POESÍA PARA NIÑOS

MARÍA JOSÉ QUESADA

La abuelita duerme al gato

La abuelita duerme al gato
encima de sus rodillas,
enroscado ronronea
mientras ella lo acaricia.
De paso le cuenta un cuento
sentada en el balancín,
que es su lugar favorito
para tejer y dormir.
Dice así:

Un gato quiso ser tigre
y correr entre la selva
y soñar bajo la Luna
encima de una palmera.
Él quería ser grandote,
con el pelo todo a rayas,
como lo tienen las cebras
y los tigres de Bengala.

Era muy chiquirritujo,
con el manto color gris
y los ojos verdes verdes,
¡más que las hojas de vid!

El minino no fue tigre
ni la jungla conoció,
pero tiene una abuelita
que lo duerme con primor.



El pirata Roquefort

El pirata Roquefort
no tiene pata de palo
parche en el ojo
garfio en la mano.
Ni le ha salido la barba
ni lleva un loro en el hombro.
El pirata Roquefort…
shhh
ni está tuerto ni está cojo.

Disfruta haciendo diabluras;
en el barco donde habita
ayer mismo, al Capitán,
le dibujó en la barriga
una rana con orejas
mientras el hombre dormía.
Otras veces se hace el muerto
-respirando muy flojillo-
y al que se acerca a tocarlo
abre un ojo y le da un grito

El pirata Roquefort
tiene un cofre donde guarda
sus tesoros más queridos:
cocos, piñas, chocolate
y un diente de cocodrilo.

La tripulación discute
porque no se porta bien,
porque da muchos problemas
y no sabe obedecer.
¿Lo dejamos en la isla?
-dice serio el timonel-
¿o lo atamos en la proa
castigado hasta las diez?

Pero en el fondo lo quieren,
¡no pueden vivir sin él!
aunque se esconda y dé sustos
y aunque le huelan los pies.

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