«Eternal sunshine of the spotless mind», «Crónicas marcianas», Ronald Harris

Imasgen by Anke Sundermeier

Eternal sunshine of the spotless mind

“How happy is the blameless vestal’s lot!
The world forgetting, by the world forgot.
Eternal sunshine of the spotless mind!
Each pray’r accepted, and each wish resign’d.”

(Extracto de «Eloisa to Abelard» – Alexander Pope)

Toda verdad es una trampa en las cavernas de sus lunas,
señales que apuntan hacia la incertidumbre de la memoria.

Debemos de olvidar entonces
el odio y su paciencia hermética,
como las vírgenes vestales consagradas al diluvio.

Salir en busca del fuego
que nunca debimos dejar de adorar.

Volver al sueño primitivo que no se convirtió en llanto,
ni en borde del borde de este abismo de quimeras.

Hemos de quemarte en ese fuego
y hacerte brillar en él hasta que grites
y te hagas resurrección de la alegría;

eterno resplandor de una mente sin recuerdos.


Crónicas marcianas

Visitas la calma cada tanto, melancólico,
como cualquier paisaje de crónicas marcianas,
y encuentras en su fondo volcánico,
en su cavidad sísmica,

esa centésima que empuja nuevamente a la creación.

Y la violenta naturaleza del genio
se hace en ti unos segundos;

el dramatismo aquel que conduce al arte y a la ira,
y que se vuelca en las mareas guiadas por la luna,
y que no deja lugar habitable sino en otros mundos sin azul;

mundos amarillos, polvorientos,
con cuatro soles como clavos ardientes,
mundos de cuatro sombras que te impiden sentir la soledad.

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