Los fondos de tus bragas
Mira los crucifijos, todas las negaciones
pulcras y desvirgadas, mira los desperdicios
faltos de carestías, aptos y preparados
para las sensaciones simples y sin estilo.
Si me observas en medio de la mierda
que me envuelve sin lástima el hastío,
y te ríes sin ganas o con asco
del dolor que mi vientre endurecido
convirtió sin apuro en el altar
en que sangran las putas de mi niño…
es posible que entiendas la fatiga, la escena
que relato mordiendo con mis pies el camino
señalado a distancia por la sed de apareo
que te nubla la boca con saliva de grito.
Yo me pauso, tranquilo, indetenible,
sosteniendo las bridas de mi sino
que humedece los fondos de tus bragas,
esquilando almanaques enemigos,
apurando mi vaso sin errores
despeñando mis nombres en tu ombligo.
Por
Me conozco las sendas, las trampas y atajos
que conducen al duelo terrible del hombre
escapando del sino que busca su cuello,
por captar con mis ojos y manos la noche
renegando del día que exhibe su estrella
y entender en la guerra el amor de los dioses.
Por sacarme los callos en clave de fa
le adivino al poeta sus gestos mayores
y al prosista sus tics de manual; lo de siempre,
caminar a la sombra, en la luz, sin razones
ni verdades, me tiñe el mirar de distancia
que me acercan al solo y a todos sus golpes.
Por querer sin querer, tropezar y erigirme,
saboreo el abismo que viven los pobres
que pretenden cercar mis modales, mis formas,
reclamando les mire el ombligo -las dotes-
que suponen precioso, bellísimo… ¡mierda!
Yo me miro los modos, reviso mis bordes
y mastico, ignorante y brutal, los vacíos
que no pude llenar descollando en amores
que regalo a las putas sedientas de huellas.
Por saberme, me sé solitario en mis torres.