nocturnidades claras por un mar
en luna llena.
     Poco y mucho.
            Claves
sonoras ya perdidas. Mi tesoro
lírico
  no muy rico
        -lo lamento-

Pero entiende que en bosques y riveras
brillan los pedernales más que el oro
y que puedo sembrar así en el viento.

¿Vienes?
       ¿Por qué se van las primaveras?

Henrry Di Sipirito


Esperanza

Sabemos que la vida da la espalda
a todo aquel que espera algo de ella,
disfruta medio llena la botella
y mira lo que esconde tras su falda.

Aprecia cuando el cielo es esmeralda
o cuando emite luz cualquier estrella,
olvida aquello que ha dejado mella
y apóyate en aquel que te respalda.

No todo te será color de rosa,
habrá mil experiencias detestables
que empujen a que tires la toalla.

Pero al final no busques otra cosa:
de escenas que parezcan razonables
elige la que gane la batalla.

Santiago Vázquez


SONETOS

Henrry Di Spirito – Solange Schiaffino

Te presiento

Estar sin mí, sin lengua y sin sonido
incognito de todos y en la nada.
Dolor sobre el dolor de la tonada
que asoma su rumor inadvertido.

Me alejo de mi centro indefinido
sobre una cuerda floja o mal tensada
un poco a tientas, ser a ser, callada,
labio a labio, la noche, que se ha ido.

Sólo el sudor sobre el sudor, la mano
sobre mi mano, muro a muro, adiós
sobre el adiós, lo siento en el lo siento

no puedo en el rumor, rugir lejano
del labio sobre el labio, dos a dos,
piel a piel, verso a verso. Te presiento.

Henrry Di Spirito


Lo siento

Cuánto duele escribir dolor, lejana
sin que mi mano esté sobre esa mano
medirme en cuanto digo, si un vilano
acaso, y no temer en la ventana.

Cuán difícil estar y ser nirvana
sin memoria, ser libre en este plano
y ofrecer las estrellas de un arcano
que abrigase certezas del mañana.

Pero si muestro cuerda y sus dos puntas
o que el centro lo es más si compartido,
siento que ya mi sol no es placentero.

que disfrutes la vida a la que apuntas,
es todo cuanto espera este latido
y aún puedas creer que sí te quiero.

Solange Schiaffino


Compromiso

No sé si te parece sea absurdo
pero sé que no miento si declaro
que el Sol es sólo Sol y no pasado
y el mar es sólo mar y no futuro.

Y es que me desentiendo de desnudos
azules o salobres e incendiarios:
desdigo del galope de caballos
de alquitrán que recorren mis dos mundos.

Verás, las cosas piden que las nombre
y haga versos de cal y lluvia fina
en mi camino de regreso a casa.

No has de temer a párpados insomnes
ni a mis quebrantos de promesas idas
en esas noches de amapolas blancas.

Henrry Di Spirito


Mis quisiera

¿Quién dice que la vida es trazo recto?
¿Acaso desdecirse no es lo mismo
que aceptar este avance con realismo?
tampoco yo le creo a lo correcto.

El todo no equivale a lo perfecto,
porque vengo de historias sin lirismo,*
y decir un te amo en el abismo
tiene de pan y piedra como efecto.

No maquillo los nombres de infinito
y si beso no quiero lo que era
pero el miedo se instala como escudo.

Quisiera que se oyera más bonito,
que daría también la vida entera,
que solo digo: «Amor» y ya no dudo.

Solange Schiffino



Jordana Amorós – Isabel Reyes

Curriculum vitae

Para bailar la conga hasta la aurora,
jugar al mus, cantar en un sexteto,
reír o hablar de todo lo indiscreto,
siempre a alguien se encuentra a cualquier hora

Cuando, después, su faz abrumadora
muestra la vida y te somete al reto
feroz que te devasta por completo,
compruebas que contigo nadie llora.

Otro fracaso más que condecora
un «curriculum vite», ya repleto
de ellos, conformando un mal panfleto
de nuestra humana esencia perdedora

El mío, escrito a golpe de soneto
desde una lejanía sanadora.

Jordana Amorós


Entre alfileres

Mi vida, esta fugaz luminiscencia
que ante mis ojos pasa evanescente,
me clava un aguijón incandescente,
me induce a sopesar mi resiliencia.

Pensaba que tenía resistencia
ante los avatares del presente
y sin forzar el alma ni la mente
rendida voy perdiendo la existencia.

Entregada y vencida, mi camino
se encuentra envuelto en una bruma oscura
y solamente veo anocheceres.

Ante el lance final yo me reclino
y os dejo en testamento la locura
de una vida sujeta entre alfileres.

Isabel Reyes


Mayo impenitente

Caminar por la calle con los pasos cansados
del que ya ha recorrido su camino en la vida,
posando sobre el mundo la mirada perdida
y carente de brillo de los desengañados.

