Ana Bella López Biedma – España
Yo hablo con el viento. Algunas veces
aparece de pronto, en una ráfaga
de polvo y de tristeza. Solo espero,
mientras posa su aliento de metralla
encima de mis hombros, como lumbre
que acaba consumiéndose en sus ascuas.
Yo hablo con el viento en los veranos
que conservan el frío en la mañana,
abriéndole mis brazos sin reservas
se enreda en mi cintura, y con sus palmas
revuelve mil corales por mi pelo
bajando la marea de mi espalda,
y escribe con sus dedos de siroco
mis muslos de papel. Tiembla de ganas
el agua de mi centro, y el silencio
se vuelve soplo y grito que restalla.
Y puedo distinguir si no aparece
o si se queda quieto, boca amarga,
por no sembrar dolor sobre los campos
de mis días de siega y esperanza.
Yo hablo con el viento mientras sube
por el calvario oscuro de su alma
y hablo sin hablar cuando tropieza,
y abrazo el vuelo gris con que levanta
las hojas del otoño de sus días
como levanta el peso de mis lágrimas.
Y en las noches que el aire huele a pólvora
y no sopla la brisa, una palabra
se escapa de mis labios, y se queda
temblando sola igual que una plegaria.
Precioso.