Antes de las luciérnagas
La noche que volvieron las luciérnagas
te vestías deprisa en el lagar
contra mi voluntad, insatisfecho
con tan poquito tuyo.
Antes, la oscuridad te amparaba y huías
por la hilera de vides en un juego infantil
sin ninguna inocencia.
En la persecución
tu aroma a sexo y mosto era un rastro imperdible
y tus prendas, miguitas del pan de la lujuria.
Prendías el deseo.
Con tus pasos y risas se erizaba mi piel
más allá del instinto.
No precisaba ver para seguirte.
(Nunca he necesitado ojos para encontrarte).
Efímero y sublime
Habitas en regiones escondidas,
en los pliegues del muslo, en la cintura,
en la salinidad tibia e impura,
paraíso y raíz de las heridas.
Te busco en los torrentes y crecidas,
al filo de la muerte y la locura,
desde el placer ingenuo a la tortura,
en riberas obscenas y prohibidas.
Sabiendo donde habitas más te busco
ávido del temblor fugaz y brusco
que apacigüe el ansia que me oprime.
Aún si llamo acudes al encuentro
y expones a mi yo, de fuera a dentro,
fútil, humano, efímero y sublime.