Fresas salvajes
Moverse en la neblina.
Esa es la condición de los que eligen
buscar dentro de sí
y apenas hallan
un escueto manojo de relatos
pacientemente urdidos.
Hicimos todo un arte
de la conciliación de lo imposible,
la cicatriz turgente del dolor
y la supervivencia,
cultivando a placer la desmemoria.
No hay ningún vestigio de racionalidad
que consiga explicarnos qué nos trajo hasta aquí.
Por qué metamorfosis
la vida nos transforma
en fantasmas vivientes que avanzan como a tientas,
ya perdidos
el rumbo y la esperanza.
En seres sin futuro ni humedades
que llevarse a los ojos.
Por qué misterio somos, al tiempo, todavía
capaces de sentir intacta la pasión
y aún todas las hambres
rebullendo en la boca.
De qué modo nos muerde,
implacable, en los labios la evocación precisa
del intenso dulzor de las fresas salvajes.
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