ARTE MAYOR

Morgana de Palacios – España

Anda y di

(quintetos endecasílabos)

Anda y di a los machos de tus ojos
que disputan mis rimas carniceras,
que se van a engañar con trampantojos.
Debajo de mi ropa los despojos
de una entelequia, mueven las caderas.

Diles que no se encelen por La Oscura
que finge claridades por capricho.
Si miran más allá de mi locura,
verán que sólo soy la conjetura
que siempre se desdice de lo dicho.

¿Que te gusta jugar? Lo sé. Te gusta.
Si ladras más que muerdes, no es seguro.
Tu voz es el caballo, yo la fusta
que te desboca el trote siendo injusta
con la llamada a sangre de lo impuro.

Si te vas a matar de transparente
sobre mi vendaval de soledades,
no me reproches luego ante la gente
que te dejé morir. Soy diferente
porque no juego el rol de las bondades.

Si en esa diferencia ves tu hombría
peligrar como roble en un desmonte,
no escupas en mi nombre. Todavía
queda mucho pecado. Mi utopía
se suicida detrás de tu horizonte.



Privilegios

(quintetos dodecasilábicos)

Se me nublan los ojos de cancerbero
por evitar morirme en tus estrategias
de hombre imprevisible. Tú lo primero.
Los otros son la nada, si nada quiero,
por algo con tu celo me privilegias.

Si no me empleo a fondo pierdo la apuesta
de tu emoción salvaje y extravertida.
Soy la funambulista siempre dispuesta
a disparar veneno con la ballesta
de la respuesta grácil y enardecida.

Y peco de sincera, nunca de injusta
desde que me da sombra tu terca espalda.
A fuer de verdadera soy una fusta
inclemente y certera, la que te gusta
cuando buscas tu hombría bajo mi falda.

Por mucho que te hiera, vas a quererme
como quiero las manos de tu maltrato.
Hasta que yo decida, solo por verme
escribiendo tu nombre que se me duerme
de deseo en la boca. ¿No es ese el trato?.



Silvio Rodríguez Carrillo – Paraguay

¿Sabes leer lo que hay detrás?

(pentadecasílabos arromanzados)

Detrás de la UNESCO no todos abrochan a Huxley,
a Julian, el claro eugenista que fue caballero;
y a pocos conozco que admitan que tal instituto,
que tal sociedad sin reparos, con plata y con tiempo
trazó despacito el presente en que muchos respiran.

Detrás de la FIFA, que tantos -jamás por el Diego-
boludos pensantes, creyeron loable y sin transas,
el robo tranquilo entre amigos, la joda con hielo;
mandaron al frente a un grupete que fue farolito,
viñeta de prensa con qué escupir sobre sus muertos.

Detrás de los suecos y el premio a las letras de mierda
también el escándalo, el puto machismo en los ruedos,
acoso sexual, la violencia del pene patriarca
y claro, la pobre vulvita en entonces venciendo
por fin, tradiciones, sin cárcel, que cárcel es mucho.

Detrás de mis ojos, del negro que soy en mis huecos
¿con qué batería de falsos axiomas verá
que escribo y nos narro el esteta del último miedo?
Los tonos que oculto marcando mi mano en la sombra
podrán enseñarte que danzo con altos silencios?


Magnífico villano

(alejandrinos arromanzados)

Colocando palabras en la cima de un muro
se le pasan las horas desprovistas de dudas,
desnortado y silente del gentío se aparta
aunque igual permanece con el pueblo y el cura
cosechando un pasado que se extingue en el aire.

El absurdo, incisivo, le taladra las juntas,
entre el cuello y la espalda, por las cejas y el rojo
de sus labios, por cada marcación que la culpa
le resalta en silencio, con su sombra imprecisa
resbalando filosa con su tono de burla.

Ah, patán, caballero de imposible futuro,
que difícil hablarte de la noble estatura
proyectada en el hueco que defiende tu pecho
sin temer ofenderte, sin llamarte a la lucha,
por el gusto a la guerra que se ovilla en tu vientre.

Ojalá nos perdones el naufragio que cursan
nuestras vidas por causa de tus vidrios con letras,
que te olvides del tono de la voz que te juzga:
terrenito del odio, campesino de Roma;
que no veas la tinta de las jóvenes putas.



Gavrí Akhenazi – Israel

No poema de amor

(quintetos endecasílabicos pocos ortodoxos)

Nunca amé a una mujer. Amé a esa idea
de lo que yo pensaba es ser amado
con todo lo posible idealizado.

Creé la convicción, que se alabea
aún hoy – como aquello no alcanzado –
sobre mi propia fe. Un imposible
hecho de mis resortes. Y mi ansia
armó mi corazón de nigromancia
intentando volverlo indivisible,
pero se rompió igual, como mi infancia.

Todo fue un ideal prefabricado,
un grito de pasión acumulado
en su propia intención. Un acertijo
de este folio de vida desprolijo
que soy: un irresuelto. Un desolado.



Tiempos del habitante

(hexadecasílabos pareados)

Los viejos saben por zorros, los zorros por desplumados
y los que te dan el cante por profundos avisados
de honduras del alma humana, apelando a ser parientes,
lo que quieren, alma mía, es tenerte entre los dientes
para mascarte despacio como rumiantes pasivos
que eliden a la verdad, consejeros compasivos
o viejos cobardes viejos que no resisten la brega
y apelan a la calumnia. Ya sabés, todo se pega.

Mientras los perros me ladran con voces de gallo fino
yo pienso en todo el osario que te persigue canino
para morderte la boca donde queda la verdad
y pasarla para el cuarto con toda su vastedad
y así cambiarte la letra de firmar el manifiesto
donde vale tu palabra la rúbrica de mi gesto.

Que la lealtad se pega no está escrito en ningún lado
porque el tiempo con leales de suyo que está acabado
y proliferan, voraces, los comedores de oreja
que intentan llevarse al huerto, febriles, cualquier coneja
para engordar el puchero de sus magros intereses.
Haceme el favor, almita, no les ofrezcas tus preces.

Yo ya dejé de rezar por los ángeles que lloran
y por los áspides bípedos que la palabra adulzoran
mientras venden fraccionados benedictos venenitos
en frascos de quita y pon que arrasan con los pruritos
de la drogodependencia que involucra el mal amor.
En los tiempos de mal frío cualquier carne da calor.

Pero vos, almita mía, sabés si vengo violento
y en callarme el mal dolor hago mi mejor intento
porque me gusta la vida cuando se expresa de frente
aunque duela lo que salga de su boca intransigente.
Y me gusta que en la almohada quede el perfume maduro
de la bestia que me habita tan salvaje como impuro.



Eva Lucía Armas – Argentina

Desapareciendo

(quintentos alejandrinos)

El silencio me escupe siete puntas de espada
siete bestias redondas en las que cabe el miedo
acurrucado y parco como yo desolada,
desaforado grito para gritarse quedo
con la garganta llena de sangre coagulada.

El silencio me ciñe como un sayo de vela
en un entierro inútil de dolor infinito;
me amortaja invencible con un llanto de espuela
que me rebaja el alma en desgastante rito
para que mientras mata, me duela, duela, duela…



El hechizo del karma

Yo vengo precedida por la furia del karma
y soy una karmática violentada impostura.
De la maternidad me viene la ternura,
de la guerra me viene nunca bajar el arma
y toda esta inconsciencia que parece bravura.

El karma se ha sentado a disponer mi mesa
con sus juicios eternos, circulares y heridos.
Deposita en mis manos detalles prohibidos
y me vuelve infinita, alimenticia, espesa
y tentador potaje para los malnacidos.

