Huyó
Huyó por la pendiente del temor.
Le molestaba mí ropaje pálido
manchado de recuerdos conflictivos.
No intuyó sobre la bondad oculta
entre la opacidad que predomina.
No revisó mi alforja para encontrar las luces
que acompañaban los manchones.
Se demoró en lo oscuro;
el tono que la hizo infeliz, árida.
Yo no esperaba flores,
sólo un espacio para sembrar frutos
que agregara color a un rincón desteñido.
Nunca aprendí a camuflar mis grises.
No ha valido rascarme como culebra vieja
y prescindir de la coraza antigua.
Pero las cicatrices delatan las lesiones
como tatuajes que definen mi sino.
No quiero morir
No quiero morir
sin antes ver muertos a los asesinos
y a los abusadores, sin manos ni piernas.
No me juzgues.
No soy un psicópata.
Si te vas primero lo sufriría.
Pero no quiero irme
sin ver al pederasta empalado
y escuchar sus gritos.
Los únicos lamentos que conozco
son los de infantes que ya son adultos
y odian las iglesias aún siendo creyentes
porque no saben olvidar recuerdos.
-Culpa de las sotanas pervertidas-
Quiero vivir
pues sólo he visto familiares en ataúdes
con la impotencia dibujada en sus rostros.
También las últimas miradas de hermanos,
miradas que se han quedado conmigo.
Son ojos que me rondan
y hoy son mis fantasmas.
No quiero morir
sin ver al traidor sin lengua
ahogado en su sangre.
¿Crees que es demasiado odio?
Es posible.
Pero no todo en mí es oscuro,
nunca herí ni con palabras
al inocente o al indefenso.
Un poeta judío que no conozco me dijo un día:
«Uno es lo que la vida ha hecho de uno»
Si estás conmigo es porque lo entiendes.