Likes y corazones
Vender intimidades
está de moda por lograr millones
de artificiosos likes y corazones
en este circo de las vanidades.
Por más que yo me entrego,
verso a verso, a mostrar mi alma desnuda,
nadie puede tener ninguna duda
de que no me involucro en ese juego.
Lo hago porque a ratos me divierte
y me ayuda a olvidarme que la muerte
nos sigue y nos asedia.
Y si es que tengo suerte,
con mi palabra esbozo el aguafuerte
de una vida y su ruin tragicomedia.
Derribando murallas ( Más turbaciones)
Nadie ignora que existe el autoengaño,
esa especie sutil y elaborada
de mentira piadosa que nos contamos todos
creyendo que nos salvan, sin saber
que las más de las veces nos condenan.
Dudad de quien proclame
que puede concebir un horizonte
cuando no hay unos ojos que le digan
que para ellos es un ser valioso.
Que camine hacia ellos
y por ellos.
Es algo irrenunciable
intentar demoler las sólidas murallas
de nuestros más adustos
castillos interiores.
Tratar de conquistar
la falsa sensación de cercanía,
disfrutando el placer del abrazo del otro,
incluso permitirnos
sentir la turbación, rayana con el éxtasis,
de su afilada espina.
¿ Quién rehuye
aquello que lo enerva?
***
Hoy a muchos les basta
apretar un botón y zambullirse
en la maraña inmensa de las redes tejidas
poniendo en comunión
alta tecnología y exhibicionismo.
Y practicar la apnea…
Todo está en agenciarse un buen esnórquel
diseñándose a pulso un avatar
resultón y algo cínico,
capaz de respirar sin despeinarse
en los ambientes tóxicos.
Yhomisma,
¿ acaso soy yo misma o me construyo
a base de creerme mis propias invenciones?
Supongo que no soy mejor que nadie
ni peor que cualquiera.
Todo vale, eso dicen,
para enfrentarse a la tan consabida
batalla de los egos
en la que todos somos perdedores.
Nos priva, más que nada, del lujo diminuto
de degustar a fondo ese bocado
de la realidad
en que un alma derriba sus recelos
y sin temor se ofrece a nuestros apetitos
semejante a un poema,
rezumando impudor e indefensión,
desnuda de artificios
hasta volverse
transparencia capaz de lacerarnos
y hacerse deseable ,
apariencia virtuosa ,
tentación
ferozmente exquisita,
dulcemente perversa .
¿Para cuándo el reclamo
de los tibios aromas?
¿ Cómo lograr que viaje por el éter
la calidad del tacto?
El consuelo infinito
de sentir cómo arden las pieles redimidas
que todos tanto anhelan.
***
Siempre lo sospeché,
la soledad,
este es, y no otro, el justiprecio,
que debe de pagar el ser humano
por el don de la vida.
Y su culminación
este castigo refinado y triste
de ensimismarse compulsivamente
en sus masturbaciones
mentales
-o no tanto-
con siete mil millones más de sombras solitarias
por toda compañía.
!Viva el triunfo
total de la demencia!