Romances del arrebato
Isabel Reyes & John Madison
Luna en llamas
Isabel Reyes Elena
John Madison
Igual que una luna en llamas
que en metáforas se empoza
damos a luz la palabra
con cruces de la memoria.
Abrimos senderos íntimos
que dejan al mar sin olas
y la tinta sangra y sangra
por nuestro parque de sombras.
Pero ocurre algunas veces
que el sol se nos desmorona
y no podemos plasmar
el grito, el llanto, el aroma
del alma que va por libre
sobre el blanco de las hojas
y es cuando miro al reloj
despojado de sus horas
y en el mapa de mis ojos
se reflejan las palomas.
Cuando la música llega
a desaguar en mi boca,
la poesía me llama
con su voz arrulladora.
Entonces me arrugo en mí
igual que una caracola
y en introspección me escribo
y el poema se desborda.
Pero ocurre algunas veces
que el sol se nos desmorona
y no podemos plasmar
el grito, el llanto, el aroma
del alma que va por libre
sobre el blanco de las hojas
y es cuando miro al reloj
despojado de sus horas
y en el mapa de mis ojos
se reflejan las palomas.
Cuando la música llega
a desaguar en mi boca,
la poesía me llama
con su voz arrulladora.
Entonces me arrugo en mí
igual que una caracola
y en introspección me escribo
y el poema se desborda.
Iza velas compañero
timonel de las palabras
y a la orilla de las horas
ponle música a tu alma
dirigiéndote sin miedo
hacia el noray de mi abra
donde rugen los silencios
y los siglos de nostalgia.
No tengas miedo y expresa
qué te duele, qué sed alta
te está quemando por dentro
y se enraíza con saña
en el fondo de tu mente,
las palabras susurradas
que temen salir al aire
y son aves que no cantan.
En mi isla de sigilo
allá donde guardo el arca
de metáforas y versos
siempre encontrarás la calma.
Amigo de tus amigos
no defraudes a tu dama.
Ella guarda mi armadura
yo en el alma su requiebro,
pienso llevarme a la tumba
este amor, todo desvelo
y no pienso olvidar nunca
su nombre de altos cerros..
Por favor, pido a la luna
que cuando crucé mi cuerpo
el túnel a sierras pulcras
me devuelva su recuerdo
y le susurre a mis dudas
su mantra edénico entero.
Ella guarda mi armadura,
yo en mis arterias su verso,
mi pasaporte de runas
para salir del infierno:
¡Son poemas de alta cuna!,
dirá seguro el barquero.
Ella guarda mi armadura,
yo su sonido en stereo
Morgana de Palacios & Gavrí Akhenazi
Pleamar
En las islas de tu nombre
hay pájaros veraniegos.
Un hecho del mar, tu boca,
para mi río de muertos
que desagua algunas veces
sus peores pensamientos
en su rutina sin sol
sobre tus playas sin miedo.
En las islas de tu nombre
hay pájaros extroversos.
Un hecho del mar, tus pájaros
sobre el camino desierto
que sobrevuelan constantes
–como a historias de misterio–
la sequía de mis pasos
desprovistos de alimento.
En las islas de tu nombre
hay pájaros a destiempo.
Un hecho del sol, tu mar
acantilado de besos,
amurallado de pájaros,
desabrigado y esbelto
que con sus manos de agua
va moldeando mis silencios.
Cuando mi boca se calla,
un hecho de amor, tu gesto.
Gavrí Akhenazi
En las islas de tu nombre
un cuervo tutela alondras
que en lengua romance dicen
lo que murmuran las sombras.
Cuando el sol quiebra el ocaso
y la noche se transforma
en la escalada de odio
que al sur de tu sur zozobra,
me han dicho que los misiles
caen a cientos en la zona,
que son días de matanzas
programadas peligrosas,
que las alertas no cesan
en sus gritos a deshoras,
que se incendian edificios,
bosques, desiertos y rocas.
Que siguen acuarteladas
en sus cuarteles las tropas,
con la paciencia perdida
y un «alto el fuego» en la boca
que no cumplen las naciones
de la muerte expendedoras.
Qué pasará si el poder
con su mano temblorosa
aprieta el botón del pánico
y descarga cuatro bombas
contra Irán y los sicarios
del terror que en Gaza flota
como el venenoso aliento
traicionero de las cobras.
La información que nos llega
desorienta más que informa,
porque pocos son veraces
con la realidad rabiosa
y menos los que dan cuenta
de las manos tenebrosas
que en la guerra de desgaste
trafica con sangre roja.
Tú escribes por olvidarte
un rato de tus pistolas,
y yo porque no me olvido
de la luz vertiginosa
de esos misiles que estallan
sobre el rostro de la aurora.
Morgana de Palacios
Décima espinela
Ángeles Hernández Cruz – Ana Bella López Biedma
Encadenados a la esperanza – Paisajes de interior
Ángeles Hernandez Cruz
Ana Bella López Biedma
Hoy quiero que fabriquemos
una gran cometa blanca
que nos sirva de palanca
y arranque el mal que tenemos.
En su vela pintaremos
flores de vivos colores
que ahuyentarán los temores,
los llantos y pesadillas.
Volverán las maravillas
con eco de cantadores.
Con eco de cantadores,
volando en nuestra cometa,
veremos la silueta
del monte de los amores.
Te pediré que no llores
por los que se han apagado
que estarán al otro lado
arropando nuestras vidas.
Aun con las almas heridas
el dolor será olvidado.
El dolor será olvidado
y nuestro Teide orgulloso
destacará siempre hermoso
aunque el día esté nublado.
Lo perverso desterrado,
nos hará ser más humanos,
generosos, más cercanos,
aunque quede algún mezquino.
La esperanza es como el trino
de un canario en nuestras manos.
Abro la ventana. Llueve
con su arpegio gris plomizo.
En mi corazón granizo
y en mis ojos pura nieve.
Busco un gesto que me lleve
hasta un paisaje de sol,
un roce de tornasol
a esta foto en blanco y negro.
Una sonata en allegro
a mi pena en Mi Bemol.
Cruza el portal, el bolsillo
lleno de arrojo, aventura,
y un toque sin calentura.
Juega conmigo chiquillo
a ese corre que te pillo
que nos devuelva a la infancia.
Retemos con elegancia
a este tiempo que nos toca.
Tiremos a quemarropa
sin mirar la circunstancia.
Inventemos mil paisajes
de vinilo o mazapan,
lugares a los que van
solo los que inventan trajes
sobre torpes fuselajes
con los que subir al cielo.
Convirtamos cada anhelo
en la real realidad.
Solo aquí somos verdad
que en su verdad alza el vuelo.