William Vanders – Venezuela
Imagen by Claudio Schwartz
En la orilla del ruido
Este canto vibra en la orilla del ruido donde hay miedo, está a medio milímetro del silencio.
Este canto es una espina que grita, una gota de angustia oculta en la panza.
Este bullicio duerme con los dientes apretados, sueña con el dolor de los niños sin madre y despierta engarrotado protegiendo la infancia del abuelo.
Esta garganta no se cansa de tragar sogas mientras el rostro se erige como estatua.
Estos labios cohabitan la tortura, cuando al desaparecido le esconden la vida para borrar su muerte.
El canto está herido, camina en la cornisa del precipicio, bordea el límite de la mudez y entona el estribillo mortuorio para que se levanten los vivos.
Esternón insuflado, espalda encorvada, de puntillas y cuello extendido: cabeza al vacío como yunque retando a la injusticia.
La voz ya no va en el aire, resuena en la neurona y viaja a la memoria.
Me sospecho feliz en el bosque
Imagen by Mario Esposito
Sé que el atardecer puede incendiarse en la mano y la lluvia ensayar percusiones en el techo del pobre.
Sé que a veces no amanece y la oscuridad es como el hambre del solo, del solo por abandonado.
Sé que al llorar sin lágrima labriega, la voz se pega al alma, las manos se cierran y nos miramos sin vernos el pecho.
Sé de un tiempo infinito al pausar la sonrisa del hijo y de ese otro tiempo raro, afilado y combativo, luchando por el presente de un pasado repetido en lo futuro.
Sé de atrincherarse en campo frío y sin agua, muriendo ,sin saberlo ,en la herida de la sangre del otro.
Sé poco de lo mucho y mucho de lo poco, me sospecho feliz en la sencilla complejidad del bosque.