Aquí no se oye nada.
No se ve nada.
Anda rígido el aire
y han crecido murallas de otra especie
impalpables
como un símbolo extraño de impotencia
que aísla los sonidos de la luz.
Soy una carta abierta golpeando cerraduras
destinada al fracaso,
un susurro en la noche
soñando alegorías del silencio
porque el mundo, al final, es un lenguaje absurdo,
un engendro entre MySQL y php
que no será jamás el mío.
Una araña reclusa con tres pares de ojos vigilantes
me amanece en el tórax
y pasea indecisa por mis pechos
desde hace demasiados días.
Ni me inmuto.
*******
En mí no cabe una palabra más.
Todas las paradojas se dan cita en mi almario
pugnando por salir en un momento,
y al siguiente dormidas superpuestas
en sus grises literas submarinas.
No eres tú la causa.
Soy yo con mis cerrojos.
Soy yo en las trincheras del absurdo,
cubriéndome la espalda de silencios,
porque perdí la fe en el mañana
y he de engrasar, sin pausa, aquel fusil de asalto
que tenía guardado para tiempos de cólera.
Pienso si alguna vez estuve en paz conmigo
o es que me la inventé por seducirte
a ti que de la guerra
hiciste el pan caliente
que me diste a comer día tras día.
No eres tú, por más que tus ventanas
se abran a sacrílegos paisajes
y el miedo se acomode a la rutina
de huir hacia adelante, mientras el corazón
no convulsione.
Soy yo con la crudeza de esta boca
que calla mucho más de lo que expresa
y alguna vez, también, quisiera ser de luz,
dolor escintilante de la luz
pariéndose a sí misma
sólo para tus ojos.