Comprobar que usa lentes de cristales ahumados
el olvido y, si encuentra la cara conocida,
no recuerda quién era ni cómo se apellida
ese gesto que emerge de los años pasados.

Sentarse en algún banco, calcular cuánto queda
para llegar adonde termina la alameda
y si tendrá su cuerpo la fuerza suficiente.

Tragarse la congoja que oprime su garganta
y le nubla los ojos cuando un pájaro canta
y alrededor florece un mayo impenitente.

Jordana Amorós


Siembra

Y porque a veces, aun si inesperadas
las cosas ven su fin y alguna llega
a aquella plenitud con que se niega
el destino, o quizás porque pasadas

se descubre que fueron deseadas
yo seguiré apostando por la entrega
sólo a favor del bien, contra la ciega
mentira frente a esperas infundadas.

Pues no haber redención no significa
rendirse ebrios de muerte a los agravios
o entregar la razón a la derrota.

Nos cabe hendir los campos con la pica
y hechos azada manos, piel y labios
sembrar, siempre otra vez, la tierra rota
.

Isabel Reyes



EL ARTE DEL CONTRAPUNTO

John Madison – Eva Lucía Armas

Love cactus

Un cactus floreciente es toda ella
para mi corazón, otoño en trance,
y solo el verbo Sol de mi sistema
planetario da voz a su elegante
poética manera de abrazarme.

Un cactus floreciente, una rareza,
acuática es su risa de muchacha.
Cactácea verde mar que a mí asexuada
espiritualidad ha conquistado.

El Ra de mi nocturno round terráqueo:
El amor verdadero es mi cactácea.

Aguacero astronáutico en mi nave,
sambando va su lluvia por mi casa,


2

Te espero en la otra vida, allí te espero
con mis deudas saldadas, bajo el signo
de otra era animal, amor, te espero.
Con mi voz de poeta volcánico te espero.

En la ladera oculta de la luna,
en los campos de Orión,
allí te espero
para poblar de flores tu canción,
de renovados besos tu vivero.

Encontrarás mi savia en otra piel,
pero sabrás que es Juan, el de los versos.

John Madison


La vida y sus problemas nos envuelven
con espinas peores que las mías.
Yo suelo ser aloe curativa
o tunita de azúcar si me quieren.

Espinitas por fuera, miel por dentro,
me defiendo a mi modo de las cosas
pero tu corazón me desemboza
con su boca que vuela a contraviento.

Algo de mi dulzor se ha despertado
como un loto fugaz por tu palabra
y, rosa del desierto, aquí te habla
mi pétalo de agua, desflecando
una razón de estrellas singulares.

Juan de los versos, Juan que siempre añades
un fondo universal a mis espacios.

Eva Lucía Armas


“Mi corazón es tuyo”, dije un día
hace ya algunos años, flor de loto.
Mi corazón que entonces era un frágil
misal que no encontraba su acomodo.

Mi corazón que escribe sin reposo
en el norte caudal de su obra pía
la fecha en que tu amor de Cataleya,
dio muerte con su voz a mi perfidia.

Tu amor sin condición, tu amor de altares
tu amor es mi oración,
tu amor mi salve,

tu amor me llevo yo, mi Eva Lucía
junto a la luz de Dios cuando él me llame.

John Madison


A veces, ya sabés, amortiguo la espina
y me vuelvo una grosella verde
para esa boca tuya, dorsal y masculina.

Una grosella ácida que arde
por dentro de tus ganas y ambarina
se licúa en sus rojos
fiel al mordisco oculto de tus ojos.

Un talle milenario que se inclina
en alas de tus vientos sin canceles
y aparca los enojos
en un grito de luz, alada harina
para el pan de este Juan

y sus antojos.

Eva Lucía Armas


Animal de platea, vivo siempre
en tu sueño irreal que me descorcha.
Como un moet chandon soy en tu boca,
el banquete en tu mesa de los viernes.

Tu harina de moldear tu permanente
festejo literario, soy tu pronta
máquina de inventar. Yo soy tu honda
bahía espiritual, el hombre en ciernes

que juró lealtad hacia tus versos.
Es tuyo mi monólogo despierto,
mi ópera visceral y sus semillas,

mi poniente y mi luz. Tuyo mi arpegio
de pajarero atlante, tuyo el fuego
hacedor de mi tierra prometida.

John Madison


Algo hay en vos de superhéroe Marvel,
algo de extraño ídolo pagano,
de niño del tambor, de árbol de antaño
henchido de crepúsculos que arden.

Un espíritu errático que implora
por sed al agua que su mano junta,
y un mineral recrudecido en jungla,
una anfibología que me nombra.

Te escucho en las ausencias más presentes,
como una oximorante receptiva
escucha las respuestas que no entiende.

Y te percibo al pie de mi silencio,
figura universal que se alza en vuelo
si coincide su alma con la mía.

