PROSA POÉTICA DE SOLANGE SCHIAFFINO

Automedicación

Estoy bien, diría mi estrella gemelar que ha dibujado su trazo breve en la mitad de mi mano. Y si he de probar de su sabor bajo la luna, sería traducible al idioma de los poetas que sublevan la palabra en el difuso contorno de sus sombras.

Entonces, tendría que decir: ¡Qué ilusa pretensión de sol cada mañana y transparencia de las bocas en esta economía de guerra entre poderosos y deslindes de una historia contada por el dinero!

En mis significados, cabría la pregunta ¿Por qué insistes en la luz desfibrilante de allá afuera para tu corazón en penumbra?

Pero estoy aquí dándole cabida a lo que me hace bien para mis últimos días.
¿Acaso podría explicarse de otro modo esta sed de pálpito suave, mientras respiro mi paz en verso, como sobrevivencia?



Esta inédita forma de ver

Voy a paso lento y algo desconfiada de esta primavera con tintes de otoño foráneo que me despide cada tarde.

Voy mirando almas y sus silencios y en ellas se me aparece la sonrisa del hombre, suspendida en una imagen que alguna vez oí respirar tan lejana que dudo de si fue solo idea mía. Pero, de todos modos, sonrío con mis ojos que se fascinan, enamorados de su brillo que delata. Se miran a sí mismos, estos locos, vanos. Fotógrafos de todo lo inédito que me rodea.

Es extraño recoger, luego, los recortes del día y dejarse llevar por el filtro de un nombre. Esa mezcla jazmín y albahaca y luminosidad de parque de cabras y afluentes que solo ocurren en Valdivia.

La tonalidad es también color de cuerdas vocales y nitidez de retinas.

Por eso, voy disfrutando esta manera de recobrar suspiros que la gente desecha y que yo veo y oigo míos como si desde sus hombros atravesaran montañas, universos y vinieran a visitarme porque sí o porque quizás el viento soñó que en mi pecho tiene su destino y yo hubiera aprendido que ya no es necesario querer atraparlo para sentir simplemente un tacto que sucede.

Conversa con nosotros