Prohibido vivir
Prohibidas las quedadas y protestas,
el público en el fútbol, el deporte,
ir al monte, viajar al sur o al norte,
salir tarde, los cines y las fiestas.
Nos toman por idiotas con propuestas
de leyes caprichosas. Su recorte
a nuestra libertad es pasaporte
a un mundo de sumisos sin respuestas.
Invitan a soñar con imposibles,
recriminan y mienten al reacio
que, oprimido, se niega a consentir.
Los pobres somos seres invisibles,
nos limitan el tiempo y el espacio
recetando castigos por vivir.
Por eso escribo
Escribo por saberme en lo que escribo,
para escapar del límite consciente,
por morir o matar este presente
y si muero sentirme un poco vivo.
Escribo por placer, tan impulsivo
como un cuerpo en el fuego incandescente,
porque soy yo, voraz y diferente,
en versos que me abrasan sin motivo.
Escribo por romperme en la tristeza,
buscar en mis añicos la belleza
y en el todo, las lágrimas perdidas.
Escribo porque hay sueños y hay heridas,
porque existen los pájaros de acero,
la música de luz y el verbo fiero.
La huida imposible
Hay unicornios rosas a los pies de mi cama,
una ventana abierta con vistas al jardín
y un dado de peluche que siempre saca seises
en el último estante del armario.
La suerte me persigue
y cada día cuesta
mucho más esquivarla.