Eva Lucía Armas


POESÍA DE CONTRAPUNTO

La poesía del arrebato (corriente literaria en que se basó el proyecto Ultraversal) debe su nombre a la propuesta de improvisación en que dos autores se desafían en tiempo real a responderse con poemas. Es un ejercicio de agilidad y coherencia que permite demostrar el dominio de la técnica tanto poética como de discurso.

ultraversal.com

Morgana de Palacios – Gavrí Akhenazi

Cárceles y causas (improvisaciones en tiempo real)

(soneto – arte mayor – pareados – rimado)

Yo no te mentí nunca. Te dije que no soy
más que el rescoldo oculto en la ceniza vieja,
el humo que se expande inasible y no deja
ni la más leve huella de los pasos que doy.


Lázaro imprevisible, resucito si estoy
absorta con un rostro que la luna refleja
mas cuando llega el día, la tumba que no ceja
me requiere a su sombra y hacia su sombra voy.

Todo me es cárcel, todo, salvo mi pensamiento,
larga la pena larga en el penal del viento
que no precisa rejas para echar sus cerrojos.


No me quieras querer, no soy la primavera,
sólo ceniza y humo en tránsito y entera
toda la muerte, toda, se florece en mis ojos.

Morgana de Palacios



Todo me es cárcel, todo, menos la libertad
el cerrojo que ciñe mi puta humanidad
y el látigo en mi boca.

Carcelera del precio de la roca
carcelera tenaz
sobre la soledad que descoloca,
sobre todas mis fugas
va tu instinto, asesino y procaz

Si me muriera ayer desde la muerte,
si no fuera este grito,
ni tus cadenas unieran a mi suerte
su recurso maldito,
toda mi voluntad sería inerte.

Toda esta furia sorda en que me hundo
valdría acaso la ira en que te irrito
desde lo demencial que hace a mi mundo.

Gavrí Akhenazi



Todo es circunstancial cuando tiras los dados
de la furia fugaz. Alma sobrecogida
en el intento gris de acaparar la vida
trascendiendo sin pausa, versos accidentados
.

En la frontera fértil de tus acantilados
columpio mil vocablos con sabor a manzana
y nadie encontrará la pasión de morgana
porque en el lado oscuro mantiene sus reales.

No es la razón de ser de los hombres cabales
que no han de traspasar su cerrada ventana.


Por si quieres hablar del rumor del pecado
de la desolación que nos marca la vida,
de por qué mi canción suena a causa perdida,
recuerda, por favor, que no tengo pasado
ni creo en los futuros de terciopelo ajado,
ni finjo algarabía si hablo con verdad.

Me someto al decreto de la banalidad
sólo por hacer dedos desde cualquier teclado.
Si miras lo profundo de mi verso acerado
verás que no comulgo con la casualidad.

Morgana de Palacios



Una causa perdida ya no tiene remedio
ni en tu boca que canta ni en tu boca de tedio.
Una causa perdida es un rincón oscuro
una ansiedad a medias, un parto prematuro.

Una causa perdida es también una meta
una propuesta al viento que rompe una veleta
para que ya no existan los puntos cardinales
ni las mediocridades ni las banalidades.

Una causa perdida es la luz de un proyecto
que se mantiene siempre altanero y erecto.
Una causa perdida es un sueño a futuro.
Para soñar tal causa, hay que nacer impuro.

Gavrí Akhenazi



Los autores

Morgana de Palacios
Gavrí Akhenazi

«Cancelación de lo desierto», Gavrí Akhenazi – Morgana de Palacios

Imagen by Enrique López Garre

Improvisación en tiempo real – Contrapunto

Yo sé que a veces hinco la rodilla en la tierra
y que entierro en el pecho la cabeza afiebrada
por imaginar cosas que podría decirte
a solas y en la umbra, como alguien sin mañana.

Pero soy un silencio que se remuerde solo
con vocación inhóspita. Una bestia esteparia
que busca entre las cuevas secretas de tu especie
la especie que ha perdido su espíritu de llama.

Aúllo y te reclamo con mordiscos de lumbre,
tu acerico de ausencia se me clava en las plantas
y soy el caminante que ha extraviado un desierto
y rebusca en su sed el agua de la lágrima.

Al fin y al cabo, a solas, sin tantos artilugios
asesino entre verbos mis mundos de metralla
y, como ves, inclino mi arrogancia señera
a la rienda de seda de tus manos extrañas.

No me acaricies, hembra, que la melancolía
de no haberte tenido, me llena de nostalgia.

Gavrí Akhenazi


A veces soy su fe si, de repente,
le arranco la espoleta a una granada
y detona al chocar contra mi boca
y me llena de esquirlas la garganta.

Otras veces no soy más que el colapso
de la buena intención y su mirada
se pervierte en la sádica tortura
que quisiera infligirme en la distancia.

