Qué queda de ti I, II, III & IV, por Ricardo López Castro

¿Qué queda de ti?

I

Los paisajes redoblan sus esfuerzos;
puedo verlo, se sacrifican
en su quietud.

Siento cómo las cosas se pelean
por no querer caer en el olvido
-incluidos también
todos esos «te quiero» que creíste-.

A veces lo que uno quiere
no es lo que desea.

Te quería.
Quise que me quisieras a mi modo,
pero no fue posible.

Todavía no acepto
que el amor sea diferente
para cada persona
y prefiero pensar que muchos me mintieron,
entre ellos tú.

La vida sigue y todo lucha
por moverse
-yo me resisto, y nunca mejor dicho-;

entre ayer y mañana
sólo un pronombre
consigue su propósito,
y los demás se agitan, se preguntan
si forman parte
de ti.

II

El amor sabe a uno,
y no existen maneras de decir lo que expresa.
El silencio y el tiempo confluyen en lo diáfano
cuando sentimos, tímidos,
pudorosos.

Y nos callamos todos los colores
para poder amarlos.

Y el instante se vuelve
y nos mira,
pero no nos importa.

La vida que creímos nuestra
es de todos
y es entonces que salen las palabras.

III

Si lo que vemos es lo que observamos
descubrimos sin ánimo de lucro
la vida,
nos hacemos partícipes
a pesar de los males que nos unen.

Al fin y al cabo todo se desdice,
me cuestiono nombrando mi silencio
cuánto eco tendrá mi eternidad.

IV

Los amores,
en su fugaz simpleza
nos absorben la carne
y nos hielan los restos.

Vienen sin preguntar,
y nosotros les respondemos
abriendo nuestras puertas.

Quizá sepan lo indómito
de la memoria
y por eso conmueven haciendo los honores
de guardarse.

Son un guante de seda
para los pensamientos
y por eso resuenan,
y por eso se esconden hasta que al fin, vencidos,
recordamos.

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