Así como me ves, soy toda hechicería.
Hago jugos dolientes con las voces del hombre
y escribo en los papiros el nombre que te nombre
cuando hiere la espada de la melancolía.
No sé si soy real… o hay poco que me asombre.

CLÁSICOS EN BLANCO Y RIMADO

El viento en la enramada

La cordura
es un don que no abunda demasiado
ni conviene ejercerlo,
pues los locos no quieren que nadie les disuada
de que es solo ruido
ese abigarramiento polifónico
que suena en su cabeza.

Sin saber qué decir
que aporte algo de luz a toda la vorágine
de tantas y tan cáusticas babeles,
qué habrá de hacer mi voz, sino asumirse
lágrima en un océano de sal
y quedarse callada.

Hablar de la armonía
en un mundo de sordos
carece de sentido
mejor no exasperarse malgastando palabras.

Porque jamás la música
ni la verdad
necesitaron nada que no fuese
el susurro del viento en la enramada
y un corazón atento y sensitivo
para existir.

Quién quiera
puede llegar a ellas, solo tiene
que dejar al instinto que descubra
los rumores que pueblan los silencios.

Y escuchar con el alma ensimismada.

Jordana Amorós

Verso blanco

Miguel Urbano

Tercetos encadenados

Canto a la esperanza: A Lorca

Te busco amigo mío por doquiera…
mas no puedo arrancarte de mi mente
pues hiciste en mi alma enredadera.

Y a pesar de tan largo tiempo ausente
tu recuerdo me sirve de alimento,
pues, en mí, siempre vives tú presente

ocupándome todo el pensamiento.
Jinete cabalgando te he soñado,
cometa que volabas sobre el viento.

Y, ¿cuánto con tristeza te he llorado?
Que lágrimas de sangre aún me vierte
el corazón, del tuyo enamorado.

Con su guadaña vino a ti la muerte
quedando aquella noche ensangrentada;
¿Qué hados te trajeron mala suerte?

Y, ¿dónde estaba Dios la madrugada?…
Pero los hombres son con sus rencores,
el odio y tanta envidia despiadada.

Yo querría llevarte algunas flores,
donde tu cuerpo pueda reposar
con el trinar de pájaros cantores.

La luna se quería desposar
tú de negro, ella rojo su vestido
y en sus manos un ramo de azahar.

Y yo pregunto ¿Dónde te han metido?…
Alimentando rosas y jazmines
en un hondo barranco allí perdido.

Te buscaré del mundo sus confines
hasta haber tus reliquias encontrado
y haremos fiesta y fondo de violines.

Tu verso compañero va a mi lado
y, como perro mis entrañas muerde
dejándome el sentido traspasado

soñando…verde que te quiero verde…
Maldita sea siempre toda guerra.
El mismo vencedor también la pierde.

Si no aprendemos del error se yerra:
y esparcimos el odio de semilla
sembramos de cadáveres la tierra.

¡El poeta de alma tan sencilla
sea concordia entre los hermanos,
fanal de amor y paz su luz nos brilla,
y nos haga vencer rencores vanos!


Una fiesta de luz y de colores

Cuando me llamas Juan, Juan de mi signo,
cuando me llamas Juan entro en los cielos
cuando me nombras, Juan, soy tu cautivo.
Cuando me dices, Juan, Juan de los muertos.

Cuando me dices Juan, Juan de mi signo
se desordena el magma de mis versos.
Cuando pronuncias: Juan, no hay más caminos
que elegir en tu nombre de altos vuelos
la majestad de levantar destinos
en órbitas lejanas. Si tu verbo,
si tu cantar de pan, tu son de vino
me invoca: «Juan, mi Juan el marinero»
a mis montes regresan los olivos,
los albatros quebrando mis silencios

Cuando me dices Juan, Juan el marino,
cuando me llamas Juan, regreso al templo
que fundé para ti donde los hilos
del tiempo hacen posible los te quiero.

Cuando me llamas Juan, soy ese tipo
que levanta por ti mareas, reinos.
Cuando me llamas Juan, soy tu marido
en esos tentadores multiversos.

Cuando me dices, Juan, vuelvo a estar vivo,
Dios protege en sus aguas el secreto;
nuestro secreto, amor, donde existimos
en un castillo al borde del desierto,
y solo Dios conoce nuestro exilio
nuestro rito desnudos contra el miedo,
solo Dios reconoce tus vestidos
mis sombreros Fedora, mis misterios.
Solo dios sabe, Octavia, que dedico
al borde de tus labios mientras vierto
mi seminal victoria en tu delirios.

Cuando me llamas Juan, mi Juan el marinero,
mi capitán, mi Juan el de los himnos,
soy tu escritor mercante extra terreno
y en tu fiesta de pájaros y trinos
quiero morir de amor, morir en verso.

John Madison

Rima alterna

Orlando Estrella

Verso blanco
Mi compañera se marchó

Mi compañera se marchó de incógnito.
No me explicó porqué.
No se fue de mi casa, nunca vivimos juntos,
nuestro hogar era el mundo, los caminos, las calles,
los comedores, los hoteles chinos,
-ahí no hacen preguntas-,
les importa un carajo quien eres o quién no.
Y esos pormenores nos definían bien.

Nos gustaba estar solos, apartados de otros.
Amigos de los márgenes, algo así como antítesis,
un gran contraste, pues, éramos militantes
de un partido de masas que procuraba gente
para lograr sus fines.
No fue nada chocante que juntos renunciásemos
maldiciendo los putos dirigentes de mierda
que resultaron ser rateros consumados.

Una mujer brillante, cuyo sueño mayor
era ser contratada como investigadora
como cualquier ratón de biblioteca.
-Aunque esté recluida y que además me paguen-
musitaba con brillo en su verde mirada.

Pero un día se fue, se apartó sin decir,
sin dar explicación. Quizás sea frecuente
en la mujer independiente, libre.
O tal vez cometí un disparate
y no lo supe.

Si no fuese habitual mi mundo solitario,
me hubiese golpeado con una mayor fuerza
ese trance de vida que recuerdo
como el mejor poema que se adapta a mi estilo.


Mea culpa

Resultaría fácil
culpar a los demás de que haya huecos
en las opacas vetas de espejismo
con las que construí mi gazapera.

Afuera luce el sol
y por los agujeros se cuelan alfileres
que inoculan el frío de la luz.

Aunque me convirtiera en diosa de ocho brazos
los dedos no serían suficientes
para tapar las brechas que persisten
en su afán de mostrarme mi ceguera.

Culpo a mi cobardía y su tesón
en hacerme mirar hacia otra parte,
mientras tarde o temprano
los problemas que un día no enterré
revientan para abrir otro boquete.

Ángeles Hernández Cruz

Verso blanco

Eva Lucía Armas

Romance heroico

La playa de la Pena

Érase una vez un hombre antiguo
que amaneció en la playa de La Pena.
Con él había un esplendor de antaño,
su vieja Excalibur, cuatro quimeras,
un paquete con voces que cantaban
mojadas bajo el sol pero despiertas,
algunos abalorios hechiceros
que olían a Patchouly y hierbabuena,
conjuros varios, notas, mapas, pan
y un fuego que alumbraba en cualquier niebla.

Iba a pie por el mundo con sus cosas:
sus viejos dinosaurios de otras eras,
sus aves fabulosas e imposibles,
su voz de encantador de las tormentas,
su flauta de Hamelín, sus distracciones
y su red cazadora de cometas.