Se ha vuelto vulnerable con el tiempo,
quizás por sus insólitas jugadas.

Aún prefiere andar bajo mi lluvia
sin pedir el cobijo de un paraguas,
porque le gusta amanecer mojado
cuando son secas otras circunstancias.

Yo soy el putching ball que absorbe el golpe
cuando su corazón se desbarranca,
pero crece en el verso si me nombra
y se excita, varón, si me
descalza.

Morgana de Palacios


A veces soy así y a veces lento,
gravito en tu pasión como la escarcha
que te nieva entre enero los azules
y desde tus azules desbarranca
su ligereza inútil y su nimbo
de insospechada claridad humana.

Estás de pie en el mundo como el tiempo
recorre el universo y lo equipara
y nos volvemos hitos planetarios
que van ajusticiando las palabras
porque tu boca clara marca el rumbo
del que se aleja hostil, mi boca amarga.

Que he cambiado, lo sé. Sé que he cambiado.
Que ya no soy aquel que sí mataba
al enemigo y luego, victorioso
alzaba la cabeza cercenada
y la echaba a los pies de tus trofeos
en la vieja cuneta de las ansias.

Cambié. Me puse bueno y metafísico,
contemporizador y mano blanda,
pero si alguien te toca, te aseguro
que la bestia me habita aquí en la rabia
y me vuelvo aquel malo ingobernable
que doblegó tu mano, sana y salva.

Gavrí Akhenazi


En tu mapa vital las cicatrices
marcan los aspavientos de la suerte,
los dolores y los retorcimientos
que tocan las mujeres
con dedos temerosos y labios indecisos
cuando aún no penetran en tu mente.

Son tantas las grabadas en el tiempo
de las escaramuzas en los frentes,
que casi no recuerdas ni tú mismo
si son un tatuaje en las paredes
de la piel maltratada por la vida
o es la propia vida quien dibuja vaivenes
sobre tu cuerpo enjuto acostumbrado
a engañar a la muerte.

Yo que guardo las mías donde nadie las ve,
sé que las invisibles en ti son las más fuertes,
las que nadie sospecha que puedan existir
y las que más te duelen.

No has cambiado tanto, sigues siendo el soldado
que camina en la sombra con el alma en los dientes.
Sentirte solo es parte de la ferocidad
que te nace en el vientre
cuando la indiferencia ajena por el mundo
se te vuelve un parásito evidente.

Al final no eres ese ni el otro, eres tú,
exactamente
tú, profundo y breve.

Morgana de Palacios


En el rito vital la coincidencia
nos devolvió a rutinas despiadadas
y en un desequilibro, desvariadas,
nos atrapó su suave incandescencia

Podemos resumir nuestra indecencia
en las imaginarias desaladas
de dos extravagancias extraviadas
al mundo peculiar de su inconciencia.

A veces vos sos fénix, yo soy cobra.
Para llevar la identidad del sino:
míticos bichos presos en la obra.

Existen, más allá de ese destino
con que enfrentan el pecho a la zozobra,
tu corazón de miel y mi asesino.

Gavrí Akhenazi


Mala para tus ojos, porque te gusto mala,
mala de malitud, de naturalescencia,
mala por revolverte, por disparar la bala
que te acierta en el centro de la circunferencia.

Mala por alumbrarte, malérrima bengala
con fuegos de artificio los días de abstinencia,
por no rendirme nunca al Coronel de gala
y excitarte los ojos con mi concupiscencia.

Mala por estar viva y provocar tu celo,
por servirte en bandeja la erótica del velo
que enigmático cubre mi voz que se regala.

Por aguzar tu ingenio para los desvaríos
y hacer que de tu boca promiscua fluyan ríos
de poesía libre, me has bautizado Mala.

Morgana de Palacios


Después, para tu boca, el vendaval del hambre
que te estalle en los senos de prédica madura
y que tu vientre curve la fuerza de la sangre
sobre el vértice inerme de mi fiera premura.

Cabalgar en el tiempo de la boca sonora
como en una marea de ansiedad matutina
sobre el sabor antiguo de la primera hora
en que la piel se vuelva desnortada y canina.

Que el hambre me revuelve la lengua del deseo
y me imagino intensa la curva en la que encallo
mi percepción del día verdeciendo en tus ojos

de mar alucinado, de fiera y el desmayo
de tu labios lamiendo la sed de mis despojos.
Así es como en mis sueños tu corazón poseo.

Gavrí Akhenazi


Despedirme de ti no entra en mis cabales.
Lo que me das no hay oro que lo pueda pagar.
Contigo soy la monja que mira el lupanar
con ojos de pecado y lengua de abrojales.

Ríes el tour de forçe en los ceremoniales
con que me incitas lúdico para poder llegar
a la carta más alta que se pueda jugar
en el juego asesino de las reglas morales.

Te empecina saber que no me entrego
como tantas, sin lucha. Tu estratego
inventa escaramuzas cada día.

