Poesía de Rosario Alonso, España

A oscuras

El día me persigue
como un gato mohíno que caza mis tormentas
y me aleja del sol.

Hoy permanezco a oscuras,
desahuciada del gesto y la caricia
con los ecos dentados de la palabra hiriente
que vino a conversar con las ganas de irme
a mi caparazón de cangrejo ermitaño.

Tan solo son recuerdos
que se quedaron mudos, en estado latente,
sin arañar mis noches,

-aunque a veces despiertan –

Mañana volverá la calma y su latido,
la lluvia sigilosa,
el sol y la alegría,

porque aunque no lo sepas
no soy el cuerpo gris
de un invierno perpetuo.


Corpore insepulto

Todo ha muerto, repites.

Todo ha muerto
y tu lengua de sombra,
de tumba abierta,
se vuelve una corona de difuntos
para cubrir mis ojos.

Caen sobre mi aliento las flores del sepelio
y me vuelvo un jardín desconsolado.

La vida como un gato enfurecido
araña las heridas sobre heridas

y cuánta desazón viaja a lomos
de todos tus desvelos

y cuánta soledad sustenta el ánimo,
cuánta llaga de sal
y cuánta sangre.

Todo ha muerto de muerte innecesaria.

Es inútil rotar esta agonía
de brillos apagados,
de puertas para adentro,
de padecer a secas.

Es inútil buscar escaparates
de un mundo diferente.

Todo ha muerto, sin más,
y yo lo entierro
sin cruces y sin salmos
sin un adiós siquiera.

Pero a ti
no te cierro los ojos de cadáver andante,
todavía se esconde algún fulgor
aunque el miedo lo invente con el roce del frío,
o el córpore insepulto de la vida.

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