Un día, tuvo un barco y fue pirata,
un corsario en busca de una reina
y anduvo por «los mares procelosos»
al timón de su propio Perla Negra
que del norte hasta el sur viajó la aurora
buscando una esperanza aventurera.

Érase un hombre antiguo, un hombre extraño,
con manos de apartar todas las piedras
el que llegó a la playa dando voces
como conquistador de las sirenas
y levantó castillos y almanaques
puso en horario el reloj de arena
y se sentó a esperar tejiendo pájaros
a que se enamorara de él la ausencia.

La Pena lo miraba, alucinada.
Toda la isla olía a madreselvas.

LOS CLÁSICOS

Sergio Oncina – España

La alborada

Hay quien busca la luz en la mentira
y se alumbra con lunas. Pide besos
ingenuos en un feudo de embelesos
y frente a la verdad sufre y delira.

Quiere verse en el sol y cuando mira
solo descubre ímpetu y excesos,
sentimientos agónicos y presos
que no sabe plasmar, rayos de ira.

No conoce la voz inmaculada,
la palabra perfecta que se asoma
al balcón de un poema transparente,

el verbo que ajusticia en la alborada
los miedos a las noches del idioma
y te desnuda agudo e insolente.

(Soneto)


Isabel Reyes – España

Daría

Daría todo el mar, todo mi anhelo
y el agua de mis ojos, mi llanura
con tanta sed de sal y tanto miedo

Daría el sufrimiento, los senderos
de tu boca a la mía, tantas leguas
que median de mi abrazo hasta tu cuerpo.

Daría el trigo verde y el silencio
de tu nombre crecido en los bancales
de mi heredad estéril tanto tiempo.

Daría estarme siempre entre los remos
de tus barcas y el mar, y estar contigo
más allá de los campos y del cielo.

Daría todo ahora, cuanto tengo
de bello en torno mío: las palabras
y el viento delicioso en que te envuelvo.

Por saber qué nostalgia, qué misterio
hay más allá, amigo, hay más acá
de esta orilla en que vivo y no te encuentro.

(Tercetos de Arte Mayor)


Miguel Urbano – España

Te busqué

Te busqué por las cumbres y los ríos,
por selvas y por ricos cafetales,
por remotos espacios siderales,
y por piélagos, cálidos y fríos.

Te busqué sin rendirme a desafíos,
por oasis de verdes palmerales,
por áridos desiertos minerales,
y por volcanes, mansos y bravíos.

Te busqué en el bullicio y en la calma,
sin cesar te soñaba noche y día
siendo de mi existencia ansiada palma.

Y cuando el desaliento me vencía,
al asomarme al fondo de mi alma
al fin te hallé, mi amada, poesía.

(Soneto)


Morgana de Palacios – España

Ciclotimias

Entre ¡vivas! y ¡mueras! me nazco solitaria,
nadie se asombre pues si escéptica me muestro
metáfora baldía y correligionaria
de los que no rezaron jamás un padrenuestro.

Simbólico aluvión de sangre derramada
en arenas extrañas a despecho de azares,
no encuentro mi lugar en ninguna alborada
ni sueño en publicar mis obras ejemplares.

Nací para ser libre con las manos abiertas
que se han ido colmando a traves de los años,
de brillantes esposas y de cerradas puertas
de todos los colores y todos los tamaños.

Hay quien inventa falsas conjunciones astrales
y en alarde piadoso se acaricia a sí mismo
con el polvo de estrellas de las aparenciales
orgásmicas visiones de su propio espejismo.

En la exacta frontera de las pulsiones grises
yo vivo a ras de suelo, casi definitiva.
Si tropiezas conmigo ¡cuidado! no me pises
que suelo revolverme si no hay alternativa.

(Serventesios de Arte Mayor)


John Madison – Cuba

Love cactus

Te encontré y no sabía que guardabas la llave
del orden de mis mundos, nightmare en rebeldía.
Te encontré como encuentras para un ánfora el agua.

Con esa fe imposible, yo encontré tu abadía.

Te encontré y ahora tengo que levantar diez puentes
de Madison en vuelo, poética osadía,
para activar la risa de tu barca nocturna,
verano de mi sangre al declararse el día.

Hoy he pensado en ti, en tu aroma de impúber,
conjugación almática de antigua novia mía,
y he sentido nostalgia de tu loca costumbre
de alunizar espléndida en mi casa baldía.

(Romance heroico)


Natalia Alberca – España

Futuro imperfecto

Un mal día dejé de conjugar
el futuro perfecto. Se esfumó
de aquel libro gastado de gramática
que solía leer asiduamente.

Y me topé de frente con la fobia
que me causaba el modo imperativo.
Con el condicional me consolé,
intentando pensar: ¿Y si tan solo

fuera una pesadilla?¿Si eso nunca
pasó? Me ilusioné con el acaso
que el subjuntivo, amable, me ofrecía

con rasgos irreales. No me queda
salida; aceptaré que mi vivir
es tan solo un gerundio: subsistiendo.

(Soneto)

EN VERSOS DE ARTE MAYOR

Eva Lucía Armas – Argentina

Escaramuza

(quintetos endecasílabos consonantes)

Era como una larga espumadura
de cimbreante cadencia y de paisajes
en tonos de amapola, con celajes
de aromo y hierbabuena. Una apertura
al íntimo pregón y a sus anclajes

en un lecho abismal, intenso y ácido.
Era en la suavidad un limonero
que al tronco lleva atado al Can Cerbero
defendiendo las gamas de lo plácido.
En el fondo de mí, un dios austero

me llenaba de fe como de ramas.
Creí en lo que decía y me hice fuerte
en la batalla franca con la muerte
que pelaba a cuchillo mis escamas.
No voy a ser un pez, flotando inerte
esperando abonar agua podrida.

Para quien lo pregunte : soy mi vida.



Isabel Reyes – España

El reto

(quintetos alejandrinos consonantes)

Era mujer de sombras, mañana luminaria
huyendo del vacío que me niega el futuro;
me deslizo en silencio de espaldas a lo oscuro
emprendiendo la huida de la red carcelaria
de viejas soledades con alma de siluro.

Intuyo un aire cálido que remueve los sauces
que arraigaron antaño en los tiempos de ausencia
marcándome el camino donde late la esencia
de una vida alejada de los amargos cauces
de hembra regicida que su muerte sentencia.

Temeraria y audaz desempolvo pasiones
que quedaron ancladas en un arcén dormido
me atavío de rojo –mi color preferido-.
y con la mente abierta a golpe de pulsiones
comienzo un nuevo puzle con todo lo vivido.

Ando por las cornisas de los esperanzados
y amplío mis cajones para el dolor extinto;
me dispongo a salir del aciago recinto
que recoge las lágrimas de los desesperados.
Hoy nace otra mujer… ¿Será todo distinto?



John Madison – Cuba

Jack Skeleton

(serventesios endecasílabos consonantes)

En voto de silencio me declaro
aunque la «verbi gratia» me desborde
que puede mi discurso no ser claro
si mi voz de poeta es m
onocorde.

Y ya puede mi Sally tras la reja
pedir que rompa en dos mi mandamiento
que no daré cordel a la madeja
de versos sin tener conocimiento

Hay silencios que dictan en su arrastre
una suerte de efecto mariposa
no temas, Sally Persson, si el desastre
alcanza a mi liturgia clamorosa.

Te vuelves por momentos adictiva
a amores que alimenten tu brasero,
yo soy tu Frankenstein y tú la diva
que doma la pasión del romancero.

Y mientras la metáfora resiste
a regalarme su divino encanto
carcelera es la sombra que te asiste
hasta que el verbo anuncie el contracanto.