Pero yo no claudico ante tu trato
pues sé que sale caro lo barato.
Lo nuestro es una hermosa guerra fría.

Morgana de Palacios


Y es una guerra al fin y en toda guerra
como aquellas que
-alzadas en tu nombre de maga impenitente
que colecciona a sus amantes muertos en cunetas sin agua-
han emprendido viejos caballeros de armaduras inermes
(y de lenguas rabiosamente trepadoras),
nos debatimos el judío amargo que sobrevivió a Masada
porque le resultó una afrenta suicidarse
y la hija del vértigo profundo sobre el peñón de Avalon.

Te bulle el África caliente en la saliva
y en la sangre hay derbakes milenarios que te agitan el tiempo
y la indocilidad
y esa hembra chita que camina sola y devora a sus presas
con una lengua suave y seductora y unos dientes de presumir sonrisas.

No sé si me elegiste porque no había otro bicho más extraño a la mano
-ya que este reino
siempre tuvo su colección de fáciles rarezas intentado subirse por tus muslos-

pero yo sigo, perduro, persevero

porque,
en realidad,

tengo un espíritu de Cancerbero insobornable,
capaz de enfrentar hasta a sus propios muertos si se acercan curiosos
a presenciar la historia que vivimos.

Dos, porque somos dos y siempre dos
en un único, guerrero y épico país desconocido
que ha perdido su nombre de batalla
y conserva la esencia de su paz
tantísimas veces malograda

igual que un talismán
que llevo al cuello como si fuera mi primer medalla.

Gavrí Akhenazi


Te agradezco la noche sin pausa, la escritura,
la luna rielando en los mares de arenas
cuando sembramos juntos alegrías y penas
en el amplio desierto de la literatura.

Te agradezco la luz que alumbró mi ventana,
la amenaza de sol de tu lengua de sombras,
el sentirte reír cada vez que me nombras
y el empecinamiento en besar el mañana.

Nadie podrá decir que haya sido fácil
llegar donde tú estás, airoso y grácil,
tras avanzar a muerte abriendo brecha.

El objetivo es hoy tu cita con la vida.
Vivir en esa tierra prometida
todo lo no vivido hasta la fecha
.

Morgana de Palacios

«Lengua alopécica», Idella Esteve – Gavrí Akhenazi

Imagen by Rutpratheep Nilpechr

Contrapunto

Es tanta la alopecia de mi lengua
que ya no sé qué hacer para enmendarla,
le pone trabas a cualquier dictado
y expeditas le salen las palabras;
se ha vuelto descarada y lenguaraz
y no se calla ni «debajo el agua».

Tal vez debiera hallar una peluca
que pudiera servirle de pantalla,
de filtro en que colar las opiniones
y no decir lo que le viene en gana.

Enseñarle a contar será preciso
hasta diez, o hasta más, antes del habla,
implantarle quizás algunos pelos
que enmarañen el fluir de su alfaguara,
que corren como un río sus ideas
y vuelan al salir desaforadas
con alas que han crecido con los años,
libres de vestimentas y corazas.

Qué incordio de esta lengua tan desnuda
acostumbrada a no pararse en nada.

Aun cuando un punto yo me dé en la boca
en cuanto me despisto se me escapa
sacando entre los huecos de los labios
aquello que le está quemando el alma
.

Idella Esteve


Parece, compañera, que tenemos
un problema común con nuestras lenguas,
un gen será quizás, que predispone
a decir siempre aquello que se piensa
y a veces me pregunto si tal cosa
no debería ser lo que rigiera
las conductas del hombre en todo tiempo
y debatir de frente las propuestas.

Y sin embargo, no. La gente calla,
oculta, modifica, omite, niega
aquello que querría volver grito.
Prefiere ser política y correcta,
disfrazar pensamientos y verdades,
acomodar la aguja y la respuesta,
y luego el dije Diego aunque hubo digo,
«me has entendido mal», «no es lo que piensas».

Tengo la boca floja, aunque de viejo
uno aprende a leer en las tormentas
y expone la verdad con raciocinio
y le quita pasión a sus ideas
para volverse claro, siempre firme
en que su convicción es su bandera.

Mi lengua sigue igual, mis rebeliones
la mantienen activa y alopécica.

Gavrí Akhenazi

«Me llamo claridad», Morgana de Palacios – Gavrí Akhenazi

Contrapunto

… y entre mi escombro,
sanadora su agua si me ensombro
enciende un lucerío…
(Akhenazi)



Digo la luz y el mundo se ilumina.
Porque nombro la luz, la luz se crea
y porque hay luz tu sombra se alabea
y me besa en la boca y me asesina.

Mato la luz y asombro tu retina
con la penumbra viva de la idea,
parásito de luz que melindrea
entre la esclavitud de la rutina.

