Digresión contrafáctica
Por Gavrí Akhenazi
Los análisis sobre qué es cultura, cómo se representa, qué objetivos persigue, creo que son el sustrato fundamental de las discusiones que intentan ser, además de intelectuales, primordialmente artísticas, en el caso de que consideremos el arte una expresión de la cultura y le demos a la cultura el sentido completamente abstracto de un bien intangible que solamente alcanza una representación adecuada en el acervo de cada sociedad y por supuesto, si consideramos, además, lo discontinuas que son todas las sociedades que conforman el basamento natural de la especie humana, quizás lo que preconizamos como cultura sea su evolución si esta es cierta o su involución. Todo va de acuerdo a la óptica con que se observe eso llamado «cultura».
Soy muy poco amigo de las abstracciones. No camino por los planos teóricos. Como soy militar, tengo una mentalidad práctica, quizás hasta positivista hacia el sentido de la realidad y de sus expresiones. La cultura, como bien abstracto de las sociedades, no es, para mí, otra cosa que una expresión del desarrollo no conjunto de la especie humana. El desarrollo puede ir en cualquier sentido, ya sea evolutivo o involutivo, porque el fin último de cada cosa no es una verdad revelada sino, más bien, una convención obligatoriamente asumible.
Todo es cultura. Desde la expresión de una tribu urbana hasta la expresión tribal de una aldea en medio de la República Democrática del Congo. Todas y cada una de las expresiones humanas, representan el bien abstracto que las edifica.
Se me formula la pregunta: ¿por qué no escribir como Góngora?
Mi mente simple responde a esa pregunta con un «porque ya hubo un Góngora» e imitarlo no aporta algo nuevo aunque una imitación intente ser algo «diferente» dentro de un contexto de diversas diferencias. Puede ser la expresión con la que alguien concibe un eje diferencial, pero no novedoso, de algo que, en sí, como Góngora, sí fue un desborde de talento. O no lo fue. Quizás habría que escuchar la opinión de Quevedo al respecto.
No está ni bien ni mal escribir como Góngora. Pero como digo, la cultura es una suma de estratos, tal como la Tierra. Imitar en la superficie de la corteza un estrato de su profundidad, creado por sedimentos de eras geológicas ¿qué aporta a la superficie? Imitar algo ¿qué aporta si ya ese algo estuvo representado por un genio de la estatura de Góngora?
Me respondo que quizás es un desafio personalísimo que el autor se propone: superar a Góngora.
En el campo de los supuestos, la suposición de cualquier meta es posible, dado lo intextricable del alma humana.
La cultura, según entiende mi mente de baja complejidad, no es imitación sino movimiento, creacionismo diario, poder de reformulación y búsqueda, pese a que en mi profesión no puedo resolver el intríngulis de por qué, en cuestiones bélicas, con los más de diez mil años que tiene el hombre sobre la tierra, no ha aprendido a manejar ese componente de su naturaleza.
¿Podríamos llamarle «cultura de la guerra» o «instinto destructor»? Probablemente. Recurrencia en el error. Imitación de conductas que habitan en el reptil colectivo como una larva que impide que la contracultura de la sociabilización humana pueda afirmarse en los preceptos que han intentado meterle desde que el hombre es hombre.
¿Cómo definiríamos cultura en una aleya del Corán que invita al marido a castigar a su mujer, literalmente molerla a palos, si le desagrada alguna actitud que ella haya tenido para con él? Lo definiríamos como cultura. Eso es cultura. Una cultura que ha dado, también, un autor como Omar Khayyam o un matemático como Al-Juarismi.
¿Qué opinaríamos sobre lo que planteo?¿Podríamos sugerir que la cultura del Islam no avanzó a pesar de que en Emiratos se haya construido un hotel de siete estrellas y Dubai sea un sitio fabricado por la teconología que otorga el poder dinerario? ¿Están «atrasados» en sus ópticas culturales por seguir golpeando a sus mujeres o por no permitirles salir a la calle sin un varón que las acompañe?
Si llegara tal inciativa al pensamiento de occidente ¿sería qué? Y si se practicara con libertad y sin penas, sino con la anuencia social ¿cómo llamaríamos a eso?¿Un bien cultural, un nuevo paradigma contracultural que apoya el regreso a los estratos básicos de la corteza social o un retroceso a épocas oscuras, en las que las brujas ardian en la hoguera y se sangraba a los enfermos para quitarles del cuerpo los malos humores?
¿Es cultura la homosexualidad, tan practicada y venturosa entre los griegos y tan cuestionada por el ¿antiguo? pensamiento occidental y sucedáneos o lo que es cultura es avanzar en su «tolerancia» (¿qué sería la tolerancia en este caso?) legal en ciertos países, cuando en otros, el mismo acto merece tortura y horca, como en Irán o cárcel, como en Kenya o repudio declarado desde las altas esferas del Estado por un presidente como Putin, que, pese a eso, es un gran estadista?¿Pese a eso, con eso, incluyendo a eso? ¿Y si lo dice Francisco, el Papa, invitando a que los padres envíen al psiquiatra a sus hijos «raros» para regresar a la buena senda de la corrección cultural?¿Sería cultural, contracultural, evolucionismo darwiniano inverso, repoblación de las cavernas?
Como siempre digo, la filosofía no es mi fuerte.
je! Qué buena editorial, Gavrì! Me gusta Góngora, pero qué bueno que existan los Celan, los Kavafis, los Girondo, los Whitman, los Gavrî Akhenazi… jeje y los simios.. repoblación de las cavernas! tal vez, es que estamos mirando mal las sobras…. Un beso.