Morgana de Palacios – España

Mis rarezas

(serventesios pentadecasílabos consonantes)

Atarse por gusto al sonido de un metro supone,
la vuelta de tuerca divina que reta al talento.
No todos buscamos lo mismo ni a nadie se impone,
mirar con mirada distinta los rostros del viento.

La música late en el aire: suspiro y tormenta,
relámpago y rayo en el cielo de las armonías,
rebeldes tambores que incitan a la guerra cruenta
que a solas mantengo en la tierra de sus melodías.

No existe alambrada ni muro ni oscura frontera,
que yo no atraviese buscando prohibidas canciones.
Mi boca es soldado de guardia desde su trinchera,
mi sangre tumulto en la esencia de sus vibraciones.

Si presa por gusto liberta de alas gloriosas
persigo la huella de Orfeo sobre el pentagrama,
mi vuelo es el vuelo brillante de las mariposas,
mi voz envenena a la prosa cuando se derrama.


POESÍA DE CONTRAPUNTO

Morgana de Palacios – Eva Lucía Armas

Estéreo – tipos

(romance heroico)

Ahí está mi boca desbocada
mezcla de ira ansiosa y de ternura
cegada por la luz de la alborada
y vidente de noche como un búho
insomne por la presa deseada.

Mi amor sin nombre, está, mi voz sin grito
mi corazón, mi esencia silenciada
mi muerte protectora, mi estrategia
para enfrentar la guerra programada.
Ahí está mi cuerpo imperturbable
su carne de cañón esclavizada,
ahí mi libertad de pensamiento
mi letra de cristal, mi llamarada.

Ahí está mi espera, mi renuncia.
Nada más afilado que su espada.

Morgana de Palacios



Vaya por tu emoción mi furia trunca,
mi visión sin amor, desabrigada,
esta garganta al sol y este silencio,
estas letras en rosa tan rosáceas
en las que han muerto pájaros y árboles
al son vibrante de sus asonadas.

Impotente de todo y vuelta furia
la vida se ha ensañado en nuestras alas
y ha dejado su sino el guerrerismo
que tu ira y la mía acostumbraban.

Vamos de los cansancios a las flores,
de la cocina suculenta al arma,
de la quimioterapia a los escándalos
del juzgado de turno a nuestra casa
y nos quedamos como un jazmín seco
guardadas en el libro de las causas.

Perdidas en las guerras de los otros
nos volteamos furiosas y agraviadas,
con estas manos que nacieron pródigas
de abrigar el vacío y la nostalgia
mientras la letra se nos va alejando
hacia un futuro que no diga nada.

Vos con tu rebelión, yo con mi mundo.
Nuestras almas gemelas. La distancia.

Y que nadie se meta en esta historia.
Hagan silencio. Dos mujeres hablan.

Eva Lucía Armas



Jamás una palabra más alta que la otra
ni aún cuando el poema dejara de ser arte
y transmutado en losa nos crispara los nervios
por no poder callarnos unas cuantas verdades.

No sé si hemos perdido los tiempos del amor
o hemos ganado juntas tantas guerras brutales
que se nos acabaron las razones profundas
para fundar de nuevo bulliciosas ciudades.

Todo nos pasa cuenta mientras pasa la vida,
los hombres y los hijos, los nietos, los pesares
que siempre pesan más que aquellas alegrías
que alguna vez tuvieron visos de realidades.

Fuiste para tu padre un escudo de luz
y para mí una igual de mi raza y mi sangre,
y no ha habido mujer más lúcida y leal
renunciando al sosiego por seguir adelante.

Llegaste acostumbrada a jugarte la vida
de palabra y de obra. No tuve que enseñarte.

Lejos de mí la muerte si te miro a esos ojos
que la vencieron antes de mis oscuridades,
porque no por más niña fuiste menos valiente
para pisar descalza su senda de cristales.

Hablemos cuanto quieras, tú eliges el idioma
que hay un mundo infinito de posibilidades
para dos que se entienden más allá de los versos
y pueden cerrar juntas los más siniestros bares.

Morgana de Palacios



En una macetita hoy he plantado incienso,
un esqueje arrancado que me encontré en la calle
mientras iba hacia el super con el bolso vacío
y los ojos gastados por el mismo paisaje
con que la vida ajusta esta ciudad cerrada
a los dolores varios que atesora mi carne.

Porque yo soy de carne desde dentro hacia fuera
y es de dentro hacia fuera que los dolores laten
si fisuras de lluvia ocultan mis jardines
bajo esta arquitectura de pagoda y cristales
en la que se refugian los ecos trasegados
con sus mendigos húmedos de tristeza insaciable.

Tanto romance heroico suena a marcha profana,
a propaganda persa, a contínuos timbales
con que marcan el paso los días de la angustia
y se quedan callados los de festividades,
porque solo una misma, amiga mía y larga,
sabe hasta donde lucha la vocación de madre.

Nosotras guerrilleras del acto libertario
convocamos a veces a todo el aquelarre
por mantener intacta la esperanza baldía
y sostener el día sobre los estandartes.

Porque si cabe pena en todos los caminos
nosotras somos duras y fuertes caminantes.

Eva Lucía Armas

Las autoras

Morgana de Palacios

Eva Lucía Armas

POESÍA DE CONTRAPUNTO

La poesía del arrebato (corriente literaria en que se basó el proyecto Ultraversal) debe su nombre a la propuesta de improvisación en que dos autores se desafían en tiempo real a responderse con poemas. Es un ejercicio de agilidad y coherencia que permite demostrar el dominio de la técnica tanto poética como de discurso.

ultraversal.com

Morgana de Palacios – Gavrí Akhenazi

Cárceles y causas (improvisaciones en tiempo real)

(soneto – arte mayor – pareados – rimado)

Yo no te mentí nunca. Te dije que no soy
más que el rescoldo oculto en la ceniza vieja,
el humo que se expande inasible y no deja
ni la más leve huella de los pasos que doy.


Lázaro imprevisible, resucito si estoy
absorta con un rostro que la luna refleja
mas cuando llega el día, la tumba que no ceja
me requiere a su sombra y hacia su sombra voy.

Todo me es cárcel, todo, salvo mi pensamiento,
larga la pena larga en el penal del viento
que no precisa rejas para echar sus cerrojos.


No me quieras querer, no soy la primavera,
sólo ceniza y humo en tránsito y entera
toda la muerte, toda, se florece en mis ojos.

Morgana de Palacios



Todo me es cárcel, todo, menos la libertad
el cerrojo que ciñe mi puta humanidad
y el látigo en mi boca.

Carcelera del precio de la roca
carcelera tenaz
sobre la soledad que descoloca,
sobre todas mis fugas
va tu instinto, asesino y procaz

Si me muriera ayer desde la muerte,
si no fuera este grito,
ni tus cadenas unieran a mi suerte
su recurso maldito,
toda mi voluntad sería inerte.

Toda esta furia sorda en que me hundo
valdría acaso la ira en que te irrito
desde lo demencial que hace a mi mundo.

Gavrí Akhenazi



Todo es circunstancial cuando tiras los dados
de la furia fugaz. Alma sobrecogida
en el intento gris de acaparar la vida
trascendiendo sin pausa, versos accidentados
.

En la frontera fértil de tus acantilados
columpio mil vocablos con sabor a manzana
y nadie encontrará la pasión de morgana
porque en el lado oscuro mantiene sus reales.

No es la razón de ser de los hombres cabales
que no han de traspasar su cerrada ventana.