Cuando escribo la luz, algo se enciende
por seducir tu verbo que trasciende
por la geografía de mis lutos.

Me llamo Claridad siendo La Oscura
y en lo profundo de tu arboladura
brilla el dulzor acerbo de mis frutos.

Morgana de Palacios


Digo la luz y el mundo se ilumina.

Morgana

Taciturna la luz. Lanza de fuego,
su atemporal gemido de alabanza
y donde sombra hay, sin voz me alcanza
con la vertiginosa luz del ruego.

Queda la sombra en sombra. Con reniego,
cae un ruin vendaval sin enseñanza
con su locuaz feracidad que, a ultranza,
alimenta los dientes del trasiego.

Sorda la pez y sordo el mundo —oscuros—
en que asorda su cueva de extramuros
el que medra sin luz junto al calor.

Si vas con la palabra vuelta tea,
seré el hondo tonel donde la brea
ardiendo borbotea su clamor.

Gavrí Akhenazi


Para después de ti, tu frente quiero,
con todo lo que guarda en la memoria,
tu frente diluvial para mi gloria,
para mi frente abierta a tu aguacero.

Para después de ti, hondo venero,
tu boca transitiva y migratoria,
creadora de alas en mi historia,
para después de ti, tu boca espero.

Porque después de ti, sombralunado,
luna adentro tu nombre en mi costado,
refundaré tu sombra bajo el sol.

Que solamente tú, que sol-a-mente
podrás después de ti, ambivalente,
ocupar tu vacío en mi crisol.

Morgana de Palacios

«Brama», contrapunto, Ana Bella López Biedma – Gavrí Akhenazi

Respiro tu animal de boca suave
y tus dedos recorren mi tiniebla,
despejan, sin temor a los caminos,
las roncas sensaciones de mi bestia
y nos calan, profundamente vivas,
en su inmoralidad, nuestras mareas.

Desarmo el valle fértil de tu espalda,
y te siembro los dientes de mi huella
si tu voz se reclina en el susurro
cortada en el amor como una cuerda
que me salpica entero con tu nombre
al estallar vocales que se queman.

Hacemos del amor la indisciplina
que sacia sus orgasmos con violencia
en esta soledad bajo la noche
y en este bar de copas de la pena.

Así, juntos y solos, como siempre
ceñimos el vaivén de las caderas
y el mundo es este mundo interminable
en que somos un macho y una hembra.

Después vendrán de nuevo las distancias,
la prodigalidad de las ausencias,
el tiempo camaleónico del bien
donde no cabe el coito de dos fieras.

Cumplamos con nosotros esta noche.
Ya se verá después, qué nos espera.

Gavrí Akhenazi


Respiro de tu boca como el beso
que nunca ha sido beso. Te desvuelas
en la fragilidad que de mi nombre
llega a tu nombre. Urdes con tu lengua
ese verso puntal que se me clava
en el centro voraz de la contienda
de medirnos la sangre, siempre al borde
de cada oscuridad. En la marea
de tu playa me adentro como un barco
cansado de su piel, suave madera
abocada al naufragio de una noche,
vencida por el filo de la ausencia.

Tu mano seminal traza una ruta
que va desde tu hastío hasta mis huellas
y muerde con la urgencia de las ganas
los muslos de mi soledad. Te acepta
la mujer que se esconde entre mis pliegues,
lluvia sumisa, tempestad violenta,
hecha toda de agua en la palabra
que nunca pronunciamos. En tu puerta
he dejado la ropa y los despojos,
abiertamente sola a cielo abierta.

Ana Bella López Biedma


A mi costado, mansa, frágil, dulce
tu orografía es un planeta inmóvil,
una curva de luna atravesada
por la penumbra de la medianoche.
Llena y frutal, igual que un higo intenso
tu sabor de abrevar constelaciones
me ciñe sus perfumes a la boca
y me empapa la piel de tus olores.

Ahora estamos así, serenos, anchos,
gozados en el filo de otros soles
y pronto yo me iré, de madrugada,
gato fugaz que escapa a sus rincones,
mientras tú aquí, de pronto alunecida
guardarás en tu vientre sin temores
las voces de pasión con que no hablo
por no quedarme fiel, junto a tu nombre.

Gavrí Akhenazi


Agreste pergamino el de tu tacto
que vira en ámbar líquido si posas
la lluvia de de tu aliento por mi talle
escuálido de sol. Tus manos rotas
se acercan tan extrañamente lentas
que parecen sembrar piedras preciosas.

Igual te irás, si acaso es que estuvieron
cerca de mí tu sangre y tu derrota
o quizás era solo el espejismo
de la luna en el charco de mis botas.
Acaba el onanismo de las letras
dibujando humedad bajo mi ropa.

Y es que no me conformo con los dedos
de un hombre que me sepa más que sombra
o el sueño de una noche de verano
que me busca en invierno por la boca.

