Por Gerardo Campani
Hay quienes dicen que se nace (digamos, de manera provisional y suscinta)) A o B.
“A” sería, por ejemplo, ser mujer, y “B” varón (podría ser al revés; esta elemental taxonomía es más metafísica que genética).
Otro ejemplo, de la misma guisa: “A” zurdos; “B” diestros. Y también: “A” escépticos; “B” crédulos.
Bien.
¿Y qué de los hermafroditas, los ambidextros y los budistas zen?
Es difícil establecer un límite tajante cuando se divide por un factor tan mínimo.
Sin embargo, es posible forzar la interpretación, y vaya como ejemplo una refutación de la indeterminación en la Lógica de Hans Reichenbach.
Este autor dice que la Lógica tradicional es bivalente, toda vez que inclina cualquier interpretación en el sentido de “verdadero” o “falso”. Y sin embargo -dice- hay una tercera instancia lógica, la de “indeterminado”. Por supuesto que esta “Lógica trivalente” que propone está basada en el Principio de Heisenberg (ver).
La refutación a esta esforzada propuesta de Reichenbach es que hace agua, porque solamente con aceptarla o rechazarla, ya entramos en la “superación abarcativa”, que nos obliga a considerar dicha propuesta como verdadera o falsa, con lo cual volvemos (en un estadio superador, abarcativo de la anterior), a la lógica bivalente que intenta impugnar.
Y es que la lógica, por más elementos matemáticos que contenga, es una disciplina tributaria de la filosofía (o si se prefiere de la metafísica). Si no fuera así, no habría más remedio que expulsarla de la disciplina a la que pertenece.
Es muy curioso todo esto: Bertrand Russell es célebre como filósofo; aportó más que nada al campo de las Matemáticas y a la divulgación de la Física; se lo premió con el Nobel de Literatura.
Volviendo al asunto de A y B, se dice también que nacemos alondras (hábiles bajo la luz del sol) o búhos (cómodos en la nocturnidad). Una interpretación fatalista de los biorritmos.
Y también naceríamos aristotélicos o platónicos.
Yo creo que esas condenas congénitas pertenecen a la Anatomía, menos a la Fisiología y casi nada a la Conducta.
Un mexicano con bigotes es sin dudas muy machazo, pero basta mirar en el Youtube los Huevos Cartoons para tener un ejemplo de lo que digo.
Y quiero decir que el sexo, o el género, como se dice ahora, es fatal, aunque no lo sea el rédito que se logre de él.
En cambio, ser zurdo o diestro (digo yo) es solamente el resultado de la acumulación temprana de azares en la conducta. Claro que esto es discutible, pero hay argumentos que contradicen el determinismo de la función de los hemisferios cerebrales.
A quien le interese el tema, podrá consultar bibliografía al respecto, que la hay y mucha.
La teta derecha o la izquierda, la distinta cantidad de leche que surte cada una al lactante, es un lugar común del psicoanálisis tradicional, por ejemplo.
Otra ilustración podría hacerla yo mismo, que tiro con el rifle como diestro, y con el arco como zurdo, espontáneamente.
Otra, el drama de los managers de box, que encuentran pupilos diestros en la guardia, pero zurdos de piernas. Y viceversa.
Otra, las distintas habilidades de ambas manos para diferentes funciones (la mano izquierda impura de los musulmanes, que es más hábil para limpiarse el culo que la derecha).
Por último, y para no aburrir, la cuestión de los búhos y las alondras, que es la misma que todo lo anterior.
Todas estas funciones son producto del azar de las experiencias, o de la educación.
Y así como se va conformado el hecho de ser zurdo o diestro, también el ser búho o paloma. Una cuestión de conformación de un “tipo” mediante la acumulación de experiencias que han de determinarlo.
¿Aristotélicos o platónicos? No creo que se nazca de una o de otra forma. Se va conformando (desde muy temprano, antes de saber nada de Aristóteles o de Platón), porque no son más que arquetipos a posteriori de la experiencia de cada uno.
De la misma forma, nadie nace escéptico o crédulo, sino que se va haciendo a través del tiempo de maduración de la personalidad.
Aunque estoy muy a la expectativa de no tener razón, porque la realidad es muy compleja y nadie tiene la última palabra.
Además, no me parece que los condicionamientos congénitos pesen más que los adquiridos. Tertuliano, con toda su apologética propia de un crédulo, no pudo dejar de señalar su célebre frase: Credo quia absurdum, más en sintonía con el escepticismo racional.
No importa demasiado con qué inclinación (en el caso de que la hubiera) nacemos. Construimos nuestra welltanschauung experimentando qué nos resulta mejor para desarrollar nuestras posibilidades expresivas.
Resumiendo: soy varón, búho, aristotélico, escéptico.
Casi un prototipo de trasnochador de café, relojeador de las mujeres que pasan, defensor del sentido común, descreído de cuentos.
Las madrugadas me han sido más llevaderas que las mañanas. Las mujeres más que los varones. Aristóteles más razonables que Platón, etc. Y todo por comodidad.
Así, el escepticismo me resulta más llevadero que la credulidad. Y digo “credulidad “ y no Fe, porque esta la tengo, como Tertuliano.