«De vuelta», «Maldito silencio», «Súbdito», poemas de Sergio Oncina

Imagen by Elmer Geissler

De vuelta


Creen que me olvidé de escribir poesía,
del juego deslumbrante y del placer
de la piel en el verbo
y de la muesca exacta en el renglón maldito.

Los fetiches caducan con la monotonía
y el velo de las vírgenes
ni frena la calima de la tinta en el sexo
ni cubre tempestades.

Me entretuve, sin más,
sin ninguna razón que justifique
el borrón de la pena
y el tiempo evaporado en las caricias.

Me erguí para otear lo que se palpa
abracé los paisajes con el temblor extraño
de quien se sabe solo
en los muslos calientes del origen.

Hube de regresar al frío de mi roca,
decepcionado, falto de la verdad escrita,
el fármaco que palia los dolores agudos
del bienestar fingido.



Maldito silencio


Un agosto pasado correteaban niños.
Un abrupto septiembre se repartían besos
al final del pasillo:
un adiós, hasta luego,
hasta un junio tardío.

Las paredes de adobe en el invierno
nos resguardan del frío.
No es lugar para nietos
el hogar encendido.

Volverán a su mundo, su flamante colegio,
poblarán sus retratos los estantes vacíos
y quedarán recuerdos
de las risas y gritos
planeando en el aire e impregnando los sueños
del calor en el patio, del olor a membrillo.

Se nos escapa el tiempo.

Ya no creo bendito
el maldito silencio.



Súbdito


La ilusión del portazo se cuela entre mis sueños:
un impotente adiós sin vuelta atrás
tan sonoro y brutal como rotundo,
un golpe seco que lo cambie todo
aunque sea a peor.

Me anticipo a la fuga
y al regreso del hombre arrepentido
preguntándome cómo:
¿Cómo me sentiré apostatándome?
¿Cómo podré dormir
convertido en la antítesis de lo que quise ser?

En la guerra del tedio
elimino cualquier huida posible
y busco en el manojo de las llaves
la que cierra la puerta de salida
y mata al desertor.

Siempre seré soldado sin ejército
y súbdito de mí.

Conversa con nosotros