De espuma son las aves de mi vientre
y vuelan con la sed de las deshoras
cuando muerde el insomnio mis costuras
de mujer desoladamente sola.

He cerrado las puertas de este cielo
y vuelvo suavemente a mi pagoda.

Ana Bella López Biedma


Tu pagoda es aquí, junto a mi mano
que se extiende a tu mundo de humedales
tallando un huerto de árboles frutales
a filo de puñal.
Lento artesano
sobre el sancta santorum de tus males,
limpio tu soledad y los retales
de otros dioses ausentes.
Te profano
en tu actitud de ánfora sagrada,
con mi voracidad desvergonzada

y es tu estremecimiento un canto vivo
que libera la bestia con que escribo
esta letra callada.

Gavrí Akhenazi


Ronco bandoneón,
llega tu voz a mí pausadamente.
Del ombligo a la frente
me va desanudando de emoción.
Extraña tu canción
abre el brocal del alma. Puro viento
cuando tu boca brama el sentimiento
sin disfraz ni atadura.
Tiembla, pausa y premura,
la piel, breve el espacio en que te siento.

Me desarma tu canto, negro y luna,
calor de cielo rojo en primavera.
Vale la espera
el tiempo de sin ti, nada y hambruna.
Me juego la fortuna
sentada en el arcén, pasa la vida.
Y mi silencio al beso de tu herida
sobre la alfombra de la confidencia.
Dame la esencia
de tu lágrima honda y más prohibida.

Bebámonos el vino
que nuestra soledad nos brinda en el camino.

Ana Bella López Biedma

Ana Bella López Biedma vs Sergio Oncina, contrapunto

Imagen by Katya Guseva

Yo soy de Madrid y puerto,
dividida en mis amores.
Salitre y sol, los olores
de mi corazón abierto.
Solo en la mar me convierto
en un barquito de vela
que va siguiendo una estela
invisible a otra mirada,
la de una cometa alada
que me juega a la rayuela.

Yo soy de pueblo de mar.
En mis primeros abriles
de cantos y aguamaniles
con sus manos de volar
mi madre, clara y almar
tejía flores de luna
por las barras de mi cuna.
Y el hierro soñaba arena,
y el rebozo, yerbabuena.
Sus ojitos de aceituna

arrebolaban la tarde
entre coplas y la brisa
competía con su risa.
Que su luz la salvaguarde
allá donde esté. Cobarde
la muerte, que enamorada
se la llevo una alborada
del brazo, como un amigo.
Mi soledad, yo conmigo,
siempre dentro mutilada.

Ana Bella López Biedma


Mis muchos pueblos son uno
y el uno se encuentra en todos:
madres de lengua y de modos,
padres del pan y el ayuno.
Vívido el niño que acuno
sobre un páramo de fuego
con la nostalgia del juego
y el sabor de la inocencia.
Pueblos de niño y creencia,
pueblo de lucha y de ruego.

Abuelas de la labranza,
carros de vacas y cincha,
trazo reseco que pincha
y a las vísceras alcanza.
Rostros adustos. Semblanza
surgida del aire frío
y del paraje sombrío.
Fuerza de carnes morenas.
Atemperadas sus penas
a golpe de puro brío.

Bicicletas que en sus hierros
guardan sudor y trabajo,
bielas arriba y abajo,
esfuerzo en días de perros.
Tormentas en los entierros
con infiernos prometidos
para los que, descreídos,
no ven a Dios en la mina
cuando el grisú extermina
hijos, padres y maridos.

Sergio Oncina


La oscuridad, gota a gota,
se va filtrando en la tarde
mientras el cielo hace alarde
de su última derrota.
Vibra en el aire la nota
de un pájaro estremecido
y hasta la boca del ruido
se calla por un segundo.
En la cornisa del mundo
crece la sal. No ha llovido

y el paisaje cristaliza
suspendido en el destiempo.
No se pasa el pasatiempo
de esta no-vida postiza.
Quiero dibujar con tiza
una ventana en lo oscuro
y escapar de cada muro
que la realidad impone.
Busco la luz que emocione
esta piel de sinfuturo.

Invento una costa larga
toda tierra y sol, un puerto
de barquitos, mar abierto
mientras un quizás me embarga.
Pasará esta nube amarga
y en un banco, frente a frente,
nos sorprenderá el relente
entre historietas y guiños.
Alicia y Pan, siempre niños,
libres siempre en nuestra mente.

No más cartas amarillas
ni más sepia en nuestras fotos.
No astillaré besos rotos
para unir nuestras orillas.
Retrocedo en las casillas
de este juego improvisado
y dejo atrás el pasado
pintando un nuevo paisaje.
No traigo más equipaje
que un corazón desnortado.