Por si quieres hablar del rumor del pecado
de la desolación que nos marca la vida,
de por qué mi canción suena a causa perdida,
recuerda, por favor, que no tengo pasado
ni creo en los futuros de terciopelo ajado,
ni finjo algarabía si hablo con verdad.

Me someto al decreto de la banalidad
sólo por hacer dedos desde cualquier teclado.
Si miras lo profundo de mi verso acerado
verás que no comulgo con la casualidad.

Morgana de Palacios



Una causa perdida ya no tiene remedio
ni en tu boca que canta ni en tu boca de tedio.
Una causa perdida es un rincón oscuro
una ansiedad a medias, un parto prematuro.

Una causa perdida es también una meta
una propuesta al viento que rompe una veleta
para que ya no existan los puntos cardinales
ni las mediocridades ni las banalidades.

Una causa perdida es la luz de un proyecto
que se mantiene siempre altanero y erecto.
Una causa perdida es un sueño a futuro.
Para soñar tal causa, hay que nacer impuro.

Gavrí Akhenazi



Los autores

Morgana de Palacios
Gavrí Akhenazi

ARTE MAYOR

John Madison

Juan de los Muertos

(rima alterna)

Puedo olvidar mi cita con el médico
las gafas, el teléfono o el paso
castigador del sol de mi hemisferio
pero nunca su voz, ahí no hay trato.
Su voz me trae de vuelta del infierno.

Hace algunos otoños, tiempos malos
para la de la voz, pedí en secreto
a mi Dios sanador en desacato:
“Permítele vivir, yo te lo ordeno.
Y busca en el jardín de tus finados
las memorias de Juan, el marinero”.

Dios cumplio aquel mandato y un catálogo
de versos tramontanos y te quieros
nos marcaba la ruta por océanos
tan solo navegables en los cuentos.

Viví días felices al amparo
de su voz medallistica de ensueño
olvidando con ello que el naufragio
estaba por llegar. Los sortilegios
practicados por Dios conllevan altos
impuestos que abonar. Ya no recuerdo
la letra ni el arpegio de aquel canto
que levantaba oleajes en su pelo.
Dios se llevó mis barcos, mató a Madison.

Hoy solo reina un Juan: el de los muertos.


Eugenia Díaz Mares

Sin consuelo

(romance heroico)

Yo quise unir mi llanto con el tuyo
en busca de consuelo a nuestra pena,
abrazarnos callando nuestro espanto
de verla que quedaba bajo tierra,
perdida para siempre entre las flores
al quedar sin aliento y sin estrella.

Rechazaste mi mano y te encerraste
en el infierno solo con tristeza;
Me has dejado vivir sola mi lucha.
Cegada me abrí paso entre la niebla
para encontrarte hundido en tu silencio,
con candado en la voz y en esa celda
donde pagas las culpas que no debes,
sin encontrar reposo con tu entrega.

Quisiera descansar y que descanses
llorando junto al mar aunque nos duela.


Morgana de Palacios

Baja las armas

(quintetos)

El diablo me observa desde la sombra
con gesto displicente, me inhibe el roce
con tu boca pausada, la que me nombra
en la carrera diaria y hasta se asombra
de este empecinamiento que desconoce.

El diablo no sabe de mis anhelos
ni de la guerra santa que me desvela.
No sabe que atravieso todos los cielos
como un águila oscura de altivos vuelos
hacia la luz amante de tu candela.

El diablo del tiempo me desespera
con sus cambios de horario sobre mis risas,
pirocúmulo extraño para la espera
del incendio que llega y que persevera
cuando para mis ojos te descamisas.


Gavrí Akhenazi

Mar de viento

(romance heroico)

En la ecuación final, cálida y ágil,
quiero tu nombre aquí, si es mi derecho
ser el que te ha besado la palabra
en la infidelidad de los deseos
forzandote a vivir de cara al sol
las incomodidades del secreto.

No he conseguido pronunciar tu boca
con el rubor de un niño descubierto
lanzando papirolas de amargura
al alféizar sin tiempo de tu tiempo
porque me he dedicado a ser el hombre
que se ha gastado el negro entre tus pechos
la cruda noche en que tu navegante
ha debido enfrentar mi mar de viento.

Hemos viajado por la vida entera
irrespetuosos y en espacio abierto,
porque escribir de cara a tu mirada
representa un desnudo a fuego intenso,
que derrite su cáscara de espanto
mientras nace de él este hombre nuevo.

Te dije siempre, traducción mediante,
que el judío te nombra «su consuelo»,
en esta amante edad que llega tarde
a provocarnos el renacimiento.

Nejama, mi nejama, mi guerrera,
que empapeló mi tumba con sus versos.


Idella Esteve

Ocaso y ciprés

(serventesios)

Deprisa o demorando recorro mi camino
y voy desaprendiendo aquello que dolía
por no querer llevarlo al fin de mi destino
para que no se torne en mi última agonía.

Se me apaga la luz y se me enciende el llanto;
las lágrimas no sirven ni siquiera en la sombra;
se abotargan los ojos, permanece el quebranto,
nada se nos olvida y todo se renombra.

Y con supremo esfuerzo en momentos extremos
hago acopio de vida para verme feliz,
-lejanos son las losas, cipreses, crisantemos-
sonriendo al horizonte como una buena actriz.


Ana Estepa

Desde que me despierto

(romance heroico)

Desde que me despierto hasta que duermo
llevo mi delantal como estandarte,
con mi niño montado en la cadera
y mi pecho dispuesto a amamantarle.

Desde que me despierto hasta que duermo
cocino, plancho, limpio y tejo el aire
que se enreda en las curvas de mis venas
y me llenan de vida para darte.

Desde que me despierto hasta que duermo
espero a que regreses con la tarde
mientras pasan las horas y en la espera
me dibujo los labios de besarte.

Desde que me despierto hasta que duermo
el brillo de mis ojos se reparte
entre el vaivén del viento por la hierba
y en contar los segundos para amarte.


Isabel Reyes

Nueve lunas

(cuartetos)

¿Ves aquélla mujer mecer la cuna?
Parece tan posible y tan cercano
tocar el horizonte con la mano,
uncirle un cielo nuevo a la fortuna…

Nueve lunas comió una por una
ese vientre crecido del rellano;
las tibias levaduras del arcano
leudaron en sus pechos una duna.

¿Adviertes la patada inoportuna
la náusea repentina y el desgano?
¿La larva del antojo a contramano
de ese cuerpo por dos, su raya bruna?

La punta del pezón como aceituna
que espera el amasar de su artesano
ya sueña con la vida mano a mano
¿Has visto a esa mujer mecer la cuna?


María José Quesada

Floración del almendro

La noche se ha inclinado en el almendro
rozando su clavícula en las ramas
y al ir a recogerse los cabellos
caídos hacia un lado de la cara
se ha roto su collar de cuatro espejos
y todo en el almendro ahora es luz blanca.

Isabel Reyes Elena & Idella Esteve, contrapunto

Canto a tu voz

Canto a tu voz mujer porque me trae
el viento de la mar y me azulea
el íntimo paisaje de mi isla.
Somos dos soledades en la brecha
del camino hacia el sol desde lo oscuro
que envuelve nuestra voz, y donde empieza
el periplo interior, nidos de umbría
que el corazón a veces nos destrenza.

Solitarias las dos con muchas viñas,
dos ríos estrellándose en las venas,
dos ocasos volviendo con la lluvia
volcando nuestra sed en los poemas
que se van con el viento de la tarde,
con palabras sembradas que aletean
en el quieto paisaje de mis ojos
y en mis manos de lianas y de selva,
contigo estoy obviando a donde iba
al aguacero intenso que no cesa
y vuelvo con la lluvia a la nostalgia
de antiguas y doradas primaveras.

