Por Morgana de Palacios
La tribu enjaulada
No hay tiempo de pensar, pese a que el tiempo se estira como un anélido en la tierra y no se acaba nunca.No hay tiempo de reír ni de llorar ni de dejar que la angustia nos supere.
Se ha colado este tiempo de indecisos y de engañifas gubernamentales, por los barrotes férreos de la jaula en que todos nos hemos convertido. Cada uno la suya y Dios en la de nadie, porque la Iglesia como tal, ha desaparecido del paisaje.
No se cuentan las horas que pasan aleladas, sino los infectados que van marcando el día con su borrón de luto.Todo el tiempo es espera y un inclemente gotear de muertos.
Respirar es el gran objetivo a conseguir, porque en eso consiste la vida. Respirar sin ahogos, sin toses, sin febrículas. Respirar y seguir poniendo buena cara al tiempo de tragedia. Respirar y resistir.
Resistir los embates del miedo que envenena, como torpes soldados maniatados, como héroes anónimos que controlan su rabia.Resistir la tortura de enclaustrar a los padres, a los hijos, a los nietos.
Resistir y amarnos de jaula a jaula, mientras cantan los pájaros del pensamiento invicto, todavía.
Preciosas palabras Morgana. Un beso.
Muchas gracias Beth. Un abrazo de jaula a jaula.