Ana Bella López Biedma


Existen tantos modos de añorar el pasado
como hombres que sueñan con futuros mejores,
ayeres y mañanas que emborrachan el hoy,
utopías sin luces para evadir las sombras.
Me confieso culpable, reo de la nostalgia,
soldador de recuerdos que debieron morir
bajo el manto real de lo que veo y toco,
fabulador, infante, mi propio ilusionista
y lechera del cántaro que se rompió en añicos.
Espero veredicto sin miedo a la condena
pues no hay mayor castigo que obviar el presente.

El efímero paso para el grano preciso
que entre las estrecheces se abandona y decanta
minúsculo y medroso, sin mirar hacia arriba,
a un ineludible encuentro con el tiempo.
Qué sentir de camino, a merced de la fuerza
que me arrastre hacia abajo, gravedad insolente,
y no cese en el empeño de buscarme un lugar
sobre la alfombra poso donde el resto murió.
Cayéndome al vacío, cementerio de granos
en el que aglomerarse viendo a otros vivir.

En una tumba oscura seguiré siendo yo,
errante en el paisaje de la memoria viva
o soñador de encuentros salvajes y furtivos
con alguna mujer a la que no conozco.
Quizás logre aprender a pedir libertad
con los ojos cegados por las ausencias nuevas
y el ahora me haga más falta que el ayer,
y no importen los luegos porque todos me alivien.
Pero «quizás» no es término que asegure verdades
y yo soy un cazurro, viejo-niño romántico.

Sergio Oncina


Los días van pasando. Uno tras otro
se suceden inevitablemente
monótonos y eternos. Y se vierte
ese líquido espeso en cada roto
de lo que soy, sin un quizás o un pronto
que muerda esta mortal alegoría
de vida sin vivir. Y en estos días
de olvido, a mi lugar llega sereno
el eco de tu voz, igual que un péndulo
constante en su vital melancolía.

Hoy que me siento absurda, que mi voz
se quiebra en viento y sal por las esquinas
he vuelto al dulce añil de tu sonrisa
por sacudir de nieve al corazón.
Y se ha parado el tiempo en el reloj
mientras piso tus calles. Voy descalza,
con la tristeza a cuestas, que se ensaña
como un animal vivo y que me muerde
el vientre, el corazón y hasta la mente.
Te busco en las costuras de mi espalda.

Me llama el soñador que se despoja
de alardes y disfraz, y que en su mano
lleva tan solo el niño que ha quedado
después del qué dirán o a quién le importa.
Me llama cuando agrieta con su boca
el verbo soledad que hay en mis noches.
Quedan en pie una mujer y un hombre
y un mundo de papel en cada sueño.
Y queda el ancho mar del pensamiento
para inventar un mundo sin razones.

Ana Bella López Biedma


El hombre medía silencios y sílabas rotas
sin voz que entonase sus versos de vida vacíos.
Llegó la mujer. Desdoblándose parió con sus notas
los ecos del viento y un mundo sin días sombríos.

Entonces, el hombre callado miró a la mujer
atónito y firme, admirando sus luces y rayos,
tan cerca y tan lejos, sin ojos que mientan al ver
que brota las flores si duermen abriles y mayos.

Y, juntas sus voces, se agrandan rompiendo cadenas,
reúnen las aguas calmadas creando los mares
con pizcas de sal agrietada y lunas que llenas
agitan las olas y funden comunes glaciares.

Sergio Oncina

Gerardo Campani & Morgana de Palacios

Anti erotismo radical

Amores que de tan sutiles
son como los de la famosa escena
de las miradas a la luz de velas
de la película de Kubrick.

Y otros que son disímiles,
y tanto, que parecen más teoremas
para las manos ágiles y expertas
en resolver cubos de Rubik.

Me adaptaré a cada circunstancia
siempre y cuando el trabajo esté bien hecho.
Si es buena la faena sobre el lecho
el ¿cómo así? carece de importancia.

Digo yo, que prefiero Bach a Elvis,
y sin embargo en el amor persigo
modestamente un resultado. Digo,
ese largo estornudo de la pelvis.

Gerardo Campani


Anti erotismo medular

Va a ser que sí,
que corren malos tiempos para escribir lujurias
y volver a la piel enamorada.

Que ya no queda espacio para enroscar las lenguas
y el roce de los cuerpos sudorosos.

Que dudamos
de si resucitar de tanta muerte absurda
tiene alguna ventaja
y merece la pena encarnizarse
forzando el boca a boca del instinto.

Probablemente ya, va a ser que sí,
que esta extravagante febrícula sexual
no tiene consecuencias y, aunque tiemble
como una gata arisca y aterida,
no va a dejarme huellas en la nuca
ni a preñarme de sol extemporáneo.

Que no quedan orgasmos que llorar
a borbotones cálidos,
porque tu palidez no se pronuncie
sobre la doble luna de mis pechos
con la voz excitada por la ausencia
y el deseo expedito.

Va a ser que sí,
y desaparecer
empieza a ser la opción
que en este ranking va ganando puntos.

Morgana de Palacios