Ambas en el silencio de la tarde
introversas las dos con mucha esencia,
Idella, amiga mía, mi tocaya
estás aquí, con siglos de certezas
abriéndole las puertas al silencio
de esta mujer que pone en pie su idea
de lavar en la lluvia a la nostalgia
porque tiras de mi con mucha fuerza
.

Isabel Reyes Elena


Sin palabras me quedo porque el agua
de mis ojos ahoga mi voz seca
que de tanto clamar se ha enronquecido
y es tan solo el susurro de una vieja
que ya se sabe estéril, solitaria,
y no da con la fuerza del poema

Solamente en recuerdos se ha forjado
que puede arrebatarse con vehemencia
cuando llega otra voz que la acompaña
y le dice en sus versos «compañera»,
cuando llega el calor de tantos años
que van iluminando sus ojeras
y se quedans las dos introvertidas
pues siempre han sido almas introversas.

Isamaris las dos, como dos rosas
que van juntas en una enredadera
unidas por el son de las palabras
que aunque cerradas siempre están abiertas,
que a veces el silencio se nos abre
y nos deja expeditas las cancelas
para poder sacar todas las cargas
que dejaron pasadas primaveras
y se han vuelto livianas en otoño
porque la edad nos hace estar alerta.

Con las lluvias de abril me va viniendo
la nostalgia de versos en cadena
que otras veces sutiles engarzamos
como joyeros en una diadema
que guardamos avaras en un arca
para sacarla en tiempos de tristeza
y desgranar sus cuentas, poco a poco,
y alegrarnos al fin con su cadencia.

Idella Esteve


Andas buscando y buscándote
en esa playa del alma
como un haz de sol trenzado
insaciable de palabras
que den la luz al paisaje
de oscuridad en que ambas
nos removemos nerviosas
desaguando nuestras ánforas
que nos pesan como un fardo
siempre sobre nuestra espalda.

Hay que saltar las orillas
no echando atrás la mirada
de recuerdos dolorosos
de ausencias y de nostalgia
como mujeres valientes
pues no puede la añoranza
entrañarse en dos poetas
que a la vida le dan cara.

Esos versos en cadena
para alegrar las mañanas
me han servido en ocasiones
para dejar la nostalgia
escondida en los cajones
donde guardo la amalgama
de los recuerdos vividos
que vívidos se derraman.
Mis puertas están abiertas
a todas horas hermana.

En los días que vivimos
de esta manera tan trágica
es cuando más precisamos
que las dos demos la talla.
Puedes entrar cuando quieras
pues te regalo la entrada 
y en alejandrino el próximo
pues cambiaré el pentagrama.

Isabel Reyes Elena


Alejandrinos si quieres,
o endecas con filigrana
de esas que labran en Córdoba
con hilos de fina plata,
cuando ambas romanceamos
se viene a la letra el alma
y no nos importa el metro
si es el ritmo el que nos canta
para que se salga al aire
esa escondida esperanza
que trina como los pájaros
al filo de la alborada
dejándose entre las sombras
la penas y las nostalgias,
amaneciendo con soles
que no han de quemar las alas.

Volemos alto, querida
al horizonte encaradas
sobre el tomillo y romero
que tapizan la montaña,
sobre la dorada arena
de los bordes de la playa
sobre el azul de la tarde
como dos gaviotas blancas

Porque me busco te encuentro
en los versos que engalanas
con ese decir tan tuyo
tan diáfano como el agua
esa que sale de dentro
fluyendo de tu alfaguara,
esa que limpia los ojos
y hace ver las cosas claras
esa con la que me calmo
en mis horas más aciagas,
esa que das en poemas,
esa, mi querida hermana.

Ofréceme alejandrinos
que suenen como romanzas
nuestras voces son capaces
de despertar la mañana.

Idella Esteve


Quiero apagar la antorcha de mi melancolía
y alumbrar tus poemas de música inundada,
quiero dejarte un mundo impune de tristeza
con jirones de aurora y días de bonanza
y que encienda la luz en tus días oscuros
atravesando el halo de una luna incendiada.

Deseo mucho más, querida compañera
de mis justas poéticas que tan bien engalanas
y me animan y empujan a soñar horizontes
sin hilos agridulces, con retales de albada.

Me enseñaste lo oculto del halo del poema
y entre sombras y luces me diste la esperanza,
levantaste mi ánimo cuando estaba sufriente
y sé que en mi destino estabas reservada
con las manos alígeras del aire de la vida
y en muchas ocasiones me diste la palabra,
encontrando los nudos que estaban señalados
a que dos almas puras su introversión volcaran.

Tu voz, susurro cálido, destello de ternura,
navegó por mi sangre con la única jarcia
de los altos vocablos que traslucen tus versos.

He de extender tus versos en mi íntima playa.

Isabel Reyes Elena


En un tiempo, querida, fuiste luz de mis noches
cuando con el silencio a leerte llegaba.
Y yo hablaba contigo antes de irte a la cuna
y tú, con la dulzura en ti identificada,
escuchabas mis dudas, mis palabras, mis cuitas
que por un largo tiempo estaban silenciadas.

Te sentí compañera desde el mismo principio
y enseguida aprecié lo insondable del alma
cuando con voz profunda escribías de adentro
recuerdos escondidos que libres escapaban.

Temor reverencial surgía al contestarte
por no saber decir. Mas tenía esperanzas
puestas en tu consciencia de que yo era aprendiza
y que estaba dispuesta a que tú me ayudaras.

Hubo una connivencia en lo que nos contábamos
y aprendí a imaginarme las cosas que callabas
por todas esas otras que tuve en confidencias
unas veces dichosas y otras veces amargas.

Y siempre he demostrado lo mucho que te admiro,
Eres el exponente de quien sufre y quien ama
eres la gran poeta de precisos vocablos
esos que te son fáciles y en poemas derramas.

Tus versos son suspiros que vuelan en el aire,
que salen de la noche convirtiéndose en alba.

Idella Esteve

Eugenia Díaz Mares, poemas

Imagen byChristoph Schütz

Una extraña

Con tu gesto tan lleno de impaciencia
el cristal de los ojos se me rompe,
agregándole arruga, sobre arruga
a este corazón que late ya forzado.

Tú le gritas al viento que me quieres
pero tu indiferencia me lastima.
Sintiéndome un estorbo y enfadosa
decido irme alejando de tu vida.

Te dejo en libre vuelo y me pregunto
porqué me he convertido en una extraña;
en qué me he equivocado, en qué fallé
ya no soy prioridad en tu camino.


Soñé llegar a vieja entre tus brazos
sintiendo la ternura que te di,
sin mendigar el fruto que he sembrado
desde que he concebido tu latido.


Sin consuelo

Yo quise unir mi llanto con el tuyo
en busca de consuelo a nuestra pena,
abrazarnos callando nuestro espanto
de verla que quedaba bajo tierra,
perdida para siempre entre las flores
al quedar sin aliento y sin estrella.

Rechazaste mi mano y te encerraste
en el infierno solo con tristeza,
me has dejado vivir sola mi lucha,
cegada me abrí paso entre la niebla
para encontrarte hundido en tu silencio,
con candado en la voz y en esa celda
donde pagas las culpas que no debes,
sin encontrar reposo con tu entrega.

Quisiera descansar y que descanses
llorando junto al mar aunque nos duela.


Ella, la que viven en el espejo

Esta ahí, vive dentro del espejo
y ve còmo sofoco sentimientos,
aullando entre silencios mis lamentos
en noches de un presente que ya es viejo.

