Ese beso
Se encontraba oxidada la chapa de mis labios
por besos carcomidos de nostalgia,
cuando un día cualquiera me besaste
como ya no lo hacías en cada despedida.
Hurgaste con tu lengua la humedad de mi boca.
Bebiéndome tu anhelo
yo me asomé al espejo de tus ojos
y me vi jovencita junto a ti,
descubriendo misterios en el pequeño mapa
de mi cuerpo.
Y me encontré mi imagen
en un rompecabezas cuando mudé de piel
sacudiendo tus huellas.
Continuaste insistiendo con caricias
hasta sacar el mar incontenible de mi ser
humedeciendo surcos.
Sin quejas ni reclamos
yo me vi tan mujer:
Serena, muy madura,
desnuda, sin barreras, derretida
con tu fuego corriendo por mis muslos.
Entonces me di cuenta
que podía borrar las cicatrices;
porque soy fuerte,
soy agua que destruye
diques en el camino,
y me dejé amar hasta el cansancio.
Un cierre estupendo, Eugenia.
Besos.