POESÍA DE MARÍA JOSÉ QUESADA

Prenda de su corazón

Ven aquí lucero hermoso,
dame tus manitas tiernas,
voy a contarte los dedos
como si contara estrellas
:

Diez dedos tiene este niño
como diez luces pequeñas
y en los pies, diez diminutos
cordeles de una cometa.
Cuando tu aprendas a andar
se irán soltando los hilos
con la justa longitud
que hay de los padres al hijo.

A la par que vas creciendo
se hará más largo tu paso,
y cuando seas ya un hombre
que no cabe entre mis brazos,
si la vida me da tiempo,
me sostendrás como un arco.

Vuela niño cuanto puedas
con nobleza y desenfado.

Dos cometas en los pies
y una estrella en cada mano.


Los dedos de la mano

Cada dedo de la mano
tiene un nombre personal,
el primero es el más bajo
y le llamamos Pulgar.
Al pequeño regordete
lo usamos para agarrar.

Al siguiente de la fila
le gusta más señalar,
Índice es largo y delgado,
más que su hermano Pulgar
y cuando cumples un año
¡a todos se lo dirá!

El tercero de la fila
es el dedo Corazón
está en el centro de todos
y es alto como un señor,
queda en medio de la mano,
a su lado hay dos y dos.

Ya casi estamos llegando,
con los dedos, al final,
pero antes de que acabemos
hay que nombrar a dos más;
uno que es muy presumido,
y que se llama Anular
porque se pone el anillo
de los novios y papás.

Por último un chiquitín,
pequeño como un penique,
más flaquito que el Pulgar
¿Cómo se llama? ¡Meñique!

Y ya que los conocemos,
¡vamos todos a jugar!
Pero antes diré un secreto:
a los dedos de las manos
¡les encanta dibujar!


La bruja Lombarda
se ha puesto perdida:
haciendo un brebaje
le saltó una chispa,
le cayó en la falda,
se ha vuelto amarilla.

Su búho, asustado,
no quiere mirarla,
le dice muy serio
y hablando de espaldas:
¡Estás horrorosa!
¡Límpiala con agua!

La bruja Lombarda
no viste colores,
siempre va de negro,
de día y de noche,
y el color del sol
le alegra la cara
igual que el limón
alegra la rama.

Se han puesto a bailar
por toda la casa,
el búho la sigue,
-qué cosa más rara-
y es que la brujita
le ha echado en las alas
gotas del brebaje
que tiñó su falda.

La bruja Lombarda

POESÍA PARA NIÑOS

MARÍA JOSÉ QUESADA

La abuelita duerme al gato

La abuelita duerme al gato
encima de sus rodillas,
enroscado ronronea
mientras ella lo acaricia.
De paso le cuenta un cuento
sentada en el balancín,
que es su lugar favorito
para tejer y dormir.
Dice así:

Un gato quiso ser tigre
y correr entre la selva
y soñar bajo la Luna
encima de una palmera.
Él quería ser grandote,
con el pelo todo a rayas,
como lo tienen las cebras
y los tigres de Bengala.

Era muy chiquirritujo,
con el manto color gris
y los ojos verdes verdes,
¡más que las hojas de vid!

El minino no fue tigre
ni la jungla conoció,
pero tiene una abuelita
que lo duerme con primor.



El pirata Roquefort

El pirata Roquefort
no tiene pata de palo
parche en el ojo
garfio en la mano.
Ni le ha salido la barba
ni lleva un loro en el hombro.
El pirata Roquefort…
shhh
ni está tuerto ni está cojo.

Disfruta haciendo diabluras;
en el barco donde habita
ayer mismo, al Capitán,
le dibujó en la barriga
una rana con orejas
mientras el hombre dormía.
Otras veces se hace el muerto
-respirando muy flojillo-
y al que se acerca a tocarlo
abre un ojo y le da un grito

El pirata Roquefort
tiene un cofre donde guarda
sus tesoros más queridos:
cocos, piñas, chocolate
y un diente de cocodrilo.

La tripulación discute
porque no se porta bien,
porque da muchos problemas
y no sabe obedecer.
¿Lo dejamos en la isla?
-dice serio el timonel-
¿o lo atamos en la proa
castigado hasta las diez?

Pero en el fondo lo quieren,
¡no pueden vivir sin él!
aunque se esconda y dé sustos
y aunque le huelan los pies.

POESÍA PARA NIÑOS

María José Quesada – España

El viaje de María

Cuatro sillas, dos delante,
dos en la parte de atrás
y en la manita una llave
con la que piensa arrancar.
En el brazo lleva un bolso
de la misma Pepa Pig
y unas gafas en el rostro
le caen por la nariz.
¿A dónde vas tan dispuesta?
-le pregunta su papá-
me voy por la carretera,
quita o te voy a pisar.
María arranca las sillas
-con la boca hace ¡run! ¡run!-
y viaja de la cocina
hasta el lejano Estambul.



Yo quiero ser

Yo quiero ser abogado
y quiero ser panadero
para poder defenderte,
que con los puños no es bueno,
y fabricar pan de leche
tan tierno como tus dedos.

Apaga la luz mamita
que voy a estudiar el sueño.



Guirigay

¿Cómo andan los patos?
Plif plaf
¿Qué dicen a ratos?
Cua Cua
¿Cómo hablan los asnos?
I ú
Escucha los pájaros
Piu piu

Pues todo en la tierra
emite un sonido,
desde el pez pequeño
hasta el más temido.
La cigarrra chilla
las abejas zumban
los leones rugen
el gato maúlla;
las flores se mueven
y se comunican
aunque su lenguaje
nadie lo descifra.

Pero tú eres niño
y emites palabras
y si estás contento
tu risa es muy larga,
si te pones triste
o si estás malito
toda tu familia
quiere estar contigo.

Y así, sin pensar,
hemos dado un salto
del mundo animal
al de los humanos
y los dos tenemos
un gran parecido:
a todos nos gusta
que nos den cariño.



Había una vez

Había una vez un perro pequeño
con unas patitas más cortas que un dedo.
Había una vez un gato travieso
que daba zarpazos panza arriba al vuelo,
y había una escoba que les daba miedo,
un ovillo azul que les daba juego
y unas manos grandes que les daban sueño…
Y es que era una vez un hombre muy serio
que llevaba dentro
la misma ternura que los cachorritos
de este alegre cuento.