Ríe de mi paraguas gris añejo
que no cubre dolor ni pensamientos,
olor a medicina y tratamientos,
se burla de la lluvia en mi pellejo.

Me señala el atajo, la salida,
mas decido quedarme en el lugar
donde soy paliativo y buen soporte.

Deseo ser su lámpara encendida,
esperanza, alegría y bienestar,
aunque en este proceso me recorte.

Isabel Reyes Elena, poemas

Imagen by 김경복

No te alejes

Debería poder eternizar
la voz de donde nacen tus diluvios
desembocando en mí, deletreando
los torrentes de versos que desaguan
en los amplios bancales de mis senos.

Discurre entre tus manos la ternura del mundo
y por las mías
la procesión nocturna de estériles palabras.

No te alejes
pues mis versos-semilla se han perdido
con las cosechas de los tiempos áridos
y no tengo más nada que ofrecerte
para saciar el hambre de tu espera.
Sólo puedo llevarte hasta mis bosques,
al árbol donde irrumpen los misterios
de mi espíritu fiel en pie de llamas.

Hoy me acerco hasta ti para que siembres
mis sueños de azaleas porque tengo
mucha niñez mezclada con la greda,
mucho frío en las manos y no sé
dónde puedo llegar con el tumulto
que produce tu boca en mi energía

Toma mi mano y guíame
al silo donde guardas tus cosechas.


Introversiones

Vivo con avidez este presente
que sólo en mí se fragua, beso apenas
las huellas del pasado que en mis venas
transitan con su lengua irreverente.

Borro las cicatrices de mi frente
para no recordar y a duras penas
intento transcender en las arenas
del río del que soy eterno afluente.

Y me invento horizontes de esperanza
vistiéndome de roca en mi paisaje
de subterráneos pozos artesianos.

Y me bebo la vida por si alcanza
la intemperie que llevo de equipaje
a retener el tiempo entre mis manos.


Nuevo ciclo

La luz por mi paisaje de humo viene
inundando mi otoño. A su llegada toma
conciencia de ser luz y luego anida
en mis ojos abiertos. La claridad desnorta
el canto funeral y los oasis
del éxodo y los días de mis sombras
y árboles me envía, telegramas
de música apacible. En la memoria,
para acunar el sol suena una estrofa,
no importa de qué música,
que el túnel de mis miedos desescombra.

Comienza un nuevo ciclo luminoso.
Fueron ríos, senderos, muchas horas
de nostalgia y de espera. Por los grandes
agujeros del llanto y por las lomas
va penetrando el ánimo a raudales
y me cierra caminos hacia el Gólgota.

Late la vida en mí, miro al invierno
volviendo a ver la vida que revive
y comienza otra vez, luz adelante
lo mismo que una tromba
de sol en mis palabras, de alegría
que vuela las cenizas de mi historia.

Morgana de Palacios, poemas

Malditas

Sé que podría hacerlo.

Podría porque es fácil
meter sexta y huir de lo que me repele cuando miro
por el ojo violeta de mi última amatista,
y entrar en la tertulia de lo etéreo.

Podría unirme al coro de malditas
con mis obras completas
y la desilusión como estandarte.

El cómo es lo de menos
-siempre hay formas-
pero el porqué no es nunca suficiente,
salvo que el egoísmo de ser tú
-en exclusiva tú-
rompiera cualquier lazo con la tierra,
que allá se las apañe con sus contradicciones
y sus poetas únicos
y con su paradoja de dolor sublimado
y con sus ideales opiáceos.

Podría cualquier tarde

en la que Plath o Sexton o Pizarnik o Teasdale o Storni

-mientras hago un sprint bajo la ducha-
me hablan del vacío existencial
con un frufrú de seda en la palabra
y la mirada vacua y el sarcófago
flotando inercialmente sobre el tiempo,
y casi me convencen
de que el mayor error es seguir viva
matándote por otros.

Ninguna derrotó al Arcángel del Tedio
ni sedujo a sus dioses de papel
ni mató sus demonios interiores.
Yo tampoco.

Estar cuerda no siempre resulta ventajoso
porque duele el espíritu y acaba resentido,
pero soy algo más que el aura negra
de mi farsa poética.

Yo soy mi rebeldía.


Detener el tiempo

Vas a heredar mi boca cualquier día,
esa naranja amarga de adulterio,
mi lengua de tormenta que incisiva
hace crujir las gavias de tu aliento.

Heredarás mi voz de jarcha y sable,
mi cetro de cristal, mi amor sin dedos,
mi astucia de tarántula perdida
en la vasta inquietud de los espejos.

Mi látigo de seda, la distancia
que va del corazón hasta los huesos,
la hondura roja y gualda de mi idioma
bajo el azul y blanco de tu verbo.

El pulso de la luz con que destella
el nombre que le puse a tu misterio,
los confines del Norte que limitan
con mi fatalidad de oscuro enebro.

Vas a heredar las cartas del ayuno,
las horas de vigilia en el trapecio
donde colgué tu sol dilapidado
en el calor de mis poemas muertos.

Cuando te lleguen a los ojos, cava
una fosa en la tierra de tu pecho
y olvídate de mí en el instante
en que me entierres cerca de tus miedos.

Cuando sientas que el aire huele a rosas
será que han florecido los silencios.


Lengua de sol

Qué cerca estás de mí, vida, qué cerca,
qué hondo me penetra tu palabra,
con qué fuerza tu fuerza me esclaviza
y con qué levedad me pone alas.

Nadie espera de mí, vida, que amarte
sea como saltar las alambradas
de la calamidad, nadie supone
que tu hombría asesine su algarada.

En qué cenote oscuro me verán
nadar contra corriente turbias aguas,
que no imaginan, vida, que estoy viva
sobre la curvatura de tu espalda.

Duele la claridad aparatosa
de tu lengua de sol en mi ventana.

Selección de poemas de Idella Esteve

magen by Enyin Akyurt

Figúrate, si puedes

Figúrate, si puedes,
lo que el rostro te esconde.
¿Qué te voy a decir de los silencios?
¿Qué te voy a contar de los internos gritos?
¿Qué de las esperanzas ya perdidas?

Ampárate en mi sombra, que no hay otra.
Cógete de mi mano
y camina conmigo hacia el poniente;
ya no te importe el norte, ¿para qué?,
llegamos al final de nuestro viaje.

El mañana vendrá
pero nosotros… ¿Cuándo?… ¿Cuándo?… ¿Cuándo?

Todo tiene un final.
Oriente quedó atrás. Todo es Ocaso.


Cuándo

Cuándo saldremos de esta hibernación
en un sueño fatal aletargados.
Cuándo dejar atrás nuestros cuidados,
las cuitas empañando el corazón.

Cuándo, si no me falla la razón,
estarán mis anhelos reafirmados,
aquellos que se han visto refrenados
por esta interminable situación.

Cuándo. Se hace tan larga esta agonía
que traspasa la luz y son penumbra
los rayos que me llegan desde el cielo

y ya no puedo ver brillar el día.
Sólo al llegar la noche se vislumbra
lo real o irreal en mi desvelo.



Divagando

Ejercí de feminista
sólo en casa, coherente.
Hoy la cosa es diferente,
nada hay que se resista.

Para el hecho de cambiar
yo me apunto la primera
cuando me entra la tontera
de cosas tergiversar.

A los hombres llamo nueros,
yernas nombro a las mujeres.
Así lo llevo ¡Qué quieres,
si no me cuesta dineros!

Y me paso por el forro
la gramática castiza
y nada me escandaliza
pues soy más lista que un zorro

No todo en «a» terminado
se refiere al femenino
y es un tema ya cansino
que ha de ser eliminado.

No hay un hombre que se niegue
a que le llamen tenista,
violinista, ajedrecista…
en lo que toque o que juegue.

Lo que finaliza en «ante»
se quiere acabar en «anta»
cosa, pardiez, que me espanta
y no le encuentro atenuante.

Mas pongo trabas, no creas,
si me hacen usar la arroba,
es algo que me joroba,
me causa flato y disneas.

Dejemos las tonterías,
vayamos a lo concreto:
tratémonos con respeto
y acaben las chulerías.

Selección de poemas de Morgana de Palacios

El tiempo pasa

El tiempo pasa, vida,
se asoma precavido a mi intemperie
por intuirte páramo a lo lejos
y se nos va nublando
a medida que avanza sin mucha convicción.

El tiempo-incertidumbre-holocausto-pandemia
como un virus
dubitativo y frágil
se persigna al rozarnos, murmura vade retro
como si nos temiera

porque dejamos de reivindicarlo
porque dejamos de pensar en él

y hasta de esperanzarnos en sus ojos de lluvia.

Ya sólo creo en ti y en tu no-tiempo
adicta al sinfuturo de tus labios
que todos mis silencios justifican.

El tiempo pasa, vida, y no me importa.
Con esta terca voluntad de amarte,
me olvido de que existe
día a día.



Un mundo de metáforas

A veces, junto a ti, me ataca el desconcierto
por esa diferencia de tu tacto y mi tacto
e invento la caricia y el golpe y el exacto
instante de atraerte a puro cielo abierto.

Por esa diferencia de tu boca y mi boca
es que gestas las guerras que enamoran al labio
y el verso que seduce, enardecido y sabio,
de tu lengua a mi lengua se agita y descoloca.

Porque somos distintos de palabra y de gesto,
de ojos y mirada, el instinto me apuesto
para desentrañarte sin un roce de piel.

Un mundo de metáforas con el rostro velado
no oculta la certeza de saberte a mi lado
el más hombre del mundo con carne de papel.


Armada

Tal vez desilusión, no aburrimiento.

Jamás me aburro yo conmigo misma,
me inauguro portátil, voy y vengo
y me sobra talento armamentista
para partir de cero en cualquier guerra,
al no soñar con tierras prometidas.

Mi territorio se abre en el presente
sobre el páramo azul de la inventiva.

No soy de las que lloran el pasado
negando la pasión de cada día,
porque lo que me gusta es el camino,
la huella de los pasos, la genista
en la cuneta donde duermen tantos
sobre sus cuerpos yertos invasiva.

A ninguno le debo un mal capricho,
ninguno me ha dejado malherida,
lo que me dieron di, siempre sobrada,
y al irse pasé página deprisa.

Mi lealtad se ajusta a lealtades
que no terminan más que con la vida,
el resto ni me mueve ni me importa
ni consigue borrarme la sonrisa.

¿Aburrimiento? No, ni estando muerta.
¿Desengaño? Quizás, por estar viva.

Pero es lo que estoy, viva y armada
hasta los dientes con la poesía.

Selección de poemas de Isabel Reyes Elena

El primer árbol que se quebró en mi pecho

Te adentraste en mis bosques,
trajiste el paraíso y el autobús del día,
las lanchas de tus labios y el corazón unánime.
Andas por mis pestañas sin exigirme nada.
Callo y anida el tiempo en mis ojos azules.

Tal vez no pueda nunca regresar al calor,
a la ribera suave de los pájaros
a la fruta de barro que taponó la aurora,
a esas iniciales grabadas en mis ojos.

Pero tú me escanciaste como un vaso de sol
y fuiste el primer árbol que se quebró en mi pecho.
Embalé mi destierro. Me lloraban las calles,
el camión con mis muebles traspasó la vendimia,
pero tú me conduces. A tus fuentes me llevas.

No me diste la luz.
Si la hubiese atrapado con mis manos entonces
yo sé que en mis retinas vería mariposas
y un ancla bajo el agua de mi cuerpo.

¿Y por qué no encontrarnos de nuevo en las murallas
de la noche los dos, rescatarnos el día,
ver si podemos juntos adelantar tormentas?

Por mi esperanza cruza tu recuerdo de música
al desvestirme selvas esenciales, y tengo
el dolor de la nieve, la madurez salobre
de quien atrapa barcos con sus manos de piedra.
Cuando pasen andenes te seguiré mirando.

Mi meridiano eres. Tanta melancolía
se albergaba en mi acento castellano.
Fuimos desmenuzando palabras interiores.
Por entre el diccionario con mi paraguas rojo
impediré que caiga la nieve en tus pupilas.

Yo ciega voy de amor, sé tú mi lazarillo.


Instante decisivo

Miradme aquí, en piedra convertida,
exhausta de silencios y ciclones,
coronada de inútiles razones
a causa de una nueva arremetida.

Observadme en el tiempo detenida
enlazando palabras a jirones,
sombras de soledad, crudas lesiones
que acunan el sabor a despedida.

Mas no lloréis la ausencia de mi viento
ni toquéis el poema que os escribo
bajo el soplo desnudo de mi acento.

Que en la nada de un verso sigue vivo
-con la sangre y la sal del desaliento-
el reloj del instante decisivo.


El arpa de mis ritmos

Os dejo la palabra en mi verso truncado
y este fulgor que intento mantener encendido
para que los senderos no se llenen de sombras
cuando la sombra venga a cebarse conmigo.

Os dejo un arcoíris de voces traspasadas
por el ardiente dardo del poema maldito
que se encona en el alma, madurando en la mente
y rompe las entrañas cuando quieres parirlo.

Os dejo cuanto tengo: mi alforja de palabras
y este viento que, a veces, me aúpa al infinito
con el ímpetu firme de sus alas amigas
para hurtar los azules que me fueron prohibidos.

Me marcho como vine, desnuda y sin apegos
pues no escalé montañas, pero sé de los riscos
que cercaron mis huellas con ortigas malignas
cuando aventé canciones por todos los caminos.

Recordadme si os place, y si no, silenciadme.
Sé todo cuanto os debo y cuánto he recibido
de este afán que me tiene atada y bien atada
al querencioso potro del verbo y su destino.

Si me queréis gritadlo frente al mar de mi tierra.
Os dono para siempre el arpa de mis ritmos
y el amor que me crece en los espejos mudos
del poema sangrante y mi triste delirio.

«Elegía», Isabel Reyes

en memoria de Gerardo Campani

Al pensar en tu estado presentí
que el tiempo de tu vida es un cobarde
que se esconde en la hora del adiós
y es incapaz mi pena de ablandarle.

Que perdido en la noche de la ciencia
lo hermoso que te aloja no le vale.
Ignora cómo dar tiempo a tu tiempo,
vida, salud y sístole a tu sangre.

El hígado prestado que portabas
no responde al deseo de arrancarte
de las oscuras garras de la muerte.
¡Qué cobarde es el tiempo que nos barre!

La cera que tu cara desdibuja,
el dolor de tu ser, inabarcable,
me dice que eres tú el elegido
y nada más me queda que llorarte.

Mirada de hombre bueno que confiaba
superar nuevamente adversidades
en idas y venidas; tu destino
me indica que te queda largo el traje.

Escrita tu conciencia ultraversal
se nos va el literato y el amante
cuando un gélido viento ya acaricia
tu bondad, tu retina y tus afanes.

Compañero del alma, compañero,
hermano del misterio del que naces,
cuando siento tu vida que se agota,
tu dolor, como leña, a mí me arde.